¿Qué es Daegon? IV: Las islas - Thurgold

¿Qué es Daegon? IV: Las islas - Thurgold
Las islas

La frontera que constituyen los mares de Daegon ha supuesto que las naciones que se encuentran separadas por las aguas hayan desarrollado maneras particulares de entender y enfrentarse a lo que se encuentra más allá de la vida y lo tangible.

Cuando más escaso ha sido el contacto entre estas y las naciones del continente, por más que en un pasado más o menos cercano hayan tenido contacto, ha hecho que esta visión sea más dispar.

Thurgold

La gran isla que colinda con el sudeste continental no sólo se ha visto afectado por la influencia de los pueblos de oriente sino, en gran medida, dentro de una parte muy importante de sus culturas se encuentra muy presente la marca de dos de los pueblos occidentales; Naltor y Menetia.

A pesar de esto, la distancia geográfica y cultural existente entre estos pueblos ha hecho que estas influencias haya evolucionado de una manera diferente a la hora de afectar a estas culturas que se pueden encontrar en su interior. Con todo esto, y por más que no se podría realizar una aproximación global hacia ninguno de los aspectos culturales presentes de todos los pueblos que habitan la isla, sí que sería sencillo el trazar el punto de origen de un gran número de sus culturas costeras.

Por más que lo descendientes lejanos de quienes fundaron estas civilizaciones hayan tratado de olvidar o tapar estos parentescos y, si bien es indudable que, mirando desde un punto de vista histórico, sería sencillo el identificar qué culturas externas han tenido una mayor presencia en cada uno de ellos, no es menos cierto que los habitantes presentes de cualquiera de estos pueblos que colonizaron la isla no se verían reconocidos en manera alguna.

Incluso si profundizamos en ciertas características de los pueblos que habitan en el interior de la isla podríamos encontrar ciertos paralelismos con alguna de las civilizaciones más primarias de cuantas poblaron el pasado del continente.

Por más que desde el continente sea percibido erróneamente como un todo coherente, dentro de Thurgold no existe una uniformidad cultural. Está compuesta un un pequeño número de ciudades estado que gobiernan sus costas norteñas, dos culturas que habitan los restos de civilizaciones de antaño y una infinidad de pequeñas tribus nómadas en distintos estados de avance cultural y social que recorren sus desiertos interiores. Por más que en la isla no hayan tenido lugar grandes conflictos bélicos entre sus integrantes, esto no siempre ha garantizado una situación de fraternidad o entendimiento.

La relación entre las civilizaciones costeras y las de interior tampoco son uniformes, sino que dependen de factores del todo arbitrarios. Elementos que también han impactado en la manera en la que todos ellos entienden el mito y el mundo natural. A pesar de su pretendida independencia, ninguno de los aspectos que diferencia a las ciudades estado de los pueblos del interior es algo completamente estanco. Todos ellos son únicos, pero lo son como consecuencia de las relaciones que se han ido desarrollando y manteniendo a lo largo del tiempo. De la misma manera que sus respectivos teismos carecen de puntos comunes en lo que respecta a sus bases metafísicas y filosóficas, su evolución sí que se ha encontrado ligada a la forma en la que han interactuado. A su vez, y en gran medida como consecuencia de esto, todos ellos se encuentran divididos en un gran número de cismas.
Ante sus propios ojos, todos ellos son nativos de la isla y, al igual que ellos, sus respectivas mitologías también nacieron en aquel lugar. Afirmaciones ambas que, analizadas desde una perspectiva antropológica, no dejan de ser falsas en algunos de sus aspectos.

Aun así, y a pesar de que los aspectos que han alimentado la divergencia en lo que respecta a estas evoluciones son múltiples, también se pueden encontrar en la isla pueblos cuya naturaleza apenas se ha visto afectada de forma directa por la presencia de los pueblos procedentes del exterior.

