Cuando este finalmente reanudan su camino tras esa pausa cuya razón de ser que no ha sido capaz de comprender, una nueva duda queda grabada en su mente. A pesar de haber presenciado de principio a fin todo lo sucedido, el significado de lo que ha presenciado continua eludiéndole. Como ya resulta habitual, lo que se ha mostrado ante los sentidos de El Contemplador” han sido nuevas muestras de lo alejadas que está la humanidad y los suyos en sus respectivas maneras de relacionarse con la realidad. Una serie de novedades que solo sirven para confirmar la tónica habitual. Pero, en esta ocasión, la extrañeza de lo sucedido ha superado los umbrales de “lo normal”. La comitiva parte, pero lo hace con un miembro adicional. Uno de cuya presencia ninguno de sus integrantes parece ser consciente. Su atención no deja de saltar entre los diferentes componentes que dan forma a la nueva Mugebe pero, por más que la analiza, no es capaz de identificar qué es lo que permanece de la persona que inició el viaje, y cuánto de ella se corresponde a la entidad en cuyo camino se ha cruzado accidentalmente.
Todo ha sido rápido e inesperado que no ha podido analizarlo debidamente. Tanto que ni siquiera ha sido capaz de identificar la naturaleza todos los elementos que han participado en este suceso. Han sido demasiadas cosas teniendo lugar en un mismo instante a demasiados niveles. La complejidad y riqueza de los datos que ha recibido ha sido abrumadora. Tanto que no sabe cuánto tiempo le costará terminar de procesar todo lo que ha presenciado.
Nunca antes ha visto a la humanidad relacionarse de esta manera con ningún otro concepto. Nunca los había percibido como entes permeables o susceptibles a la influencia de un agente externo. Ellos han sido siempre generadores de alteración. Un agente disruptor allí a donde iban. Una fuerza moldeadora. Contemplarlos desde esta perspectiva le resulta algo totalmente inesperado. Durante el transcurso de lo acontecido en ningún momento, ni siquiera cuando la situación parece haberse estabilizado, han dado muestras de ser conscientes de lo que pasaba o poder hacerse con el control. En todo momento han sido sujetos pasivos. Se han limitado a reaccionar ante un estímulo desconocido, y no han sido los únicos.
Su mente se llena de preguntas que no dejan de crecer y propagarse a cada instante. Se agolpan impidiendo que tenga tiempo para reflexionar sobre ellas, o para valorar su impacto. Solo en este instante se da cuenta de un gran número de errores de cálculo que ha cometido a lo largo de su existencia. De su soberbia y su estrechez de miras. De la manera en la que estas carencias le han llevado hasta conclusiones que caen por su propio peso. Hasta rutas lógicas que únicamente existían en su imaginario.
Nada de esto debería resultarle nuevo en sí mismo, pero en estos momentos la incertidumbre se ha convertido en el núcleo de su existencia. La mera posibilidad de haberse equivocado en alguna ocasión le resulta abrumadora. Los errores han dejado de ser compañeros de viaje inevitables en el camino hacia la comprensión, sino adversarios imbatibles. Sabe que estas sensaciones carecen de todo sentido, pero este conocimiento no le sirve para atenuar o poner en contexto lo que siente.
Pero no es la duda la sensación que le atenaza, sino que se trata de algo mucho más profundo. Algo incognoscible incluso para él. Un tipo de pulsión de la que nunca antes ha tenido constancia en él o entre los suyos. No es capaz de encontrar sentido, explicación u origen para ella pero es capaz de intuir que, detrás de la ausencia de información, hay algo mucho más de cuanto es capaz de percibir. Cientos de posibilidades que, no solo sabe que ignora, sino que también desconoce si está preparado para explorar o comprender. Estas preguntas despiertan en su interior impulsos que no se ve capaz de controlar. Incertidumbres que le golpean como si se tratase de una fuerza capaz de poner en duda la misma concepción que tiene de sí mismo. Algo dentro de él se ha visto alterado. Ha cambiado de maneras que no es capaz de concretar o cuantificar. Sus capacidades se encuentran tan mermadas que ni siquiera es capaz de asociar lo que le sucede con lo que acaba de presenciar. La única conclusión a la que es capaz de llegar le indica que lo que ha cambiado ha sido la misma naturaleza la realidad y que ya no tiene cabida en ella.
Esta posibilidad se apodera de su mente. Ataca con dureza cada certidumbre que posee, cada interpretación que ha convertido en axioma y a todo lo que siempre ha tomado por absoluto. Generando inquietud a tantos niveles que no es capaz de concretarlas. Le hace dudar acerca de cuanto creía saber de sí mismo y de todo lo que ha contemplando desde su nacimiento. Pero no se trata solo de eso. Hay algo más allá de la duda. Algo que le hace sentirse insignificante de maneras que nunca antes ha experimentado. Más irrelevante aún que la criatura recién nacida que se asomó por primera vez al exterior hace millones de años. Pero lo que no logra entender es la razón por la que se debate entre la curiosidad y algo que no es capaz de identificar. Indefenso ante algo que va más allá de la inquietud o la desazón. Más allá de cualquier concepto al que se haya visto expuesto con anterioridad.
