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Bra’Em’Kyg

Bra’Em’Kyg
Cientos de cantares han proclamado que el tiempo, el hado o los poderes que moran más allá de lo meramente material no han tratado bien a Bra’Em’Kyg.
Por más que a lo largo de sus casi dos milenios de existencia esta nación ha sido conocida bajo distintos nombres, no han sido estos apelativo los que han ido moldeando y definiendo a las distintas culturas que han poblado sus territorios. Los adjetivos que se han utilizado para referirse a ellos han sido la plasmación de cómo han sido percibidos por quienes se encuentran más allá de sus fronteras. Por quienes, desde la lejanía, han sido testigos externos de sus tragedias o se han visto beneficiados por su altruismo.
Pero, por más que los principios sobre los que se basó la construcción de esta nación fuesen la apertura y la aceptación, su propia evolución y la manera en la que han sido conocidos han venido forzadas en gran medida por distintos sucesos sobre los que no han tenido control alguno que, pese a estar separados por siglos, han quedado marcados en la manera de ser de las siguientes generaciones.
Por más fortuitos que hayan sido estos eventos que les han obligado a reinventarse y reconstruirse una y otra vez a lo largo de los siglos, su capacidad de adaptación y superación les ha granjeado el temor, la compasión y admiración de quienes les rodean.

Esto no quiere decir que cuando ha reinado la normalidad los distintos pueblos que han compuesto Bra’Em’Kyg se hayan encontrado libres de conflictos. La misma estructura bajo la que conviven los diferentes culturas que la han habitado, al igual que la apertura y altos niveles de tolerancia por todas las partes que esto requiere, les ha hecho proclives a ellos.
Por otro lado, su cercanía a la belicosa Naltor al igual que lo complicado de su relación con Menetia, tanto durante los últimos días del imperio como con la posterior república, han sido una fuente de enfrentamientos de los que, si bien siempre han logrado salir airosos, no siempre lo han hecho indemnes. La mayor fuente de cambios no han sido estos conflictos con entidades externas, sino que estas han venido dadas en gran medida por las disensiones internas. Una sucesión casi constantes de enfrentamientos cuya suerte siempre ha sido más dispar.

Con el transcurrir del tiempo, los distintos gobernantes que han guiado su camino han tratado de moldear la historia de acuerdo a sus intereses, pero la memoria del pueblo siempre ha perdurado a través de las distintas tradiciones.
Esto no ha impedido que algunos de estos líderes hayan sido capaces de imponer “su verdad”, ya se haya basado esta en hechos probados o en la mentira, sobre lo que siempre ha sido transmitido por el pueblo. De la misma manera, estos intentos por rescribir el pasado nunca han logrado su objetivo de una forma absoluta. La historia anterior, de manera independiente a su veracidad o falta de la misma, jamás ha podido ser borrada por completo.

Esta apropiación de los hechos del pasado no siempre han sido potestad exclusiva del poder político, sino que tanto la nobleza como la iglesia también han tratado de realizar un uso extensivo de ella. Como uno de los ejemplos más significativos de esta tendencia, tras el descubrimiento en el año 561 de los restos de Anarath, el uso del mismo que realizó la iglesia le granjeó al mismo tiempo la cesión de los territorios de Mystaler, mientras daba nuevos argumentos a ciertos sectores de Menetia para reafirmar su animosidad contra Bra’Em’Kyg. Una animosidad que desembocó en un nuevo enfrentamiento bélico entre ellos.

Los grandes grupos de poder e intereses que existen en toda nación no sólo no se encuentran ausentes en Bra’Em’Kyg, sino que casi todos ellos se encuentra multiplicado por cada una de las culturas de su interior.
Si bien estamentos como el Iluma o el ejército regular son entidades controladas por el Cinrath Yotunen, cada una de ellas tiene su propia nobleza, ideólogos, políticos y guías espirituales.
De cualquier manera, si bien es cierto que todo esto ha marcado enormemente a Bra’Em’Kyg como concepto y entidad aglutinadora de pueblos y culturas, a su vez todas estas culturas se han visto influenciadas por la suma de todos sus integrantes. Pero si hay algo que ha forjado su carácter como colectivo y su imagen en el exterior, esto ha sido la fatalidad.

Los tres grandes momentos definitorios del pasado

Bra’Em’Kyg ha sido sometida y se ha recuperado de tres grandes desastres a lo largo de su historia. La naturaleza de los mismos ha sido dispar, pero sus repercusiones siempre han sido traumáticas, pero la manera en la que se han sobrepuesto a cada uno de ellos han hecho de ellos un pueblo temido y admirado a partes iguales.

Empezando por la colisión de varios restos de Sigma 3.0 en uno de los picos del monte Klawe en el año -23, y siguiendo con las repercusiones del solapamiento planar que aisló a la ciudad de Bakul y sus alrededores en el año 142, sumiendo a todos sus habitantes en la oscuridad durante una década, o al advenimiento de las llamadas “Nieve del olvido” que se propagaron por los territorios de la ciudad de Kâzalen y sus alrededores en el año 441, para permanecer allí durante casi una generación, estos hechos los han marcado de una manera inmensamente más profunda que sus conflictos internos.

La manera en la que se han enfrentado a cada uno de estos momentos definitorios, al igual que su respuesta ante las peticiones de ayuda cuando sucesos de unas características similares han sido padecidos por otros, han moldeado y condicionado también el desarrollo y consolidación de sus relaciones con los pueblos que les rodean. De la misma manera, a pesar de los cambios de las ideologías imperantes en cada uno de ellos, los vínculos forjados a partir de estos sucesos lo han hecho de una manera mucho más significativa que los derivados de cualquier acuerdo político.

Asimismo, de cada uno de ellos salieron reforzados. El conocimiento adquirido gracias al estudio de estos fenómenos ha supuesto una mejora su comprensión de sus territorios. Esto los ha vuelto un pueblo más precavido pero no por ello amedrentado.
A pesar de que nunca han llegado a ser plenamente conscientes de las actividades llevadas a cabo desde dentro de su seno por parte de la tripulación de la Sigma, a través del Iluma se han beneficiado de las aportaciones que estas han acarreado.
De no ser por su intervención, con gran probabilidad la irracionalidad, la superstición y el misticismo habrían logrado hacerse con el control de las masas, pero gracias al prolongado tiempo que estas gentes pasaron entre ellos, el conocimiento en su gran variedad de aspectos se ha convertido en uno de los campos que más relevancia ha adquirido dentro de algunas de sus culturas.

El legado de la larga noche

En la actualidad los pueblos de Bra’Em’Kyg se encuentran sufriendo las consecuencia de la que ha sido la mayor de todas las catástrofes que jamás han padecido. Este desastre no ha afectado de igual manera a todas sus gentes, pero la manera en la que se han ido propagando sus diferentes ramificaciones ha hecho que todos se vean tocados por ella.

Por más que, en una primera instancia, la sombra que cubrió a una gran parte del noroeste continental no se situó sobre ellos, los sucesos derivados de ella finalmente sí que les han alcanzado.
El grueso del Garshed Jonural finalizó hace ya tres años y la extensión completa de cómo ha afectado a Daegon a todos los niveles aún están por ser descubiertas por todos aquellos que se han visto afectados por ella de una u otra manera. A pesar de que el tránsito del fragmento occidental de Nargión dejó de ser visible en los cielos de Daegon hace trece años, su regreso y consolidación en este nivel de existencia junto a Rayhosha y sus islas una década después dio comienzo a una serie de nuevos desastres que asolaron las costas occidentales de Daegon.

Lo inmenso de la extensión de los territorios retornados ha hecho que la escala real de los sucesos recientes no hayan podido ser comprendidos en su totalidad por los estudiosos. Dependiendo de la localización de cada uno de los afectados, hechos relacionados han sido interpretados como sucesos totalmente aislados y locales.
Así, mientras que en el noroeste continental se hablaba del Gishu Undokol o “El continente errante” que causó la “larga noche” que se ha prolongado durante las dos últimas décadas como algo que ya ha quedado atrás y sin ninguna relación con los eventos posteriores, los fragmentos de otras masas continentales y sus satélites que se situaron sobre zonas no habitadas han pasado totalmente desapercibidos.