Así pues, los elementos que componen las maneras de ser de los distintos pueblos que habitan Thurgold están basados en dos grandes factores; el rechazo hacia la herencia del continente y la necesidad de adaptarse al complicado contexto en el que viven. Por más que puedan compartir rasgos culturales comunes entre algunas de ellas, las diferencias que las separan son con mucho superiores a sus similitudes. En su interior se ha tejido una intrincada maraña de relaciones que ha llevado a la creación de una infinidad de bloques heterogéneos que perméan los distintos estratos de sus sociedades. A su vez, y dado el tamaño, su orografía y las complejidades de vida en la isla, el contacto entre todas las civilizaciones que la habitan es harto complicado. Tanto es así que algunas de ellas ni siquiera son conscientes de la existencia de la totalidad de sus compatriotas.

No hay una religión mayoritaria dentro del llamado “mundo civilizado”, de la misma manera que los credos de las tribus del interior también se ven divididas en una gran diversidad de interpretaciones de un mismo mito fundacional. A su vez, quienes en apariencia son los guardianes de las tradiciones más ancestrales de la isla, poco tienen que ver con quienes les precedieron o sus coetáneos en su manera de percibir o entender la existencia.

El número de cismas en los que se encuentran fragmentados sus credos más propagados, si lo comparamos de manera proporcional a la extensión de cada uno de ellos, poco puede envidiar en cuanto a su cantidad o diversidad a los que esta posee en el continente. Algunos de ellos se encuentran tan atomizados como para que quienes profesan una misma fe puedan encontrar en una misma ciudad a los máximos dirigentes de más de una de sus escisiones.

La estructuración del “mundo civilizado” en la isla adopta varias formas, siendo el principal exponente de este las ciudades estado que antaño fundase los colonizadores y aspirantes a conquistadores continentales. A su vez, las diferencias entre las ciudades que ocupan sus costas orientales y occidentales son un reflejo distorsionado de la relación que guardan las naciones que alumbraron. Una situación que ha hecho que cada una de ellas se convierta en un compartimento culturalmente estanco.

De haber una característica que se ha perpetuado a lo largo del tiempo en las grandes ciudades, esta ha sido la reticencia histórica de sus líderes a reconocer mérito alguno a quienes los fundadores de las mismas mientras reiteran una y otra vez los errores que estos trajeron consigo. En su empeño por perpetuar su posición como responsables absolutos de sus territorios, así como su negativa a establecer relaciones duraderas con quienes les rodean han sido la gran lacra que han arrastrado. Algo que les ha impedido el llegar a ser algo más que la mera suma puntual de las partes.

A su vez, este mismo rasgo ha sido el germen de la enorme diversidad, en un gran número de ocasiones forzada, con la que conviven. Una característica que, por otro lado, ha sido clave a la hora de determinar la forma en la que los cultos mayoritarios se han ido consolidando en el panorama general Thurgold.
Tanto los líderes políticos como los religiosos han llevado a los suyos hasta una posición en la que la división es la norma, pero la suya no deja de ser una separación real sólo en apariencia. Una separación de formas pero no de fondo. El de la ambición ha sido el lenguaje común hablado por todos cuantos han llegado hasta el poder de ambos estamentos. El deseo por mantener su cuota de poder intacta por encima de cualquier otra cosa.

La llegada hasta este escenario de nuevos elementos no ha supuesto un cambio en esta dinámica a este respecto sino que la ha afianzado aún más. Los campamentos mineros que se establecieron en la porción nororiental de la isla hace menos de un siglo no tardaron de seguir el mismo patrón que sus homólogas de occidente. Tras su rebelión y ruptura con las naciones que las crearon han terminado por convertirse en algo similar a lo que se puede encontrar en occidente. En nuevos elementos con el deseo de ser tenidos en cuenta dentro del panorama global.

Con la llegada de estos nuevos jugadores dentro del esquema de poder, la riqueza proveniente del continente comenzó a redistribuirse. La costa occidental y la oriental comenzaron a ser rivales en cierto aspecto. Rivales en lo económico, político y cultural, pero el bagaje histórico que arrastran las relaciones en occidente ha hecho complicado que se pueda crear un bloque homogéneo para plantar cara al “invasor”.

Aquellos campamentos mineros de hace un siglo han crecido para llegar hasta el día de hoy convertidas en nuevas ciudades estado. Con su presencia la ya de por sí fragmentada situación de la isla se ha continuado dividiendo en nuevos bloques de poder. Una división cuyas evolución e influencias, por más que podrían ser perfectamente trazadas y acotadas tanto en lo cultural como en lo geográfico, no cejan en su empeño de distanciarse de quienes les dieron origen.

