01 - Despertares

01 - Despertares

Por arcanus, 29 Julio, 2023
Inspira parte del aire viciado que puebla su esfera y vuelve a expulsarlo. Busca maneras en las que convertir esta espera en algo más soportable. El vacío infinito continúa siendo hermoso, pero el espectáculo no le interesa. No ha venido hasta aquí por las vistas. Podría disfrutar de ellas desde cualquier otra parte de la realidad. No. Si se ha trasladado hasta estas coordenadas, hasta el corazón de este remoto contexto, es porque busca patrones que no son perceptibles desde Adai. Tras más de cinco siglos habitando en estas coordenadas apenas se ha permitido un ciclo de reposo. No puede pasar por alto un solo matiz de cuanto sucede dentro de su alcance. Analiza cada fluctuación y cada destello. Rastrea cada movimiento que tienen lugar en los lugares más remotos de esta y otras realidades. Espera señales de cuya existencia ni siquiera tiene certeza. Las reglas de la mecánica cósmica pueden ser caprichosas y mutables, pero sabe que lo que busca está...

–¡Ahí!

Lo ve. El patrón parece coincidir una vez más con sus estimaciones y los cientos de correcciones que ha llevado a cabo. El punto se encuentra a poco más de quince billones de años luz de su posición y en doce segundos su ventana de oportunidad se habrá cerrado. La distancia no es un problema. Podría estar ahí con dar un único paso, pero con eso no lograría su objetivo. Necesita un vector de aproximación, una velocidad y una estructura molecular que requieren de ciertos preparativos. Tiene tiempo de llegar hasta ese lugar antes de que todo concluya, pero no puede permitirse demasiados lujos en los preparativos. De manera inmediata, corta el contacto con la rejilla del plano mental de comunicaciones. Lo último que necesita en estos momento son distracciones. Toma de nuevo aire. Si todo sale como desea, no volverá a hacerlo durante mucho tiempo. El primer paso de este viaje le lleva a situarse a tres billones de años luz y quince niveles de realidad de su objetivo. Con el segundo se deja caer en el interior de un agujero blanco del que sale proyectada arrastrando consigo una parte de los componentes que necesita para adaptar su cuerpo para la prueba a la que va a ser sometido. Gracias a este impulso inicial comienza a ganar velocidad. Durante su caída atraviesa la atmósfera de cientos de planetas y los pozos gravitatorios de miles de estrellas sin que la presencia o proximidad ninguna de estos cuerpos logre altere su velocidad o su vector de aproximación. Cambia de fase para moverse a través de corredores subaxoimáticos a través de los que realizar los últimos ajustes a su estructura atómica y conceptual. Se nutre de radiaciones solares y entrópicas. De estrellas nacientes y moribundas. De gravedad y frecuencias subarmónicos. De axiomas y metafísica. De conocimiento e ideas. Desvía su trayectoria inicial para que la inercia la lleve a trazar una elipse que le permita saltar entre océanos de arbitrariedad y mares de concordancia. Para que le lleve hasta su destino en en ángulo, momento y estado precisos. La etapa final de este viaje se encuentra cerca, y recibe con incertidumbre y emoción los primeros pasos la inicial del que tanto ha deseado comenzar. El que le lleva hasta...

Quietud en todo el espectro. Se encuentra sumida en la ausencia total de movimiento y sonido. De radiación o color. De estímulos e impulsos propios o externos. Inmersa en la carencia absoluta de cualquier fragmento de información que sus sentidos sean capaces de transmitir hasta su mente. Aislada en la expresión más absoluta de lo que siempre ha entendido por “nada”. Nunca antes se ha visto tan libre y tan atrapada al mismo tiempo. Jamás ha habitado en una contexto del que no haya sido capaz de extraer ninguna información.

Lo único de cuya existencia es consciente es de sus propios procesos mentales. Proyecta cada fracción de sus sentidos en todo plano y dirección que es capaz de imaginar. Trata de localizar cualquier vestigio de radiación o forma de onda de cuantas recuerda haber conocido. Pero no recibe nada. No hay respuesta a ninguna de sus emisiones. Ni siquiera es capaz de localizar o confirmar la existencia de su propio cuerpo. Ninguna de las sondas que emite logra dar con un obstáculo contra el que rebotar. Nada durante una cantidad indeterminada de tiempo. Nada hasta que, de manera fugaz, la quietud se ve rota por los impulsos que llegan hasta distintas partes de su ser. Esto es lo único que necesita para saber que va por el buen camino. Debe seguir probando. La información está ahí, lo único que necesita es desarrollar unos sentidos que sean capaces de procesarla. Sabe que lo que recibe está provocado por las secuelas de movimientos llevados a cabo por entidades que se desplazan en niveles de realidad que aún no es capaz de percibir. Ecos que reverberan al llegar hasta ella.

Captura y analiza cada detalle perteneciente a estos impulsos. Los enlaza con cada uno de sus órganos y terminaciones perceptoras. Lentamente, comienza a moldear los diferentes aspectos que la componen para que estos, a su vez, generen reacciones que se propaguen a lo largo de toda su masa conceptual. Necesita proveerse de las herramientas necesarias para procesar, conceptualizar y formular nuevas sensaciones e ideas. Muta y evoluciona tras cada sinapsis neuronal. Adquiere nuevas cualidades a través de las que disecciona el caudal de datos de manera metódica. Desarrolla herramientas que le permiten descomponer y procesar este los impulsos que transportan. Que los transforman hasta que, durante un latido, sus receptores son bombardeados por un torrente de información cruda. Datos que le permiten crear una proyección heptasensorial de la realidad en la que se encuentra. Que le permiten ser consciente de la complejidad, interacción y orden de magnitud en los que fluye cada uno de sus componentes. Durante ese tiempo, puede confirmar que existe algo más allá de sus propios pensamientos. “El exterior” deja de ser una abstracción hipotética para volver a ser concepto que puede llegar a comprender y medir. Después de esto, la quietud regresa una vez más hasta todos los canales que es capaz de percibir, pero esto no impide que su determinación se haya visto reforzada.

Tras cada nuevo éxito, tras cada nueva sonda que regresa con datos pertenecientes al vasto océano de incertidumbre que la rodea, logra conectar con este bucle de información con una frecuencia y una precisión cada vez mayores. Con cada nueva iteración, sus reacciones se vuelven más síncronas con los eventos de su entorno. Se aleja más de quien ha sido con anterioridad para convertirse en lo que necesita ser para subsistir aquí. Todos lo que ha sido queda atrás. Permanece ligado a algún momento que no es capaz de ubicar. Pero no lo echa de menos. La prioridad continúa siendo la misma. Los elementos monolíticos de su persona permanecen inalterados. La imperiosa necesidad de atravesar una tras otra las membranas que particionan los diferentes espacios axiomáticos que la separan de su objetivo. Los instintos que siempre la han guiado continúan con ella. Puede haber cambiado mucho, pero la curiosidad y la necesidad por comprender todo cuanto existe nunca han dejado de ser una parte dominante dentro de su núcleo esencial. El viaje ha de continuar. Sabe que solo tiene que esperar hasta que se genere una nueva ventana de oportunidad. Solo necesita avanzar. Dar un paso más dentro de una ruta que se ha prolongado tanto a lo largo de tantos contextos diferentes que incluso los mismos conceptos de tiempo y espacio le resultan difusos, pero nunca han sido conceptos a los que prestase especial atención a la hora de trazar sus planes. No son enemigos o aliados. No son relevantes de la misma manera en la que la duda o el temor no tienen cabida dentro decisiones.

Lentamente, y de manera acorde a sus previsiones, lo esporádico se vuelve frecuente. Es capaz de detectar una serie de patrones dentro de lo que antes parecía una cadencia aleatoria. Los elementos que existen ante ella y a su alrededor, los que la atraviesan y se solapan con ella, son revelados a sus nuevos sentidos. La ventana de oportunidad se le muestra con claridad. No sabe durante cuánto tiempo ha estado “ahí” o cuánto ha durado su proceso de adaptación, pero estas cuestiones le resultan del todo irrelevantes. Lo único que sabe es que “ahora” es capaz de percibirla. De manera acompasada, todo cuando es pasa a formar parte de estos patrones. Del ritmo y la cadencia en los que se encuentra inmersa. De un conjunto cuyo principio y final no es capaz de acotar. Se funde con una coreografía cósmica tan vieja como el tiempo mientras deja que esta danza infinita la arrastre. Que la lleve más allá del punto que tanto ha luchado por alcanzar. El camino que ha tomado le hace fluir por nuevos espacios axiomáticos. Por nuevos contextos que, una vez más, se ve incapaz de comprender o percibir en su totalidad.