Los territorios que abandonaron Daegon hace milenios se han regresado fragmentados trayendo junto a ellos nuevas entidades hasta esta realidad.
La gran mayoría de ellas se encuentran flotando sobre los océanos, ubicadas sobre emplazamientos hasta ahora desocupados.
Sólo una ínfima parte de ellos es visible desde los territorios habitados y, de estos, sólo Eladar, ubicada en la costa de Ashgurn, se encuentra habitada.
En el resto de ellas también existe vida pero, a pesar de su apariencia, pocos pueblos consideran a los descendientes de los hombres y mujeres que desaparecieron junto al continente humanos, y su manera de entender la existencia es algo completamente ajeno ante los ojos de las culturas de Daegon.

Pero no todos los territorios retornados permanecen alejados de la superficie terrestre. Algunos de ellos se han posado en la corteza terrestre y otros permanecen suspendidos a menor altura, con una parte de su masa parcialmente sumergida bajos las aguas.
La consolidación de los fragmentos de Nargión se ha producido de manera paulatina, y algunos de ellos han provocado desastres allí donde no habita la humanidad, pero la materialización de los territorios que rodeaban a Rayhosha han iniciado la cadena de sucesos que ha supuesto la condena de varias naciones del suroeste continental.
La llegada de estos islotes formando un arrecife donde nunca lo hubo ha desencadenado la inestabilidad de aquellas partes de la corteza submarina sobre la que se han posado.

Al contrario que lo sucedido con la gran masa continental cuya presencia se hizo visible desde el noroeste de Daegon durante décadas, el solapamiento de Rayhosha pasó casi inadvertido. Tanto la isla continente como el archipiélago que la acompañaba sólo fueron percibidos como una inmensa nube en la lejanía en las costas sureñas de Thurgorld durante un breve periodo de tiempo. Su extensión total no han podido ser aún determinados por los cartógrafos, y su tránsito tampoco pudo ser seguido por los navegantes. No ha sido hasta su descubrimiento reciente, años después de su llegada hasta el esta plano de realidad, que se han empezado a plantear las primeras teorías cercanas a la realidad del impacto y las repercusiones de su llegada.

Hasta el descubrimiento de su existencia, las teorías que se formularon acerca del desastre, muchas de las cuales siguen aún vigentes, han recorrido todo el espectro de lo racional, lo improbable y lo inverosímil. Estas teorías, en muchas ocasiones amparadas en distintos tipos de intereses, no sólo han dividido a la opinión pública de Bra’Em’Kyg, sino que también han sido el origen de conflictos con otras naciones.
Desde los sectores más reaccionarios de la iglesia menetiana se ha querido ver en la desgracia padecida por Bra’Em’Kyg y Naltor, así como que esta no haya llegado hasta sus costas, como una señal de castigo divino. Una señal para retomar la guerra santa.

Por otro lado, las teoría manejadas por parte de los estamentos científicos hasta el momento son diversas. Aquella que ha contado con una aceptación mayoritaria es la que achaca el desastre a dos grandes factores. Por un lado, el bagaje histórico de sucesos extraños en estos territorios ha sido el argumento sobre el que se han basado gran parte de estas teorías. En ellas se achaca a la lenta filtración de radiaciones de otros sustratos de existencia hasta los niveles inferiores de su masa continental un paulatino debilitamiento la misma.
Complementando estas teorías, y no demasiado lejos de la verdad, también se ha aducido que una parte del Gishu Undokol, quizás moviéndose fuera del alcance de la percepción humana en estos niveles subterráneos, haya sido el detonante que desencadenó la ruptura final de los territorios costeros más debilitados.

Dentro de este marco general de pensamiento, la división de opiniones acerca de las realidades originarias de estas radiaciones, o la manera en la que han podido afectar también a la flora y la fauna divergen de acuerdo a la especialidad de cada uno de los estudiosos. Gran parte de estas diferencia de opinión, que puede diferir en meros detalles o desembocar en teorías totalmente inverosímiles, permanecen aún en el debate académico a pesar de las pruebas aportadas por quienes han comenzado a estudiar a Rayhosha y su entorno.

Tras el reciente descubrimiento fortuito del que se ha bautizado como el archipiélago de Digarta, al igual que ha sucedido con el de Dalmeshi, diversas expediciones se han trasladado hasta allí para el estudio de los nuevos territorios, pero estas investigaciones se han encontrado con toda suerte de elementos inesperados.
Al contrario que sucede con el archipiélago resultante de los restos costeros de Bra’Em’Kyg y Naltor, los territorios que han quedado suspendidos sobre los océanos afectan de manera impredecible a las mareas. Dependiendo de su altura, procedencia y estado de fase, los fragmentos que se encuentra a menor altura no sólo afectan al océano, sino que también causan inestabilidad en el mismo tejido de la realidad.
Mientras tanto, aquellos que se encuentran parcial o totalmente sumergidos en las aguas no se encuentran en un estado de mayor estabilidad. Durante su proceso de consolidación, sus cambios de estado pueden provocar desde maremotos hasta subidas del nivel del mar. De la misma manera, también continúan afectando a las placas tectónicas sobre las que se han posado.

Como si el hado hubiese escuchado los cantares, dando pábulo a las ideas que subyacen bajo gran parte de ellos, las fatalidad que caído sobre Bra’Em’Kyg como no ha hecho en ningún otro lugar. Los actividad provocada por estas islas no sólo provocó movimientos terrestres, sino que también proició la activación de la falla sobre la que se encuentra situada la frontera entre esta nación y Naltor, desencadenando el colapso de parte de la masa continental y una nueva ruptura de las barreras que separan a esos territorios de Daegon de otros niveles de realidad.

A lo largo de los últimos años su capacidad para recuperarse de los desastres ha sido puesta a prueba una vez más. A pesar de toda esta historia pasada, tras la que muy probablemente hayan sido la más dura de las pruebas a la que han sido sometidos, las dudas acerca de cómo resurgirá de este desastre son frecuentes. En el ámbito internacional nadie da por seguro vayan a ser capaces de recuperarse de ella, y algunos de ellos se preparan para recoger los restos que queden.

Dada la escala de estos sucesos sus territorios no han sido los únicos afectados, pero sí que han sido quienes han padecido unas consecuencias más traumáticos. Mucho más que nada de lo que se encuentra recogido en los libros de historia de la edad moderna. Nada para lo que ninguna nación esté preparada para enfrentarse.

Por más que sus pueblos se hayan enfrentado con anterioridad a tres grandes sucesos trágicos de unas características similares, estos sólo son historias de un pasado muy lejano para su actuales pobladores. Hecho que, más allá de haberles marcado de manera inconsciente, no se encentran más presentes en su imaginario que las leyendas y la mitología. Aún así, ninguno ha sido comparable a los hechos a los que se enfrentan en este último momento definitorio.

Su repercusión total aún está muy lejos de ser acotada y tanto el dolor como el miedo que despiertan en los supervivientes aún se encuentra muy presentes. Las tareas de reconstrucción y rescate se ven interrumpidas sin previo aviso por nuevas sacudidas de los distintos eventos que han confluido sobre sus territorios. Por más orgullosos que sean sus habitantes, esta ha sido sin lugar a dudas el más formidable de todos los retos a cuantos se han enfrentado.
Mientras aún se van disipando las neblinas que les impiden ser conscientes de las totalidad de sus consecuencias, de lo que a nadie le cabe duda es de que estas se han hecho sentir en todos los niveles de sus estructuras sociales, económicas y religiosas de cada uno de los pueblos que componen Bra’Em’Kyg.
Mientras todo esto se desarrolla, tanto aquellos que quieren verles caer, como sus aliados de antaño contemplan con detenimiento el desarrollo de la situación y sus reacciones.

Al igual que lo sucedido en los eventos anómalos sucedidos en ocasiones anteriores, este no es un enemigo al que se puedan enfrentar. Ni la ciencia, ni la fe ni las armas han podido hacer nada ante un rival que en menos de una semana se bastó para desbaratar lo que había tardado tres siglos en ser reconstruido. Un adversario carente de objetivo o rostro.
Cuando apenas ha pasado un lustro desde el inicio de estos sucesos aún se desconoce cuándo llegará su final. Cuando los últimos estertores provocados en sus distintos emplazamientos continúan con su impredecible progresión, los pueblos que los habitan parecen haber comenzado a asumir lo inesperado como una faceta más de su día a día. Si algo ha quedado claro con cada nueva sacudida es que las palabras de quienes bautizaron a Bra’Em’Kyg como “El pueblo condenado” parecen haberse han visto reafirmadas durante los últimos años.