Irónicamente, tanto sus estructuras como sus pugas e interacciones no dejan de ser una versión a escala de aquellas de las que reniegan y afirman haberse desligado. Una réplica que puede llegar a alcanzar unas dimensiones proporcionales a las que se han dado en los grandes conflictos continentales.

A pesar de todo esto, por más reminiscencias que puedan haber perdurado de sus primeros integrantes, la vida en la isla tiene poco que ver con aquella de los pueblos del continente. Las particularidades de la isla han permeado a todas sus culturas en cada uno de sus niveles de manera independiente a su origen. De la misma manera que las condiciones en las que viven les han hecho entender de diferente manera teismos con bases similares a los que existen más allá de sus costas, estas diferencias conceptuales también se han visto plasmada a la hora de tratar de comprender y acometer el estudio de lo que les rodea.

- La iglesia Redmiana

Dentro del mundo teológico podemos encontrar restos difuminados de la influencia del continente bajo varias formas pero es probablemente en los distintos cismas de la Iglesia Redmiana donde se pueden encontrar elementos que guarden un mayor número de similitudes con aquel que lo originó. Este es sin lugar a dudas el culto organizado que goza de una mayor presencia en las ciudades costeras.

Mientras que los credos del interior han formado parte de las culturas de la isla desde los tiempos en los que esta se encontraba unida al continente, la Iglesia Redmiana fue una respuesta al legado dejado por los conquistadores menetienoa. Al mismo tiempo que no deja de tratarse de una evolución y adaptación de los dogmas promulgados por parte de la iglesia Tayshari, también es una respuesta, una muestra de repulsa y una versión distorsionada de uno de los legados de los invasores.

El origen de esta escisión no reconocida del dogma menetiano vino de la mano de quienes lograron obtener la independencia de las colonias imperiales. Como una respuesta por parte de las primeras generaciones de nacidos en la isla que poseían raíces continentales que, tras crecer lejos de aquella cultura, trataron de construir su propia identidad buscando maneras de distanciarse de ellas.

Durante el proceso de definición de lo que fue su cultura propia, y mientras los habitantes de las ciudades estado rechazaron las tradiciones heredadas en pos de crear las propias, y los nuevos líderes trataban de afianzar su poder, el resultado no dejaba de ser ciertamente irónico.
El resultado de todas estas intentonas generalmente se limitaba a implantar pequeñas desviaciones de la norma, alteraciones formales que dejaban intacto el fondo. Discursos poco inspirados que no dejaban de ser versiones levemente modificadas de las costumbres continentales.
En gran medida, quienes promulgaron aquellos canto de sirena eran perfectamente conscientes de la ironía, pero no dejaban de sentirse más cercanos culturalmente hablando a quienes pretendían abandonar que a quienes eran sus actuales compatriotas. Por más que estos cambios tratasen de centrarse en el terreno de lo social, esto no evitó que también impactasen en una parte importante de sus mitos. De la misma manera en la que no se sentían identificados con las tribus nómadas del interior, los pasajes de los textos sagrados continentales tampoco les representaban.

Pero Thurgold carecía de un poder central. Cada una de las ciudades estado luchaba por mantener su independencia y personalidad, algo que también se vio reflejado en su manera de entender la religión.
Con el paso del tiempo, los nombres que aparecían en las escrituras fueron adaptándose a los dialectos locales, y todo aquello que podía ser interpretado fue localizado de acuerdo a la geografía de la isla. Todas estas rescrituras crearon un corpus disperso e incoherente, y no fue hasta que fueron recopiladas y estructuradas siglos después por Eshena Redmial, la primera profeta, que la Iglesia Redmiana comenzó a tomar forma.

A lo largo del tiempo el impacto de este credo ha sido distinto dentro de cada una de las ciudades estado de Thurgold. Su expansión se ha encontrado a partes iguales con rechazo y aceptación por parte de sus habitantes y gobernantes, por lo que el proceso de formalización e introducción dentro de sus sociedades ha sido lento y no exento de contratiempos. Un proceso tan paulatino y lleno de altibajos que ni Redmial ni sus sucesores directos llegaron a ver cómo se consolidaba.

