Elecciones y consecuencias

Elecciones y consecuencias
Con su primer acto fortuito e involuntario tras despertar a la consciencia, El Todo, Avjaal, causó su fragmentación, dando origen a los poderes primarios. Los conceptos sobre los que se basa la existencia.
Cuando el poder de Namak creció de tal manera que le permitió disputar su estatus como entidad suprema, con la primera reacción instintiva de Avjaal, el dar muerte a su rival, se generaron las primeras consecuencias de aquella nueva realidad. El nacimiento de La Vida, El Tiempo y El Destructor.
Aquella obra cambiaba el todo de una manera única. El tiempo, apenas era una pequeña fracción de si mismo, la vida un leve destello, pero aquellas diminutas entidades copaban toda su atención. Su existencia era breve, pero la misma idea y concepto de la brevedad era algo que le fascinaba. Para su percepción, inmune al tiempo, ajena al “ya” y el “ahora”, existía y no existía. Una vez extinta, regresaba a su ser dejándole una sensación de anhelo y vacío, de tristeza por lo que ya no era.

Fue sólo tras contemplar a sus hijos con una mirada plenamente consciente, cuando tomó su primera elección meditada. Sólo tras conocer el tiempo y comprender la vida, tras realizar infinitos intentos fallidos, que aceptó que nunca podría repetir de manera intencionada aquella obra. Que comprendió que no podía eliminar uno de las partes que la componían sin afectar el resto del conjunto. Que renunció a todo lo que había sido para dar un atisbo de esperanza a aquella parte de sí mismo que ya no le pertenecía, que ya no era él.
Que se convirtió en una consecuencia.

Pero su mera inclusión dentro de su obra ya suponía un cambio para el conjunto. Un cambio intencionado pero no controlado o dirigido. Una alteración cuyas consecuencias se negó a conocer.
Los restos de su poder se esparcieron a lo largo del tiempo y cristalizaron bajo la forma de nuevas vidas esparcidas a lo largo del tiempo. Criaturas que no existían en el ciclo que había presenciado y cuyas acciones no había contemplado el tiempo. Seres con la capacidad de alterar su visión. De prolongar su existencia o precipitar su fin.
La destrucción no puede morir, no puede ser erradicada más que por ella misma. Sólo puede ser ralentizada. Ocupando su lugar en el nuevo centro de la creación. Allí donde termina toda vida, Avjaal espera y se prepara para la batalla final mientras trata de contener la expansión de su primera víctima.

Bajo esta nueva condición, Avjaal está ligado al tiempo y su devenir. Su consciencia se ve anclada al “ahora” y, ubicado en el mismo nivel de existencia que ellos, obtiene la perspectiva y la posibilidad de interactuar con sus hijos sin desvirtuar su existencia. De salvarlos o perecer y desvanecerse junto a ellos. De compartir su destino.
El cambio de escala lo complicaba todo. Percibe nuevos matices a los que antes no tenía acceso. Su nuevo tamaño le priva de la visión de conjunto, permitiéndole concentrarse en los detalles que originan los cambios.
A una escala más pequeña de la que se encuentran él y sus hijos directos, se encuentra el hombre. Una criatura más compleja y difícil de comprender. No puede llegar a interactuar con ellos de manera directa, pero estos sí que pueden llegar hasta sus dominios, ya sea tras el cambio de estado que supone la muerte para ellos, o mediante la manipulación de los conceptos primarios.

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