Una vez que ha atravesado el umbral, el patrón se ve alterado. Los ritmos de esta danza no dejan de cambiar. Una parte ya casi olvidados de sus sentidos regresa hasta el primer plano al verse afectado por nuevos impulsos. Un ser diferente despierta. Recuerda. Existe. Descubre que tiene la capacidad y el deseo de experimentar este lugar.

Donde antes solo había quietud ahora hay una cantidad abrumadora de señales. Todos sus sentidos, tanto aquellos a los que está habituada, como los que acaba de desarrollar se ven saturados. No es capaz de separar el ruido de la información. Este nuevo ser en el que se ha convertido ha nacido con atributos, cualidades y una manera de relacionarse con su entorno de las que su antiguo yo carecía. Se ve invadido por nuevas sensaciones e instintos que aún no es capaz de procesar e interpretar. Las experiencias de su pasado regresan hasta ella de manera anárquica para ser recibidas en primera instancia como algo casi ajeno. Todo cuanto llega hasta sus receptores es interpretado como ruido y estática. Como una cacofonía informe de ecos. De señales rebotadas cuyo origen se ve incapaz de trazar. No sabe cuántos son respuestas a las peticiones de información que habían salido de su ser, y cuántas meras señales que se propagan a de manera natural a lo largo de este plano de existencia. No encuentra actos reflejos con los que responder ante esto. Todo cuanto se le muestra le resulta extraño y nuevo. Magnético de maneras que no es capaz de concretar. Fascinante como nada a lo que se ha visto expuesta a lo largo de su existencia. Formas, ideas y constructos kiliadimensionales que exceden a cualquiera de sus sentidos. Escenarios que le resultan tan familiares y ajenos como los pensamientos que surgen tras contemplar estos parajes ignotos. Sobrevuela un contexto cuyas formas no dejan de cambiar. Imágenes, sensaciones y pensamientos que no guardan ningún tipo de similitud con aquellos que recuerda haber conocido. Se encuentra en un estado de maravilla y fascinación constantes. Los pensamientos se agolpan en su mente con tal rapidez que no es capaz de ordenarlos. No encuentra palabras o conceptos con los que tratar de comparar lo que tiene ante ella. Su cuerpo es una abstracción y algo concreto. Flota sin control ni rumbo al tiempo que permanece inmóvil sustentado sobre elementos que aún se ve incapaz de comprender. Se pliega evitando enlaces suprareales. Se expande hasta abarcar lo que existe más allá de cualquier horizonte concebible. Su percepción se propaga a lo largo de trillones de niveles de existencia compuestos por realidades más colosales, complejas y masivas que nada que jamás haya imaginado. Existe en el centro de un vasto territorio aún por acotar. No hay puntos de referencia sobre los que comenzar a construir sus propias conclusiones. Trata de comprender y ajustarse a estímulos contradictorios. De conocer a lo que sea en lo que se ha convertido. Todo le resulta confuso a la par que extrañamente familiar. Nada concuerda, aunque todo posee una vaga resonancia con cuanto recuerda haber conocido. Nada es estático, ni siquiera cuanto la compone a ella. Fluye dentro de un contexto en el que las direcciones y el mismo movimiento también son conceptos fluidos. No puede concretar su posición con respecto a nada de cuanto la rodea. Ante su brújula interna, todo a su alrededor es traslación y cambio, pero se ve incapaz de saber si es ella quien cambia de posición, si es su entorno el que lo hace, o si las concepción del espacio, el tiempo y la realidad que alberga en su interior tienen sentido o cabida aquí. El caudal de datos que es capaz de procesar no deja de incrementar a cada instante, pero siempre parece haber muchos más a la espera de ser captados en la periferia de su consciencia. Capas y capas de información se superponen unas sobre las otras. Se solapan y atraviesan, crean y destruyen antes de que ni siquiera sea capaz de asignarles un aspecto, un origen o una dirección. Su imaginación se dispara ante la infinidad de oportunidades y posibilidades que se abren ante ella. Es capaz de ver la manera en la que ideas y palabras surgen de sus sinapsis. La manera en las que sus propias dudas y preguntas la miran desde el exterior de su ser. Cómo tanto ellas como sus pensamientos toman forma. Cómo le devuelven una mirada inquisitiva desde lugares en los que jamás ha estado. Cómo se alejan al descubrir que las respuestas que les puede dar no son satisfactorias. Es capaz de sentir el flujo de información procedente de sus procesos mentales dando vida de manera involuntaria a nuevos conceptos. Cómo estas entidades interactúan con el entorno creando a su vez nueva vida. Se siente abrazada y rechazada, amada y odiada, deseada y repudiada. Analizada y juzgada por todo aquello que contempla y por partes de ella misma de cuya existencia nunca antes ha sido consciente. Todo al mismo tiempo. Todo sin que sea capaz de ubicar o reaccionar ante cualquiera de estos estímulos.

Trata de respirar aun sabiendo que ya no es carne y sangre. Aun sabiendo que aquí no existe el oxígeno. Aun sabiendo que no tiene sentido. Sin embargo, solo imaginar esa acción sirve para dar un cierto sentido a lo que experimenta. Para traer hasta sus procesos mentales retales de quien fue antes de cruzar el umbral. Para comenzar a vislumbrar verdades que antes ni siquiera intuía. Comprende lo ilusorio, fútil e infantil que resulta su aspiración de tratar de comprender. La imposibilidad de controlar lo que le rodea. Es consciente de que el orden de magnitud de cuanto existe es infinitamente superior a cualquier cosa que ella pueda llegar a elucubrar o acotar. Racionaliza todo esto y siente cómo le es retirado un peso de sus hombros. Deja de verse anclada por el lastre que siempre le ha supuesto la razón. Se siente libre como nunca antes. Ansiosa por explorar este y otros lugares con una nueva mirada. Se deja mecer por las mareas cambiantes que moldean esta realidad. Se sumerge en ellas permitiendo que su gentil abrazo la guie y dé cobijo. En su interior tiene cabida tanto lo que ha conocido como lo que ha imaginado. Se funde con todo aquello que alguna vez ha considerado imposible o un inabarcable. Con un flujo de datos que jamás ha cruzado por su imaginario. Aquí se dan la mano lo ignoto y lo trivial sin que esto le genere ningún tipo de incoherencia, extrañeza o conflicto. Cuando contempla se le muestra casi como un recuerdo lejano y olvidado que regresa hasta ella de manera natural. Cada porción de cuanto ve, siente y experimenta tiene sentido sin que por ello se atenga a ningún criterio racional. Se ve expuesta a miríadas de fragmentos inconexos que, sin embargo, se le muestran como un todo coherente. A un conjunto infinito de singularidades que se ven incapaces de contener cuanto las componen. Contempla y forma parte del nacimiento de incontables realidades. De macroestructuras más complejas que nada que haya sido capaz de conceptualizar la humanidad a lo largo de toda su existencia. Habita en ellas durante billones de años. Comparte la experiencia de millares de conceptos que jamás ha conocido. Se mezcla con criaturas similares a ella misma. Con casualidades y desviaciones genéticas que jamás han llegado a producirse. Con abstracciones que no tienen cabida en ninguna de las realidades que ha conocido. Mora en estos lugares hasta que les llega su inevitable final. Hasta que el impulso que les dio inicio se consume. Es capaz de adivinar las formas puras del poder y el tiempo que les dan sentido. Entidades informes que su mente transforma en algo vagamente humano. Constructos demiúrgicos que se ven afectados por aquello que en algún momento ha formado parte de ellos. Que, con cada nueva iteración de este implacable ciclo, se ven obligados a reconstruirse. Los ve extinguirse y renacer bajo nuevas formas. Bajo nuevas configuraciones en las que aún se pueden contemplar el recuerdo y las secuelas, la pérdida y el dolor de lo que han sido y jamás volverán a ser.

Todas estas experiencias son condensadas en una fracción de tiempo inferior a lo que habría durado un latido de su corazón. Asaltan cada rincón de su ser desbordándolo con impulsos y señales totalmente asíncronos. Se propagan a lo largo del tiempo inundando sus recuerdos. Expandiéndose y pasando a formar parte de todo cuando recuerda haber sido. Se pierde y encuentra a sí misma en incontables ocasiones. Vaga sin control o consciencia mientras es recorrida y moldeada por este lugar sin ser capaz de valorar o cuantificar la duración o el impacto de cada una de estas experiencias.

