Estructura y jerarquía

Estructura y jerarquía
La estructura interna de La Orden se encuentra segmentado en una gran cantidad de diferentes grupos, sub organismos, rangos y roles dentro y de los mismos o de la propia escala jerárquica.
Por de todos ellos se encuentra el Yishin Amat; el órgano rector que gobierno, gestiona y toma las decisiones a escala global. En la parte más elevada de la cadena de mando se encuentra el Omniarca, o Sumo Jerarca de La Orden. Bajo su mandato directo, y con un gran poder decisión, se encuentran los quince Omniarcas, o “Guardianes del conocimiento”, quienes lideran a cada una de las órdenes principales.
A nivel decisorio, el voto de cada uno de estos miembros del consejo rector tienen un poder similar, siendo el Omniarca el único que, en caso de un empate, tiene la capacidad de ejercer el voto de calidad. Este voto no sólo implica que pueda decidir que su voto rompe el empate sino que, independientemente que se de una situación de igualdad, también tiene la potestad de optar por que se repita la votación una única vez más, o de convocar una nueva asamblea en fechas posteriores. También es el único cuyo voto es público, se le permite la abstención, o la posibilidad de cambiarlo. En el resto de las ocasiones, su voto tiene el mismo valor que el del resto de los miembros del consejo.

En la actualidad las órdenes mayores y sus representantes son las siguientes:
Por parte de La Orden de los Archivistas se encuentra el Librarca.
Por la de los Los Cartógrafos, el Geomante.
Por la de Los Censores, el Sumo Censor.
Por la de Los Constructores, el Gran Arquitecto.
Por la de Los Cronistas, el Cronarca.
Por la de Los Formadores, el Rector
Por la de Los Futuristas, el Tempus.
Por la de Los Juristas, el Juez Supremo.
Por la de Los Legisladores, el Lexarca.
Por la de Los Naturistas, el Naturarca.
Por la de Los Pensadores, el Mentat.
Por la de Los Preservadores, el Cuidador.
Por la de Los Tecnócratas, el Administrador.
Por la de Los Tecnólogos, el Tecnarca.
Por la de Los Teólogos, Deusarca.

El conjunto de las ordenes mayores que forman el círculo recto de la organización no es algo inamovible. Si bien es cierto que los cambios en cuanto a los grupos que componen este organigrama no varían de manera frecuente, esto no ha evitado que a lo largo de su prolongada existencia no se hayan producido alteraciones. Según se han ido segmentando las diferentes órdenes, o se han creado nuevos organismos desde cero, el número de órdenes que componen el Yishin Amat ha ido aumentando, este crecimiento se detuvo hace tres siglos cuando se alcanzó el número con el que cuenta en la actualidad. Su número ha permanecido estable en quince grandes órdenes desde entonces.
De cualquier manera, esto no quiere decir que el grupo de quienes aspiran a convertirse en el nuevo Omniarca esté reducido a estas quince órdenes. Ni siquiera que los aspirantes a tal puesto estén limitados a sus Oxiarcas. Cualquiera miembro de la organización con los suficientes apoyos puede aspirar a entrar en la lucha por el poder. Lo que está más allá de toda duda es que cuanto mayor sea el poder del aspirante dentro de la organización, mayores son también sus posibilidades de hacerse con el poder.
Por otro lado, independientemente de que la votación para la elección del Omniarca es una acción llevada a cabo por los representantes elegidos de cada una de las órdenes internas, ya sean estas mayores o menores, el mecanismo de elección de los Oxiarcas de cada una de estas órdenes es un evento independiente con sus propios mecanismos. Durante la serie de eventos que preceden a estas votaciones, limitados al ámbito interno y a los miembros que conforman cada de cada una de ellas, sólo sus miembros pueden ser candidatos y nadie externo al propio organismo tiene capacidad de voto.
En cualquiera de estos dos casos, esto no implica que durante la celebración de estos elecciones no existan presiones e intereses provenientes desde el resto de la organización, o desde fuera de la misma que puedan decantar la balanza a favor de uno u otro candidato.

