¿Qué es Daegon? I

¿Qué es Daegon? I
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Daegon es una suma. El cúmulo de una sucesión incontable de instantes y situaciones, un punto indeterminado dentro de una espiral finita.

Tras tu viaje a través de los textos que preceden a este, a buen seguro aún te seguirás preguntando ¿Qué es Daegon?
Y esa es una muy buena pregunta. Una que trataremos de comenzar a responder a continuación, pero cuya resolución no es sencilla.

Los muchos aspectos de Daegon

Y esta respuesta no es sencilla porque Daegon son muchas cosas. A lo largo de las distintas secciones que componen este portal utilizaremos este nombre para referirnos a distintos conceptos. Ideas que, si bien se encuentran íntimamente relacionados, atienden a propósitos y aspectos muy diferenciados.

Para empezar, y como ya habrá quedado claro por lo leído hasta este momento, Daegon es el nombre que utilizaremos para referirnos al juego que tienes ante ti en sí mismo. Pero esta, si bien se podría considerar una respuesta válida, sólo es una de las múltiples acepciones a la que hace referencia este término.

Más allá de la utilización de este nombre para referirnos al juego y la ambientación, también lo utilizaremos para referirnos a un mundo; el planeta del que serán originarios una gran parte de los personajes cuyas historias serán desarrolladas y narradas durante las aventuras que tengan lugar en su interior.
La extensión de cuanto abarca este concepto va desde lo más colosal hasta lo íntimo, ya que, a lo largo de los textos que irás leyendo, verás también que utilizamos este apelativo para referirnos al la suma de todas las realidades que coexisten en caótica armonía, a uno de los continentes que existen en este mundo, o a la persona que ostentó por primera vez esta denominación. Una mujer a partir de la cual todos los demás fueron bautizados.

Pero sus distintos significados no terminan ahí. Dentro de este mundo, la forma bajo la que son percibidos estos elementos no es ni ha sido jamás homogénea. Cambia de acuerdo a la persona, el momento o el lugar en el que ha sido utilizada esta palabra, de la misma manera que cambia según el contexto en el que ha vivido del receptor del mensaje.

En el nivel que nos es más cercano se encuentra Daegon bajo la forma de un planeta que orbita alrededor de un sol. Como un mundo habitado por otra humanidad. Como un lugar en el que vivir aventuras que, en parte, podrían tener lugar en nuestro propio hogar, pero cuyos contextos no son los mismos que los nuestros.

En otro de estos niveles el de Daegon adopta el aspecto de un universo que ha sido conquistado por los ancestros de esa humanidad. Donde su presencia se ha extendido por otros mundos y niveles de existencia. Donde el mismo concepto de la humanidad también ha cambiado con el paso de las eras. Donde, por más que el recuerdo de este pasado haya desaparecido de la mente de quienes hoy habitan este mundo, su legado perdura más allá de sus fronteras.

En un tercer nivel se encuentra lo abstracto. Las entidades que, en sí mismas, dan forma a la realidad y que han presenciado todo esto. Unos conceptos para quienes la eternidad es algo finito, y la humanidad y su historia apenas son una mota o un parpadeo en la inmensidad de sus cuerpos. Para quienes apenas existe diferencia entre el principio y el fin.

Porque tanto el mundo como la realidad en la que está ubicado son lugares vastos y antiguos. Ni sus formas están compuestas de manera exclusiva por materias o elementos tangibles, ni la manera en la que entienden su propia existencia tiene relación alguna con la de quienes se encuentran en su seno.

Las formas de todo lo que existe sin fluidas y, ni ellas ni quienes forman parte del todo son entidades estáticas. Tanto ellas como sus habitantes, el más nimio de sus componentes o los axiomas que los han gobernado han sufrido distintas alteraciones a lo largo de las eras.
El azar y el cambio son fuerzas que siempre han estado muy íntimamente ligadas a este cúmulo de conceptos. Fuerzas que quienes existen en su interior han tratado de comprender y dominar con distintos niveles de éxito.

Daegon es al mismo tiempo cada una de estas partes por separado y la resultante de todos estos factores mencionados hasta el momento. Incluye lo mundano y lo etéreo, lo mezquino y lo altruista, lo cotidiano y lo excepcional. Cualquiera de estos aspectos pueden ser utilizado en conjunción o por separado, cualquiera hibridación entre ellos es algo válido. Las historias que se creen en su interior pueden tener lugar en cualquiera de estos niveles.

Si bien es cierto que la mayor parte de este libro estará dedicado a mostrar Daegon desde el punto de vista de quienes viven en su interior, no es menos cierto que el resto de niveles también serán presentados con un cierto nivel de detalle.

Se mostrarán sus distintos aspectos y formas de acuerdo a puntos de vista y contextos. De la misma manera que no existe como un ente estático, cada una de las culturas que lo han habitado lo han percibido y entendido de manera sesgadas, algo de lo que no han estado exentos sus pobladores más brillantes.
Se tratará de hacer hincapié en las distintas perspectivas de las culturas que lo pueblan y poblaron, en mostrarlo desde diferentes niveles de parcialidad. Debido a este hecho y la poca fiabilidad de estos narradores, de manera independiente a la supuesta objetividad o certeza con la que sean expuestos sus argumentos, ninguno de ellos logrará proporcionar una imagen completa del conjunto. En ocasiones esta falta de rigor vendrá dada por la propia ignorancia de la fuente pero esta no será la única causa del error. En otros casos la parcialidad será algo intencionado, un mensaje interesado, una cortina de humo. Detrás de cada historia y cada descripción siempre se encuentra una infinidad de capas de sesgos, por lo que su validez estará delimitada por quienes hayan participado en la narración o plasmación de esos fragmentos de su historia.

Así pues, su utilización y múltiples significados estarán ligados al contexto de lo que se esté tratando en cada momento.

Daegon como concepto

Pero Daegon es mucho más que su etimología y su forma. Detrás de él también existe un fondo. También existe unos hechos demostrables, las causas de la que devienen las consecuencias que se han consolidado bajo la forma del presente. Es una suma compleja, sí, pero no una incognoscible. Detrás de todo esto existe una verdad objetiva que también será expuesta.

Esto no quiere decir que las historias que no se ajustan a ella sean necesariamente falsas. Como ya hemos dicho, las leyes que gobiernan este cúmulo de realidades han cambiado a lo largo de las eras, por lo que la realidad del ayer puede ser algo impensable en la actualidad. Existe una verdad objetiva, sí, pero esta, al igual que el universo en el que se encuentra enclavada, tampoco es estática.

Algunas de estas distintas verdades serán presentada y explicitadas como tales en distintas secciones. En unas ocasiones se podrá llegar a dar el caso de que algunas de ellas entren en conflicto con las anteriores, en otras, las versión parcial de estas verdades que ha logrado extraer la humanidad será más sencillas de comprender o o cómodas en su aplicación. En el largo plazo, por más que se explicita la veracidad de un hecho, quien tiene la última palabra acerca de la validez de cualquier hecho, ley universal o motivo será el director de juego.

La mutabilidad de este concepto no tiene límites o normas. A lo largo del tiempo, no sólo han cambiado los axiomas universales, sino que en mayor o menor medida, cada pequeña partícula de cuanto compone el todo se ha visto sometido a ella. Cada cambio ha acarreado sus propias consecuencias. Cada consecuencia, a su vez, ha sido la fuente de nuevos cambios. Dentro de este ciclo incontrolable quizás la humanidad haya sido la consecuencia cuyo origen ha desencadenado un mayor número de alteraciones en el orden previo. Uno serie de cambios de cuyas repercusiones ni siquiera ella ha quedado exenta. Quizás su forma no ha cambiado en exceso a lo largo de las eras, pero el propio concepto de la humanidad sí que se ha visto sometido a distintas alteraciones en su misma esencia.

Al igual que ha sucedido con las que han afectado a la humanidad, no todas las repercusiones de cada cambio han sido algo drásticas o perceptibles a simple vista. De la misma manera, estos tampoco son algo frecuente sino que se trata de eventos altamente infrecuentes, de excepciones y no de la norma. Una posibilidad, sí, una herramienta, pero nunca una obligación.

Daegon es un concepto anciano. Lo es en cada uno de sus aspectos que lo componen. Algunos de sus elementos, como pueda ser el mundo, pueden ser medidos de acuerdo a distintos criterios. Se pueden establecer sus dimensiones o dictaminar el momento de su nacimiento millones de años en el tiempo, pero estos valores y criterios no pueden ser aplicados al conjunto global, el Todo, ya que ni su edad ni su tamaño pueden ser medidos.

Porque existió un instante infinito previo al comienzo, una existencia absoluta que lo aglutinaba todo anterior al nacimiento del tiempo o la realidad. Un punto inicial de cuya fragmentación surgió todo lo demás.

En el terreno de lo abstracto, cuando hablamos del azar y el cambio como fuerzas motoras de la realidad no nos referimos a conceptos conscientes de sí mismos. En su forma más pura, sus designios no pueden ser controlados o anticipados. No hablamos de entidades capaces de percibir o comprender a la humanidad o de seres con las que esta pueda interactuar o negociar de igual a igual.
Algunos de sus aspectos menores sí que podrían encajar de manera parcial en esas categorías, pero la capacidad que poseen para afectar al gran esquema, pese a superar con creces a la de la humanidad, es aún irrelevante.

Así pues, no existe intención bajo los grandes cambios. No existe un plan. Los grandes cambios que ha sufrido el universo han sido el resultado de los movimientos espasmódicos e involuntarios de entidades cuya masa conceptual se encuentra profundamente intrincada en toda la existencia. De abstracciones para quienes la suma de todo tiempo y espacio no son sino unas partes ínfimas de su ser.

Pero, por más ignorantes que sean de esto, sus movimientos han impactado de distintas maneras a todo aquello contenido bajo ellos. Cuando esto sucede, sus secuelas de se han dejado sentir a lo largo de toda la existencia.
Como el árbol que se desploma en un bosque sin nadie que escuche o contemple su caída, algunas realidades han sido barridas de la existencia, o alteradas de tal manera que se han convertido en algo totalmente diferente. La ausencia de entidades en su interior capaces de formar ideas o recuerdos ha hecho que, de manera retroactiva, la forma y fondo de esas realidades siempre hayan sido así. Que lo que un día fue, no sólo nunca vuelva a ser, sino que haya sido totalmente borrado.

Pero no todas las porciones de realidad están habitadas por conceptos tan frágiles. En aquellas capas del Todo en las que existen la humanidad y otras entidades poseedoras de unas características y maneras de entender su entorno similares a la suya, el recuerdo es un arma de doble filo.
No todos los roces entre estas grandes abstracciones han tenido como resultado algún cambio dramático pero, cuando así ha sido, las mismas bases sobre las que se sustenta el concepto de la vida tal y como la conocemos se han visto cuestionadas.

A lo largo de las eras la humanidad se ha visto expuesta a estos grandes cambios en tres ocasiones pero, tanto la forma en la que esta se ha hecho presente en cada una de estas ocasiones, como las consecuencias que han devenido de las mismas han sido muy diferentes.
Estos grandes cambios no les han afectado únicamente a ellos sino que, otros conceptos poseedores de una inteligencia similar, por más lejanos que se encuentren física, intelectual o axiomáticamente, tampoco han logrado salir indemnes de todos estos cambios.

