El gran cataclismo

El gran cataclismo
-5752: Se produce la primera de una serie de catástrofes que, nuevamente, cambian de manera irremediable y drástica los axiomas que igen el funcionamiento de este universo. El séptimo día del cuarto lukata de aracthur, la península de Murath se eleva por los aires para, a continuación, explotar provocando la destrucción de todo cuanto se encuentra a varios cientos de kilómetros a su alrededor.
Los palabras recogidas de quienes afirman haber presenciado y sobrevivido a tal evento, afirman que se pudo ver una mano gigante etérea separando la roca del resto del continente para luego cerrar su puño y aplastarla en el aire.

Una nueva entidad entró en contacto con nuestra realidad. Por las consecuencias de su llegada no tardó en ser conocido bajo muchos nombre. Algunos de ellos neutrales como pueda ser Sakuradai, la tejedora o Ancorbod, el destino, otros no tan halagüeños como pueden ser Avjaal, el final de toda existencia, o aquel cuyo nombre se utilizaría con mayor frecuencia y temor, pasando a convertirse en su principal apelativo: Baal, el destructor. Las repercusiones de aquella colisión axiomática aún perduran entre nosotros.

Ya sea tiempo, muerte o destrucción, debido a su cercanía la humanidad paso a convivir con un nuevo estado hasta entonces desconocido pasa su no-finito ciclo vital; el de la agonía que precede al final. Ligado a este nuevo factor, su longevidad comenzó a menguar con cada nueva generación. Condenados a unas vidas más breves, sus capacidades para investigar, descubrir, imaginar, comprender y crear también se vieron mermadas. El conocimiento puro sólo perduraba en los más ancianos, pero estos también comenzaron a morir.
Más allá de los alteraciones a nivel conceptual, el hombre también comenzó a cambiar. Su aspecto y características tanto físicas como culturales se vieron modificadas en cada uno de sus grandes emplazamientos. De estos cambios nacieron nuevas lenguas y construcciones sociales.

Pero no sólo la humanidad padeció la llegada del Destructor, ya que el mismo mundo se vio sacudido por su advenimiento. La misma estructura de la realidad padeció un estremecimiento tal que la llevó hasta un estado cercana al colapso. Una situación critica que envió ondas de choque a todos los niveles de existencia.
El gran continente primigenio vio transformada su línea costera y su orografía interna al verse dividido en dos. Cientos de ciudades y millones de vidas fueron arrasadas por los desastres naturales que provocaron esta convulsión.
Se perdió el contacto con las colonias establecidas en otros mundos. La órbita de Lutnatar se alejó del Daegon alterando con ello el curso de los océanos y sus mareas. Incluso la luz y el calor provenientes de Sholoj se vieron afectadas.
También se hicieron presentes por primera vez, o quizás fueron dados a luz como consecuencia de esta colisión de axiomas, nuevas criaturas cuya existencia había permanecido en el anonimato; los dragún adai y los kurbun.

De nuevo nos encontramos ante un evento, el de la fragmentación del continente y la mortalidad del hombre, con múltiples interpretaciones.

Si atendemos a un compendio de algunas de las diversas interpretaciones puramente teológicas el orden de los acontecimientos sería:

Los poderes llegan hasta Dargon huyendo de quien ha destruido su realidad originaria.
El “Forjador de mundos” (el/los dioses antiguos) despierta de su prolongado letargo afectado por los cambios que se están produciendo sobre su creación. La presencia de los nuevos poderes (nuevos credos) así como la influencia que comienzan a ejercer sobre el mundo y sus hijos no son de su agrado.
Se produce un conflicto a escala divina: Ytahc / Adai / Avjaal ataca a los Tayshari al tomarlos por heraldos de un enemigo al que aguarda desde el comienzo de los tiempos; El Destructor. Despiertan por primera vez a los guardianes durmientes, los Dragún Adai, para que luchen contra los avatares de su enemigo, los kayain, en el plano material.

Debido a la intensidad de los combates, el gran continente que era Daegon se ve fragmentado en dos grandes masas continentales y miles de islas de diversos tamaños. Ajenos a las consecuencias de sus actos, los dioses continúan con su disputa hasta que el fragor de la batalla mengua y son capaces de hallar una manera de comunicarse.

Pero la destrucción que han causado durante su contienda a atraído al verdadero enemigo, y El Destructor llega junto a sus huestes de kurbun dispuestos a esparcir su semilla de muerte y ruina.

Sin haber sido demostrado o desmentido aún si se trató de un evento independiente o relacionado con el origen, naturaleza o intención de los poderes, se sabe que los kayain abandonaron al plano material.
Alrededor de esta acción también se han escrito cientos de estudios, aunque todos ellos se podrían reducir en dos teorías:
Los poderes volviendo a formar parte la materia conceptual de la que habían partido para darle consistencia y evitar el colapso.

Los poderes huyen, como ya habían hecho anteriormente, ante la presencia del enemigo.

Sea como fuere, ante la ausencia de los primeros, el apelativo de kayain pasó a ser utilizado para denominar a las criaturas híbridas que nacieron de la unión de estos con la humanidad.

A nivel filosófico y metafísico se ha especulado con un modelo conceptual en el que las realidades vagan a la deriva por el infinito, creando nuevos universos como consecuencia de sus choques fortuitos. Quizás la misma vida en su inicio podría haber sido causada por una de estas colisiones.

Si bien se ha demostrado que, en origen, la entidad o cúmulo de dicotomías llamado Baal y sus “huestes” (cuyas lejana contemplación sobre nuestro nivel de existencia toma la forma de enfermedades físicas y mentales, desastres naturales, miedo, dolor o decrepitud) carecía de intencionalidad, no es menos cierto que esta carencia de “objetivo” haya hecho menos dañina su cercanía.
Aquellos que defienden una humanidad primigenia carente de defectos también achacan a estos entes la llegada del odio, la corrupción o la crueldad, todo lo que sería “el mal” dentro del hombre, pero estas afirmaciones carecen de cualquier rigor o validez formal.

Asimismo, también se ha especulado con la procedencia de los Dragún Adai, a quienes se les ha postulado como un mecanismo de defensa del propio mundo.

Como consecuencia de todo esto, la humanidad perdió mucho durante el gran cataclismo pero fue capaz de sobrevivir a él y persistir. El contacto directo con los conceptos puros se desvaneció pero no así el deseo de comunicarse con ellos. Con este objetivo nació lo que terminaría por convertirse en la primera religión organizada; el culto a Evyal.
La humanidad, que siempre se había considerado como la más elevada de las criaturas había encontrado a su superior; la muerte.

arcanus