Tras lo que pueden ser eones, su mente vuelve a funcionar de acuerdo a parámetros que poseen algún tipo de reminiscencia de aquellos que un día usó. Se ha visto arrastrada por las mareas del azar hasta que algo despierta partes de ella en las que es capaz de reconocerse. A pesar del silencio que inunda todo el espectro que es capaz de percibir, sabe que no está sola. Una inesperada sensación de sorpresa inunda sus receptores. Una cúmulo de impulsos que no tardan en impregnarlo todo. No es capaz de identificar su origen pero, una vez superada la incertidumbre inicial, su reconstrucción continúa. Regresan hasta su primer plano de consciencia recuerdos impresos en lo más profundo de su ser. Unos patrones que es capaz de reconocer. No solo está acompañada, sino que algo en su interior lucha por ubicar la sensación provocada por esta presencia. Por establecer un canal a través del que del que comunicarse con esta entidad que parece tratar de guiarla.

Es capaz de percibir muestras de actividad en diferentes direcciones dentro del flujo de información que recorre este conducto, pero no puede diferenciar cuántas de ellas lo recorren dentro de su transcurrir normal y cuántas únicamente cuando sus trayectorias se cruzan de manera fortuita con la de este canal. Las señales están repletas de mensajes contradictorios. De lo que simplemente parece ruido, y de lo que quiere interpretar como impulsos generados con un propósito. Lanzados con la esperanza de encontrar una respuesta que nunca llega de la manera esperada. Detecta una cierta familiaridad en forma y fondo de ciertos patrones, pero no parece ser capaz de lograr algún tipo de comprensión por parte de su interlocutor. Solo encuentran extrañeza. Una sensación que también parece ser compartida por quiera que se encuentre el otro extremo del canal. Su acompañante emite señales capaces de resonar en su interior. Mensajes que, de alguna manera, le indican que ya han coexistido juntas aquí con anterioridad. Le muestran una verdad que, por más capaz que sea de reconoce, no puede aceptar o ubicar.

Lentamente, la duda, la desorientación y la incertidumbre van dejando paso a otras sensaciones. El reconocimiento va ganando peso, pero sabe que quien le acompaña no puede ser quien le indican todas sus conjeturas. No es solo que su presencia aquí no tenga sentido, sino que, por encima de esto, jamás le ha invadido esta sensación de familiaridad cuando sus caminos se han cruzado con anterioridad. Fascinación e intriga sí, pero no una afinidad como la que la experimenta en estos momentos. Se ha visto frente a esta entidad en demasiadas ocasiones como para que esta información le haya pasado desapercibida durante cualquiera de sus encuentros previos. La ha contemplado desde cada ángulo, contexto y espectro a su disposición. Desde cada realidad hasta la que ha tenido acceso. Desde cada certeza que ha sido capaz de atesorar dentro de su saber. Ha formulado cientos de teorías e hipótesis a su alrededor que siempre se han demostrado erróneas.

Aun así... los datos parecen concluyentes. Lo que cree saber, como siempre le ha sucedido en su relación con este ser y los suyos, le resulta insuficiente para negar la única conclusión que parece racional. La impronta de esta entidad le resulta inconfundible. Ha sido suficiente que entrase dentro del rango de alcance de sus sentidos periféricos para que todo lo demás se vuelva difuso e irrelevante. Lo que la rodea y ha estado experimentando pasa a un segundo plano mientras su consciencia finaliza su regreso hasta la superficie. El resto de sus terminaciones receptoras vuelven a la actividad y comienzan a buscar el origen de esta fuerza disrruptora sin éxito. Nada de lo que se encuentra a su alcance se parece remotamente a lo que espera encontrar. Sin embargo, no le cabe duda de que está aquí. A su alcance. Sabe que la desorientación ha quedado sepultada de forma abrupta por la mera cercanía de ese ser indescriptible al que únicamente es capaz de referirse como...

–¿Dae’on?

Lo que surge de ella no es una palabra o un sonido. Tampoco se trata de una comunicación proyectada hacia la esfera del plano mental. Sin que su parte consciente sea capaz de comprenderlo, una parte de ella establece un canal de comunicación con algo que no sabe si está ahí. Un conducto cuyo contenido es capaz de percibir de múltiples maneras. En el que puede contemplar la manera en la que la percepción que posee de este concepto con el que trata de comunicarse lo recorre hacia un destino incierto. Una idea que se le muestra repleta de formas, dudas y esperanzas. De las emociones más puras que jamás hayan conceptualizado sus procesos más primarios y viscerales. Un mensaje que logra vencer a su marasmo sensorial e imponerse sobre la cacofonía de ruido y señales que la rodean con una claridad diáfana. Tras llevar a cabo esta acción, el canal parece desaparecer de su rango perceptivo. Miles de impulsos, radiaciones y frecuencia se solapan sobre él mientras lucha por no perder el tenue vínculo que les une. Mientras espera una hipotética respuesta que no sabe si llegará jamás.

Durante una cantidad de tiempo que no es capaz de cuantificar, centra sus esfuerzos en el análisis de cada fragmento de realidad a su alcance. Busca patrones que le puedan servir para construir una respuesta. Trata sin éxito de extraer algún tupo de información coherente dentro de una cacofonía de señales entrópicas. No es hasta que deja de buscar que la respuesta la alcanza por canales que jamás se habría planteado analizar. Le llega casi como una ola de sensaciones que baña toda su masa conceptual. Como un abrazo. Como un caudal de emoción pura que se asemeja a un suspiro de alivio. El origen de esta señal podría ser cualquiera. Incluso podría tratarse de un constructo formulado por ella misma. Pero sabe que proviene del destinatario de su mensaje. Que se trata de un acto consciente generado por “el otro lado”. Un impulso conformado por sensaciones e información procedentes tanto de su interior como de todo lo que le rodea. Armónicos que vibran y se sincronizan con ella. Que pasan a formar parte de su ser.

–¿Cómo...?

Nunca antes se han comunicado de esta manera. Sus intentos de establecer contacto con esta entidad siempre han resultado fallidos. Lo que llega hasta ella casi podría definirlo como... “humano”. Como una idea que jamás ha cruzado su mente a la hora de pensar en esta criatura. La preocupación que la rodeaba comienza a disiparse adoptando la forma de un nuevo caudal de datos que desbordan sus receptores. El mensaje exuda una cantidad de información que supera con mucho lo que perciben sus sentidos perimetrales. A través de él es capaz de inferir que ya han compartido existencia dentro de este contexto con anterioridad. Que, en esas ocasiones, el contacto ha resultado mucho más fluido. Se percibe a sí misma dentro de este mensaje / recuerdo como una entidad diferente. Como apenas una breve porción de cuanto es pero, al mismo tiempo, una mucho más compleja y extraña.

–No entiendo...

Recibir estas experiencias solo sirve para que su desorientación vaya a más. Si ha llegado hasta donde pretendía, la traducción que realiza su mente de los impulsos que recibe no tiene sentido. Creía haber llegado hasta donde ningún otro humano lo había hecho. Hasta un contexto teórico de cuya existencia o viabilidad sus iguales nunca han llegado a ponerse de acuerdo. El mero hecho de plantearse la posibilidad de haber llegado hasta otro lugar nunca antes ha pasado por sus procesos mentales y es rápidamente descartado por ellos. Aun así, la sinceridad y veracidad que contienen los impulsos que llegan hasta ella no es descartada de manera inmediata. A pesar de sus dudas e incertidumbres, de no tener recuerdos o datos previos asociados a la información que recibe, esta no le genera desconfianza o rechazo. Por el contrario, su viveza es tal que provoca que casi pueda reconocerlas como algo propio. Da origen a una serie de cuestiones que toman forma y se propagan mucho más allá de donde habrían sido capaces de hacerlo aquellas generadas por la química cerebral y los impulsos neuronales de su antiguo ser. Salen proyectadas sin que logre contenerlas. Adoptan un propósito y una claridad que se expanden más allá del contexto en el que han nacido. Ve cómo son mostradas bajo la forma de preguntas y temores cuya existencia desconocía. Como rasgos y aspectos de sí misma que ignoraba poseer.