Los recuerdos de los primeros tiempos de la humanidad; aquellos que vieron surgir a los progenitores de los pueblos de la actualidad, no han logrado sobrevivir hasta la actualidad ni siquiera bajo la forma de leyendas. A pesar de esto, aún queda uno escaso número de supervivientes de aquellos días. Unos pocos seres que conocieron vieron nacer a Daegon, la mujer, y que contemplaron cómo salvó a toda la realidad aún a costa de su vida.

Sí que se guardan registros de los tiempos que existieron entre la primera gran catástrofe y la segunda, pero la manera en la que son interpretados por los estudiosos ha creado una miríada de pasados divergentes. No todo el conocimiento del pasado ha sido perdido pero, gran parte del que se ha logrado preservar, no deja de ser una reliquia inútil. Porque no sólo la humanidad ha cambiado, sino que, como ya decíamos, también lo han hecho una gran parte de los principios sobre los que se apoyaba aquel saber.
Por más que la humanidad que sobrevivió y sucedió a quienes padecieron el segundo gran cambio lograse comprender los textos de sus predecesores, parte de la verdad en la que les tocó vivir era otra. Gran parte del conocimiento científico y los datos objetivos que recordaban o que se encontraban plasmados en los textos permanecían siendo ciertos, pero el cambio mínimo que se había producido los convertirlos en algo que quedaba totalmente invalidado.
En muchas ocasiones fue necesario volver a descubrir el funcionamiento de las leyes básicas desde cero, ya que discriminar qué partes de lo que se sabía continuaba siendo cierto se demostró una tarea imposible. Más aún sin disponer ya de la tecnología que se había construido gracias a aquel conocimiento.

El saber se volvió mito o algo peor, una promesa vacía. Sólo algunos aspectos parciales de este conocimiento perdido han llegado a ser descubiertos de nuevo por los habitantes de Daegon pero, de manera independiente a las pruebas que se hayan podido aportar, la duda acerca de su validez aún permanece en la mente de los más reaccionarios.
En unas ocasiones el supuesto conocimiento objetivo se encuentra más cercano a lo que pretende explicar pero, en ocasiones, las explicaciones que se encuentran al funcionamiento de la realidad es un mero acercamiento erróneo con resultados casualmente afortunados. Una especulación más peligrosa que útil, un mito sustentado únicamente sobre unos resultados imprecisos.

Así pues, la verdad en Daegon es algo sujeto al momento. Lo que un día fue cierto no tiene porque ser válido en las eras posteriores. La naturaleza de la realidad en la que existe es cambiante, algo que afecta a todo cuanto se encuentra contenido en ella.
Pero ni todos los cambios que tienen lugar en sus territorios son catastróficos, ni la aparición de cada uno de ellos tarda millones de años en producirse. De la misma manera, no todos ellos afectan a todos los aspectos de la existencia, sino que gran parte de ellos quedan circunscritos a pequeños territorios de su masa conceptual.

Como concepto Daegon es algo maleable. Lo que pueda haber sido no tiene porque condicionar a lo que será. Pero, de la misma manera, que pueda cambiar no implica que deba hacerlo o que estos cambios sean una constante absoluta.
Puede ser un lugar extraño o uno anodino, el punto de encuentro de lo ultraterreno o un remanso de estabilidad. El tono, la presencia de lo extraño o la estabilidad de la realidad, al igual que se mencionaba anteriormente, dependen por completo de las decisiones del director de juego.

Esto no quiere decir que Daegon sea algo genérico o una tabula rasa carente de personalidad propia. Cuenta con un trasfondo detallado, una historia rica y una gran variedad de culturas, pero estas no están ahí como losas inmutables, sino para servir a los intereses de quienes los usarán.
Se espera que su presencia sea una ayuda, una guía para quien quiera seguirla, y unas meras indicaciones para quien desee moldearla de acuerdo a su visión o intereses. La ambientación siempre debería estar supeditada a las necesidades de quienes van a usarla, nunca a la inversa.

A lo largo de los textos que se dedicarán a glosar su trasfondo se diferenciará de manera explícita aquellos datos que se consideran “canónicos” y aquellos que se suponen “subjetivos”, pero la decisión final acerca de lo que es o no cierto siempre recaerá sobre los mismos hombros.

Se ha tratado de crear un entorno vasto y coherente. Un universo rico y variado en el que se aúnen los elementos necesarios para desarrollar cualquier tipo de tramas, tonos, géneros y estilos de juego.
Se presentará con un cierto nivel de detalle su pasado, pero es el momento al que se ha denominado como su “hoy” al que más esfuerzo se ha dedicado. Aún así, si le resulta más interesante alguna de las eras remotas, se anima a quien llegue hasta aquí a utilizar cualquier momento del pasado que se presenta aquí como el punto de partida de sus aventuras.

Si bien se da total libertad a quien vaya a utilizar Daegon, se recomienda que todas estas decisiones que se vayan a tomar estén meditadas. Si se quiere utilizar esta u otra ambientación como algo de largo recorrido es conveniente tener un conocimiento moderado de hasta qué punto afectan los cambios que se van a hacer al gran esquema de las cosas que se presenta. Antes de tomar decisiones que vayan a alterar alguno de los elementos que se presentan aquí es conveniente el hacer una lectura de todo el material disponible.

Más allá de que esta sea una ambientación abierta en la que se han dejado huecos para que cada director ejercite su creatividad, se ha realizado un esfuerzo para crear un entorno sólido. Por más cambiante que pueda ser la realidad en la que existe este mundo, la situación presente es una consecuencia directa de los eventos del pasado. Mientras que cambiar algunos sucesos no tendría porqué suponer un cambio significa dentro del resto del material, rastrear las repercusiones en el esquema global derivado de alterar otros podría suponer una gran cantidad de trabajo.
Esto no quiere decir que no se recomiende el alterar esos momentos claves, todo lo contrario. Cuando más se cambie más propia se hará la ambientación y más se disfrutará de ella, lo único que se trata de advertir con este comentario es que, de hacerse, se haga con un objetivo concreto en mente y una idea clara del punto al que se quiere llegar.

Daegon como ambientación de rol

El manual en el que te encuentras te presentará la información de acuerdo a distintos criterios, puntos de vista y niveles de detalle.

Por más grandilocuente, formal o pretenciosa que puedan llegar a parecer su introducción o los textos que encontrarás más adelante, el enfoque de las historias que se creen en Daegon, con ellos no se aspira a condicionar el tono o temática en su utilización. Estas características dependerán únicamente de las inquietudes de quienes se dispongan a crearlas.

A lo largo de sus secciones se podrán encontrar vidas que se prolongan a lo largo de milenios, y pequeñas historias intimistas. Eventos más grandes que la vida misma y sucesos cuya repercusión no excede al habitáculo en el que han tenido lugar.
No existe una metatrama colosal que lo englobe todo sino que existen millones de relaciones, ambiciones y planes que, por más que en ciertos momentos pueden llegar a entrar en contacto, poseen sus propios cursos de acción independientes.

Esto no quiere decir que no existan tramas que puedan desembocar en repercusiones globales. Al existir historias que se mueven dentro de los tres niveles que mencionábamos al principio, el desenlace de algunos de ellos podrían llegar a suponer el fin de toda la existencia. De cualquier manera, cuando algo se mueve a ciertos niveles, el mismo concepto del tiempo pasa a ser algo secundario. Los ciclos en los que se mueven las grandes abstracciones son más cercanos a las eras geológicas que al lapso de vida de una persona o una cultura.

Existe una trama cuyo inicio se remonta hasta el comienzo del mismo tiempo, y cuya conclusión tendrá lugar en el fin de estos pero, salvo que así lo desee el director, y por más que algunos hechos acaecidos en tiempos recientes estén relacionados con esta historia, la consecuencia final de estos eventos tendrá lugar dentro de miles o millones de años.

Con todo esto tratamos de decir que Daegon en su conjunto ni es ni pretende ser un lugar cuya totalidad se pueda explicar en unos pocos párrafos. No se ha buscado la homogeneidad en su creación, sino más bien todo lo contrario. El tratar de dotarle de diversidad supone un complejidad añadida a la hora de presentar una imagen de conjunto. Al igual que sucede en nuestro mundo, cada elemento es coherente dentro de su contexto, pero algo que puede resultar inverosímil para quien procede de otros parámetros culturales, y todo esto representa un problema a la hora de explicar de manera sencilla sus características.

Cada uno de los niveles de realidad que se han ido mencionando están formados por distintas capas y contextos y, si bien es cierto que el gran esquema la imagen puede llegar a ser comprensible con mayor facilidad, cuando más acercamos la vista del mundo de los humanos todo se vuelve más complejo.

Así pues, la existencia de historias como la de la línea argumental que acabamos de mencionar puede dar la impresión de que ese es el tema central del mundo, cuando no es ese el objetivo con el que ha nacido. Por más que será presentada con mayor detalle más adelante, sólo es un elemento más del gran mosaico. Un elemento importante sin duda, pero algo que, tal y como está planteado, apenas tiene impacto en el día a día de los habitantes de Daegon.

Obviamente, si ese es el tono que se quiere dar a las aventuras, se puede potenciar este aspecto concreto. Su utilización puede servir para dar una cierta sensación de coherencia temática al conjunto, pero un uso descontrolado de este puede llegar a limitar enormemente su diversidad temática y tonal de las aventuras volviéndolas algo hasta cierto punto predecible.

Su propia naturaleza y lo colosal de sus proporciones, irónicamente, hace imposible que todas las vidas, culturas o conceptos se vean afectadas por ella en todo momento. Al igual que ha sucedido con el resto de eventos cataclísmicos, el lapso de tiempo que separa cada uno de sus movimientos es enorme y para que los jugadores se vean inmersos en ella deberían cumplir una serie de papeles muy determinados y ciertamente arquetípicos.
Este y otro tipo de posibles acercamientos se tratan en la sección de preparación de aventuras.

Por otro lado, la intencionada carencia de una cultura predominante o un personaje alrededor de quien construir el hilo conductor hace que el vector de entrada hasta este mundo sea complicado.
Para tratar de suavizar este primer contacto se ha ubicado en su interior una serie de culturas que poseen una cierta similitud con pueblos que han existido en el pasado de nuestro mundo. Culturas cuya función pretende ser la de resultar un entorno más cercano para los jugadores a la hora de comenzar a familiarizarse con este nuevo entorno.
Aun así, esto tampoco debe llevar a equívoco. Los paralelismos con nuestro mundo están ahí y sus rasgos comunes se presentan de una manera bastante explícita, pero no son algo absoluto. Estas diferencias en unas ocasiones serán más evidentes que y en otras más sutiles.
Gran parte del contenido de esta ambientación está dedicada a describir a la humanidad que habita en Daegon. Un concepto que no deja de ser muy similar a nosotros y a la que, a pesar de que es imposible escapar a las referencias de lo que ya existe, se ha tratado de dotar de elementos identitarios propios. Elementos que, en mayor o menor medida, vienen dados por las particularidades del entorno en el que existen.
Se ha tratado de dotar a cada una de ellas de su propia personalidad. De unas razones propias que aporten a cada lugar, cada persona y cada historia su razón de ser. No se ha tratado de ser rompedor a este respecto, por más que si qué se haya buscado una cierta originalidad en el conjunto.

Se pretende que Daegon sea algo inabarcable. Que en su interior siempre quede alguna historia por contar, algún territorio por descubrir, alguna verdad absoluta por refutar. En él no vive una humanidad sino muchas. Todas ellas han sido marcadas por sucesos que no pueden tener lugar en la realidad en la que vivimos nosotros. El resultado total no es la suma de las partes presentadas aquí, sino que es algo mucho mayor.