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Tras el gran desastre

Tras el gran desastre
Una vez que se ha consolidado el grueso de los cambios padecidos por Bra’Em’Kyg, la vida diaria de sus pobladores aún sigue sumida en una gran cantidad de dificultades. Aquellos territorios en los que se han detectado una mayor concentración sucesos provocados por inestabilidades planares han quedado casi abandonados, aunque esto no evita que algunos se aventuren en su interior tratando de recuperar algo que dejaron atrás. También han comenzado a proliferar quienes buscan sacar beneficio de estas desgracias, ya sea escoltando a los expedicionarios, quienes se aprovechan de su desesperación para asaltarles, o quienes se dedican a la recolección y posterior venta de lo que otros dejaron atrás.

La sabiduría popular ha aceptado como cierto que el avistamiento de nubes extrañas suele presagiar algún evento catastrófico. Esta confusión a la hora de atribuir causalidad a una mera sucesión de casualidades ha provocado que, de manera esporádica, se produzcan falsos avistamientos de lejanas masas de tierra sobrevolando los cielos del continente. Quien se han visto afectados de una manera más cercana por estos sucesos difieren en su reacción ante estos nuevos avistamientos. Como todo superviviente a una desgracia han quedado marcados para siempre por ella.

Pero no todos los desastres han afectado a la gente de la misma manera. Por más traumático que haya podido ser la perdida de familiares o amigos en las zonas costeras desaparecidas, entre los escasos retornados de entre quienes han presenciado un solapamiento planar se encuentran aquellos con unas secuelas más notables.
En los casos más extremos se encuentran quienes se han lanzado hacia ellos impelidos por el deseo de morir o recuperar aquella parte de ellos mismos que sienten que quedó atrapada en otro plano de existencia. En contraposición a estos individuos, la reacción más común de los supervivientes es la de la huida y las pesadillas provocadas por lo ya padecido. Pesadillas y visiones que no les abandonan mientras están despiertos.

Por otro lado, aquellos que disponen de la suficiente influencia dentro del nuevo poder, han tratado de presionar al gobierno para que se creen grupos de ayuda para que actúen ante sus futuras manifestaciones, coordinando las evacuaciones y realizando tareas de contención. De entre ellos, quienes consideran que las medidas que se han tomado son insuficientes, y poseen los recursos necesarios, han sufragado este tipo de actuaciones.

El desastre no ha asolado solamente a la zona suroccidental del continente, sino que sus estragos se han propagado a lo largo de todas las naciones costeras.
En la placa central, el oeste continental es quien más perjudicado se ha visto por la confluencia de eventos anómalos. La desaparición de los territorios de esta sección continental que separaba al mar de Johrg del océano Sámico ha provocado la total desaparición de Tembi. Este colapso también ha diezmado Edirth, afectando en menor medida a Nivar. Hasrt ha quedado dividida en dos, y sus territorios ubicados al norte de este nuevo mar han sido conquistados por una alianza de los supervivientes de Tembi y el Dominio.
Las consecuencias en el este han sido menos devastadoras, pero no ha estado libre de tragedias. La súbita aparición de Eladar ha provocado la desaparición de parte de la costa de Ashgurn sumergida por la subida del nivel del mar.

Pero, por más que los movimientos sísmicos hayan sacudido al mundo entero, la manera en la que han azotado a Bra’Em’Kyg la han convertido en un caso único. Mientras que en el resto del mundo la situación se estabilizó a los pocos meses, dadas las particularidades de estos territorios y su historia pasada, estás se han visto afectadas también por sucesos de otra naturaleza.
Las sacudidas, pese a que ya se encuentran en remisión tanto en su escala como en su intensidad, continúan afectando de manera impredecible a distintos lugares causando el pánico y la incertidumbre donde se creía haber alcanzado un estado de normalidad. Quizás no haya sido la nación más afectada por el regreso de los territorios perdidos, pero las particularidades de su caso han hecho de Bra’Em’Kyg un lugar especialmente peligroso en el que vivir.

A la desaparición de la totalidad de sus territorios costeros como consecuencia de la sucesión de desastres provocados por la llegada de Rayhosha y su archipiélago se han sumado los desastres causados en el interior por la inestabilidad planar. El regreso hasta Daegon de los fragmentos errantes del continente perdido de Nargión hizo que aquellos lugares poseedores de brechas en un estado de latencia se hayan visto afectados por los niveles de realidad que se hallan al otro lado.
El alcance de este segundo tipo de sucesos ha trascendido a los terrenos costeros, afectando a la casi totalidad de las culturas que pueblan Bra’Em’Kyg. Su impacto y repercusión ha variado dependiendo del momento y el lugar, y algunos de los efectos secundarios derivados de ellos aún están por ser descubiertos.

A lo largo y ancho de sus territorios, más allá del impacto directo que han supuesto los movimientos sísmicos, los mismos mecanismos que gobiernan la realidad han sido alterados una vez más. En esta ocasión, al contrario que lo sucedido durante los eventos de Bakul y Kâzalen, la manera en la que se han visto afectados los territorios ha sido mucho más sutil, compleja e imprevisible.
Dada la concurrencia en el tiempo, algunas de estas manifestaciones han sido confundidas con los efectos de los desastres puramente físicos, pero con el paso del tiempo y el avance de los distintos grupos de investigadores, esta información va siendo corregida de manera lenta.
Con esto, por más que durante estos años se ha asumido que el destino final tras su desaparición de las provincias de Virfynch, Tisleth y Binsilay (las divisiones de la antaño provincia imperial de Virfynch), eran las simas marinas, el destino de cada una de ellas ha sido muy diferente.

Por un lado, las distintas secciones de la placa tectónica sobre la que se encontraban las mitades sur de Shemellom, Bra’Em’Kyg y Naltor se ha colapsado, por otro, se ha producido un cambio de fase en algunos de estos territorios. El detalle, las consecuencias reales y los efectos secundarios derivados de este segundo hecho aún continúan siendo una incógnita para quienes han destapado este hecho y continúan con el estudio de estos sucesos. Durante todo este tiempo también se han generado una gran cantidad de teorías que han tratado de explicarlo todo. En este terreno han convivido aquellas que son mera especulación, las que han acertado parcialmente y las que son completamente erróneas.
Planteamientos como los postulados por la naturista Imsleth Cohani (Sisislaer, Rearem 712), que acertadamente plantean la posibilidad de que algunos de estos territorios hayan sido arrastrados hasta otro nivel de existencia cohabitan con las tesis apocalípticas planteadas por distintos grupos religiosos. Ante la falta de herramientas para validar estos postulados, todas ellas conviven sepultados entre el caos organizativo en el que aún se encuentra sumida la nación. Aún así, el conocimiento de este hecho tampoco otorga los medios para hacer nada al respecto.

Como resultado de los diversos eventos que se han solapado durante las últimas décadas, tanto pequeñas secciones de Shemellom y Naltor como grandes porciones de la antigua provincia braenky de Virfynch han quedado sumergidas bajo las aguas. Mientras tanto, otras han sido desplazadas hasta otros planos de existencia. Ante los ojos de los habitantes de Daegon el resultado es uno; de una u otra manera, la totalidad de su extensión ha desaparecido y sus habitantes han perecido.
La destrucción, el dolor y la muerte derivadas de ambos hechos han provocado también la atención de distintos kurbun, algo que ha agravado aún más la situación. Su mero interés, sumado al estado de inestabilidad en el que se encuentran las grietas que se han formado sobre esos territorios ha hecho que parte de la esencia de estas criaturas la atraviesen.
De la misma manera que no se disponen de los medios para evitar ninguno de estos sucesos, la imprevisibilidad de su misma naturaleza trae como una consecuencia añadida que nunca se pueda trazar con antelación cuándo o dónde tendrán lugar sus siguientes resurgimientos.