La Iglesia Redmiana no fue el primero de cuantos mitos han surgido de forma nativa en la isla, ni siquiera aquel que ha llegado a tener un mayor nivel de difusión, pero sí que es uno de los pocos que han logrado permanecer activos hasta el presente. Por más que su radio de acción históricamente se haya circunscrito a la zona occidental de la isla, su influencia también se puede encontrar tímidamente en las jóvenes ciudades pertenecientes a su porción oriental. Una presencia que, si bien se encuentra en pugna con la influencia de la Iglesia de Vashirenvna, de manera paulatina ha logrado que la adhesión que los descendientes de los colonos de Ashgurn y Muliria tenían hacia ella haya ido en decremento.

En casi todas las grandes ciudades de la isla se pueden encontrar pequeñas células y cismas de este credo, pero su presencia ha llegado a extenderse más allá de sus costas. Al mismo tiempo que debe toda la base teológica y mitológica a la influencia continental, ha sido capaz de cambiar hasta convertirse en algo capaz de recorrer el camino inverso y transformarse en una fuerza que trata de mostrarse como una influencia y una alternativa más dentro del panorama global.

Las formas que adopta las diferentes interpretaciones de este credo atienden a multitud de razones, algo que ha provocado que la percepción que se tiene de ellos tanto en la isla como en el exterior no sea uniforme. Esta imagen viene dada más por el contexto concreto en el que se muevan quienes hacen proselitismo de ella que por el fondo de su mensaje. Así, mientras que en aquellos casos en los que esta presencia aparece en el interior de la isla acostumbra a ir ligada a los misioneros que tratan de convertir a las pueblos que lo habitan, en los casos de las ciudades estado o el continente su presencia tiende a estar sustentada sobre razones mucho más pragmáticas.

Al igual que sucede con todos los grandes credos, bajo la apariencia de misiones evangelizadoras o embajadas, lo que buscan estos individuos es tratar de extender el área de influencia de sus respectivos cismas. De la misma manera que sucedió antaño con la llegada de los misioneros procedentes de Menetia, el curso de acción seguido por quienes no dejan de ser sus sucesores es harto similar a aquel que siguieron los fundadores de la Iglesia Tayshari de la que surgió y de la que tanto se han esforzado por tratar de desligarse.

Por más que ambos credos compartan rasgos similares y un mismo origen teológico, el suyo es un parentesco que rara vez es reconocido o aceptado por parte de quienes los practican. Sin importar la cantidad de información documentada que pueda encontrarse acerca de sus respectivas historias o en las crónicas almacenadas en bibliotecas y universidades, en los textos que pueblan sus iglesias cuentan otro relato. Una narración cuyos detalles cambian en cada uno de estos recintos sacros.

Al mismo tiempo, cada una de las instancia de su iglesia busca su propia identidad. Cada una de ellas tiene a su propio gran teogonista y jerarquías eclesiásticas que afirman ser el único referente válido. Su presencia en Anuar, Greyshard, Tarxis y Yarna es dispar, al mismo tiempo que en Bélaster es prácticamente anecdótica.
Su respectivas historias están pobladas por líderes que han tratado de unir la masa de feligreses de todos los cismas, de crear una iglesia única, o de imponerse sobre las demás, pero la falta de recursos o líderes carismáticos, así como su falta de influencia en los gobiernos de las distintas ciudades, ha llevado a casi todas estas intentonas al fracaso.

Donde su presencia se encuentra más afianzada es en las aldeas que existen alrededor de las ciudades estado. Tanto en aquellas que viven de la pesca y rodean sus costas como en las que ocupan los islotes que actúan como satélites de algunas de sus casas comerciales, la palabras de uno de sus sacerdotes puede llegar a imponerse sobre la de un representante de las autoridades locales.

Dada esta casuística, el mayor cambio que se ha producido entre su mito y el del continente es aquel que centra el origen de la vida en el mar. Dentro del panteón de la Iglesia Redmiana son las deidades marítimas las que ocupan una posición más alta en sus rangos y quienes acumulan un mayor número de aquellas virtudes a las que aspiran sus devotos.