El suyo es un universo extraño a la par que cercano. En él hay elementos y fuerzas que, por más que parezcan funcionar igual que en el nuestro, pueden encontrarse movidas por otros mecanismos.
El nivel de extrañeza no deja de ser una herramienta más a usar durante las aventuras. Algo con lo que recordar a los jugadores que no importa lo que crean ver o entender. Que no están en la tierra o en este universo.

Esta mecánica cósmica no pretende acercar al universo de Daegon a ningún género literario concreto, sino proporcionar al director de los medios para que pueda adaptar el tono y el ambiente a lo que se adapte mejor a lo que esté buscando. Medios para que no se limite a una única temática y, en cada momento, pueda recurrir a otros tonos sin que por ello tenga la necesidad de forzar la lógica interna de lo que está contando.

Estas recomendaciones no atienden a reglas estrictas o a directrices absolutas, sino que, por diseño, Daegon es un entorno sumamente maleable. Las causas diferenciados de este funcionamiento no son algo que no toma la forma de números o tablas, sino se encuentran integradas dentro de la metafísica de este universo. Estas diferencias pueden ser obviadas o encontrarse presentes de manera explícita en las aventuras. Su objetivo es siempre el de ser algo útil, nunca un impedimento.

Obviamente, integrar todos estos elementos sin que se noten las costuras requiere de un trabajo previo y una cierta planificación. En multitud de ocasiones la plausibilidad poco tiene que ver con lo cierto, y necesita de una o varias capas de apariencias. Sin el debido cuidado, lo falso resulta más creíble que lo real o lo coherente, y un movimiento mal calculado puede dar al traste con lo construido con anterioridad. Toda herramienta necesita de un proceso de aprendizaje antes de ser utilizada de manera ágil y precisa.

Más allá de los consejos que se darán a este respecto durante la sección de preparación de aventuras, cada una de las aventuras que irán apareciendo tratarán de adaptarse a distintos géneros.
No pretenden ser tanto una guía del tipo de historias que se pueden contrae en Daegon como una manera de mostrar esta diversidad temática.

De la misma manera, cuando se describan sus culturas se podrá ver como, pese a las anteriormente mencionadas similitudes existentes con nuestro mundo, la razón ulterior para su existencia bebe también de otras fuentes.
El foco de este manual se encuentra centrado en tratar de dar visibilidad y explotar esa variedad, no en recomendar un estilo de juego concreto. De la misma manera que trata de ser agnóstica a cualquier sistema de juego, Daegon como ambientación, al mismo tiempo que trata de evitar un encasillamiento tonal o temático, pretende que en su interior puedan convivir todos ellos.

Daegon como mundo de ficción

Dentro de los múltiples aspectos que componen Daegon, lo tocante a su condición como mundo de ficción es el que tiene una mayor predominancia. A su vez, este aspecto está compuesto por otra multitud de elementos. Para dar comienzo a esta descripción dividiremos esta descripción en dos grandes bloques; el mundo como contenedor físico, y la diversidad cultural de quienes lo pueblan, pero estos elementos no pueden tratarse de manera separada ya que son aspectos de este mundo que, en mayor o menor medida, se encuentran íntimamente entrelazados. Así pues, empezaremos con esta descripción de manera separada para ir estableciendo estos vínculos según vamos desarrollando este tema.

- El mundo

Podríamos empezar diciendo que Daegon es un planeta de unas dimensiones similares alas de la Tierra. Un mundo en cuya superficie, al igual que sucede en el nuestro, coexisten grandes masa de tierra con enormes extensiones de agua. Siguiendo con las equivalencias, podríamos decir que por encima de sus mares sobresalen tres grandes continentes, seis islas-continente de distintos tamaños y miles de archipiélagos. Pero en este punto haremos hincapié en la primera de las diferencias existentes entre Daegon y nuestro mundo.
De estas tres grandes masas de tierra sólo una de ellas se encuentra en contacto con la corteza planetaria, estando las otras dos suspendidas sobre los océanos de este mundo. En el caso de las islas-continente esta proporción se invierte, siendo sólo una de ellas la que se encuentra desligada de las placas tectónicas del mundo.

Ninguna de estas masas es uniforme en sus dimensiones o su elevación y, la extensión de estos cuerpos flotantes es tan vasta que, encontrándose lo que podríamos considerar como su parte central o “habitable” elevadas a varios kilómetros de altura, algunas partes de su totalidad se encuentran parcialmente sumergidas en las aguas que se hayan bajo ellas.

Este hecho en sí mismo, de existir tal cosa, no es el estado natural del mundo ya que, a lo largo de las edades de este universo, la composición y disposición de los territorios de Daegon ha cambiado ostensiblemente.

En el pasado lejano, cuando ya la humanidad se encontraba presente sobre este mundo, sólo existió una única gran superficie continental de tierra sobre las aguas. Una masa que fue fragmentada por el efecto de distintas fuerzas hace eones. De la dispersión de las demarcaciones que componían aquel territorio primigenio surgieron dos grandes continentes y cientos de islas de distintos tamaños. Fragmentos que, si bien continuaron con el movimiento asociado a las placas tectónicas, permanecieron relativamente estables durante millones de años.

Pero los cambios sobre la superficie o las profundidades de Daegon no terminaron con este hecho. Aquel no fue sino uno de los muchos cambios que ha padecido este mundo.
El que quizás sea más significativo de todos ellos, y que entronca de manera directa con su actual situación, si lo comparamos con el anteriormente mencionado, llegaría hace poco tiempo ya que, debido a otra serie de acontecimientos, uno de estos grandes continentes desapareció de su superficie hace aproximadamente cuatro milenios.

Las grandes masas flotantes que existen en la actualidad sobre Daegon son lo que queda de aquel continente desaparecido. Unos territorios que ha regresado en tiempos recientes bajo la forma de estos colosos que habitan ahora sus cielos. En esta ocasión, al referirnos a la cercanía temporal no lo hacemos de una forma relativa, ya que su llegada se produjo hace menos de una década.

Así pues, esta disposición de los territorios es algo aún extraño para todos. Hasta ese día, cientos de generaciones de la humanidad sólo habían conocido la existencia de un único continente, aquel que comparte su nombre con el mundo. El único que ha permanecido anclado en esta realidad desde el origen de este planeta.

Aun así, y como ya hemos dicho, estos no han sido los únicos cambios que ha sufrido el mundo desde el principio de los tiempos. De la misma manera, por más relevancia que hayan podido tener aquellos sucesos que han provocado un mayor impacto a escala global, estos no son los únicos que han supuesto algún tipo de cambio en el mundo o sus habitantes. No todo lo que sucede tiene lugar dentro del espectro de lo visible y, la influencia de ciertos eventos en apariencia menores o que han pasado totalmente inadvertidos, han supuesto una serie de consecuencias más profundas sobre los territorios que se han visto afectados por ellos.

Por un lado, estas no son las primeras o las únicas masas flotantes que existían sobre la faz del mundo. Antes del momentos de su llegada ya se podían divisar nueve islas que sobrevolaban los cielos del continente. Un número que se ha visto incrementado tras la reciente llegada de las nuevas masas de tierra que han acompañado al continente perdido a quien un día pertenecieron.

Por otro, existen otra serie de territorios poseedores de características anómalas de otra clase. Estos territorios podrían incluir desde la antinaturalmente colosal y elevada cordillera que lo cruza de norte a sur y cuya formación se remonta a los primeros movimientos de las masas terrestres, hasta pequeñas extensiones de tierra o mar cuyo funcionamiento está gobernador por leyes incompatibles con la física convencional de los territorios que las rodean.

Pero dentro de las particularidades de este mundo no todo se debe al fluir natural y fortuito del los eventos que conforman esta realidad. Si bien las masas polares de este planeta también poseen unas dimensiones similares a las que poseyó nuestro mundo hace siglos, estas ubicaciones son más que meros polos magnéticos. En sus centros geográficos se encuentran situados sendas construcciones que se elevan hasta más allá de la estratosfera.
Construcciones irregulares aposentadas sobre un núcleo cilíndrico de varios kilómetros de diámetro en cuyos extremos superiores se apoya un anillo que rodea todo el planeta. Una construcción humana del pasado al que sirvieron como ancla y eje rotacional. Un artefacto inerte de cuya existencia y naturaleza no son conscientes ni siquiera quienes lo contemplan. Su misma existencia es desconocida por una gran parte del mundo mientras que, para aquellos cuyos cielos surca, sólo es una parte más de su firmamento que siempre ha estado ahí. Algo que, ante la incapacidad de los estudiosos para explicarlo, han asumido como un fenómeno natural más o una muestra de poder de una entidad mayor.

Obviamente existen otras particularidades geográficas en este mundo. Elementos que ayudan a definir su singularidad, pero serán detalladas con mayor detenimiento en textos posteriores.

- Sus habitantes

Independientemente de su origen, todas estas grandes masas de tierra se encuentran habitadas por distintos conceptos inteligentes de los cuales, si bien la humanidad es el que se encuentra más extendido por toda su superficie, no es ni el más antiguo ni el más poderoso.

En el momento que hemos determinado que sea el punto de inicio de las aventuras, las distintas civilizaciones que habitan Daegon se encuentran en momentos de desarrollo muy dispares. Su conocimiento acerca del entorno en el que existen, así como el saber relacionado con las causas y consecuencias de los recientes sucesos evoluciona a distintos ritmos, pero se encuentra aún muy lejos de alcanzar a aquel que llegó a poseer en la antigüedad.

Tratar de trazar una equivalencia entre su nivel de conocimiento y el nuestro no es es algo sencillo. No existe homogeneidad a este respecto. Los niveles de conocimiento, las estructuras sociales que existen en él y las civilizaciones que pueblan este mundo son incontables.
Aun así, realizando un acercamiento a muy alto nivel, diremos que, mientras que en algunas de aquellas naciones más civilizadas podríamos decir que se encuentran en un punto intermedio entre los niveles alcanzados desde los días de la ilustración hasta los albores de la industrialización decimonónica, en el extremo opuesto de la balanza tendríamos a culturas que aún no dominan la agricultura o la forja.

Entre ambos extremos existe una diversidad inabarcable. Un conjunto de pueblos que no serán aquí tratados en su totalidad, dejando siempre espacio para que los directores, si así lo desean, creen sus propias culturas o estructuras sociales.

Aun así, dentro de esta disparidad se podrían trazar lineas que uniesen aspectos concretos de las maneras de ser de algunas de ellas con las de ciertos pueblos de nuestro pasado. Estos casos no pretenden ocultarse y están ahí para que sirvan de ayuda a quienes se acercan de nuevas a este mundo. Con ellos se pretende darles un punto de partida que les pueda resultar familiar de alguna manera porque, por más que en un primer acercamiento el comportamiento de estos pueblos de todo tipo y condición nos pueda resultar familiar, los caminos que han recorrido para llegar llegar esos momento de sus culturas han sido distintos a los que conocemos.

A grandes rasgos las bases del comportamiento humano no difieren del nuestro; los grupos de gente que componen las distintas etnias están afectados por sesgos, tabúes y tropos que les llevan a recelar de lo nuevo o lo distinto pero, en Daegon, dependiendo del territorio, lo extraño es algo que adquiere un significado diferente. Es un concepto que no sólo atiende a criterios meramente sociales, culturales o de género. Las dinámicas que se han establecido entre lo humano y lo que no lo es, entre lo que podemos considerar extraño o normal, es algo en constante estado de evolución a todos los niveles.