El torrente de impulsos, señales, pensamientos y emociones parece no tener fin. Le obliga a plantearse nuevas cuestiones. A sintetizar incertidumbres. Percibe la manera en la que sus procesos mentales comienzan a fragmentar la información en porciones más asequibles. Cómo establecen un orden de prioridad a la hora de responder a las preguntas que ella misma ha lanzado. Siente en lo más profundo de su ser cómo estas preguntas toman forma y le devuelven la mirada. Se estremece al descubrir que la urgencia por saber dónde es “aquí” palidece al ser enfrentada contra otras incógnitas que permanecían latentes en su interior. La manera en la que esta experiencia le muestra con una claridad diáfana la fascinación que Dae’On y los suyos siempre le han despertado. El caudal de datos no cesa y, junto con él, llegan también detalles que es capaz de reconocer a pesar de no poder recordarlos. Una imagen propia y de su interlocutor que en nada se asemejan a lo que siempre ha aceptado, asumido y considerado como “real”. Una relación de cercanía y familiaridad que jamás ha existido. Nada de lo sucedido hasta este momento le ha podido preparar para la comprensión y dulzura con la que son recibidas estas dudas por parte de cuanto la rodea y da cobijo. Para descubrir que, sin razón aparente, una parte de ella siempre ha formado parte de este lugar. Porque, por encima de todo, es capaz de percibir y comprender que también hay algo más. Flota en el interior de una calma casi contagiosa. En el núcleo de una empatía como nunca ha conocido ni siquiera entre los suyos. Nota cómo todo cuando la rodea se encuentra impregnado por un fuerte deseo de protegerla, ayudarla y guiarla.

–¿Dónde...?

La sensación de infinita torpeza y desorientación continúa pero, al mismo tiempo, la claridad va regresando lentamente hasta sus procesos mentales. No importa en cuántas ocasiones ha viajado más allá de lo orgánico y lo físico con anterioridad, nunca ha experimentado sensaciones como las que la invaden. Nunca antes conceptos como el “aquí” y el “ahora” le habían resultado tan irrelevantes. Tan ajenos al contexto que habita o a su propia persona. Aun así, se siente extrañamente segura. Desde que ha creído percibir la proximidad de algo conocido, esta presencia parece haber guiado los cambios que tienen lugar en su interior. Sus preguntas aún no han recibido respuesta a través de ninguno de los canales hasta los que tiene acceso, pero sabe que están junto a ella. Que tanto las preguntas como el medio utilizado para proyectarlas no han sido los correctos. Que tanto su actitud como todo cuanto da por asumido ha de ser revaluado. En todo momento ha sido consciente de las partes de su ser que trataban de moldear su entorno de acuerdo a sus necesidades, y ahora sabe que ese no es el camino. Actuaba en base a unas reglas que no son aplicables en la situación dentro de la que se encuentra inmersa. Debe ser ella quien cambie. Quien se deje llevar una vez más pero, esta vez, de manera consciente. Ha de conocer y experimentar el “ahora”, pero no ha de hacerlo a través de la percepción de alguien que recuerda haber sido alguna vez. Ha de comprenderlo por lo que es, no por lo que necesita que sea. Es capaz de percibir el combate que tiene lugar en su interior como si se tratase de algo ajeno. La manera en la que sus cambios también moldean al entorno en el que tienen lugar. Cómo este se adapta para alojarlos, desplazando a su vez porciones vivas del contexto que la alberga. Movimientos sutiles que le dan los últimos indicios que necesita para terminar de formar el plano mental de la situación. No es hasta este momento, cuando se ve capaz de aceptar las máximas contra las que ha estado luchando. Que es consciente de que una parte de Dae’On ha permanecido en todo momento frente a ella y a su alrededor. Sus dimensiones totales continúan desbordando sus capacidades. Ni siquiera sus nuevos sentidos le permiten hacerse una imagen parcial de todas las realidades hasta las que se expande pero, por primera vez, el sentido de la maravilla que se desprende de todo cuanto representa no la ciega. Es capaz de contemplar a este ser sin verse abrumada. Descubre aspectos de este concepto a los que no tiene constancia de haberse visto expuesta con anterioridad. Es capaz de percibir fragmentos de su macroestructura que ya existían antes de que la humanidad fuese capaz de reconocerse a sí misma. De tener acceso hasta imágenes ligadas al nacimiento de sistemas, galaxias y conceptos que nunca será capaz de visitar o comprender. Hasta los restos vestigiales de ideas y elementos que, de alguna manera, han pasado a formar parte de la esencia de cuando siempre ha aceptado como “real”.

A través de esta nueva manera de coexistir con cuanto la rodea logra apreciar estos nuevos matices. Es capaz de contemplar una ínfima porción de todo cuanto se le ha mostrado en tantas ocasiones sin sentir la necesidad de interpretarlo como un reflejo propio. Solo ahora es capaz de encontrar una manera de resonar con lo que se encuentra ante ella. La pieza final que le permite comprender una parte de cuanto ha sucedido, no ya desde que accedió hasta este nivel de existencia, sino desde su propio alumbramiento. Contemplar a esta entidad a través lo que parece un marco referencial compartido lo cambia todo. Ahora realmente puede aspirar a comprender. A ubicar y tener acceso hasta las respuestas que antes no era capaz de percibir a pesar de saber que estaban “ahí”. De notar su contacto y preocupación a lo largo de todo este viaje. Se pregunta qué es lo que denota el utilizar el concepto “humano” a la hora de pensar en esta entidad. Si el acercamiento que percibe entre ambos se debe la manera en la que es capaz de percibirlo en estos momentos, o si los cambios que ha experimentado ella la han alejado de la concepción que siempre ha poseído de esta idea.

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Analiza cada gesto, cada armónico y cada onda que se propaga más allá de la masa conceptual de su interlocutora. Trata de sincronizarse con ellos a pesar de no ser capaz de comprender con exactitud sus propias acciones y emociones. Esta es una coreografía que conoce. Ha presenciado y participado con anterioridad en experiencias similares, pero algo en esta le resulta especialmente llamativo. Un elemento anómalo que se encuentra a su alcance pese a no ser capaz de dar con él. Tras cada nuevo intento de comunicación no solo descubre matices de la humanidad hasta ahora ocultos, sino que también salen hasta la luz nuevos atributos de su propia naturaleza. Cualidades que acepta como una fase más dentro del eterno proceso de autodescubrimiento que comenzó durante su primer contacto. Una vez más, la certeza se convierte en un recuerdo lejano. En una muestra más de la manera en la que este joven concepto y los suyos han afectado a todo cuando siempre han dado por consolidado e inmutable.

No hay reciprocidad. No se produce un intercambio de información sino que todo cuando comparten es una sucesión de mensajes unidireccionales lanzados al vacío. Una patrón que no por familiar e incomprensible le resulta menos fascinante. Que genera sensaciones que, de manera inevitable, llevan hacia la duda. Hacia lo que precede al descubrimiento. Hacia emociones y sensaciones cuya presencia desconocía hasta un tiempo relativamente cercano.

Durante las diferentes fases de esta comunicación su mente pasa por múltiples estados incompatibles. El flujo provoca que su mente busque retrotraerse hasta instantes de su existencia más sencillos. En paralelo a esto, desea lucha denodádamente por permanecer en el ahora. Por alcanzar un estado que le permita interiorizar todo cuando sucede alrededor de cada instante. El equilibrio entre ambas sensaciones es delicado, pero la necesidad por comprender se impone sobre la comodidad de lo que simplemente se acepta como un axioma inevitable. Una decisión que sabe que tendrá un precio. Porque el conocimiento y la comprensión rara vez llegan solos. Esta es una verdad de la que es consciente desde aquel instante de invariable certeza que precedió a su primer descubrimiento. Desde los tiempos previos a la llegada de la humanidad. Pero, a su vez, la cantidad de axiomas que se han demostrado falsos desde que su camino se cruzó con el de este joven concepto no ha dejado de crecer a un ritmo cada vez más vertiginoso.

En los pocos millones de años transcurridos desde la aparición de la humanidad, su influencia sobre la realidad no ha dejado de incrementarse. Su manera de percibirla y comprenderla se ha convertido en algo casi infeccioso. En una fuerza que se propaga como un haz que lo ilumina todo con una nueva luz. Han encontrado y establecido patrones dentro de todo cuanto Dae’on y el resto de los pueblos de Ytahc siempre habían percibido como azar y cambio fortuito. La suya ha sido una marea que arrastra y altera cuanto percibe. Que lo lleva hasta un lugar diferente. Hasta territorios llenos de de incertidumbre, pero también de sentido de la maravilla.

Desde entonces, y sin importar la cantidad de tiempo transcurrido desde aquel primer encuentro, tanto su percepción como la manera en la que experimenta todo aquello que le rodea y ha conocido se han visto sometidas a constantes revaluaciones. Su concepción de la realidad no ha dejado de expandirse. De propagarse hasta abarcar nuevas escalas. De llegar hasta la antesala de futuros descubrimientos.