Ninguno de estos eventos ha tenido unos patrones acotables o un comportamiento uniforme. Mientras que aquellos terrenos que permanecen en la superficie, ya se encuentren asentados sobre las zonas que aún no se han colapsado, o en los resquicios existentes entre las fluctuaciones de las grietas han formado el archipiélago de Dalmeshi, los territorios arrastrados hasta otros planos han desencadenado otra serie de complicaciones.

Distintas entidades y conceptos se han filtrado a través de las grieta. Seres que ni pertenecen ni comprenden esta realidad. La gran mayoría de ellos, al igual que ha sucedido con una parte importante de los humanos arrastrados hasta otros niveles de existencia, han sido destruidos tras este primer contacto, incapaces de adaptarse a sus leyes físicas y los axiomas que gobiernan su nuevo hogar. Sus restos se encuentran esparcidos por el Dalmeshi, letales a su vez para los habitantes de esta realidad, pero increíblemente útiles para los investigadores.
No todos ellos son visibles o poseen una forma sólida, pero esto no evita que quien entre en contacto con ellos quede expuesto a sus efectos.

Por otro lado, el hundimiento se los territorios no sólo se produjo de una manera ciertamente súbita, sino que no todas las porciones sumergidas se desprendieron de un modo uniforme. La incertidumbre provocada por la llegada de cada sucesiva sacudida ha hecho que la nueva costa se haya encontrado prácticamente deshabitada durante los primeros dos años que han seguido al primer suceso. Tras el drama continuado que se produjo durante los primeros meses y los sucesivos desprendimientos de los terrenos inestables, el temor por la llegada de nuevos desprendimientos, y la consiguiente subida del nivel del mar ha tardado varios años en disiparse.

A día de hoy no sólo Dalmeshi se encuentra por encima de la superficie, sino que aún se pueden atisbar desde la nueva línea costera de Bra’Em’Kyg otras porciones de sus antiguos territorios más cercanos sobresaliendo del agua. Estos restos son un recordatorio constante de lo que no hace tanto fueron, y el clavo ardiente al que se agarran quienes continúan con las tareas de rescate.

Por otro lado, los motivos que ocasionan las puntuales erupciones de actividad de las grietas planares que se encuentran parcialmente situadas sobre distintos puntos de la geografía de Bra’Em’Kyg continúan siendo un misterio. Estas brechas no se encuentran únicamente situadas sobre los territorios donde se encontraban los terrenos que fueron arrastrados hasta otros planos, sino que algunas de ellas se encuentran en las provincias interiores.
Su estado de fluctuación, al igual que la posibilidad de ver o acceder hasta los lugares a los que dan acceso son una oportunidad única para los investigadores de las distintas organizaciones científicas a nivel global, pero su estudio depende enormemente de las condiciones a las que se encuentren sometidos estos territorios, y los destinos que se encuentran al otro lado no son estáticos.

Hasta el momento el resultado de las tareas de rescate se ha escaso y desalentador. De ninguno de los emplazamientos a los que se ha logrado obtener acceso de nuevo se ha logrado la recuperación de de nada que no sean cuerpos sin vida, restos desperdigados u objetos devorados por el agua.
No se han encontrado supervivientes del cataclismo, pero esto no ha evitado que las misiones continúen de manera incesante cuando así lo permiten la aún inestable situación seísmica y planar de la zona.
Al mismo tiempo, la desaparición de embarcaciones de todo tipo en las zonas afectadas por la brecha de Dalmeshi ha hecho que las operaciones de rescate en esos territorios se hayan vuelto más esporádicas. Por otro lado, lo anómalo de la actividad planar en esta zona ha hecho que los proyectos de expediciones científicas abunden.
A pesar de que los estudiosos sospechan la razón tras el tipo de fenómenos que afecta la zona, aún desconocen la naturaleza concreta de la misma, su extensión o los factores que la activan. Como consecuencia de esto todas estas expediciones aún no han pasado de sus fases iniciales mientras se trata de localizar, delimitar e identificar sus dimensiones y procedencia.
En estas labores se encuentran enfrascados tanto miembros del Iluma como de los Naturistas de Cahirn Ansay y el Chayashin Shatteru de Harst. Si bien son conscientes de que ninguno de ellos será capaz de controlar el suceso, una vez averiguados sus patrones de comportamiento esperan poder predecir sus momentos de actividad, las condiciones existentes en los niveles de realidad a los que dan acceso, y la posibilidad de enviar expediciones humanas a su interior.

Por otro lado, la consolidación de los territorios recién llegados aún no ha finalizado. Este hecho hace aún más complicada la misión de los estudiosos, ya que los problemas derivados meramente de la parte geológica del suceso aún estén lejos de finalizar. Gracias al estudio que se está realizando de manera rudimentaria sobre el suelo submarino de Digarta se están logrando avances en el conocimiento de esta materia, con lo que ha logrado determinar el origen de alguno de los fenómenos que antes se achacaban a la actividad de las distintas brechas. La fiabilidad de estas afirmaciones aún es puesta en duda pero, estén o no aceptadas por la comunidad científica, las aproximaciones que se están logrando de estos estudios es lo más cercano a los hechos reales que se ha logrado.

Una gran parte de la investigación submarina se está centrando los archipiélagos de Dalmeshi y Digarta. A pesar de tratarse de accidentes geográficos de creación reciente, tanto la manera en la que afectan al continente como su misma naturaleza son muy diferentes.
Mientras que parece claro que el asentamiento del suelo oceánico sobre el que se asientan las islas satélite que acompañaron a Rayhosha han afectado a las costas de Bra’Em’Kyg y Naltor, los restos de estas naciones que han quedado sobre el mar, al contrario que aquellos que permanecen unidos a la costa continental, se muestran inmunes a los sucesivos movimientos generados por sus artífices.
Hasta el momento, todos los intentos por tratar de predecir el comportamiento de cualquiera de estos cúmulos de islas se han mostrado infructuosos. La manera en la que estos movimientos están ligados a los impredecibles cambios parciales de fases de sus brechas hace que únicamente mediante la geología no se pueda predecir su comportamiento, efectos secundarios o mecanismos de activación.

A día de hoy estas son las causas principales del estado cambiante de esta nueva línea costera del continente que aún no terminado de quedar definida, pero no los únicos.

Reconstruyendo un país

Más allá de las consecuencias geográficas del desastre, con la pérdida de estos territorios Bra’Em’Ky no sólo ha perdido de manera súbita su capital, a los miembros claves del Cinrath Yotunen y los territorios que históricamente ha sido el motor económico de la nación, sino que aún hoy, tres años después del que tuviese lugar el suceso, se desconoce el alcance total de la pérdida humana derivada de él.

El daño que ha sufrido la nación ha sido sido incalculable y aún se encuentra sumida en un doloroso estado de excepción. El proceso mediante el que se realizó la composición del nuevo Cinrath Yotunen, por otro lado, tampoco ha estado exento de controversia. De la misma manera, durante el escaso tiempo de mandato de sus miembros estos han sido el centro de críticas de todo tipo, tanto locales como internacionales.

A pesar de lo precario de la situación del país, y continuando con la larga trayectoria de solidaridad de algunos de sus antecesores, este nuevo equipo de gobierno no ha negado la ayuda en las tareas de rescate de los damnificados por el desastre en las naciones vecinas. Al mismo tiempo que estas ayudas han sido criticadas por un sector de la ciudadanía, el anuncio de la retirada de sus tropas de apoyo en el conflicto que aún perdura entre Shatteger y Shemmellom con el Dominio no fueron bien recibida por sus aliados. A pesar de que las negociaciones acerca de este conflicto han logrado un acercamiento en las posiciones de cada uno de los implicados, su reñación continúa siendo muy tensas.

Los términos que bajo los que se firmaron originalmente los tratados son completamente imposibles de cumplir en la actualidad, y las condiciones y exigencias que se han propuesto durante las recientes negociaciones sólo han sido aceptadas por sus aliados tras ser sometidas a multitud de alteraciones de base.