En ocasiones estas diferencias son una mera cuestión de matiz. Lo frecuente no tiene porque equivaler a lo normal. El mero hecho de ser conocedor de un dato no siempre implica su comprensión o asimilación. La cercanía o el trato con entidades para quienes la existencia supone un estadio diferente al humano no garantiza su entendimiento. Y eso es algo que no se aplica de manera exclusiva a los conceptos no humanos.

De la misma manera, la proximidad axiomática no garantiza la unidad. Cada uno de los conceptos no humanos con los que la humanidad ha cruzado su camino ha sido recibido de diferentes maneras. Cada caso es algo único y, mientras que las primeras apariciones de algunos conceptos extraños fueron amistosas, en otros casos esta incomprensión mutua ha hecho que estos primeros acercamientos hayan desembocado en conflictos. No importa que, en muchos casos, las diferencias existentes sean mínimas, lo que ha llevado a cada cultura en cada momento a considerar al vecino como un igual o algo diferente, como un antagonista o un aliado, han sido factores en ocasiones triviales. Discrepancias en la concepción de un única idea. Las interpretaciones arbitrarias que se asumen como objetivas han sido con frecuencia lo que ha provocado que cualquier discrepancia eleve su dimensión hasta hacerle alcanzar el rango de afrentas irreconciliables.

La humanidad no es el único concepto en cuyas filas existe disensión. En ocasiones por razones implícitas en su propia naturaleza, en ocasiones debido a la influencia del entorno, la entidades inteligentes con las que convive también han desarrollado sus propias luchas contra el otro, contra lo distinto, contra lo extraño que hay entre ellos mismos.
Aun así, por más que sus luchas étnicas estén sustentadas sobre discrepancias a la hora de plantear su propia naturaleza o sobre visiones divergentes que se puedan llegar a dar acerca del universo en el que existen, la misma base conceptual sobre la que se basan la gran mayoría de estos conceptos tiende a ser única.

Esto es así de manera indiscutible en el caso de la Humanidad. Sin importar las diferencias superficiales que se puedan llegar a presentar, el núcleo adaptativo que todos ellos poseen es común. Un núcleo que ha permitido a cada uno de los pueblos de Daegon adaptarse a gran parte de las particularidades de sus respectivos entornos y de lo que se encuentra más allá de estos.

- Los recién llegados

No existe unanimidad a la hora de categorizar a las mujeres y hombres con los que la humanidad ha tenido contacto. Dependiendo de ciertos criterios, algunos de los estudioso de Daegon no consideraran a estos componentes de la humanidad como entidades pertenecientes a su misma esencia. Dado lo en ocasiones subjetivo de este concepto, dependiendo de los criterios seleccionados, esta sería una afirmación cierta.
Pero están equivocados.

Si bien las diferencias que existen a nivel fisiológico entre los recién llegados y quienes han habitado desde su nacimiento en este mundo pueden ser mínimas, sus culturas los convierten en algo a todas luces extraño. Una duda y una distinción que es bidireccional.

Esto no quiere decir que, por más imperceptibles que puedan ser muchas de ellas, estas diferencias sean irrelevantes. Toda su existencia ha tenido lugar en una realidad dominada por otros principios. Un mundo en el que, en muchas de sus ubicaciones, no existe un horizonte. Un universo sin estrellas, sin día o noche, sin sol o estaciones, sin océanos que surcar.
A pesar de sus similitudes con los habitantes de Daegon, a pesar de que sus ancestros nacieron en él, el mundo al que han llegado es un entorno totalmente alienígena para ellos. La mera comunicación entre estos recién llegados y los habitantes nativos de Daegon aún se encuentra en un estado muy primario, en sus primeros y complicados pasos.

En gran medida, las diferencias entre quienes siempre han habitado en Daegon y ellos no pueden ser percibidas a simple vista y difícilmente podrían ser catalogadas como tales, pero son las que suponen un mayor problema a la hora de que se logre el entendimiento. La separación axiomática a la que se han visto sometidos quienes habitan en otros mundos u otros niveles de realidad rara vez son algo obvio. La carencia de sol les ha dotado de tonalidades de piel nunca vistas, al igual que lo atenuado de la presencia de conceptos como el frío, el calor o los cambios bruscos de temperatura.
Por más presentes que se encuentren estas diferencias en su apariencia, es la forma en la que se han integrado en su forma de ser, en la manera en la entienden su misma existencia o la de su entorno lo que supone la mayor barrera. Quienes, como los recién llegados, siempre han habitado en otros niveles de existencia, se ha sometido a influencias inimaginables en Daegon o en nuestro mundo.

- Los conceptos no humanos

Como ya hemos indicado, la Humanidad no es el único concepto poseedor de inteligencia que existe en Daegon, aunque sí que es el que ha pugnado con mayor fuerza por ser quien marque la línea base de lo que significa esta característica.
Dentro de este mundo convive con otra suerte de entidades capaces de comprender su propia existencia, aunque la materia de la que están compuestos, la forma en la que se perciben a sí mismos y su entorno, o sus necesidades no tiene relación alguna con las humanas.

Gran parte de estos conceptos son entidades únicas, consecuencias fortuitas de casualidades cósmicas irrepetibles, pero también se ha llegado a dar casos, como fue el de la humanidad, en los que el resultado ha tenido una escala o una proyección diferentes.
El universo es vasto, por lo que, por más excepcional que pueda ser la posibilidad de estos casos, su número no es algo determinado. Aun así, la posibilidad de inteligencia no garantiza que quienes tienen este potencial lo desarrollen de la misma manera que la humanidad. Si sumamos a esto la misma inmensidad de toda la existencia, aunque se llegase a producir un número elevado de coincidencias, la posibilidad de que sus caminos se crucen es algo inferior a lo excepcional.

A grandes rasgos podríamos hablar de cuatro conceptos que, no sólo tienen o han tenido contacto con la humanidad, sino que también han sido capaces de establecer algún tipo de vínculo con ellos. La relación de cualquiera de estos conceptos no ha sido sencilla, habiéndose logrado sólo con uno de ellos la consolidación de una comunicación basada en la existencia de unas percepciones similares de su propia existencia.

Más allá de estos cuatro conceptos existen otras entidades con este potencial con las que la humanidad también ha tenido contacto, pero su separación axiomática es tan grande que la forma en la que ha evolucionado esta característica en ellos hace que, por más que se hayan logrado pequeños resultados aislados, la comunicación y mucho menos una relación estable sea algo muy improbable.

- Los Mayane Undalath

El primer concepto del que hablaremos tiene su origen en esta misma realidad pero, como ya veíamos en el caso de los recién llegados, la cercanía axiomática no garantiza el establecimiento de una comunicación fluida. Algo que, en el caso de los Mayane Undalath, vuelve esta posibilidad algo aún más remoto.

No existe duda a la hora de clasificar a este concepto como algo diferente a la humanidad. Pese a compartir ciertas características, pese a haber sido capaces de crear nuevos conceptos híbridos a partir de su unión, las diferencias que existen entre ellos son difícilmente salvables.

De los cuatro conceptos que hemos mencionado, este es el único que no sólo provienen de esta realidad sino que, una gran parte de sus componentes, también es originaria de este mismo mundo.
Su presencia en Daegon es previa a la aparición de la propia humanidad, pero la manera en la que se relacionaban con el mundo era muy distinta. Su hogar se encuentra en las entrañas de los mundos que les dieron a luz. No son formas de vida surgidas de manera espontanea como fruto del azar, sino
entidades diseñadas con un propósito específico.

A lo largo de las eras la humanidad le ha atribuido varios nombres, siendo este por el que nos hemos referido a ellos uno de los más conocidos. Un nombre cuya traducción más aproximada sería la de “guardianes durmientes”. Porque ese es el estado en el que se encuentran gran parte de los suyos.

Aunque esto no siempre fue así. En el momento de su primer despertar, este se produjo en tres ubicaciones diferentes de Daegon, siguiendo a estos los que tuvieron lugar en la luna que orbita a este planeta y en el sol alrededor del que giran ambos. Estos mundos son sus hogares y sus progenitores, los lugares en el que descansan sus hermanos. Los siete picos.
Antaño poseyeron una civilización inalcanzable y, en gran medida, incomprensible para la humanidad, algo que cambió y evolucionó tras su encuentro con estos, y cuyos vestigios ni siquiera han perdurado en la memoria de quienes pueblan hoy Daegon. Sólo una de sus grandes ciudades, de los siete picos, ha perdurado hasta la actualidad, pero esta se encuentra en las profundidades de las simas oceánicas de este mundo, y su población se reduce a un único habitante.

Son seres sin una forma definida pero capaces de adquirir cualquier rasgo que necesiten. Un concepto sin sexo o género, sin necesidades intrínsecas más allá de la de cumplir con su misión. Fueron algo que nació como un arma, como un mecanismo de defensa creado por esta realidad para defenderse de lo que se encuentra más allá de sus fronteras. Como tales, carecían de la capacidad para crear nueva vida por sí mismos, aunque sí que comprendían el valor de esta. Una comprensión que les llevó a plantearse su propia naturaleza, a comprender que ellos también formaban parte de la vida, que su existencia y la de sus hermanos no eran elementos desechables, que ellos también importaban, que eran dignos de ser protegidos. Una serie de descubrimientos que les llevó a plantearse nuevas preguntas que moldearían las distintas maneras en las que llevar a cabo su tarea y que llevaron a algunos de ellos a concluir que también podían existir valores que se encontraban por encima de esta.

En el pasado, cuando los siete picos se encontraban en ebullición, su número fue muy elevado. Surcan los cielos de Daegon y el espacio que se encuentra más allá descubriendo las maravillas del universo. Comprendiendo aquello que amaban por encima de todas las cosas de manera instintiva.
La fascinación que sintieron por la humanidad tras su surgimiento fue tal que no sólo los consideraron como sus iguales, sino también como sus superiores en ciertos aspectos. De la curiosidad que heredaron de ellos se estableció algo mucho más profundo que una mera alianza, ya que de su unión surgió el primero de los conceptos híbridos nacido en Daegon. Una herencia genética que forma parte del legado que ha acompañado a una pequeña parte de la propia humanidad.

Pero su camino no sólo se cruzó con el de la humanidad, sino que también conocieron a otros como ellos. A los hijos y guardianes de otros mundos. Conceptos junto a quienes lucharon y murieron durante el primer gran conflicto que se produjo en esta realidad.

A pesar de que durante la crisis reciente se produjo el tercero de sus despertares, su número en la actualidad es muy escaso, no llegado al medio centenar la cantidad de ellos que han decidido permanecer fuera de su lugar de reposo.
Aun así, dada la escala en la que se produjo su participación en este conflicto, su presencia apenas fue percibida por los habitantes de Daegon.

Entre sus miembros se encuentran los habitantes más antiguos de este mundo, llevando seis de ellos despiertos desde los tiempos previos a la aparición de la misma humanidad. Aun así, cuando se mueven entre los pueblos de Daegon lo hacen bajo la apariencia de individuos anónimos de cada una de estas etnias.

En aquellas culturas en cuyo folclore se menciona a los Mayane Undalath, en gran medida lo hacen dentro de sus mitos, pero estos pueblos no los perciben como seres a los que adorar sino como un paso intermedio entre lo etéreo y lo físico. Elementos de un pasado muy lejano y ficticio que jamás existió, pero poseedor de algunos rasgos ciertos.