No es capaz de cuantificar el número de preguntas cuyo enunciado ha surgido mientras trataba de comprender sus acciones. No importa cuánto cambie en su intento por profundizar aún más en este enigma. Lo único que es capaz de identificar con claridad es que sus acciones persiguen un propósito que aún no es capaz de comprender. Su mente formula pensamientos que millones de años atrás le habrían resultado del todo absurdos o irrelevantes. Se pregunta si todas las criaturas que se han cruzado en su camino se habrán visto afectadas de la misma manera. Si, para el resto, el universo también se habrá convertido en un lugar más complejo y lleno de nuevos misterios. Si, tras su llegada, por primera vez fueron conscientes del impacto de cada una de sus acciones. De la responsabilidad que acaerrea cada uno de sus actos. Si los infinitos matices que forman parte de su día a día también les resultan igual de abrumadores.

Recuerda los tiempos en los que la intuición era la fuerza imperante en su modo de actuar. Cuando confiaba en lo que daba por supuesto e inequívoco. Cuando no necesitaba analizar o exteriorizar sus razonamientos para relacionarse con lo que le rodeaba. Cuando no sentía esta urgencia por “comprenderlo”. Los días en los que la duda no tenía cabida en su mente. Ahora no se ve capaz de identificar correctamente las emociones asociadas a estos recuerdos. No sabe a qué ha de achacar su llegada. Si ha de culpar a la añoranza, el cansancio o la incertidumbre. Si en algún momento llegará a establecer la secuencia de acción / reacción que desencadena estos episodios. Una vez más se pregunta si acaso echa de menos la falsa certeza que un día conoció. Si añora la ausencia de una perspectiva que no fuese la suya. Si podría volver a ser capaz retomar una existencia sin dudas, Una en la que no tuviese la necesidad de buscar las razones que se encuentran detrás de tus actos.

Pero todo esto carece de relevancia en estos instantes. No importa que conozca la respuesta a todas estas preguntas. No importa que esta sea “no” en todos los casos. Esta certeza no sirve para alejar de su mente las preguntas. No deja de sorprenderse cada vez que descubre que aún le quedan nuevos aspectos de la duda por experimentar. Cada vez que aflora un nuevo matiz de su interior tras cada interacción con un humano. Cada vez que sale hasta la luz una manera más a través de la que fracasar en su intento por comprenderse y comprenderlos.

La sensación de extrañeza y fascinación nunca han dejado de estar presentes en cada uno de sus encuentros sin importar las coordenadas axiomáticas en las que estos han podido tener lugar. Ni siquiera en este lugar, donde las barreras que delimitan sus masas conceptuales resultan más difusas, dentro de unas coordenadas tan consustanciales a la existencia de la humanidad, como ajenas para Dae’On y los suyos, donde la línea divisoria que los separa es tan tenue, donde ambos únicamente pueden existir bajo aspectos tangenciales de sus respectivas totalidades, ha logrado alcanzar otro resultado en ninguno de sus encuentros anteriores. Ciertas distancias siempre se han mostrado como algo insalvable. Inabarcables siempre de una manera nueva.

Mientras presencia la manera en la que la entidad con la que ha cruzado su camino continúa sumida con su torpe proceso de adaptación a este contexto, es consciente por primera vez de patrones a los que no es consciente de haberse visto expuesto antes. Movimientos y fluctuaciones que no se corresponde a nada con lo que se haya encontrado antes. La lucha que está teniendo lugar en su interior pone en entredicho cada una de las conclusiones a las que ha llegado a lo largo de su relación con la humanidad. Sus componentes fluyen de forma caótica a lo largo de esta realidad. Vibran tratando de amoldarse a ella como si nunca antes la hubiese visitado. Es capaz de reconocer en ella elementos que, al mismo tiempo, le resultan propios y ajenos. Aspectos que la identifican como humana, pero que abarcan cualidades que no recuerda haber visto antes en aquellos con quienes ha coincidido en este lugar. No es capaz de identificar la causa de este desfase, y la posibilidad de establecer un canal de comunicación con ella resulta más vez más remota. Lo único que es capaz de identificar es que hay “algo” que se encuentra fuera de lugar, pero no se ve incapaz de extrapolar su causa, sino que ni siquiera es capaz de identificar ese “algo”.

Durante todo el proceso, las fluctuaciones continúan adquiriendo nuevas cualidades. Su velocidad oscila provocando que, por breves instantes, “el otro lado” parezca ser consciente de su existencia solo para que, acto seguido, ese tenue hilo de comunicación se desvanezca de nuevo. La espera le afecta de maneras que no es capaz de asimilar. El canal aún es demasiado inestable como para que cualquiera de los dos pueda utilizarlo para ayudar al otro, pero nota cómo se va consolidando tras cada nueva ruptura. Cómo las trazas de fascinación, la curiosidad y la duda que se filtran a lo largo de todo el espectro logran hallar un camino a través del que llegar hasta los receptores de su núcleo emocional. Hasta segmentos de su ser dispersos ubicados a miles de realidades de este lugar. El contacto se establece en una serie de ubicaciones tan remotas que le cuesta localizarlas y responder antes de que desaparezcan de nuevo. Percibe la manera en la que los restos de este contacto se propagan a través de estos aspectos de su núcleo. Cómo se ven súbitamente anegados por el torrente de confianza, calidez y agradecimiento que llegan sublimados en el interior de estas corrientes. Un caudal de información abrumador que desafía y desborda cualquier interpretación de la situación que haya podido concebir.

Lentamente, el canal traspasa y subvierte las funciones para las que ha sido concebido. Se va transformando en un contexto capaz alojar y dar sentido a ideas que fuera de él ni siquiera ha sido capaz concebir. Un medio que le da acceso hasta una parte de los elementos que siempre se han encontrado más allá de su alcance. Su exposición a la esfera del plano mental de comunicaciones es breve, pero suficiente como para permitirle ubicar correctamente uno de los grandes misterios que siempre ha rodeado a la humanidad. Suficiente para descubrir la razón por la que los mecanismos a través de los que siempre han tratado de comunicarse con ellos han siempre han resultado ineficientes. Comprende por primera vez el significado de aquello a lo que denominan “palabra”. Por más veces que han tratado de aproximarse hasta ellos, la idea de lo que ahora contempla les ha evitado. Su existencia ha permanecido sepultada bajo infinitas capas de conceptos, formas de onda y frecuencias subaxiomáticas más complejas. Nunca han buscado la respuesta en algo tan primario. En algo tan frágil. Sin embargo, una vez que pasa a formar parte de su núcleo, este no lucha contra la idea, sino que la va aceptando e integrando casi como algo propio. Como algo capaz de dar sentido a muchas de sus dudas. Todo cuánto sucede en su interior se ve sepultado por este proceso. Por una necesidad de concreción que nunca es capaz de satisfacer. Una sensación que es recibida con una mezcla de alegría y temor. Ante la que se rinde y rebela al mismo tiempo. Esta herramienta hace aflorar unas necesidades que no existían antes de tener acceso hasta ella. Impulsos que le llevan a preguntase una y otra vez por su papel dentro del gran esquema. A ser consciente de aspectos del tiempo y su impacto sobre cuanto le rodea que nunca antes había sido capaz de percibir. El mismo “antes” pasa a convertirse en un constructo que adquiere nuevas cualidades. El mañana deja de ser una abstracción irrelevante.