La situación dentro del resto de los estamentos que componen el esquema de poder de la nación tampoco son más halagüeños. No existe unanimidad en cuanto al curso de acción a tomar o el camino que debe seguir Bra’Em’Kyg.
Mientras que el posicionamiento de los responsables de las fuerzas armadas se encuentra dividido entre quienes, como el general Irburc Hatsalot (Imaya, Bra’Em’Kyg 707) consideran que los esfuerzos de sus subordinados se deben dedicar a las tareas de rescate y aquellos, como Ainhalsy Painyaku (Ínisburg, Bra’Em’Kyg 715), que defienden que sus tropas vuelvan al conflicto que se desarrolla en las naciones vecinas.
Las ciudades natales de ambos desaparecieron junto a todas las demás, pero cada uno de ellos afronta la pérdida de una manera distinta. Tanto ellos como sus subalternos han perdido a seres queridos en el desastre, pero no todos han perdido la esperanza de que algunos de ellos puedan encontrarse aún con vida.

Por otro lado, los cimientos sobre los que se asienta gran parte de la nobleza también se han visto sacudidos. Aquellos supervivientes de las clases privilegiadas tampoco han salido indemnes. La desaparición de sus territorios más prósperos no sólo ha supuesto una merma personal y económica, sino que los herederos de los terratenientes afincadas en las provincias sureñas que han desaparecido junto a su patrimonio también han perdido los documentos que demuestran quienes son.
Así pues, sus problemas no han terminado. Junto a la pérdida del capital necesario para tratar de reconstruir lo que un día poseyeron, muchos de ellos han perdido también la posibilidad de reclamar lo que aún les queda. Los registros oficiales que certifican su titularidad y sus posesiones han desaparecido junto a la capital. Aquellos documentos y objetos familiares que podrían demostrar su linaje se han perdido junto a sus tierras, y aquellos que podrían dar fe acerca de la legitimidad de sus reclamaciones también han desaparecido.
Al mismo tiempo que las disputas por la propiedad de aquellos territorios ubicados en las zonas menos afectadas se han vuelto despiadadas, su capacidad para mantenerse en la lucha se ha esfumado junto a sus propiedades. Existen copias de una pequeña parte de estas escrituras y registros desaparecidos junto a la capital almacenados en la vecina Cahirn Ansay, pero no todos ellos han sido actualizados con el transcurrir del tiempo, no todos ellos se encuentran accesibles para cualquier persona y, aunque pudiesen demostrar su identidad, no todos los herederos disponen de los recursos necesarios para viajar hasta allí.
Como consecuencia de esto, a lo largo de estos últimos tres años ha proliferado una plaga de falsos herederos cuya títulos y sus derechos sobre las propiedades que afirman poseer es difícilmente rebatible o contrastable. De la misma manera, una gran parte de ellos ni siquiera son son nativos de Bra’Em’Kyg sino que son buscavidas provenientes de alguna de las naciones vecinas.

Por otro lado, la iglesia, una entidad que siempre ha tratado de ser uno de los elemento clave dentro del esquema del poder de Bra’Em’Kyg, se ha visto notablemente beneficiada por el cataclismo.
Inicialmente establecida como una herencia proveniente de los tiempos del antiguo imperio menetiano, tras la disolución de este el cisma Maldriani ganó una especial preponderancia en los territorios de esta nación.
Por más que históricamente haya logrado tener distintos niveles de importancia dentro de la lucha por el poder, este siempre ha estado acotado dentro de la provincia/protectorado de Mystaler.
Esta provincia siempre se ha relacionado con el gobierno de Bra’Em’Kyg de una manera dual. Al mismo tiempo que siempre ha esgrimido su autonomía como argumento para no acatar ciertas peticiones provenientes del Cinrath Yotunen, también ha tratado de sacar todo el provecho posible de este a través de su autoproclamación como bastión y estandarte moral de la nación.
En el día a día no deja de ser un contendiente más a la hora de hacerse con el control de una parte significativa del reparto de los recursos y beneficios generados por el estado.

El hecho de que las ciudad catedralicias de Bakul y Kâzalen hayan sobrevivido a la debacle ha hecho que Nimesh (Bakul, Bra’Em’Kyg 681), la actual Yartas Malasteri de esta iglesia, afirme que los recientes sucesos han sido “Un castigo a los infieles y una muestra de los designios del gran plan de los dioses”.
Estas afirmaciones que no dejan de ser un arma política que nada tienen que ver con sus creencias, al mismo tiempo que les han costado numerosas críticas, amenazas e incluso agresiones a sus fieles por parte de una gran parte de la ciudadanía, también han logrado calar de manera profunda en otra parte de los habitantes de las zonas más afectadas.
Así pues, su área de influencia, tradicionalmente constreñida a la provincia de Mystaler, ha comenzado a expandirse hasta los valles del nuevo sur de la nación.

Bra’Em’Kyg nació como una nación diversa por definición. Aunque sus gobernantes siempre la han tratado de mostrar como un ejemplo de tolerancia, unida y respeto para con las diferencias internas de sus pueblos, esto no ha evitado que la realidad no siempre le haya dado la razón. Esa imagen utópica que siempre se ha buscado no siempre haya sido un fiel reflejo de la situación real que subyacía bajo sus decisiones.
De cualquier manera, y a pesar de que este mensaje comprensión no siempre ha sido honesto, veraz o capaz de vencer a la suspicacia y el escepticismo de sus vecinos, lo que sí que era una verdad objetiva demostrada más allá de toda duda era su sentimiento de hermandad para con los suyos en los momentos más dolorosos.
Este hecho es algo de lo que siempre se ha enorgullecido, y que ha sido la imagen que se ha tratado de proyectar de cara al exterior. Una imagen de entereza y voluntad inquebrantable con la que capaz de lograr que saliesen victoriosos en sus enfrentamientos contra los distintos desastres que la han asolado con anterioridad.

Su manera de enfrentarse tanto a la desolación de Bakul como a las “Nieves del olvido”, por más que algunos de sus componentes tratasen de aprovecharlas en beneficio propio, fue ejemplar, pero ninguno de estos sucesos fue equiparable al suceso reciente. Lo limitado de la escala de los anteriores sucesos traumáticos que les afectaron hicieron posibles los trabajos de contención y respuesta. Por más preocupantes que fueran sus características, una vez superado el miedo inicial a una expansión lejos de las zonas acotadas la ausencia de esta presión facilitaba este sentimiento de unidad entre los distintos pueblos que la componen, pero lo masivo y súbito de este último está siendo una prueba mucho más dura de superar.

Si bien esta imagen que se ha tenido de ellos en el pasado no ha dejado de ser una versión idealizada de la realidad, la escala de este desastre ha ocasionado que las divisiones entre los distintos pueblos sean más profundas que nunca. No todos ellos están enfrentándose a la situación de la misma manera, y esta división se ve claramente reflejada en las decisiones tomadas por el nuevo Cinrath Yotunen.

En un irónico giro del destino, los señores de los colustores de Iksala, el conjunto de pueblos que históricamente han recibido los nombres de “Las cien naciones de Iksala” o “El pueblo de los cien nombres”; el Colostu gorem Iksilai, ha salido casi indemne del suceso gracias a la protección que les ha brindado la cordillera del Éisenstat que siempre han sido su hogar.
Estos pueblos, quienes siempre siempre han vivido en un estado más cercano a la precariedad, convirtiéndose con ello en los receptores de la solidaridad de sus vecinos, son ahora quienes gozan de una situación más favorable.