“Amenaza” y “peligro” son ideas con las que creía estar familiarizado. Conceptos que siempre ha percibido como algo ajeno. Como algo que únicamente afectaba a entidades más simples. Ha presenciado la manera en la que estas abstracciones actuaban sobre criaturas que consideraba por debajo de él y los suyos. Por debajo incluso de la humanidad. Las ha visto actuar y creía haberlos comprendido, pero no ha sido hasta este instante que es consciente de lo errado de todos sus juicios previos. Nunca antes se había visto en presencia de nada que fuese capaz de hacerle cuestionar su propia naturaleza o su misma existencia de esta manera.
Todo cuanto creía saber se desmorona ahora que ha dejado de ser un observador externo. Ahora que esta abstracción ha pasado integrarse de manera íntima con su persona. Ahora que siente cómo su mera presencia amenaza con exceder con mucho todo cuanto es capaz de sentir y concebir. Ahora que realmente es capaz de comprende que nada ni nadie está libre de su toque. No lo está la humanidad. No lo están el y los suyos. No lo está ninguno de los conceptos que ha conocido. Es mucho más que el mero presagio de la desaparición de conceptos menores. Es causa y consecuencia.
Esta realización lleva hasta el primer plano de su consciencia ideas que comienzan a surgir de manera desordenada. Recuerdos carentes de cualquier tipo de orden se agolpan y solapan en su memoria sin que él pueda hacer nada por evitarlo. Vivencias que sabe que no son suyas. Sucesos cuyo transcurrir contempló y creyó comprender ahora le son presentados desde nuevos ángulos. Le agreden sacando a la luz la soberbia que siempre ha permeado cada uno de sus juicios pasados. Evidenciando lo poco que realmente ha llegado a discernir a lo largo de su existencia. Sus errores de antaño se le muestran con doloroso detalle. Provocan que experimente por primera vez lo que es el dolor. Lo que es la desesperación. Lo que es la pérdida. Que lo padezca sin disponer de herramientas que le permitan enfrentarse a lo que le sucede. Comienza a relacionarse como nunca antes había hecho con todos aquellos cuyo padecimiento y desaparición ha contemplado desde su atalaya de suficiencia. Se le muestra la primera ocasión en la que fue consciente de la existencia de estos conceptos. Del dolor y el padecimiento. Del peligro y la amenaza. De nuevas formas, perspectivas y aspectos del sufrimiento propio y ajeno. El tiempo y su transcurrir se ven transformados en en algo confuso. Algo no lineal. Su memoria salta entre momentos, lugares y realidades de manera aleatoria. No hay un antes y un después. No hay un dónde. Todo está detenido y se desarrolla al mismo tiempo en todas partes. Se mezcla dando forma a nuevas experiencias que no desea. A nuevos impulsos que despiertan en su interior necesidades que se ve incapaz de reconocer o satisfacer.
Aquellas partes que aún no han sido infectadas tratan de aislarse del resto en un intento desesperado por frenar el ritmo de propagación de la amenaza. Se esfuerzan en un fútil intento por disolver cualquier conexión existente con todo lo que se ha visto expuesto a ella. Las partes que aún permanecen bajo su control bucean entre los recuerdos siguiendo rutas nunca antes exploradas. Tratan de averiguar cómo se han enfrentado a este concepto aquellas entidades que se han visto afectadas por él con anterioridad. Cómo han logrado sobrevivir a su contacto. Pero lo único que encuentra son fracasos. Derrotas ahí donde posa su atención. Un presagio de lo que le espera a menos que...
De manera totalmente inesperada, se hace el silencio. Una ruptura casi total en su acceso al flujo de información. Los cambios fortuitos que han tenido lugar en su interior le proporcionan tiempo para pensar. Una ventana de oportunidad que le permite recuperar el control momentáneamente. En ese instante es capaz de reconocer una parte de cuanto no funciona. Percibe con claridad la corrupción de una gran parte de esos recuerdos y lo aberrante de sus conclusiones. Junto con estas reflexiones salen a la luz otras verdades menos halagüeñas. Se vuelve consciente de la cantidad errores que ha cometido, no ya a la hora de analizar lo que ha sucedido, sino a lo largo de su existencia. Su persecución del conocimiento nacía de premisas equivocadas. Sus cimientos se construyeron bajo la premisa de que se encontraba por encima de aquello que estudiaba.
Este momento de paz sirve para hacerle consciente de que ha de cambiar esto. Antes de plantearse cualquier curso de acción, necesita reformularse a sí mismo no ya pasa salir de esta fase, sino para impedir que nada similar vuelva a sucederle.
Con este fin, se aísla de toda señal y todo estímulo. De cualquier acción o reflexión que no esté destinada a este propósito. Pero todas sus intentonas se ven frenadas por el mismo muro. Aun en la quietud, no puede abstraerse de la presencia de esta fuerza. No es capaz de evitar que cada recuerdo, que cada partícula de información que atesora, se vea teñido por su contacto. No puede confinarlo en un espacio estanco de su ser para analizarlo con frialdad. La única alternativa viable que se le presenta supone permitir que esta entidad pase a formar parte de su realidad. Aceptar su existencia como algo inevitable e inherente a todo cuando existe. Como algo en cuyo camino volverá a cruzarse de manera ineludible. Un pensamiento que llena su mente de...