- Los Jonudi

Al contrario que los conceptos de los que hemos hablado hasta ahora, los Jonudi no provienen de esta realidad. Su origen no es lejano sólo en cuando a lo físico sino también en lo conceptual. Su origen se encuentra ubicado dentro de un concepto que tradicionalmente no se le podría considerar como algo vivo o capaz de albergar nada en su interior; la oscuridad primaria. Un concepto que incluso dentro de Daegon se confunde con la nada, el vacío o el final de todas las cosas.

Pero no es así. La oscuridad, Jonund, es uno de los conceptos primarios que conforman el Todo. Quizás el único que tiene un contacto directo con todos los demás. Un concepto que, dentro del gran conjunto de las cosas entre las que existe Daegon, es un sensible y susceptible a la influencia de todo lo que entra en contacto con ella.

Antaño los Jonudi formaron parte de este concepto. Existieron en el lugar que atravesamos cuando cerramos los ojos, en el camino a través del que viajamos hasta llegar al subconsciente, cuando recordamos o pensamos en aquello que no está ante nosotros. No sólo se encontraban en estas encrucijada, sino que ellos eran el canal a través del que se llega hasta los recuerdos, los sueños y las pesadillas.

En su entorno nativo no sólo carecían de forma o materia, sino que tampoco eran poseedores de emoción, motivo, sueños propios o consciencia de su propia individualidad, pero la influencia de la humanidad y otros conceptos sobre su hogar hizo que algunos de ellos desarrollasen algunas de estas características. Que se separasen de Jonund para volverse entidades individuales. Conceptos distintos de aquel al que pertenecieron o a los que les habían influido.

Se convirtieron en criaturas híbridas entre la entidad de la que un día formaron parte y todo concepto capaz de albergar recuerdos o emociones. En su nueva condición ya no podían habitar el seno de Jonund pues habrían sido reabsorbidos por sus antiguos hermanos, pero tampoco eran capaces de continuar con su existencia dentro de gran parte del resto de los territorios axiomáticos.
El periplo de estos nuevos conceptos llevó a la formación de nuevos grupos, a la seguridad que ofrece la comunidad, el estar junto a otros que comparten la visión que uno posee de su propia existencia. Su búsqueda de hogares condujo a cada uno de estos grupos hasta diversos territorios conceptuales intermedios. Lugares que comunican con las dos realidades que les crearon.

Pero, incluso dentro de estos grupos, tampoco existe uniformidad en la manera en la que todo ellos entienden la realidad. Con el paso del tiempo han tratado de amoldar las distintas realidades que habitan para que se adecuen a sus respectivas visiones. Estas dimensiones tiene leyes propias, lugares que, igual que sucede dentro de la propia Daegon, condicionan y ponen en peligro su misma existencia. Condiciones que les han llevado a desarrollar su ciencia aunque, al igual que sucede con la humana, el alcance de esta se encuentra íntimamente ligado al lugar en el que ha sido concebida.

En su lucha contra el entorno han construido distintos tipos de edificaciones en los que cobijarse. Edificaciones estáticas como sus ciudadelas y domos o móviles como los kalaash. Lugares seguros a través de los cuales continuar con su exploración. Edificaciones a través de cuyos interiores han logrado establecer una vía de acceso y comunicación con Daegon.
En el interior de estos lugares mismo espacio carece de sentido, y el tiempo es una localización física, aunque no una estática cuyo camino pueda ser mapeado. La capa material de Daegon colinda con algunos de estos territorios y construcciones, aunque no todos ellos se encuentran ubicados sobre la superficie del planeta.
Para entidades incorpóreas y eternas como son los Jonudi, estos conceptos son percibidos de una manera diferentes, pero el acceso de la humanidad hasta estos lugares es muy peligroso.

La comunicación con estas entidades siempre ha sido complicada y tendente a los malentendidos. Carecen de sentidos tal y como los entendemos, y su interacción con lo que les rodea se basa por entero en la manera en la que sus formas, movimientos y pensamientos resuenan dentro de las distintas capas de la oscuridad.

A lo largo del tiempo se han producido distintos conflictos entre la humanidad y ellos. Altercados de distintos niveles motivados en gran medida por la dificultad de comprender la naturaleza del otro, pero esta relación ha ido cambiando gracias a la predisposición y el empeño que han mostrado miembros concretos de ambos conceptos.
Aun así, de cara al pueblo llano siguen formando parte de la mitología. Allí donde no se hayan sus Domos, su mención se utiliza en los cuentos con los que se asusta a los niños, o el las historias alrededor de una mesa en las que se narran relatos que se pretenden fantásticos. En ocasiones estas historias están basadas en hechos reales, pero se pretende que nada de aquello pasó.

También existe un concepto híbrido surgido de las primeras interacciones entre la humanidad y los Jonudi. Al igual que sucede con los Mayane Undalath, los Jonudi son incapaces de crear nueva vida. Carecen de la posibilidad de ampliar su número. Pero, al contrario que estos, los Jonudi no sólo no tienen materia física sino que su lejanía axiomática impide que puedan crear nueva vida junto a la humanidad.
Los Yuunraeh, el concepto híbrido surgido de ambos no fue algo voluntario ni intencionado sino fruto de la casualidad. Un accidente que provocó el primer conflicto entre ambos conceptos. Un fruto de aquella incomprensión inicial que también forma parte de la herencia genética de la humanidad.

- Los Kesari

Si ya de partida tanto los Mayane Undalath como los Jonudi, pese a sus más que obvias y en ocasiones insalvables diferencias, comparten ciertas características con la humanidad, los Kesari se encuentran en el espectro opuesto a ella.
Allí donde el hogar de la humanidad y plano natal de Daegon es azar y cambio, la misma naturaleza conceptual del hogar de este tercer concepto inteligente es su opuesto.
Kestra, el nivel de realidad hasta el que se vio arrastrado el continente de Nargión, es precisión, estatismo y orden; el opuesto axiomático de Daegon. De la misma manera, sus moradores fueron la máxima expresión de estos principios, un concepto antagónico a lo que representan la humanidad o los Mayane Undalath.

Al igual que los Jonudi, los Kesari son eternos y carecen de corporeidad pero, ahí donde los primeros son fluidos, los segundos son monolíticos. En origen fueron seres inmateriales cuya misma esencia era inalterable. Una condición que se vio alterada tras la aparición de la humanidad en su hogar.

Pero aquel movimiento no fue algo unidireccional. A través de la misma grieta por la que se filtró una parte de Daegon en Kestra, parte de la materia conceptual de esta realidad fue arrastrada hasta Daegon.

A pesar de lo antagónico de sus naturaleza, una pequeña parte de este axioma logró sobrevivir en Daegon. Una pequeña parte que quedó fragmentada y que, gracias a esta nueva condición, logró crear su propio lugar habitando en los lugares en los que otras realidades más afines entran en contacto con esta.
Aun así, no salieron indemnes del choque axiomático. Lo estático cambió. Quedó impregnado por la naturaleza del lugar que había pasado a habitar. Pasó a comprender su nuevo entorno, a ajustar su percepción, a reconocer los patrones dentro del cambio, a adelantarse a su llegada y moverse junto con ellos. Porque lo preciso no posee una única única forma o cualidad.
Cada una de aquellas entidades supervivientes ha evolucionado a lo largo de estos cuatro milenios. Se han convirtió en seres únicos, en individuos. Se reconocen a sí mismos y a lo suyos, pero poco queda de lo que un día fueron.
Algunos de ellos han tenido una intervención significativa en momentos concretos de la historia de Daegon, pero la humanidad aún no ha sido capaz de desarrollar un método a través del que comunicarse ni mucho menos comprender sus acciones o su naturaleza.

Por el contrario, algunos de sus miembros sí que han logrado comprender lo que les rodea más allá de lo necesario para sobrevivir. Han desarrollado emociones complejas, simpatías, animosidades, necesidades y objetivos a largo plazo.

Junto al retornado continente de Nargión han llegado nuevos Kesari, nuevos fragmentos de la realidad de Kestra. El camino de los que no se han desvanecido tras el primer contacto será similar al de los primeros viajeros, un camino que no será más sencillo. Porque, por más que algunos de estos traten de ayudarles, aún queda mucho hasta que cualquiera de ellos desarrolle la capacidad para comprenderles.
No son como ellos sino algo distinto, al igual que los Jonudi, son conceptos que ya no pertenecen a su realidad nativa, pero cuya relación con su nuevo hogar tampoco es sencilla.

- Las Nivar

El último concepto del que hablaremos es quizás el que más similar resulta a la humanidad. Son originarios de esta realidad, su periplo vital es finito, poseen una forma física que evoluciona a lo largo del tiempo, diversas sociedades y culturas, así como una inteligencia y percepción de la realidad similares, pero esto no ha hecho de su relación algo más sencillo.
Proceden de Nayistra, un planeta lejano perteneciente a otro sistema solar. Sus primeros ejemplares fueron traídos hasta Daegon por los exploradores del pasado durante el segundo apogeo de la humanidad.

Son corpóreos, sí, pero su masa es dúctil, de una consistencia y textura similares a la del agua aunque algo más compacta. No pueden vivir sobre la superficie de este mundo durante mucho tiempo sin ayuda, sino que las condiciones necesarias para su subsistencia sólo se encuentran bajo las aguas de una de las costas del que fuese el gran mar interior de este continente.

A pesar de que carecen de algo similar a un sexo, los humanos se refieren a ellas utilizando el género femenino. Han sido dos los factores que han llevado a la humanidad a realizar esta asunción. Por un lado, cualquiera de sus componentes es capaz de engendrar nueva vida, ya sea entre ellas o de forma híbrida con otros conceptos. Por otro lado, cuando se encuentran fuera de su elemento natural, acostumbran a adoptar formas similares a las de sus interlocutores, pero dada su propia fisiología interna, y lo limitado de su capacidad adaptativa en el exterior, sus formas tienden a ser más similares a la femenina que a la masculina.

Aun así, carecen de ojos, boca u oídos. Al contrario que el los conceptos anteriormente citados, conocen el cansancio y pueden morir como causa del daño físico o la edad. Su alimentación es osmótica y su forma de comunicarse también está supeditada a esta característica. Si bien cuando se encuentran en su entorno natural pueden utilizar las corrientes marinas como elemento transmisor a grandes distancias, cuando se relacionan con la humanidad necesitan de contacto un físico directo y de alguien que sepa interpretar y responder a sus señales.

También poseen su propia ciencia. Han logrado desarrollar armazones que les permiten sobrevivir en la superficie durante más tiempo y han logrado dominar una de las grietas ubicadas en los territorios cercanos a sus dominios para viajar hasta el mundo del que provienen.
El trayecto hasta allí no es sencillo ni se encuentra libre de peligros, y aquel ya no es su hogar, pero los elementos que pueden extraer de la corteza submarina de aquel mundo resultan muy valiosos para su tecnología.

- El conjunto

Estos sólo son algunos de los elementos que componen el conjunto de los habitantes de este mundo pero, por más extraños que sean estas entidades o mayor que haya podido ser el trastorno que ha supuesto la llegada de cada uno de ellos hasta esta realidad, lo limitado de su número hace que el impacto que supone su presencia dentro del presente de este mundo se encuentre muy acotado.