Aspirantes e iniciados

Si bien el acceso hasta los cuerpos de estudio de La Orden no se encuentra regido por estrictos criterios de ningún tipo, aquellos que aspiran a formar parte de sus filas no reciben remuneración o financiación alguna para sus estudios hasta no haber mostrado resultados significativos en alguna investigación.
Aquellos iniciados que no son capaces de obtener estos resultados, o que no disponen del apadrinamiento de algún miembro reputado de la organización, no suelen tener otro remedio que el de realizar labores de manera voluntaria hasta cumplir estos requisitos. Quienes carecen de la capacidad económica para subsistir hasta obtenerlos, acostumbran a esperar alguna plaza vacante entre las filas de alguna de las escalas más bajas dentro de los Tecnócratas o, si no se aspira a formar parte de alguno de los cuerpos de estudiosos, entrar a formar parte del servicio. En estos dos últimos casos los procedimientos de acceso sí que están definidos.
La última de estas opciones se la empleada de manera mayoritaria por parte de los habitantes de Cahirn Ansay que no viven de la ganadería, el campo, o que no tienen la capacidad económica para poner un negocio propio dentro de las ciudades. Este es uno de los escenarios más comunes tanto en la propia sede central de La Orden como en algunas de sus sedes remotas, donde la economía de la zona está prácticamente supeditada a las actividades de La Orden.
Dependiendo de las sedes concretas, este tipo de dinámicas, así como los sueldos y los criterios de acceso acostumbran a estar sometidos a los criterios de los distintos equipos de dirección locales.
Al mismo tiempo, quienes entran a formar parte del servicio pierden casi de facto cualquier esperanza de pasar a formar parte de alguna de las actividades escolásticas.
En otro orden de cosas, el propio movimiento de miembros entre las distintas órdenes, pese a ser posible, es infrecuente. Más aún si este salto se produce desde una orden teórica hasta una pragmática o viceversa. Aún así, se han llegado a dar este tipo de casos en estudiosos que fracasaron, no congeniaron con el equipo de gestión del momento, o descubrieron su auténtica vocación de manera tardía mientras ya formaban parte de en una de ellas para encontrar más adelante un porvenir brillante en otra.

La Orden es percibida de diferentes maneras dependiendo del territorio en el que se encuentre. Su popularidad en cada lugar depende en gran medida de su historia allí, así como de los organismos concretos que se han ido implantando dentro de la zona a lo largo del tiempo, o de su relación con los estamentos del poder y el pueblo. Es por esto que la afluencia de nuevos voluntarios hacia las filas de La Orden están enormemente condiciona en gran medida a partir de todas estas causísitcas.
Mientras que lugares como Saliria Los Naturistas y Los Tecnólogos son las órdenes que más solicitudes reciben para su incorporación, en territorios menor receptivos hacia el conocimiento científico puro como pueda ser Goord, donde su presencia se encuentra fuertemente controlada, son Los Teólogos o Los Constructores quienes tienen una mayor aceptación. Por otro lado, en Menetia, donde su presencia se encuentra muy afianzada y cuenta con una sólida alianza tanto con el Vim Ubar como con la Escuela de Sunrath, el abanico de intereses demostrado por sus ciudadanos es notablemente más amplio.