Al mismo tiempo, tanto sus historias como la información que garantiza su estatus quo también se encuentran a salvo plasmadas en los Gorem isilai; los arboles genealógicos de cada una de las familias. Estos textos, en los que también se han recopilado las distintas interacciones de cada Colustor, se han convertido en alguno de los escasos documentos oficiales que se conservan en la nación.
La información que se almacena en ellos se remonta a los tiempos previos al nacimiento de Bra’Em’Kyg o a la llegada de los fundadores del gran imperio menetiano hasta sus territorios. A pesar de que nunca han sido aceptada como una documentación oficial, al haber sido tachada en diversas ocasiones de imprecisa y partidista, al tratarse de los únicos documentos que se conservan han pasado a convertirse en estos últimos años en la base sobre la que se está tratando de reconstruir una parte significativa de la historia y la estructura social del país.
La orden de los Cronistas de Cahirn Ansay está colaborando en la tarea de tratar de extraer la información objetiva plasmada en estos documentos pero, al igual que ha sucedido en otras intentonas simulares en el pasado, la relación previa entre La Orden y los Ainrutsu no es sencilla.
Tanto los métodos de trabajo como el objetivo de las acciones de ambas organizaciones son totalmente incompatibles, lo que genera el campo de cultivo ideal para los malos entendidos y las fricciones constantes.
Los Ainrutsu, en quienes muchos han querido ver a una entidad homóloga a La Orden dentro de la estructura social de los clanes de Iksala no podría estar basado en unos principios más alejados. Así pues, si en tiempos menos acuciantes su relación siempre ha sido tensa, en esta ocasión no está siendo más sencilla.
Mientras que las personas responsables de recopilar esta información dentro de los clanes no aspiran a la creación de un documento objetivo, quienes se están dedicando a cruzar esta información con los datos provenientes de sus propios estudios se ven sumidos en una constante oleada de lo que interpretan como incoherencias, mitificación de los personajes importantes de cada Colustor y luchas de egos entre los señores de los clanes.
El secretismo y la falta de una estructura o metodología común de cualquier tipo dentro de los Ainrutsu se han convertido en una serie de escollos culturales difíciles de solventar. Por otro lado, no todos los señores de los clanes están prestando el mismo nivel de cooperación en estas tareas. Con todos estos condicionantes, los métodos pormenorizados utilizados por los Cronistas se han vuelto en su contra al ser prácticamente inaplicables en el entorno en el que se encuentran envueltos.
A lo largo de los siglos se han realizado distintas intentonas para tratar de dar coherencia a los Gorem isilai dentro de un contexto ajeno al de los clanes pero, por más buena voluntad que ha podido existir por ambas partes en algunas de estas intentonas del pasado, las diferencias culturales siempre se han demostrado insalvables, generando como resultado obras llenas de enormes lagunas.

Por otro lado, y a pesar de las similitudes culturales que existen entre los distintos pueblos que habitan el Éisenstat, la ignorancia de sus diferencias tanto por parte de los miembros de La Orden como por sus propios compatriotas que habitan fuera de la cordillera es la fuente de multitud de equívocos. El posicionamiento de cada uno de los representantes de los pueblos que viven allí no es ni mucho menos uniforme a la hora de la toma de decisiones o la aceptación de las imposiciones que venían desde la capital, y todos ellos basaban su relación con Bra’Em’Kyg en base a un acuerdo de mínimos.
Por más que los pueblos de los Ishanki, Éinesdat, Ainsdalat, Sinivara y Gaindelt cuenten con sus respectivos representantes dentro del consejo de gobierno, la propia idiosincrasia y el funcionamiento interno de los colustores y sus consejos familiares hace que la disparidad de criterios sea siempre enorme.

Por su parte, los habitantes de la provincia de Téctagon, pese a haberse visto afectados en una medida muy inferior a la de sus compatriotas de las tierras bajas del sur, también han sufrido un daño considerable en su modo de vida. A la destrucción de gran parte de la infraestructura que les comunica con el resto del país le acompañó la pérdida de una gran parte de sus territorios de cosecha y de los terrenos de pasto para sus animales.
Pese a que la gran destrucción no ha llegado hasta todas las grandes urbes de los pueblos y culturas que viven en la falda sur del Éisenstat, los recursos necesarios para la subsistencia de los Ksenya, Hosuni, Evenshu y Dénisey se han visto enormemente mermados.
Así pues, mientras que la vida en algunas de las zonas rurales está comenzando a ser sostenible de nuevo, el abastecimiento regular de cara a las grandes urbes aún sigue siendo algo a recuperar.

La costa ha llegado hasta sus puertas pero no les ha traído una mar amigable o de la que puedan vivir. La diferencia de altura hace que no se puedan construir puertos convencionales, sino que las tareas de ingeniería para esta labor tienen que ser creadas desde cero.
Al mismo tiempo, también se han creado abismos en la tierra que separan zonas anteriormente comunicadas. En los casos más afortunados, el agua los ha llenado hasta una altura suficiente como para ser transitable, pero en algunos de ellos se han convertido en murallas infranqueables que han aislado casi por completo a estas zonas.
Sólo los caminos que recorren las laderas del Éisenstat sirven para realizar el tránsito desde o hacia ellas, pero estos caminos no están preparados para caravanas o grandes movimientos de gente, sino para el uso ocasional de los pueblos de Iksala y algunos de ellos también se han visto afectados.

La relación dual que siempre ha existido entre Iksala y Téctagon se ha invertido. Allí donde los primeros siempre fueron la fuente de sustento voluntaria o forzosa de los segundos en los momentos de precariedad, ahora son los clanes de las montañas quienes están desempeñando parcialmente el papel que hasta ahora venían representando los habitantes de los valles.

Tras la desaparición de Wésenslar, Lumestra se ha convertido en la capital de la nación, y el tránsito desde las provincias del sur hasta los territorios menos maltratados de Téctagon no ha cesado en ningún momento. Las migraciones de los supervivientes de Virfynch hasta el nuevo sur aún no han terminado.

El nuevo gobierno también ha solicitado asilo para algunos de sus ciudadanos en las naciones vecinas, pero no todas ellas han respondido de la misma manera. De los pueblos que la rodean sólo Naltor se ha negado a aceptar refugiados procedentes desde otros países. A pesar de que se ha visto afectada por unas consecuencias similares a las de Bra’Em’Kyg, esta negativa para aceptar refugiados procedentes desde las provincias limítrofes ha generado el surgimiento de tensiones en la frontera que separa a ambas países.

Por otro lado, tanto Shemellom como Shattegar han presionado duramente las negociaciones de los tratados de ayuda militar para que junto a cada grupo de refugiados se envíen también nuevos destacamento de refuerzo.
Estas exigencias no vienen dadas tanto por un deseo de sus dirigentes por sacar partido de la situación, sino por lo complicado de su momento actual, aún sumidas como están en el conflicto con el Dominio. Los gobiernos temporales que se han restablecido en fechas recientes gracias a la participación de Harst en este conflicto aún no han obtenido el control completo de toda la extensión de sus territorios.

Tan sólo Baern y Nivar de entre todas las naciones que rodean a Bra’Em’Kyg no han puesto unas exigencias desmesuradas en este momento complicado para tratar de beneficiarse de alguna manera la desgracia reciente.
Mientras que Nivar sí que se ha visto afectada por el colapso y cambio de fase de la placa tectónica que separaba al mar de Jorhg del Océano Sámico, Baern ha tenido la fortuna de salir indemne de este suceso. Tanto la Ogarn Tesenya Chanlay Sista (Numantal, Nivar 681) como Chesil Sinoviesca (Garendu, Baern 703), la Shraeb baerni, no han puesto trabas al tránsito de los refugiados hasta sus provincias fronterizas.
Si bien en ambas naciones se controla que el flujo de los viajeros y se han preparado espacios en los que acogerlos. Los recursos dedicados a estas ubicaciones son limitados y este control está centrado en que quienes lleguen hasta allí no sobrepasen la capacidad de cada uno de ellos. Cuando cualquiera de estos campamentos alcanza el número máximo de personas que puede soportar, y siempre que sus condiciones de salud lo permitan, los recién llegados son redirigidos hasta algún otro de los centros. A pesar de que se están realizando grandes esfuerzos para que ninguno de los que se encuentran en una situación más delicada quede desatendido, se han llegado a dar el caso de familias enteras que, al no poder ser atendidas en su totalidad en un mismo centro, se han visto condenadas a un bucle infinito de constantes redirecciones que han desembocado en la muerte de alguno de ellos cuando no de la familia al completo.
A su vez, por más que estos gobiernos hayan realizado estos gestos de buena voluntad, no todos sus ciudadanos han aceptado la situación de la misma manera. Al mismo tiempo que no han faltado los ofendidos por esta situación y su percepción de cómo ha precarizado aún más a la suya propia, otros han visto en ella una oportunidad de negocio.
El racionamiento de los recursos que los centros de acogida han generado en las ciudades o incluso las provincias donde están ubicados, ha provocado que cree un mercado negro con aquellos vienes que, sin ser esenciales, mejoran la calidad de vida de aquellos refugiados con unos recursos más holgados. Una situación que desde ambas naciones se está tratando de atajar.