A pesar de ser menos poderosos que estos conceptos de manera individual, el número y la tenacidad de la humanidad le ha llevado a dominar la superficie del mundo y, de manera inconsciente, ha sido su visión la que se ha impuesto, dictando lo que es y debería ser. Pero este no ha sido un camino sencillo.

Porque los conceptos externos no han sido los únicos que han cambiado tras su llegada hasta Daegon. Tanto las entidades nativas de esta realidad como el mismo concepto de la humanidad también se ha visto sometido a alteraciones a lo largo de las eras. No todas las formas de vida que comenzaron este viaje hace eones han logrado sobrevivir hasta el presente.
La forma en la que ha evolucionado la humanidad no ha sido sino un reflejo o una consecuencia directa de aquellos a los que se han visto expuestos su mundo, la realidad en la que está ubicado, y el conjunto de niveles de existencias de los que forman parte.
La humanidad es un concepto viejo, pero el mundo en el que vive y el universo que ha tratado de colonizar en diversas ocasiones lo son aún más.

Más allá del reciente y sumamente anómalo hecho que ha sido el regreso del continente perdido, la vida en el propio Daegon ha evolucionado de manera distinta a la de nuestro mundo. Su tránsito a través de las distintas edades de este universo no sólo ha sido complicado, sino que podría decirse que el camino que ha recorrido la humanidad en Daegon ha sido inverso al nuestro. La realidad en la que existen puede ser su hogar, peor no es su aliado.

El suyo ha sido un viaje agitado y peligroso. Uno que ha transcurrido desde su momento de mayor grandeza, alcanzado durante sus inicios, hasta la actual situación de incertidumbre e indefensión. Una travesía durante la que han atravesado largos periodos de tiempo perdidos, en los que la balanza sobre la que se sustentan su naturaleza no siempre ha oscilado a su favor, en la que en distintas ocasiones ha habitado los extremos de todo el espectro que engloban el concepto de la civilización.
Su evolución ha ido íntimamente ligada al desarrollo de los eventos de este universo, de la misma manera que, en ocasiones, este desarrollo ha llegado a estar condicionado por algunas de sus acciones. Ha pasado ya mucho tiempo desde la última vez que las acciones de la humanidad afectasen de manera directa al gran esquema, pero su mera presencia en los distintos niveles que habita es un recordatorio de todo lo que un día fue.

Aquello hechos sucedieron en un tiempo muy lejano. Tan remoto que, por más que algunos de quienes fueron partícipes de ellos aún continúan existiendo en la actualidad, su recuerdo ni siquiera han llegado hasta la actualidad bajo la forma de leyendas. Así pues, para los habitantes del mundo ahora Daegon sólo es un fonema, un término coloquial, una expresión hecha cuyo significado se pierde en las mareas del tiempo. Este nombre no es sino el atributo de un lugar, de un mundo, de un cuerpo celeste que orbita en un universo y una realidad distintas a la nuestra. Un mundo en cuyo interior muy pocos recuerdan de dónde proviene su mismo nombre.

En este presente la realidad es mucho más compleja y fragmentada que antaño. Las vidas son más breves y, como consecuencia de esto, también el conocimiento y la memoria se han visto mermados.
Los imprevisibles cambios que ha ido sufridos por la realidad aislaron a quienes colonizaron otros mundos y realidades condenándolos a un exilio forzado. Al igual que sucede con los habitantes de Daegon, pocos de quienes han logrado sobreponerse a todas las adversidades son conscientes del lugar de su origen como especie.

Los progenitores de la humanidad fueron todo aquello a lo que pueden aspirar sus descendientes, el máximo exponente de lo que puede llegar a ser este concepto. Seres inmortales con un conocimiento innato de lo que les rodeaba. Fueron los dadores de nombres. Quienes, con su voluntad, sentaron las bases de lo que es la realidad.
Igual que su apogeo fue brillante y duró millones de años, también fue fugaz ante sus ojos aún repletos de preguntas. Su declive, por el contrario, fue dentro y doloroso. La longevidad de las nuevas generaciones fue decreciendo de manera paulatina, y los progenitores contemplaron como sus hijos y nietos sufrían la senectud y la muerte. Una muerte de la que ellos tampoco fueron capaces de escapar. Porque, por más que el tiempo no hiciese mella en ellos, otras fuerzas sí que lograron superar sus capacidad de adaptación.

Muchos pensaron que con la desaparición de los primeros la humanidad estaría condenada, pero no fue así. Aquellas vidas más breves tuvieron como resultado ciclos más cortos. Nuevas generaciones que nacían más preparadas para vivir en el mundo que les aguardaba. Una adaptación que tenía un precio; el de la memoria.

Pero perseveraron. A pesar de las adversidades, a pesar de las recaídas, la humanidad prosperó de nuevo sólo para que el azar junto a sus propias acciones se lo arrebatase todo una vez más. Para caer hasta profundidades cercanas a las de la barbarie absoluta.

Aun así, a pesar de que algunas de que algunos de los territorios actuales de Daegon se haya revertido al barbarismo o las bajas cotas de civilización, la civilización sigue muy presente. A pesar de que sus vidas son mucho más breves, su número es cada vez mayor, y el esquivo conocimiento es un bien que continúa siendo atesorando por algunos de ellos.
De la misma manera que su número ha crecido, también lo ha hecho su diversidad. Se han adaptado a cada entorno y en cada localización han florecido culturas de lo más dispares. Como ya se mencionaba con anterioridad, algunas de ellas pueden recordar a las de los pobladores de nuestro mundo, pero otras apenas poseen leves rasgos que podamos asociar con lo que conocemos. Una diferencia que no ha hecho sino acrecentarse con los hechos recientes.

Porque, si bien la misma aparición de estas gigantescas masas flotantes ha sido uno de los eventos más extraño y globales que han acaecidos en los últimos milenios, sólo ha sido una de las múltiples consecuencias del azar que quia los movimientos cósmicos. Movimientos cuyas repercusiones dentro del gran esquema son inevitables y que quedan grabados de manera indeleble en esta y otras realidades. Consecuencias que no sólo han afectado a este mundo de forma estética sino que, en ocasiones, se manifiestan de manera mucho más sutil.

En esta ocasión los cambios han afectado principalmente al mundo físico de una manera perceptible, pero estas no han sido sus únicas repercusiones. La llegada de los continentes fue precedida por décadas de señales de aviso más o menos perceptible pero, una vez consolidada su presencia en este mundo, este aún se está adaptando a su regreso.
Gran parte de la zona costera del continente se vio sometida a cambios bruscos. Desastres de todo tipo que cambiaron su orografía de forma drástica, y cuyas consecuencias aún no han terminado. Muchas vidas se han perdido y muchas más se pueden perder todavía. Porque no sólo las rutas que conectan algunas de las naciones han sido alteradas, sino que algunos de sus territorios por entero han quedado aislados en esta y otras dimensiones. No sólo los nuevos territorios son lugares llenos de misterio por descubrir, sino que también aquellos más cercanos deben ser localizados de nuevo. La extensión completa de sus efectos aún está por ser identificada y cuantificada.

Ha sido un suceso infrecuente y terrible pero, a pesar de que puede haber sido percibido así por quienes lo han padecido, uno que no puede llegar a considerase como extraño dentro del ciclo del universo. Una anomalía que ha traído de regreso hasta su realidad nativa a los territorios que le fueron arrebatados por otro suceso de características similares hace milenios. Un evento como otros tantos cuyos efectos secundarios que, sin haber sido percibidos o comprendidos por quienes los han padecido, han conformado esta realidad hasta traerla al punto en el que se encuentra en el presente.

A grandes rasgos Daegon es, a día de hoy, un mundo nuevo para todos quienes viven en él. Afortunadamente, el ámbito en el que se han presentado la parte más significativa de los cambios provocados por los sucesos recientes han tenido lugar en la composición material del mundo, dejando inalterados en esta ocasión los territorios de lo metafísico. Un dato que, por más que en apariencia pueda parecer baladí, tiene una relevancia mayor de la que se le podría atribuir.

Cuando esta proporción se ha desequilibrado hacia el lado contrario en eventos similares que tuvieron lugar en el pasado lejano, gran parte de la ciencia y el conocimiento que atesoraban sus estudiosos dejaron de ser válidos. Parte de aquella información se conserva, pero los resultados de su aplicación variaron y, toda tecnología desarrollada sobre aquellos principios, dejó de funcionar.
Aun así, esto no implica que la información que poseen tanto los habitantes nativos de Daegon como los recién llegados acerca de su propio mundo no deban ser actualizados.
Si existe una única y gran verdad esta es la que afirma que los territorios axiomáticos no se reparten por toda la realidad de la misma manera.

Pero, a pesar de todos estos cambios, los habitantes de gran parte de los territorios de Daegon ya han regresado a un estado de aparente normalidad. Sin importar la presencia de los nuevos conceptos y lugares, el grueso de la humanidad hace ya tiempo que volvió su mirada hacia el hoy, hacia la supervivencia diaria, hacia sus deseos y necesidades más inmediatas.

Si bien la presencia de los nuevos territorios ha supuesto un vuelco significativo en el día a día de los estudiosos, exploradores, quienes han visto desaparecer sus hogares, o los gobernantes, el impacto de su llegada ya se ha diluido para gran parte de quienes tienen que trabajar con sus manos para ganarse la vida.

Los conflictos armados hace ya tiempo que retomaron su fragor y ahora se han extendido hasta los territorios que se han visto más afectados por el reciente desastre. Las intrigas y las búsquedas del poder a cualquier precio nunca cesan. Porque, por más que muchos lo nieguen, la civilización y la barbarie no son caras opuestas de la moneda.

Este es a grandes rasgos Daegon, el mundo en el que habitarán los personajes. Un lugar en él que se pueden encontrar elementos que se ajusten a narrativas de todo tipo.
Lo convulso y lo fantástico de lo acaecido durante los últimos años puede ser el caldo de cultivo ideal para el descubrimiento de todo lo que ha cambiado, pero esto no evita que lo cotidiano siga su curso.

Daegon como parte del Todo

Pero más allá del mundo existen más elementos utilizables en las aventuras. Como ya se ha dejado constancia, Daegon no es un planeta aislado de todo lo que existe a su alrededor. Forma parte de un conjunto mayor. A su alrededor gira un satélite y, ambos en sintonía, orbitan alrededor de un sol. Nada nuevo hasta aquí.

Pero ese sol y esa luna son elementos con características propias y diferenciadoras. Como ya se ha mencionado con anterioridad, antaño, junto con Daegon, fueron el lugar de nacimiento de un Mayane Undalath. Tanto sobre su superficie como en su interior se libraron batallas contra conceptos provenientes de otras realidades. Batallas en las que también participó la humanidad y donde se decidía mucho más que su propia supervivencia.

A su vez, este sistema solar en el que existe Daegon sólo es uno más entre muchos. Convive junto con los conjuntos de estrellas que conforman otras galaxias. Galaxias muchas de las cuales hace eras fueron colonizadas por por los habitantes de Daegon. Galaxias en las que también surgieron otras formas de vida capaces de percibir el universo como la humanidad. Conceptos que engloban a las Nivas, pero de la que estas sólo son una pequeña muestra.
En estos lugares también surgieron otras civilizaciones. De pueblos ya extintos o que acaban de florecer. De conceptos que, pese a no haber cruzado aún su camino con el de los habitantes de Daegon, pueden estar cercanos a alcanzar ese logro.