Agentes y funcionarios

En un estado intermedio entre los aspirantes a formar parte de La Orden y los miembros pertenecientes a alguno de sus estamentos científicos, se encuentran los agentes libres y los funcionarios. Los primeros son trabajadores que sólo realizan trabajos a tiempo parcial para La Orden. Transportistas y guías locales que colaboran en las exploradores, mujeres y hombres de armas que las acompañan durante sus desplezamientos, artesanos o estudiosos locales que llegan a acuerdos temporales para realizar alguna tarea concreta.
Dentro de estos colaboradores ocasionales también se encuentran los agentes compromisarios. Una segunda categoría compuesta por tanto por agentes libres que han acordado priorizar los encargos de La Orden por encima de la de otros clientes, así como por individuos que trabajan regularmente para la organización en las expediciones de investigación sin pertenecer a ninguno de sus suborganismos.
Si bien hay mucha gente que desempeña este tipo de labores, estos compromisarios están obligados por un contrato formal de colaboración. Dependiendo del nivel de compromiso que hayan aceptado, su disponibilidad para atender las necesidades puntuales de la organización varía, así como la cuota fija que reciben de la organización en compensación por los trabajos que pueden llegar a perder o abandonar cuando son llamados.

Por otro lado se encuentra el personal remunerado que cumple funciones burocráticas y administrativas sin pertenecer oficialmente a ninguno de los estamentos oficiales. Pese a que se encuentran contratados por la orden de los Tecnócratas, no son considerados miembros de pleno derecho dentro de la organización. Este tipo de ocupación no es compatible con ningún otro trabajo, ya sea dentro o fuera de La Orden. Salvo que abandonen estos puestos no pueden convertirse en iniciados y, oficialmente, el hecho de haber realizado trabajos como funcionarios tampoco es tomado en cuenta a la hora de demostrar otro tipo de valía. Al mismo tiempo, no pueden aspirar a ninguna de ventajas de ser un miembro de pleno derecho, como el alojamiento, la manutención, la financiación para sus proyectos o la posibilidad de escalar dentro de la jererquía.
A pesar de que el reglamento interno no reconoce o atribuye ningún valor a los aspirantes por el hecho de haber pertenecido a alguno de los cuerpos de funcionarios, esto no evita que las personas concretas hayan establecido algún tipo de vínculo durante ese tiempo con alguno de los responsables que va a juzgar sus proyectos de acceso. De la misma manera, el conocimiento que hayan podido obtener sobre alguno de sus superiores también puede llegar a ser utilizado como una herramienta para hacer presión.

Las órdenes principales

El núcleo central del Yishin Amat está compuesto por los Oxiarcas de las quince órdenes mayores. Las razones para pertenecer a este grupo, así como los requerimientos para su membersía no está condicionada únicamente por criterios económicos, sino que también depende enormemente tanto de su aportación al conocimiento colectivo, como de los intereses particulares y puntuales del Omniarca del momento, la situación geopolítica que se esté viviendo a nivel global, o a las intrigas y luchas por el poder que son una constante dentro de la organización.

Con la llegada hasta la cúpula del poder de los distintos equipos de dirección, a lo largo de sus diferentes etapas las prioridades de la Orden han ido variando enormemente. Aquellos “Guardianes del Conocimiento” que han tratado de dejar su impronta, ya sea creando o pugnado por el establecimiento de nuevas órdenes, no siempre lo han hecho movidos por razones altruistas. La segmentación de las funciones de una orden ya existente puede llegar a tener una serie de implicaciones difíciles de prever, igual que la ampliación de los campos de estudio o acción de La Orden. No se trata de una mera cuestión de orden interno, sino también de cómo puede ser percibido este movimiento desde el exterior.
Este tipo de cambios dentro de la jerarquía, de la misma manera que han sido útiles para tratar de modernizar la organización de acuerdo a los requerimientos surgidos de los tiempos cambiantes, también han sido necesarios para mantener su relevancia dentro del gran esquema geo político, adelantándose a las posibles necesidades de sus actuales y futuros clientes. La adaptación a cada nuevo cambio que les ha tocado vivir ha sido una de sus herramientas más poderosas que les han permitido seguir siendo vigentes pero, en ocasiones, también ha sido causa, tato de cara a los disconformes de su interior, como ante los ojos de los diferentes gobiernos, de una cierta sensación de improvisación, inestabilidad o ha generado la impresión de la total carencia de un plan viable a largo plazo para el futuro de la organización.
Al mismo tiempo, el fomento de unas áreas del conocimiento concretas en detrimento de las anteriores, también ha causado el abandono de algunas de las mentes más brillantes que poseía la organización en momentos concretos. Ya hayan venido estas pérdidas provocadas por un sentimiento de discriminación, de egos desmedidos y no atendidos por uno o ambos lados, de afrentas personales, cuando no directamente por traición hacia la persona o los ideales de La Orden, algunos de estos fracasos han pesado tanto como para llegar a implicar un cambio en el gobierno de la organización.

