Azar y conceptos

Azar y conceptos
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El Tiempo, La Vida y El Destructor, son el resultado casual de una sucesión de eventos y movimientos de estos seres. Criaturas complejas y con una consciencia de sí mismas, surgidas a partir de la interacción de estos entes más sencillos.
Estos conceptos más complejos y conscientes, pese a ser independientes de las criaturas que les dieron origen y tener libertad de acción con respecto a ellos, afectan a todos los niveles de realidad de tal manera que ninguno de ellos puede escapar.
Ni siquiera Avjaal, al asumir su papel de Muerte y Final de todas las cosas, pudo abstraerse de los elementos existentes a la hora de tomar su camino, ya que su decisión se vio afectada por la contemplación de lo que ya había sido.

Los conceptos primarios habitan un nivel de existencia distinto al del resto de los seres. Ocupando a la vez todo tiempo y espacio, limitados tan sólo los unos por los otros en un complicado ejercicio de equilibrio. De su mezcla surge todo lo demás. Desde criaturas poderosas como los dioses, hasta seres frágiles como un recién nacido. Desde dimensiones más grandes que nuestro universo, hasta el más diminuto y nimio de los granos de arena.

El hombre les ha puesto nombre, y ha logrado controlar parcialmente alguno de sus aspectos, pero su compresión de los mismos aún es limitada.
Los llaman Suritán y Enaí, Namak y Tayshar, Kestra e Ytahc. Los llaman Luz y Oscuridad, Destrucción y Creación, Estatismo y Cambio, pero son mucho más que eso.

En el ente llamado Suritán define la materia. Todo aquello que tiene forma física está en contacto y forma parte de su esencia. Todo aquello que se puede ver y percibir. Todo aquello con lo que se puede interactuar con cualquiera de los sentidos, está en perpetua comunión con ella.

Enaí, también llamado Jonund, aglutina todo lo que no se puede ver. Lo que está “más allá”. Es el camino hasta lo que no pueden percibir los sentidos. Ya sea porque aún no existe o ya ha dejado de existir, porque está demasiado lejos o porque no podamos acceder hasta allí por métodos físicos. Pero Enaí también personifica la oscuridad pura. Los miedos que atenazan al hombre, lo desconocido, aquello que no se puede concebir o comprender.
Se puede trata de controlar su esencia y viajar a través suyo, pero esto implica riesgos. Aquellos que se alejan de la oscuridad de Daegon, para adentrarse en la oscuridad pura, se ven sumidos en un ente casi corpóreo. Un ser que percibe sus emociones y se ve afectado por ellas, que responde ante esta agresión de una manera instintiva. Daña hasta consumir a quienes le tienen miedo y enloquece a quienes no con capaces de comprenderla o aceptarla.
En ocasiones la mente de aquellos que duermen viaja a través de su esencia sin control, y se puede llegar a dar el caso en el que no regrese jamás.
Los caminos en su interior tampoco son lineales. Al igual que sus hermanos, existe simultáneamente en todo tiempo y espacio, desde su interior se pueden percibir de manera difusa épocas distintas pero, si bien encontrar el camino de vuelta puede resultar arduo, salir de su masa en un tiempo distinto al que se ha entrado es una tarea imposible.

Namak que, antes del nacimiento del tiempo, personificaba la destrucción, pero también el renacimiento, transformación y cambio de estado, ahora es una realidad estéril y en continua expansión. En su interior nada existe salvo la desintegración de la vida en todas sus formas; los kurbun. Nada escapa de su ser salvo la desesperación y la no-vida. Con cada segundo, su esencia crece consumiendo lo que le rodea. Cuando no quede nada más por ser consumir, se colapsará sobre si misma poniendo fin a la existencia.

Tayshar personifica la chispa vital y la creación, el intelecto y la emoción. Es la realidad más cercana a la consciencia desde un punto de vista humano. Tanto es así, que gran parte de los seres a los que estos adoran como dioses, han surgido de la curiosidad y empatía que siente varios de los aspectos de Tayshar hacia ellos.

Kestra es estatismo y control, orden y equilibrio, lógica y estabilidad, certeza y conocimiento, impasividad e imparcialidad. Aglutina los patrones en los que el hombre puede confiar, aquellos axiomas inmutables que rigen la realidad. Es en ocasiones aliado, en ocasiones nemesis ante la aleatoriedad y las contradicciones humanas.

Ytahc es cambio y crecimiento, adaptación y evolución, aleatoriedad e instinto. Es el más consciente de los poderes, y aquel a quien más vinculado está el hombre. Su consciencia, al igual que la de Tayshar, está ligada al tiempo y es capaz de percibir su paso y saber el momento en el que este finalizará.
Es gracias a él que la realidad no se colapsa. Se adapta para corregir las deficiencias de los demás, siendo, en su naturaleza contradictoria, el punto de equilibrio cambiante sobre el que se asienta la existencia. Su consciencia está ubicada allí donde se encuentran las fallas críticas del cuerpo cósmico. Daegon se haya situado en el punto de equilibrio que evita que se colapse la realidad que sustenta sobre sus espaldas.

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