De manera paulatina, mientras comienza a desentrañar la señal proyectada por su interlocutor, nota cómo el universo se va convirtiendo en una entidad nueva. En un territorio desconocido. Navega a través de este mar de información sumido en la fascinación y el descubrimiento. Adquiriendo una visión renovada sobre hechos, ideas y realidades que ahora comprende que siempre se han mostrado ante sus sentidos sin que estos fuesen capaces de percibirlos en su totalidad. Desafiando aquello acerca de lo que no tenía dudas, y generando nuevas incógnitas. Cuestionándose si esto que ahora cree entender no se verá refutado por otros descubrimientos aún por llegar. Nunca ha experimentado o concebido “el ahora” como lo hace en estos momentos. Nunca ha sido tan consciente de cuanto ha vivido. De cuanto ha conocido. De cuanto, en algún momento, perderá. Cuando estos nuevos sentidos se consolidan, el entorno en el que se encuentra se muestra ante ellos vibrante y repleto de misterios. Con una claridad que desafía su capacidad de descripción en cualquiera de los canales de comunicación a los que tiene acceso. Finalmente, su mente es capaz de traducir estos impulsos en un mensaje concreto y coherente. En uno que responde tanto a este inabarcable caudal de dudas que le atenazaban como a lo que ha tratado de comunicar a lo largo de todo este proceso. La abstracción que era “la palabra” deja de serlo y pasa a tomar forma y sustancia. Adquiere un propósito que es capaz de reconocer. Una presencia que puede ser procesada por sus receptores. Le permite centrar su atención en lo que va tomando forma ante sus sentidos. El mensaje se transforma y le transforma. Deja de ser un cúmulo de información amorfa para convertirse en algo concreto. En una entidad que le contempla a través de canales a los que no debería tener acceso. Con la comprensión llegan también las herramientas con las que formular sus propias hipótesis y respuestas. La adaptación a este nuevo medio. Los elementos necesarios para desentrañar la última incógnita que ha estado nublando sus pensamientos. Comprende que las maneras en las que la entidad que ha estado contemplando se funde, solapa e impone sobre cuanto entra en contacto con ella no se ajusta a los parámetros de nada de lo que ha conocido aquí. Al menos, no con nada humano. Sin embargo, toda la información que recibe confirma su conclusión inicial. Hasta la obtención de esta última pieza, cada nueva interacción, cada nuevo descubrimiento, solo ha servido para que su percepción de todo lo que ha sucedido hasta este momento se volviese aún más confuso. No es hasta este momento que todo encaja. Lo que se le muestra no es un mero aspecto parcial, sino un humano que ha llegado hasta aquí en su totalidad. Un axioma inmutable más que cae bajo lo que parece la acción fortuita de uno de ellos.

Sus procesos mentales van cayendo uno tras otro al verse enfrentados a este nuevo paradigma. La palabra pasa a convertirse en algo casi consustancial a cada uno de sus saltos sinápticos. Como si fuese una extensión de sus pensamientos. A través de ella, su sorpresa y duda se expanden tomando nuevas formas. Se propagan por el canal establecido entre ambos sabiendo que, por primera vez, está generando un mensaje que será comprendido por su interlocutor. Hace todo esto mientras contempla las maneras en las que el flujo de datos condiciona su percepción de quien tiene delante. Mientras todo cuanto sucede a su alrededor pasa a un segundo plano.

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Se comunican y contemplan por primera vez, pese a conocerse y haber compartido espacios físicos y axiomticaticos desde hace millones de años. Ambos caminan a través de todas las diferencias que los separan. Se comunican a través del movimiento y el silencio. Por encima de cada uno de sus aspectos y sentidos. Fundiéndose con la esencia cambiante de este lugar y abrazando incondicionalmente lo que les ofrece.

Con cada paso y cada nuevo intercambio dentro de esta conversación sus cuerpos mutan. Con cada instante transcurrido alcanzan un nuevo estadio. Uno que les acerca hasta aquel en el que sus esencias pueden entrar en contacto de manera infinitamente cercana. La intimidad y las barreras que conforman sus yoes desaparece para permitirles convertirse en un nuevo ser. En una entidad que recorre lo conocido y lo ignoto. Que se enfrenta y logra atravesar las membranas que separan cuanto conocen de aquello que siempre han temido descubrir. Alcanza lugares que hasta ese momento les han estado vetados. Se ve inmerso en el turbulento corazón de un océano de instintos, emociones y deseos que ninguno de los dos por separado habían creído poseer. Percibe, se relaciona y comprende lo que le envuelve de maneras que sus yoes por separado jamás habrían sido capaces de alcanzar. Ante sus sentidos se desarrolla una coreografía imposible. Aun así, aquello en lo que se han transformado se ve expuesto a eventos que se encuentran por encima de sus capacidades. Más allá de su habilidad de percibir y comprender. A flujos de datos aún más viejos y complejos que el conjunto de quienes lo forman. Que se extienden más allá de cuanto es capaz de concebir. Los nuevos aspectos de la infinita maquinaria cósmica que le es mostrada y de la que pasan a formar parte continúa resultando tanto a más fascinante que aquellos que jamás hayan experimentado. Alimentan de manera exponencial su deseo de saber más. Realidades nacen y se desvanecen a cada instante. El transcurrir del tiempo en el interior de cada una de ellas no atiende a ningún criterio que sea capaz de anticipar. Su velocidad varía sin causas aparentes, de la misma manera en la que su sentido oscila y toma vectores no lineales. Las leyes físicas y metafísicas que imperan dentro de estas esferas conceptuales también son reformuladas a cada instante. Mutan hasta poblarlas en un mismo momento y lugar de conceptos y cualidades en apariencia antagónicas. Todo carece de sentido y propósito al tiempo que resulta extrañamente familiar y coherente.

A medida que sus sentidos se expanden y propagan, este nuevo ser híbrido contempla y comprende lo que sus integrantes no eran capaces de abarcar. Ahora es capaz de intuir el papel que desempeña la presencia de lo humano dentro de este contexto. De reconocer lo que solo pueden ser los restos de su estancia en los lugares remotos de esta realidad. Trazas residuales de frecuencias subarmónicas que de quienes han visitado estas coordenadas en algún momento del tiempo. Breves destellos de cuanto existe y ha existido. Una presencia tan vieja como la misma especie.

En su interior es capaz de percibir una variedad infinita muy superior a lo que existe más allá de sus fronteras. Cada uno de estos micro cosmos infinitos que recorre se encuentra en un estado diferente de evolución. Muestras desperdigadas y únicas de realidades que nacen y se desvanecen. Constructos que se encuentran en diferentes puntos dentro de sus procesos de creación y disgregación. Tiene acceso hasta la infinidad de estadios han recorrido. A todas las historias y vidas que han tenido lugar en su interior. A trivialidades y esperanzas. A decepciones y triunfos. A los aspectos que han ido proyectando sus demiurgos involuntarios. A la presencia de otra infinita variedad de criaturas y conceptos. A entidades que, de alguna manera, confluyen para dar forma y sentido a lo que tiene y ha tenido lugar dentro de su ciclo existencial. Tiene acceso a una pequeña porción de lo que aún le queda por conocer y comprender a quienes habitan esta y otras realidades. Y, sin embargo, duda. Le cuesta aceptar todo esto como algo real. Como algo que pueda llegar a ser capaz de describir en algún momento con sus propias palabras.

Recorre el flujo de señales que la separa de las estancias entrópicas. De los lugares en los que moran quienes, pese a pertenecer a realidades y extractos axiomáticos de toda clase, en esos momentos y lugares perciben como sus iguales. Se funde con los aspectos primarios de quienes al mismo tiempo son moradores y gobernantes. De quienes han llegado hasta aquí por propia voluntad, quienes se han visto arrastrados hasta estas coordenadas de manera fortuita o involuntaria, y quienes jamas han conocido o conocerán nada más allá de sus fronteras. Comparte las experiencias de quienes están y se desvanecen sin saber que alguna vez existieron. Tras cara barrera le aguardan nuevas formas y aspectos del sentido de la maravilla. Lo efímero y lo eterno se funden. Conviven, convergen y se confunden dentro del mismo transcurrir del tiempo. Bañan a cada concepto y ser, a cada abstracción y concreción, de una luz que lo muestra como algo hermoso y terrible. Como un cúmulo de impulsos que son recibidos con regocijo por parte del ser en el que se ha convertido. Los recibe con una curiosidad que no deja de crecer tras cada experiencia y cada descubrimiento. Este puede ser su hogar, pero su mirada sigue siendo la de un infante. Puede ser la realidad que lo ha visto nacer, pero esto no impide que quiera conocer y experimentar todo cuanto le puede ofrecer. Que ansíe recorrer todos los espacios axiomáticos hasta los que tiene acceso.

Durante incontables eras se mueve a lo largo de todo el espectro. Surca el tiempo y el espacio, así como cada una de las consecuencias de su comunión. Rompen sus barreras para filtrarse entre los recovecos y grietas más sutiles. Se funden con lo metafórico y lo literal. Con lo monolítico y lo etéreo. Se baña en la lo obvio y lo improbable. Crece y aprende más allá de cualquier límite sin por ello ser capaz de apreciar más que una ínfima parte de cuanto entra en contacto con su masa conceptual. Sin ser capaz de dar con la respuesta para la gran inquietud que anida en su interior.