Con todo esto, tanto el control de la afluencia de los supervivientes dentro y fuera de sus provincias no ha estado libre de críticas contra el Cinrath Yotunen. La desaparición de sus territorios más ricos no sólo ha dejado en una situación aún más delicada a quienes continúan con vida, sino que también ha limitado su capacidad para pagar o incluso alimentar a sus propios soldados, lo que ha dejado a nuevo gobierno que se formó de manera excepcional en una posición de poder altamente precaria.
Por el momento no tienen que preocuparse porque las naciones vecinas se aprovechen de su momento de debilidad para iniciar acciones hostiles. Tanto las pérdidas de Naltor como el conflicto de Shattegar y Shemellom no auguran acciones hostiles contra ellos en breve, pero la desgracia de sus vecinos no durará para siempre, por lo que su intento de recuperación no puede obviar la posibilidad de uno o varios conflictos en el medio plazo.

De cualquier manera, Bra’Em’Kyg es mucho más que un cúmulo de infortunios, tragedias e incertidumbres. De manera muchas veces inconsciente y soterrada, las decisiones que han tomado algunos de sus dirigentes, y que la han llevado hasta donde se encontraba hasta este fatídico momento, han ayudado a moldear el suroeste continental.
Su diversidad cultural y el respeto que se ha mostrado a las minorías, por más ilusorias, parciales, ineficientes, contradictorias o contraproducentes que estos hayan podido llegar a ser, se han convertido en el espejo en el que se han querido mirar los revolucionarios y los oprimidos de otras naciones.

Mientras todo esto sucedía, por más que sus distintos gobiernos han tratado de alejarse del legado menetiano, es muy probable que, de todas las naciones que surgieron a partir de la fragmentación del antiguo imperio, esta sea la que más marcada ha quedado por él.

A lo largo de su extensa historia esta conglomerado de pequeños estados ha pasado por tantos cambios como los apelativos por los que ha sido conocido. Ya sea para ponerlos como ejemplo de un ideal inalcanzable o una aberración a evitar, por más que su reputación internacional ha estado condicionada por las acciones de agentes externos, la impronta con la que le impregnaron sus fundadores siempre ha terminado por resurgir con el paso del tiempo. Para bien o para mal, al igual que ha sucedido con su relación con la Menetia primigenia, la sombra de quienes fueron sus primeros dirigentes es una de la que nunca ha logrado liberarse por completo.
Este legado puede haber sido malinterpretado o tergiversado, al igual que sus nombres han terminado por ser utilizados también como justificación por quienes desconocen por completo el contexto y las razones en las que estos tomaron sus decisiones, pero la base de su ideario ha calado tanto en la identidad de esta nación como las desgracias que ha padecido.

De la misma manera, a lo largo de su constante reinvención en multitud de ocasiones haya estado muy cerca de convertirse en otro estado fallido. La fragmentación y la división cultural son dos de los estados intrínsecos a su misma naturaleza que más interiorizados tiene su población. Es por ello que, tanto la relación de los distintos pueblos con el concepto general de la nación de Bra’Em’Kyg, como la visión que han tenido históricamente acerca de sus distintos gobiernos centrales han variado de acuerdo a las distintas ideologías que lo han definido.
A su vez, como consecuencia de todo esto, a lo largo de los siglos, si bien la división provincial no ha variado ostensiblemente, la autonomía de la que ha gozado cada uno de los territorios sí que se ha visto afectada.
Cambios drásticos como los intentados en el siglo sexto previo al calendario mecbarino, cuando el Cinrath Yotunen liderado por Vílgar Aematsu (Dasinyu, Bra’Em’Kyg -597. -521) trató de adoptar un modelo de estado similar al de Rearem. siempre han resultado un fracaso.
Por más estable que pueda ser su relación con el poder central, o más cercana y amistosa que sea su día a día con el resto de pueblos con los que conviven, dada la diversidad cultural de los pueblos que se encuentra en su interior, así como debido al aislamiento forzado por su propia geografía, así como a los niveles de endogamia de algunas de sus culturas, no sólo la limitación de su autonomía, sino prácticamente cualquier tipo de cambio en su relación con el resto de pueblos o el poder central son recibidos siempre con reticencia y animadversión.

A pesar de su paulatina integración dentro de las dinámicas de económicas y de gobierno que rigen Bra¡Em’Kyg, los pueblos más reticentes a este respecto siempre han sido los que se han encontrado más alejados de los núcleos económicos. A este nivel, contradiciendo a la imagen general que se tiene de los pueblos de las montañas, las etnias que componen el Colostu gorem Iksilai no son los pueblos cuyas costumbres se hacen más extraños ante los ojos de los habitantes de los grandes núcleos urbanos, sino que quienes acumulan unos mayores niveles de incomprensión son los componentes de las tribus nómadas de los mishindu.

El bajo nivel de amenaza que ha representado históricamente este pueblo ha hecho de ellos una rara avis. A pesar de que aceptaron formar parte de la primara iteración de Bra’Em’Kyg como medida defensiva ante posibles agresiones, su participación en la toma de decisiones nunca ha sido muy alta.
De cara al pueblo llano tanto rural como urbanita, la existencia de estas tribus es algo casi anecdótico, tanto es así que se ha hecho común el referirse a ellos como “el pueblo fantasma”.
Al mismo tiempo, los mishindu apenas tienen contacto con la llamada “Bra’Em’Kyg civilizada”. Su campo de acción se encuentra focalizado en las llanuras que se hayan al norte del Éisenstat, lo que ha hecho que, a la hora de tratar con otros pueblos, lo hagan sobretodo con los de Shattegar, Baern y Nivar, y que su relación con sus “compatriotas” se limite a intercambios puntuales con los pueblos de Iksala.
Este mismo hecho ha causado que los territorios por los que se mueven apenas se hayan visto afectados por el reciente cataclismo.

Por más que su representante dentro del Cinrath Yotunen se elegido durante el cónclave anual que de las distintas tribus llevan a cabo en Misdantalu, esto no implica que por este simple hecho esa persona adquiera ningún tipo de rango especial entre sus filas.
Si bien es cierto que, en momentos puntuales, algunas de las tribus se han encontrado más interesadas que otras en las decisiones que se toman en la capital, y han tenido una presencia mayor en los territorios del sur, este interés ha acostumbrado a durar tanto como el líder concreto que lo alimentaba.

De cualquier manera, este lejanía y el cierto desapego que sienten por el concepto de Bra’Em’Kyg no implica que permanezcan totalmente ajenos a lo que sucede en la capital. A pesar que desde los territorios costeros el pueblo llano los consideran casi unos salvajes, su falta de implicación en las decisiones que nos los afectan directamente ni viene dada por la ignorancia sino por la indiferencia ante las mismas.
Sin entrar a un gran nivel de detalle, las bases de la cultura de los que llaman “pueblos del sur” es enseñada dentro de las distintas tribus, al igual que la extensión de los acuerdos que firmaron sus ancestros en el pasado y cómo han sido modificados a lo largo del tiempo.
Conocen sus privilegios como miembros de la Bra’Em’Kyg, y no dudan en usarlos en su relación con el resto de las naciones con las que tienen tratos. Aunque carecen de una moneda propia para su uso entre ellos, y tampoco utilizan la que se encuentra establecida en Bra’Em’Kyg, tienen conocimientos básicos de matemáticas y son muy conscientes del valor y el cambio de todas las que se encuentran en curso dentro de los países con los que se relacionan.

Al igual que sucede con el resto de los pueblos y culturas que pueblan Bra’Em’Kyg, y en contra de lo que es asumido por sus compatriotas, por más que existan una serie de lazos y puntos comunes entre los mishindu, su cultura se encuentra tan fragmentada como la de los pueblos de Iksala.
Por otro lado, su relación con los habitantes y gobiernos de las naciones de su alrededor también han estado condicionados por los intereses, vaivenes políticos, filias y fobias de sus diferentes líderes. Dependiendo de una gran infinidad de variables, las reuniones del cónclave de tribus no siempre son amistosas, y más de una ha llegado a terminar en tragedia y baños de sangre.
Más allá de la gran provincia que les fue atribuida, cada una de las tribus tiene establecidas sus propias demarcaciones. Unos territorios sobre los que son enormemente posesivos. De la misma manera, el nombre de los mishindu es aquel por el que son conocidos por parte del resto de pueblos, pero cada tribu tiene su propia denominación y existen distintas agrupaciones tanto por vinculación sanguínea como consecuencia de algún tipo de acuerdo pasado.