De este marasmo de situaciones, influencias y debacles, a lo largo de los siglos. Órdenes de distintas longevidades de las que, a su vez, han ido surgiendo cientos de nuevas sub-órdenes, cuerpos especiales o, una vez más, nuevas órdenes surgidas a partir de cualquiera de estos organismos. No todas ellas han perdurado, ya que algunas de ellas sólo han durado tanta como sus impulsores para, a continuación, ser desmanteladas por los sucesores de quienes las crearon, o para terminar siendo asimiladas por alguna otra con un campo de estudio similar al suyo.
A nivel jerárquico y administrativo, más allá del abandono de los descontentos, esto también ha llevado al surgimiento de diversos y serios problemas organizativos.

Las luchas internas no son infrecuentes, tanto las que están basadas únicamente en la búsqueda del poder como las que derivadas de cuestiones más difusas. En aquellas basadas únicamente en la ambición, decidir qué órdenes forman parte del Yishin Amat, y tratar de redefinir cuáles deben ser las escuelas troncales de la organización pueden servir para deshacerse de un enemigo político, o aupar a un aliado que aún carece de la influencia como para apoyar un plan de acción concreto. Por otro lado, ya sea como excusa o por motivos estrictamente teóricos, también abundan las luchas puramente filosóficas; aquellas que tratan de determinar la necesidad de incluir según qué disciplinas y áreas de estudio dentro del organigrama global independientemente de la ventaja económica o estratégica que puedan aportar a La Orden dentro del gran esquema de poder e influencias.
Al mismo tiempo, más allá de las discusiones acerca de la importancia o el rango que debe tener cada una de ellas, o de la necesidad de su misma existencia, otro de los grandes debates es el que comprende aquellos ámbitos de estudio que se solapan ellas. En ocasiones, estas diferencias no se basan tanto en razones objetivas sino que, directamente están sustentadas sobre matices que se encuentran apoyados sobre meros aspectos semánticos. Este tipo de debates, pese a ser menos frecuentes que los anteriores, también han consumido en momentos concretos gran parte de los recursos de la organización, sólo para terminar en la mayor parte de las ocasiones sin una resolución clara.

En aquellas sedes de La Orden que se encuentran más allá de las fronteras de Cahirn Ansay, estas luchas internas no suelen tener apenas repercusión en el organigrama general, pero esto tampoco convierte las situaciones que se viven allí en algo sencillo. Por otro lado, estas mismas organizaciones satélite también han acostumbrado históricamente a ser la fuente de nuevos cismas o a formar y consolidar alianzas no aprobadas previamente por el Yishin Amat.

Si bien es cierto que, de cara al pueblo, la orden de los Cronistas es la que goza de un visibilidad y reputación más sólidas, esto se debe principalmente a motivos puramente históricos. Internamente, y por razones puramente pragmáticas, el poder de este grupo de estudiosos es muy limitado. En otro orden de cosas, y quizás debido a la naturaleza de quienes entran a formar parte de estas organizaciones, pese a que los integrantes de las ordenes con predominancia teórica acostumbran a tener un participación menor en las luchas por el poder político, esta actitud difiere cuando la lucha impacta en los presupuestos y recursos dedicados a sus investigaciones.

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