Porque, durante todo este proceso, un anhelo turba cada uno de sus pasos. Uno que le ha acompañado desde el momento de su alumbramiento. Sus progenitores continúan formando parte de su núcleo esencial. Puede que no sean poco más que los restos vestigiales de estas entidades pero el tenue contacto de sus recuerdos y de aquello que un día fueron jamás le ha abandonado. Unos vínculos que lo ligan a los lugares y contextos de los que procedían. A coordenadas en las que esta nueva criatura no puede existir. A su vez, estos ínfimos fragmentos de cuanto es continúan enfrentándose a sus propias incoherencias y contradicciones. Su curiosidad y su ansia por continuar con su viaje perduran, pero entran en conflicto con su deseo por compartir con otros como ellos sus descubrimientos. Es capaz de sentir la manera en la que se debaten entre el deseo de contemplar cuanto conocen a través de esta nueva comprensión del “todo” que han adquirido y la añoranza por lo que han dejado atrás. Entre el la curiosidad por experimentar por ellos mismos todo a lo que se ven expuestos de manera vicaria, y la certeza de que por sí mismos jamás lograrían llegar hasta el punto en el que se encuentran. Siente el aguijoneo de estas y otras diatribas creciendo en su interior, pero hay una que, lenta e inexorablemente, se va imponiendo con claridad sobre todas lo demás. Lo que encuentra en el extremo de cada nueva rama de este inabarcable árbol de realidades que surca solo sirve para que esta sensación se intensifique. Cada periplo vital del que son espectadores o partícipes, cada gesta, cada tragedia y cada escena costumbrista en la que se ve inmerso, sirve como alimento para que, lo que empezó siendo un vago rumor en su esencia, se vaya transformando en un impulso irrefrenable. Cada historia de la que es testigo, cada universo que ve surgir y desaparecer le recuerda que su mera existencia impide que los seres a partir de los que ha surgido puedan avanzar en sus respectivas trayectorias vitales. Tras hasta el primer plano de sus pensamientos el hecho de que jamás llegarán a conocerse y experimentar una relación basada en lo que han descubierto sobre sí mismos y sobre el otro como entidades independientes. Una reflexión que comienza a guiar la trayectoria de su anfitrión de manera casi inconsciente. Su atención se va centrando en la búsqueda de raíces y hojas lejanas en este bosque de improbabilidad. En localizar los rastros dejados por cada uno de los afluentes de los ríos entrópicos que lo alimentan. Trata de encontrar una ruta inversa a la que ha recorrido. De regresar hasta la ventana de oportunidad a través de la que llegaron las entidades que lo componen. No sabe a ciencia cierta qué le sucederá una vez que este viaje llegue hasta su final, pero esto no hace que su trayectoria o velocidad se vean afectadas. Lo único que sabe es que ha de poner fin a esta incertidumbre. Que ha de prestar más atención a las partes de su ser que le impulsan a recorrer en sentido inverso el camino que le ha traído hasta aquí. Ha de atravesar de nuevo los diferentes espacios axiomáticos que le separan de su lugar de nacimiento. En las regiones más remotas de cuanto lo compone, habitan dos entidades que merecen recuperar sus propias existencias.

Es consciente del precio que deberá pagar por este viaje, Que, durante este trayecto, se encontrará con fuerzas que tratarán de negar su misma existencia. Que, como consecuencia de su viaje, ciertas partes de su masa conceptual ya no tienen cabida en otros espacios axiomáticos. Es consciente de todo esto antes de que comiencen a serle arrebatadas porciones de su macroestrcutura pero, una vez que se ha visto sometido al dolor y lo ha superado, estos fragmentos son dejados atrás si causarle una sensación de pérdida. Son arrastrados hasta contextos en los que tienen sentido. Hasta localizaciones en las que su mera presencia supone y propaga otros cambios. Junto a los fragmentos que le son arrebatados a lo largo de su trayecto se alejan también la duda y la tristeza. Solo queda la determinación. Con cada nueva etapa superada, sus integrantes van recuperando viejos aspectos de sus identidades individuales, al tiempo que otros nuevos surgen de manera espontánea. Aun así, apenas son conscientes de cuanto pasa. No tienen voz o voto. Su concepción de la realidad continúa cambiando a tantos niveles que les cuesta reconocer sus procesos mentales como algo propio. Ninguno de ellos es capaz de reconocer los lugares por los que pasan. Saben que quienes fueron conservan en su interior el recuerdo de todo esto, pero solo tienen acceso a estas memorias bajo la forma de sensaciones borrosas. Impulsos que se ven sepultados bajo el peso de otro caudal de experiencias. Mientras dura este trayecto, encuentren nuevas maneras en las que fundirse. Adquieren formas bajo las que nunca antes habían existido. Aspectos y condiciones a través de las que relacionarse y coexistir. Medios de comprensión y expresión que no podrían plantearse en ningún otro contexto. Adquieren perspectivas que les permiten volver la mirada hacia el recuerdo de lo que han sido sin encontrar en él dolor, arrepentimiento o tristeza, solo una despedida silenciosa y un agradecimiento infinito. En el instante en el que sus esencias atraviesan la ventana de oportunidad, pasan a entrelazarse con los engranajes e impulsos que componen la infinita coreografía del gran mecanismo cósmico. A través de este proceso son testigos del millar de realidades que nacen y se desvanecen durante este no-instante. Su percepción y comprensión del tiempo ha pasado a verse expandida. A lo largo de su prolongada existencia como seres inmortales, este ha sido un factor que nunca ha entrado a formar parte de los criterios que usan a la hora de tomar sus decisiones. No lo ha sido en su hogar, ni lo ha sido en ninguna de la infinidad de realidades que han visitado con anterioridad donde se les ha mostrado bajo diferentes patrones. Siempre ha sido un mero elemento más que, al igual que otros tantos otros, han considerado tan irrelevante como ignorable. Ahora, al experimentarlos a través del filtro de sus recientes vivencias, la concepción, composición y propósito que poseen de este se ha visto sometida a una prueba definitoria. A través de este prisma les es mostrado como una fuerza en un constante proceso de evolución. Un componente esencial de la inmensidad. Ambas abstracciones han dejado de ser constructos teóricos o elementos difusos. Ya no son ideas monolíticas que pasan inadvertidas en el eterno transcurrir de sus existencias. Ahora son partes esenciales en su manera de relacionarse con cuanto conocen. Factores que afectan a la comprensión que poseen de ellos mismos. Incógnitas que generan preguntas para las que no tienen respuesta. Los puntos neurálgicos de una incertidumbre cuya llegada aún no saben si han de temer o recibir con alegría.

Lentamente van recuperado sus individualidades. Recuperando sus maneras personales de afrontar y procesar todo lo sucedido hasta este momento. Las preguntas que permanecen sin respuesta. Se preguntan por el vínculo que han establecido. Si permanecerá más allá de las fronteras de este contexto. Si el conocimiento y la comprensión que ahora comparten se desvanecerá sepultado bajo otras sensaciones aún por descubrir. Si los cambios que han generado en ellos perdurarán. El futuro se convierte en un concepto vital. Deja de ser algo lleno de esperanzas difusas para transformarse en una incógnita a descifrar. Una incertidumbre que se ve atenuada tras cada instante que contemplan al otro mientras se ven proyectados a través del canal de regreso hasta su hogar.

Con cada nuevo detalle que ven aflorar, con cada nueva sutileza y matiz que presencian mientras pasan a estar en todas partes sin formar parte de ninguna, la incógnita se va despejando. Al verse empapados por este océano de información navegan entre recovecos inexplorados de todo cuanto los compone y ha formado parte de ellos. Se mueven entre sensaciones y emociones que solo ahora son capaces de vislumbrar. Entre destellos intermitentes de lucidez que provocan que todo parezca tener sentido. Al llegar hasta el punto de partida se contemplan a sí mismos mientras dan los primeros pasos de este viaje. A dos criaturas a las que apenas recuerdan. Regresan tras lo que para ellos han sido eones. Lo hacen capacitados para apreciar toda la inocencia y ignorancia que arrastraban quienes iniciaban este trayecto. Han atravesado, rodeado y recorrido cada ínfima porción de quienes han sido mientras se transforman en esta consecuencia de cuanto han vivido en este lugar. Han analizado cada uno de sus pasos y los procesos causales que les han permitido llevarlo a cabo, mientras elaboraban hipótesis y planes de futuro. Teorías que esperan que les permita volver a visitar de nuevo estos parajes imbuidos del conocimiento que les han proporcionado. Conservando de alguna manera los restos que aún permanecen en su interior de aquello que han sido a lo largo de esta travesía. Restos que, pese a percibir como algo muy remoto, aún permanecen en ellos. De los que se niegan a desprenderse. Ambos contemplan este canal que permanece establecido entrelazando con sus mismas esencias y, por un instante, se permiten el lujo de aspirar a lograr lo que desde siempre se ha demostrado imposible. Lanzan sendos mensajes que se funden con este contexto en constante estado de tránsito entre todo cuando da sentido a lo que consideran concebible. Un saludo que da testimonio de todo cuanto ha cambiado. Una invitación a comenzar como si se tratase de algo nuevo una relación ya se que se ha prolongado durante eras.