Pero esta capa física que hemos comenzado a describir sólo es una de muchas. Porque, a su vez, este universo se encuentra dividido en distintos niveles de realidad. Una infinidad de capas axiomáticas a partir de cuya interacción surgen las leyes que gobiernan su funcionamiento. Que dictaminan los posible, los improbable y lo imposible.

Pero todas estas capas también forman parte de algo mayor. La suma de todas ellas conforma el plano de Daegon. Uno de los seis planos cuya materia conceptual se encuentra entrelazado con otros conceptos. Con el principio y fin, el origen y el momento en el que todo termina. Con el lugar de tránsito de todas las cosas; Ilwarath. Todos ellos junto a estos conceptos conforman el Todo. Todos ellos juntos fueron una porción ínfima del concepto primigenio; de Avjaal.

Pero ni siquiera aquí termina nuestro viaje. Porque más allá del Todo se encuentra la Nada. La no existencia. Lo que no quedará una vez que se extinga el último vestigio de cuanto compone el Todo. Los vestigios de Avjaal que ya no existen.

Cada uno de estos planos tiene sus propios habitantes y sus propias historias. Cada uno de ellos fueron antaño los conceptos primarios que se separaron de Avjaal. Un conjunto de axiomas que, tras la separación de su origen, no han dejado de cambiar. La materia conceptual que antaño representaron aún resulta predominante en su interior, pero la interacción con el resto ha hecho que esta varíe a lo largo de los eones.

Porque las divisiones que separan a cada uno de los planos no son algo absoluto. Cada plano de realidad es en realidad una porción del Todo, pero no un ente aislado. Existen grietas en su materia, territorios metafísicos que los comunican. Todo lo demás es una consecuencia de la interacción de estos fragmentos. Conceptos menores, sí, pero más complejos que cada una de las partes que les dieron origen.

En cada uno de estos conceptos menores, de estos territorios conceptuales en las que se solapan las esencias de estos fragmentos, se forman miles de territorios intermedios en los que los axiomas de cada uno de ellos tratan de imponerse. Ahí es donde nacen las dimensiones. Lugares de una naturaleza fluctuante. Conceptos con distintos niveles de inestabilidad sometidos a la constante influencia de los axiomas provenientes de los planos a los comunican.

Así pues, Daegon sólo es uno de una infinidad de mundos. Forma parte de un ecosistema complejo en constante cambio, un cambio del que es origen, ya que esa es la naturaleza axiomática de su plano natal.

Esta miríada de mundos, galaxias, dimensiones, realidades y planos se encuentran poblados por conceptos de todo tipo. Desde entidades carentes de forma material pero capaces de comprender su propia existencia, hasta seres que, a pesar de que podríamos considerarlos como entidades vivas, el concepto de la vida tal y como lo entendemos es algo que les resulta incomprensible.

De entre todos estos conceptos, será el de la humanidad el que ocupará una mayor parte de la información que encontrarás aquí. El grupo al que pertenecerán los personajes cuyos caminos dirigirán los jugadores.
La humanidad que no es sino una mera consecuencia accidental de la unión de diversos conceptos. Una casualidad en apariencia irrelevante para el devenir de la misma historia que, contra todo pronóstico, ha terminado siendo la artífice de los algunos de los cambios más drásticos que esta ha sufrido. Lo que comenzó como un grupo disperso de seres sobre la superficie de un pequeño mundo ahora se encuentra esparcida por todos los niveles de la realidad, pero no sólo eso. Quienes fueran una mera consecuencia fortuita ha terminado por albergar en su seno la clave para determinar su propio destino, el de los inmortales y el de los mismos conceptos.

La base axiomática de la humanidad es la suma de todos los conceptos que componen la realidad. Una rara casualidad que no se ha vuelto a producir Es quizás por esto que puede llegar a ser el más desestabilizador de los conceptos que existen.
A pesar de su aparente insignificancia, poseen la capacidad de cambiar el curso del tiempo o de crear nuevos conceptos, de la misma manera que pueden influir o alterarlos a los ya existentes. Aún así, a pesar de ser los poseedores de todo este potencial, desconocen que en su mano está el poder para crear un nuevo futuro. Porque el tiempo es un concepto finito. Algo que llegará a su inevitable fin, un hecho que llevará de manera irremediable a la conclusión de la vida misma.

Nada de esto quiere decir que su vida sea sencilla, todo lo contrario. Millones de años de división y fragmentaciones han provocado que la definición de este concepto se encuentre en constante debate. La individualidad es al mismo tiempo uno de sus hechos diferenciadores y la fuente de una parte significativa de sus problemas. La fuente de sus mayores avances y la causa de los retrocesos más dramáticos.
Al igual que hicieron unos ancestros de los que ya nada saben, ellos tratan de organizar su entorno de acuerdo a lo que son capaces de percibir, obviando que su comprensión siempre es parcial o interesada. Confunden lo que desean con lo que puede o debe ser. Inventan su propias reglas a la hora de tratar de explicar o comprender aquello con lo que conviven. Tan sólo son capaces de atisbar una pequeña proporción de la auténtica escala de la existencia, pero se atreven a afirmar que son poseedores de verdades absolutas y objetivas. Son, en definitiva, humanos.

Esta es una verdad compartida por todos aquellos que comparten su visión de la realidad. Un hecho que no se limita a las gentes que viven en el interior de los continentes de este mundo, sino que se encuentra extendida a lo largo de todos los niveles de existencia que han poblado.

Todo concepto tocado por la humanidad, o en la que esta ha despertado la curiosidad, poseen unas características similares a las nuestras pero, al igual que sucede con la naturaleza de la realidad en la que habitan. No importan las diferencias axiomáticas o las similitudes o diferencias cosméticas.
Pero no hay que dejarse engañar por esto. Por más que la manera en la que comprenden su propia existencia y el universo que los rodea puedan ser equivalentes a las nuestras, el contexto en el que les ha tocado vivir ha condicionado aquello que puede ser considerado normal. Como ya se ha dejado entrever al hablar de los conceptos no humanos, existen diferencias que son insalvables.

Si bien es cierto que estos todos estos aspectos externos al hogar de la humanidad no serán tratados con un excesivo detalle, sí que se sentarán unas bases sólidas sobre las que explicar cómo han afectado, afectan y pueden llegar a afectar a Daegon. No todos los elementos que se enumeran en estas páginas son de necesario para la elaboración de cualquier aventura en su interior.

Como ya se indica con anterioridad, no se pretende con esto que estos aspectos de la ambientación deban ser ignorados o minusvalorados. Están ahí para ser utilizados ya sea de manera puntual o habitual. La ciencia ficción, lo extraño o el terror en todas sus formas también forman parte de Daegon, temas estos que también serán tratados en los consejos y las aventuras que aparecerán publicadas.

La decisión de ubicar a Daegon dentro del concepto primario del cambio no es algo casual. El ser este el origen de la humanidad le ha dotado de dos características que no muchos conceptos poseen; la adaptabilidad y la capacidad de moldear su entorno.
Quizás la humanidad, como concepto, carezca de atributos o atribuciones tan colosales o trascendentales como los de otras entidades y abstracciones pero, por más hostil que pueda ser una nueva realidad con la que entren en contacto, pueden llegar a existir allí donde pocos son capaces, ya sea en su plano de origen o fuera de él.

Por más alienigena que pueda ser el destino de su viaje, no sólo tiene la posibilidad de adaptarse al entorno y sobreponerse a este choque axiomático que supone el contacto con lo nuevo, sino que también tiene la posibilidad de imponerse en él. De lograr que sea una porción de esa entidad quien cambie. Una posibilidad que aumente cuanto mayor es su número en ese lugar.

Aun así, esta simple posibilidad en sí misma no garantiza nada. Cuando moldea un nuevo entorno, la humanidad no se limita a arrastrar aquellos axiomas que le favorecen, sino que también lleva consigo aquellos que la pueden destruir.

Pero la humanidad no es el único concepto capaz de provocar cambios axiomáticos. Esto es algo que, dependiendo de la escala en la que se mueva cada concepto, en menor medida también forma parte de las capacidades de otras entidades cuyo camino les ha llevado hasta Daegon.
Tanto aquellos que han llegado hasta aquí provenientes de otros territorios conceptuales, como aquellos que moran más allá de la esfera material, pueden afectar aquello con lo que entran en contacto. No tiene porqué ser algo consciente, sino que generalmente se trata de un acto reflejo e inconsciente. Todo contacto implica una lucha axiomática. Un intento por resistir lo externo y tratar de imponer su concepción de la realidad o su naturaleza intrínseca, y este plano es receptivo y sensible a todo eso.
Daegon como plano es el origen de todo cambio, pero es un cambio sin intención o plan. Es arbitrario pero no caprichoso. No tiene en cuenta a lo que existe en su interior, sino que estos no dejan de ser también víctimas de estos conflictos o de la propia naturaleza de su hogar.

A lo largo de las eras han sido varios los conceptos que han llegado a través de las grietas que unen las distintas realidades. Muchas más que las que se han descrito en la sección anterior. Gran parte de ellos han sido destruidos por el mero tránsito, pero el número de los que han logrado adaptarse, si bien no es muy elevado, no es despreciable.
Irónicamente, quizás el más mayor exponente de lo extraño y del proceso adaptativo de entre todos estos casos sea el de la propia humanidad. Tanto los recién llegados como los habitantes de ciertos territorios aislados son conceptos sin hogar. Porciones de un concepto mayor que han sido sometidos a la influencia intermitente de distintas realidades.
Mientras que los habitantes de Nargión han tenido generaciones para adaptarse a los axiomas de su realidad de adopción, otros como los moradores de las Llanuras heladas de Skartaria fluctúan entre dimensiones y planos de forma constante.
Así, mientras uno de estos grupo ha permanecido durante milenios en otro plano y el reciente cambio provocado por el regreso ha sido traumático., para el otro la situación anómala sería el habitar de forma permanente en una única realidad.

Cualquiera de estos pueblos y culturas, por más que provengan o habiten en realidades que se podría considerar alienígena, padecen, sienten y reaccionan de maneras similares a las que lo hacen los habitantes de Daegon ante los mismos estímulos pero, pese a su origen ancestral, denominarles como humanos es algo que aún está en debate dentro de los círculos científicos de un antiguo hogar que nunca fue el suyo. Una posibilidad que también se encuentra abierta para todos aquellos pueblos que, desde tiempos remotos, se encuentran esparcidos por el resto de este universo, o quienes han desaparecido de Daegon tras los recientes desastres.

Estos son sólo unos pocos ejemplos, pero puede haber muchos más como ellos. Situaciones únicas provocadas por hechos fortuitos.

Otros de los elementos que pueden llegar a impactar en Daegon como parte de algo mayor es el de la hibridación. Hemos hablado ya de estos casos cuando describíamos a los conceptos no humanos pero, nuevamente, eso no dejan de ser ejemplos puntuales y, hasta cierto punto, visibles. Pero la posibilidad de que existan otros casos está presente.
Porque la humanidad no sólo convive dentro de Daegon con estos conceptos. También existen otros aún más etéreos o abstractos. Seres que, por más que no sean poseedores de desarrollar una percepción de la realidad igual a la suya, también conviven con ellos.
Seres que, si bien acostumbran a carecer voluntad, intención o estructuras sociales de ningún tipo, sí que son capaces alterar la materia conceptual de aquello que atraviesan sin entrar en contacto físico. Asimismo, y dada la capacidad de adaptación de la los habitantes de Daegon, también existen consecuencias resultantes de esta hibridación involuntaria. Rasgos dormidos a lo largo de las líneas genealógicas a la espera de ser despertadas y dar a luz a nuevos conceptos únicos.