La versión que defiende cada uno de los cismas difieren del otro en detalles de mayor o menor índole, pero los enfrentamientos entre ellos no acostumbran a surgir por aquellos más extremos. Suele ser alguno de los pequeños matices, por norma general el más nimio e infantil de ellos, el que provoca mayor controversia entre quienes lo siguen. Dentro de cada uno de sus respectivos textos sagrados sobre los que se cimentan los cismas. Donde se puede encontrar el cuándo y el dónde y el porqué los dioses se comunicaron por primera vez con la humanidad. El momento, lugar y la razón por la que esta supo su papel dentro del gran esquema de las cosas. Una serie de datos y eventos que cada uno de ellas afirma que se produjeron de distinta manera, ya sea en lo referente a la persona, el momento, o los territorios en los que se encuentran sus respectivas iglesias.

- El Prósoc Logestas

Pero Thurgold no es únicamente un territorio gobernado por el misticismo o las luchas por el poder, sino que el saber en sus distintas formas también tiene un hueco en sus sociedades.

Así, de la misma manera en la que las sociedades de Tarxis o Greyshard son aquellas en las que más se ha fomentado el estudio de los campos de estudio del comercio y la exploración marítima, la actitud de los gobernantes de Anuar les ha llevado a girar su mirada hacia otros territorios y otros momentos. Hacia los misterios que aún quedan por desvelar del interior de su hogar y su pasado.

Si bien esta es una ciudad que también vive en gran medida del comercio con el continente y como puerto de paso para los navíos que viajan a ambos extremos del Pramayán, una parte nada despreciable de los materiales que exporta proviene de su relación con distintos pueblos del interior. Una relación construida en gran medida gracias al Prósoc Logestas, a quienes algunas de estas culturas denominan como la “Memoria de la isla”.

Este consejo de historiadores no sólo se ha dedicado a documentar la historia de las ciudades estado, sino que también se ha preocupado por recopilar la tradición oral, los distintos contextos y el saber de las quienes les precedieron.
En su seno se pueden encontrar integrantes de un gran número de las etnias del interior, algo que ha llevado a Anuar a ser la ciudad más diversa de cuantas componen Thurgold.

Si bien es cierto que dentro de sus labores no se encuentran aquellas que exploten directamente los aspectos técnicos de los datos que recopilan, su aportación sí que ha resultado una fuente sin parangón para otros a la hora de tratar de comprender el funcionamiento axiomático de algunos de los rincones más oscuros de la isla.

Dado el tamaño de sus grandes ciudades, Thurgold no posee ningún gran estamento puramente científico que que pueda ser equiparable a alguno de los mencionados hasta el momento, pero esto no ha impedido para que en su interior no se encuentren estudiosos preocupados por desvelar los grandes misterios, o que los gobiernos de las ciudades estado sean capaces de apreciar los beneficios del saber objetivo.

La exploración del interior de la isla es la gran labor a la que han aspirado tanto sus habitantes como los eruditos y casas comerciales de Menetia, Naltor, Ashgurn o Muliria. Por más que el distanciamiento fomentado por los gobernantes de Anuar a lo largo de los pasados siglos haya creado una relación muy difícil con ellas y con el resto de las ciudades estado, el Prósoc Logestas siempre ha adoptado una actitud mucho más abierta a este respecto.

De esta manera, si bien es cierto que ninguno de estos esfuerzos han resultado ser algo uniforme a lo largo de este tiempo, durante el gobierno de una gran número de sus mandatarios este estamento ha dedicado grandes esfuerzos al fortalecimiento de estas relaciones. Tanto la cantidad como el propósito de los recursos destinados a este fin por parte de cada uno de estos líderes ha variado, pero la suma de todos ellos ha servido para establecer una manera muy personal de entender el papel de la ciudad, los pueblos del interior y la misma isla dentro del esquema general.