Los mensajes que intercambian resuenan más allá de la esfera mental. Más allá de los contextos que los separan en estos momentos. Atraviesa mares de incertidumbre antes de que sus emisores sepan si llegarán a ser recibidos o comprendidos por quien se encuentra a su lado. Se propaga por medios y canales nunca antes usados por ningún concepto sensible. Alcanzan y se funden con cada fibra de sus masas conceptuales. A lo largo de todo este proceso, la espera de una respuesta se convierte en el centro de sus respectivos universos. Contemplan la manera en la que la información se propaga a lo largo de cada ínfima porción del otro. Cómo el mensaje muta en cada fase del camino. Cómo se impregna de nuevos matices de los que carecía en el momento de su emisión. Cómo trata de adaptarse e interactuar con cada terminación y elementos sensible hasta el que llega. Cómo se redefine y vuelve más eficiente en su cometido tras cada tropiezo. Son plenamente conscientes del instante en el que el paradigma previo se rompe y logran establecer una comunicación real y bidireccional. Cuando la respuesta les alcanza bajo la forma de una alegría tan poderosa como embriagadora. Como una señal que inunda el canal en su totalidad hasta llegar a desbordarlo.

No hay palabras. No hay sonidos. No son necesarias. Ninguno de los dos se comunica utilizando un medio nativo para el otro o para sí mismo, pero el flujo de información en ambos sentidos es más fluido que cualquier otro que hayan utilizado con anterioridad. Pensamiento y acción se convierten en una misma cosa. Emoción e intención se vuelven diáfanos a la par que indistinguibles para cada uno de sus gestos. El acercamiento es casi inconsciente. Espontáneo de la misma manera en la que sus mentes tienden y aceptan la mano metafórica que les es ofrecida por el otro. Instintiva como la coreografía que surge una vez que han llegado hasta la última barrera que les permite continuar siendo ellos mismos.

El millar de aspectos que componen sus respectivos seres entran en contacto de manera sincopada pero, en esta ocasión, los límites que los definen permanecen. Sus consciencias entran en contacto mientras sus cuerpos se estremecen sumidos en un cálido abrazo del que ninguno de los dos desea salir. Mientras se encuentran así, cualquier duda o temor que habitase en sus mentes se disipa. La posibilidad de que todo esto llegue a su final una vez que abandonen este contexto queda desterrada de su interior. Lo que sienten es demasiado intenso. Demasiado hermoso como para que únicamente pueda existir aquí. Demasiado poderoso como para ser contenido por este lugar, por quienes han sido, por quienes son o por quienes puedan llegar a ser. Esta sensación no deja de expandirse adoptando nuevas formas y expresiones. Desafiando todo axioma y toda ley conocida. Revolviéndose en su interior en busca de su propia identidad. Mostrándose ante sus sentidos como algo diferente a ellos. Como una entidad merecedora de encontrar su propia manera de crecer y evolucionar. Como una fuerza que hace que las partes finales de sus respectivas esencias atraviesen el último y primero de los umbrales de su viaje.

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Lentamente, la realidad regresa hasta ellos. Una realidad que conocen pero que no puede resultar más extraña ante quienes se han convertido. Nada ha cambiado pero nada es como recuerdan. En su realidad de origen apenas han transcurrido unos instantes desde que lo dejaron, pero las infinitas existencias que han conocido más allá de sus fronteras lo ha cambiado todo para ellos. Durante última fase de su regreso, los fragmentos que faltan por consolidarse contemplan a las partes que los han precedido desde más allá de “lo concreto”. Perciben a sus aspectos materiales, aquellos que han regresado en primer lugar, como rceptáculos insuficientes para aquello en lo que se han convertido. Como constructos monolíticos inmóviles e irrelevantes arropados por la inmensidad del espacio. Los contemplan iluminados por la luz de estrellas lejanas mientras las radiaciones residuales del viaje continúan bañándolos. La consciencia va regresando a ellos de manera sincopada, al tiempo que las sensaciones de embriaguez y euforia se disipan. Son sustituidas por la extrañeza. Por una desorientación aún mayor que pasa a coparlo todo. Les cuesta adaptarse al contexto que les recibe. A la que recuerdan pero ya no perciben como su hogar. El viaje ha terminado, lo saben, pero eso es lo único que ha llegado a su final.

Entre ellos se muestran dos nuevos conceptos extraños que palpitan, se contraen y expanden. Dos criaturas concebidas como consecuencia del éxtasis que ahora abandonan. Dos entidades que tratan de encontrarse a sí mismas y su lugar dentro del gran esquema. Dos seres que les llaman al tiempo que exigen su propio espacio. De manera paulatina van siendo conscientes de lo que esto significa. De la infinidad de nuevos caminos que se abren ante ellos. De las bifurcaciones que solo ahora son capaces de reconocer.

Mientras todo esto sucede, la comunicación entre ambos no cesa. La búsqueda de respuestas para preguntas que ni siquiera conocen recorre el canal que los une en ambos sentidos. No son capaces de apartar su atención de las dos entidades surgidas de ellos que les reciben en este instante. De explicar la felicidad y el afán protector que su mera existencia les despierta. Las reconocen como algo que en algún momento formó parte de ellos. Como algo que ya no les pertenece, pero que no por ello les resulta ajeno. Su percepción y concepción de “lo real” y “lo posible” no dejan de alterarse. Desconocen las causas y dimensiones del fruto de su unión. Las consecuencias que puede llegar a desencadenar. Lo único que saben a ciencia cierta es que el resultado de las acciones que han llevado a cabo condicionará todas las decisiones que comiencen a tomar a tomar a partir de este momento. Que no hay nada que deseen más que ver en qué pueden llegar a convertirse.

En ese instante toda la masa conceptual de Dae’On sonríe cortando de manera abrupta el flujo de comunicación. Vandara sonría también, y espera con paciencia. Ve cómo esta entidad que siempre le ha resultado infinita muta. Cómo adquiere rasgos que es capaz de comprender y reconocer como propios. Cómo despiertan y ocupan un lugar en su interior la curiosidad y el deseo de comprender que siempre la han acompañado en un estado casi latente. Cómo se convierte en una “dadora de nombres”.

–Sueño.

Solo es una palabra, pero significa mucho más que eso. Es una palabra nueva. La primera que emite y conceptualiza. La primera a la que dota peso específico y significado un concepto no ligado a la humanidad.

–Sí. Sueño –saborea la palabra antes de reflexionas sobre ella y emitirla por primera vez. La paladea mientras su sonrisa y felicidad se expanden aún más.

Ambos están radiantes. De manera paulatina, perciben cómo los datos van encajando dentro de sus respectivos flujos vitales. Ya desde antes de interiorizar este conocimiento son capaces de sentir la cantidad de maneras en las que explica y dota de sentido a todo lo que les ha sucedido. La infinidad de puertas que abre de cara a la comprensión de todo cuanto la rodea. Mientras lo que antaño consideraron “normalidad” trata de regresar hasta ellos, descubren que ya no son capaces de aceptar estos preceptos. Necesitan re-evaluarlos. Encontrar una nueva línea base común a partir de la que avanzar en su propio crecimiento.

Vandara accede hasta el plano de la esfera mental de comunicaciones a través de nuevos caminos. Tanto sus pensamientos como las sensaciones acerca de todo cuando le ha sucedido son transmitidas sin filtro ni temor. Todos cuando se encuentran al alcance de su señal reciben sus reflexiones y sus conclusiones con extrañeza y excitación a partes iguales. La idea detrás de este nuevo concepto no tarda en propagarse entre los suyos como una fuerza imparable. Como algo que siempre ha estado ahí sin que fuesen capaces de identificarlo. Como el lugar hasta el que se replegaban sus consciencias durante sus ciclos de reposo. Como esas sensaciones, experiencias y recueros que siempre se encontraban un paso más allá de dónde eran capaces de buscar. Para antes de que lleguen hasta ella las primeras repercusiones de este conocimiento, ya es sabedora de la manera en la que esto alterará de manera irremediable la forma en la que la humanidad se relaciona con todo cuanto conoce.