Sumando a todas estas características y la situación actual, las relaciones entre todos estos pueblos siempre han sido complejas. La capacidad decisoria de cada demarcación, la relación de cada uno de sus estados miembros entre ellos, al igual que con las naciones con las que comparte frontera ha pasado por multitud de estadios diferentes. Su reputación como una gran entidad conjuntada ha logrado sobrevivir a los envites de algunos de sus líderes, aunque no ha podido evitar que también se haya visto afectada parcialmente por las acciones de unos pocos.

Sus acciones en el pasado, ya sea como aliado, rival o antagonista de las naciones que les son más cercanas son las que han sufrido más en esta variabilidad de su reputación mientras que, de cara a entidades más lejanas como puedan ser las actuales Rearem, Saliria o Goord, la imagen que de ella que les ha llegado no ha cambiado de una manera significativa a lo largo del tiempo.

Al mismo tiempo, los sucesos que han tenido lugar dentro de sus territorios, por más que estos se hayan producido con siglos de separación entre ellos, les han imbuido de un aura de tragedia y fatalismo al mismo tiempo que granjeaban a sus ciudadanos la reputación de poseer una voluntad inquebrantable. Una fama que se ha consolidado de manera casi incontestable en las naciones más cercanas.

A lo largo de los cerca de dos milenios transcurridos desde la disolución del antiguo imperio, estos cambios en su imagen han tenido multitud de causantes, no viéndose afectada únicamente por los sucesos anómalos. Los distintos pueblos que han ido formando parte de su conjunto también han sido causa de tensiones con aquellos a quienes habían atacado, quienes aspiraban a asimilarlos dentro de su seno, o quienes buscaban hacerse con el control de los territorios en el que habitaban.
Las distintas ambiciones e intereses de los componentes del Cinrath Yotunen, los líderes de alguno de los pueblos que han compuesto a Bra’Em’Kyg han sido los detonantes de conflictos y cambios, de la misma manera que lo han sido entidades que, a priori, nada tenían que ver con ellos, como lo fue el establecimiento dentro de sus territorios de las personalidades que conforman a la tripulación de la Sigma.

Como colofón a todo esto, su relación con Menetia siempre ha sido compleja. Esto no ha tenido tanto que ver con sus acciones o decisiones como con una serie de maniobras de desinformación que se llevaron a cabo desde el antiguo imperio. Como consecuencia de aquel juego político, sus relaciones han quedado condicionadas de una manera indeleble en la manera en la que Bra’Em’Kyg es percibida por los ciudadanos de Menetia.
, de la misma manera que una gran .

De esta manera, el contraste las distintas percepciones que se tiene sobre Bra’Em’Kyg en el exterior no deja de ser chocante ya que, mientras que los menetianos se refieren a ella utilizando apelativos despectivos como “Tierra sin honor”, “Hogar de los condenados” o “Cuna de impíos”, para los habitantes de las naciones que se encuentran más cerca de ellos, como pueda ser Shattegar, ha llegado a ser conocida como “Hogar de mártires” o “Tierra de héroes”.

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Menetia: El antiguo imperio

Menetia: El antiguo imperio

El tiempo no ha sido clemente con Menetia, la nación que un día gobernase todo el mundo “civilizado”. Tras cerca de dos siglos de dominio absoluto sobre todo el oeste continental, sus días de gloria finalizarían con la debacle que supondría “La guerra de los cien nombres”, empequeñecería con el paso de los años y las continuas guerras civiles que terminarían poro confinarlo en la que fuera la Provincia Imperial de Meddlan.

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Historia

Historia

Tras la traición, derrota y muerte de Wailun Vohn Meneter, décimo gobernante del Imperio Menetiano, a manos de sus generales renegados y Darus “El Señor Inmortal del Este”, comenzaría el desmembramiento del imperio. Mientras las provincias más lejanas iniciarían nuevas luchas entre ellas, reclamándose unas a otras retribución por agravios largo tiempo enterrados, en la capital aún resistían los leales al aún no coronado emperador Namayán. Las refriegas esporádicas se prolongarían durante una década más, hasta la firma de “La paz de Namayán”, en la que Naltor, Mitsulen, Xultz y Menetia alcanzasen un pacto de no agresión. Mediante esta farsa ceremonial disfrazada de ceremonia de hermanamiento, sus antiguas provincias, ahora más poderosas que quien fuese su conquistador, reconocían a Menetia su estatus como imperio y, a su vez, el emperador concedía a estos su propia hegemonía.

Bajo el gobierno de Namayán el imperio se mantendría en un constante estado de paz tensa, y con el comenzaría la dinastía que ha venido a conocerse como la de “Los emperadores ancianos” ya que todos ellos vivirían más allá de los setenta años, que también sería conocida como la de “Los emperadores tardías”, por la avanzada edad con la que tendrían casi todos ellos a sus sucesores.

Incapaces de buscar la expansión hacia el oeste, o el norte y temeroso de despertar de nuevo la furia del imperio que creían se encontraba tras las montañas Zorak, los menetianos tomarían el camino de sus ancestros y se lanzarían a la exploración marítima. Tras despojar de cualquier elemento valioso que pudiese hallarse en los islotes cercanos a la costa, seria durante el reinado de Ílias Segundo “El exégeta”, el decimoquinto emperador, que se descubriría la existencia de la isla-continente de Thurgold.
Pero este descubrimiento no sería un presagio de nada bueno, ya que su conquista sería el desencadenante de la guerra largo tiempo retrasada con Naltor, y el origen histórico de la rivalidad que mantienen ambas naciones hasta el día de hoy.

El descubrimiento de Thurgold despertaría los sueños de conquista de las naciones vecinas. Tras ochenta años de paz tensa, la carrera por hacerse con los nuevos territorios convertiría en hechos lo que en de palabra nunca habían permanecido oculto.
Ya desde su misma fundación, Naltor se había había ganado la enemistad de la iglesia menetiada al declararse como una nación laica siguiendo los dictados de la escuela de pensamiento sailani. Así lo proclamaría su primer Orgus, Áldryar Nalot, al plasmar entre los preceptos fundamentales de su nación la negativa a aceptar la superioridad ética, moral o intelectual de las entidades veneradas por sus vecinos.
Aquella proclama que servía tanto para camuflar lo que era un rencor visceral del líder hacia la clase clerical, como para trazar una clara línea divisoria entre las naciones, terminaría por enraizarse en su pueblo hasta terminar por convertirse en una ideología institucionalizada.
Las fricciones habían sido constantes desde la paz de Namayán, pero sabían que un conflicto abierto sólo lograría debilitar a ambas naciones y facilitar el camino a las quienes esperaban más allá de sus fronteras, Bra'Em'Kyg y Rearem.

Por otro lado, la vía marítima también les estaba vedada. Los arrecifes y rocas ocultas que poblaban las costas que rodeaban a sus principales ciudades portuarias hacían intransitables aquellas aguas para los grandes navíos de guerra o de gran calado. El principal puerto de cuantos se hallaban entre sus costas, se encontraba en la Ciudad Libre de Xultz, situada en la frontera entre Naltor y Menetia. Ambas naciones habían tratado de conquistar aquella ciudad en más de una ocasión, pero el riesgo de que el vecino se hiciese con aquel puerto era un riesgo que no se podían permitir ninguna de las dos, por lo que, de facto, Xultz se había convertido en un protectorado de ambas naciones. Si una de ella no podía conquistarla, no permitiría que lo hiciese la otra.
El tiempo también había demostrado que la expansión hacia el este era inviable. Para Naltor llegar hasta allí implicaba atravesar Menetia. Por su parte, Menetia había comprobado que llevar tropas a través de las montañas Zorak y mantener una línea de suministros, era una tarea inviable.

El descubrimiento de un nuevo territorio poblado por tribus apenas civilizadas, cambiaba completamente escenario de su rivalidad. La anexión y conquista de aquellos bárbaros que poblaban la zona costera de Thurgold sería una tarea rápida y sencilla, pero las tierras no eran el único premio en juego. Con aquella campaña, tanto Menetia como Naltor obtenían algo más que nuevos territorios, lograban también una puerta para acceder a los territorios orientales de la temida e ignota Trollellom; aquella que acabase con los días de gloria del imperio.

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