Así pues, el genoma humano en Daegon es diverso, y la posibilidad de alguien cuente con un ancestro cuyos ancestros hayan sido el resultado de alguna extraña mezcolanza no tiene porqué despreciarse. Esta herencia no tiene que ser algo de lo que ese individuo sea consciente. Puede ser un gen latente que no despierte nunca, o algo que se manifieste de una manera inocua, pero no deja de ser un elemento más que forma parte de la ambientación. No una imposición o algo a ser utilizado de manera forzosa, sólo una más de las herramienta a disposición del director de juego.

Al igual que las formas y culturas que ha adquirido la humanidad en otros mundos o realidades se han visto condicionadas por las particularidades de sus respectivos entornos, lo mismo ha sucedido con los conceptos que han llegado hasta este nivel de existencia. Este hecho, a su vez, también ha condicionado a las culturas humanas con las que han convivido.

La misma humanidad no deja de ser algo diferente a nosotros. Es una parte del Todo. Un concepto resultante de la aglutinación de todo lo que acabamos de mencionar y más. Su esencia está conformado por elementos de cada uno de los aspectos primarios de la realidad. De todo lo es y rodea a Daegon. Es en sí mismo un concepto maleable, una herramienta más de la que aprovecharte.

El mismo periplo vital que recorre la humanidad en Daegon es algo diferente al que experimentamos nosotros. Por más que el ciclo que supone la vida y la muerte sea un concepto en apariencia similar al nuestro, estos son axiomas que atienden a otros criterios. Estados transitorios que se atraviesan para convertirse en algo distinto. Esto es algo que también ha afectado a la forma en la que han evolucionado la ciencia y el conocimiento en este mundo.

Los habitantes de Daegon existen en una realidad donde las layes físicas no han sido algo inmutable. Donde han logrado establecerse en lugares cuya naturaleza en un principio era antagónica para su mera existencia. Donde el lugar de nacimiento de algunos de ellos se ha llegado a transformar en un entorno hostil.

La forma en la que esto les ha afectado a lo largo de los milenios no es aplicable únicamente a los aspectos sociológicos, sino que también se ha hecho extensible hasta los descubrimientos científicos y las tecnologías derivadas de ellos. Viven en un universo vasto aunque finito. Un lugar en el que el azar puede provocar toda suerte de casualidades cósmicas.
La forma que han ido adquiriendo estas rara vez han podido ser medidas, adelantadas o reproducidas. El establecimiento súbito de traslaciones axiomáticas entre realidades sin relación alguna aparente es algo que les ha acompañado desde siempre. Aun así, la existencia de territorios conceptuales comunes para todas han sido algunas de las bases sobre las que se ha construido este conocimiento. Conceptos como puedan ser el del sueño, el inicio y el fin de la existencia o el mismo tiempo han sido una constante en apariencia inalterada.

Por más que no exista un plan o que sea el azar quien guía los acontecimientos, hay patrones cuyas conclusiones pueden llegar a ser anticipados. A toda acción le sucede una reacción y, siempre que los causantes de este movimiento cumplan una serie de parámetros determinada, existe una posibilidad mayor de que la incógnita y la sorpresa puedan ser resueltas antes de su llegada.

Ganar una visión de conjunto es algo harto complejo para quienes se encuentran en el interior de esta realidad, pero todo cuanto sucede es el resultado del movimiento de estas fuerzas. Por más esotérico y abstracto que pueda ser o parecer estos vínculos, tanto las entidades que habitan en ellos como todos las distintas capas de realidad que componen el Todo entran en contacto con estas fuerzas que se encuentren interconectados de alguna manera.

Más allá de los círculos académicos, las disquisiciones y preguntas acerca de este respecto apenas tienen presencia en la vida diaria. Los grandes cambios que se han producido en esta realidad han tenido lugar con milenios de separación y los cambios menores rara vez acostumbran a tener impacto en el transcurso normal de la vida de campesinos, urbanitas, burgueses, políticos, soldados o nobles.

El único tipo de sucesos anómalo del que ningún estrato social es ignorante son los solapamientos planares. Por más que la frecuencia de estos sea rara, y su campo de acción limitado, es tal el impacto que ha supuesto cada uno de ellos que sus narraciones forman parte de un gran número de las narrativas orales de distintas culturas.

La pérdida de sincronía entre los territorios no físicos, y la superposición entre ellos que conlleva este suceso forma pequeñas dimensiones de una extensión y periodo de vida muy corto, pero quienes habitan en el territorio solapado quedan aislados de su realidad natal.
Su duración puede prolongarse durante días, años o décadas, pero el estado en el que queda el territorio original tras el final de estos sucesos es, en sí mismo, una nueva anomalía.

Todo lugar ubicado en la cercanía de una grieta entre los planos es susceptible de verse sumido en un solapamiento y, sin importar que en generaciones no se haya producido uno de ellos en un territorio concreto, la comprensión de estos fenómenos es algo que se estudia de manera promenorizada en aquellas naciones que han sufrido alguno de ellos.

Estos eventos no tienen lugar únicamente en Daegon, sino que también pueden darse en el espacio, otros mundos u otros planos, y las grietas no son el único medio a través del que se manifiestan. Allí donde las fronteras que separan a los conceptos son más tenues también existe la posibilidad de estos sucesos.

De la misma manera, la misma existencia fortuita de la humanidad no deja de ser un evento anómalo tanto para Daegon como para la misma existencia. Es una fuerza que trata de imponer su manera de entender su entorno. Quien quizás sea el más tenaz e ignorante de los contendientes en esta lucha. En el conflicto en el que se dilucida qué percepción de la realidad es la que debe prevalecer.
Allí donde se encuentran presentes las distintas ramas de entre los suyos, ya sea bajo la forma de conquistadores, viajeros involuntarios o exploradores, este conflicto se encuentra activo. Pero no hay un premio para el ganador, porque esta es una lucha que jamás terminará. Todo aquello que han conquistado y poblado, ya sea el mismo mundo de Daegon como los distintos planetas, planos y lugares intermedios, no sólo han supuesto un cambio significativo para cada uno de esos lugares. Ellos también se han visto alterados durante la experiencia confirmando la cruda realidad. Que sólo son un suceso imprevisto, una influencia sobre el entorno en el que les ha tocado vivir. Que las suyas no son sino victorias vacías. Que la diversidad no sólo no puede ser controlada, sino que tampoco puede ser comprendida a través de una única visión estática.

Estas verdades no se limitan únicamente a los niveles de realidad en las que existen las abstracciones, sino que su influencia también abarca a la capa física de todos los territorios axiomáticos.
La humanidad ha llegado a suponer una influencia sobre las abstracciones pero, ante los ojos de la inmensidad, la huella que supone su paso no deja de ser una anécdota. Aunque este axioma, al igual que todos los demás, no está libre de sus propias excepciones.

Esta es una relación bidireccional en perpetuo estado de tensión, una lucha inconsciente por la supervivencia de cada uno de los implicados. De la misma manera que no controlaron los factores que llevaron a su aparición, las condiciones para evitar su propia extinción no dependen de ellos como conjunto. El tiempo es finito y el final es un hecho más allá de cualquier duda. Ante los ojos de las abstracciones este ya ha sucedido. Su consciencia existe en todos los momentos de ese tránsito sabiendo que el “ya” no existe. Sabiendo que ya se han desvanecido. Pero, por más cierta que sea esta visión, está equivocada.

Porque existe pero el momento de este final no es algo consolidado. Puede ser alterado por un concepto pequeño, por una serie de entidades cuyas vidas, acciones y consecuencias escapan a su visión. Por los Kayane Mashur.

Según vayas avanzando en tu lectura de los textos que siguen se irán aportando más detalles alrededor de todos estos aspectos de la ambientación. No se pretende dar respuesta a todas las preguntas que puedan surgir, algo por otro lado imposible, pero sí que se darán pinceladas sueltas acerca de cómo pueden ser integrados en aventuras de distintos tipo.
No se trata de preguntas con una única respuesta, sino que el objetivo de estas es ampliar el abanico de opciones a disposición del director de juego. Algunas de ellas serán apenas esbozos y otras estarán más desarrolladas y, a su vez, cada uno de estos aspectos puede ser dividido en otra infinidad de elementos.

Dependiendo del enfoque que se quiera tomar a la hora de decidir cómo queremos que sea esta ambientación, el grado de importancia que adquieren estas preguntas y sus consiguientes respuestas variará por entero.

Como ya se ha indicado en diversas ocasiones a lo largo de este texto, a pesar de la extensión que estemos dedicando aquí a estos aspectos, esto no debe interpretarse como un punto focal de la ambientación o las aventuras que se desarrollen en su interior, sino como uno más de los elementos que la forman.
Si se quieren potenciar o hacer uso de ellos, es recomendable que estas preguntas estén respondidas de antemano en pos de fomentar la coherencia global en el largo plazo.

Tal y como se va ir presentando la historia de esta confluencia de universos, se hará dividiéndola en tres niveles. Cada uno de estos niveles de existencia se encuentra gobernado por sus propias reglas axiomáticas y se mueven en una escala de poder diferente, pero estas no serán tratadas en el reglamento de juego.

Dentro de la infinidad de posibles realidades con las que pueden llegar a interactuar los jugadores, estos textos se centrarán la siguiente trieda.

Por un lado se encuentra el nivel conceptual. El no-lugar que conforman las entidades que gobiernan la misma realidad y que, en gran medida, son ajenas a la misma existencia de la humanidad. Porque los conceptos son importantes, igual que los matices son relevantes.
El universo funciona basado en una serie de axiomas, una serie de leyes y mecánicas que lo gobiernan todo, pero estas leyes no son inmutables, sino que han sido alteradas generalmente de manera fortuita o inconsciente aunque, como en el caso de Daegon, en ocasiones también se han visto afectadas por las acciones de diferentes componentes de la humanidad.

Por otro lado se encuentran los inmortales. Criaturas de diversa índole, conocimiento y poder que acostumbran a actuar a un nivel global. Su origen es diverso y su número escaso. Algunos de ellos nacieron como mortales, mientras que otros son entidades ajenas a la humanidad que han adquirido una consciencia similar a la de los habitantes de Daegon. Algunos de ellos obtuvieron este estatus de manera voluntaria, mientras que otros se vieron arrastrados hasta él.
De cara a gran parte de estas entidades, las características que los diferencian de la humanidad son irrelevantes. Detalles menores que no anulan sus similitudes. Por más que su su ámbito de acción acostumbre a ser muy diferente, este no es un motivo de distanciamiento para gran parte de ellos, quienes conviven y se relacionan con la humanidad como uno más.
Por otro lado, para una parte de ellos, no sólo estas diferencias resultan insalvables, sino que la misma vida les resulta una carga. Porque no todos los inmortales lo son de forma voluntaria. Para algunos de ellos esta condición es una condena de la que no son capaces de escapar, una imposición, una carga que sólo desaparecerá con la llegada de la nada.

Para cualquiera de estos dos bandos sus objetivos principales acostumbran a abarcar largos periodos de tiempo y no se limita a un único país, continente o nivel de existencia.

Para finalizar, tenemos el nivel en el que se mueve la humanidad. El lugar de procedencia de los personajes jugadores.
Este será al que más espacio se dedique en los distintos textos que componen este portal y, en gran medida, la escala para la que está pensado su reglamento.

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