En multitud de ocasiones las necesidades económicas han hecho que su labor principal se viese supeditada al comercio y, con ello, que sus relaciones con estos pueblos se hayan visto mercantilizadas por este hecho con algunas de ellas. Sus relaciones con aquellas que tienen acceso a aquellos recursos más demandados se mueven desde siempre en un delicado equilibrio entre el utilitarismo en ambos sentidos. Pueblos como los de los Onkeni o los Matsokani pronto aprendieron que los bienes de los que proveían a las ciudades les podían dar acceso a su vez a un trato especial, y esto es algo de lo que se han tratado de aprovecharse desde aquellos primeros días.
La idiosincrasia de casa uno de ellos es único al igual que lo son las acuerdos a los que han llegado, pero estos rara vez han sido óbice a la hora de permitir la documentación de su historia y costumbres.

Como consecuencia de esto, en Anuar no sólo se ha fomentado una comunicación muy cercana con los pueblos no costeros, sino que tanto en la ciudad como en los alrededores se pueden encontrar elementos de lo más dispares pertenecientes a centenares de culturas distintas. Obras y artefactos que han sido fuente por igual de acercamiento y enfrentamiento. Entre las páginas custodiadas en sus bibliotecas se hayan plasmados las que posiblemente sean las únicas muestras escritas de la cultura y costumbres de aquellos pueblos cuya tradición es principalmente oral. Cientos de relatos que en un gran número de ocasiones acostumbran a ser contradictorios y de cuya lectura y reivindicación se han obtenido diferentes resultados.

La cultura de la ciudad en la que existe el Prósoc Logestas se ha visto influenciada por una multitud de fuentes. Factores algunos de los cuales, por más que se encuentren aún presentes en segmentos concretos de su población, son rechazadas tanto por los ideólogos de la moderna Anuar como por sus leyes. Porque, al mismo tiempo que se ha rechazado y vilipendiado la herencia recibida por su contacto con el continente, ha sido gracias a esta dualidad que se ha logrado mantener vivo el conocimiento de pueblos ya desaparecidos. Ha sido gracias a la protección y legitimidad de la que se ha dotado a los últimos de entre quienes participan de estas tradiciones, que se mantienen vivos las últimas muestras de algunos pueblos que, de facto, ya no existen.

Pero la misión de esta organización no se encuentra secundada de la misma manera por parte de todos los habitantes de Anuar o de la isla. No sólo en la actualidad, sino ya desde que comenzase a dar sus primeros pasos, la manera en la que han afrontado esta tarea ha sido cuestionada por distintas razones. De la misma manera en la que han llegado a sucumbir ante las presiones o las ofertas de quienes trataban de reescribir la historia, también han sido críticos antes personajes de esta índole y decisivos para su desenmascaramiento. A su vez, la suya es una tarea que se basa mucho mucho a la especulación e interpretación de los datos, de subjetividades y extrapolación de contextos cuyas conclusiones no siempre han sido compartidos no sólo por los agentes externos, sino también entre los miembros de este organismo. En multitud de ocasiones los motivos detrás de estas han sido puestos en duda, y tanto la vida profesional como la personal de quienes han participado en las investigaciones han sido sacadas a la palestra para tratar de desprestigiar el resultado de las mismas. Auditorías internas y externas que, a pesar de haber sido consideradas muchas veces como cazas de brujas injustificadas, no siempre han resultado ser tales.

Porque la trayectoria de organización no ha estado libre de controversias justificadas. El poder que otorga la capacidad para determinar qué ha sido cierto en la historia de un lugar no sólo ha llevado hasta sus puertas a agentes de la práctica totalidad de las ciudades estado, sino también a líderes tribales deseosos de oficializar ambiciones construidas sobre falsedades. Su historia está trufada de cientos de casos en los que estos agentes han logrado sus propósitos. De registros que han aparecido y desaparecido de sus libros de acuerdo a los intereses de quienes se han encontrado guiando sus pasos. Registros que incluyen a aquellos que documentan la propia historia del mismo Prósoc Logestas.

Si bien es cierto que algunos pueblos han llegado a prohibir en el pasado la comunicación entre los suyos y el Prósoc Logestas, por norma general estos vetos han venido de la mano de líderes autoritarios que han basado su ascenso en interpretaciones interesadas del pasado. Aquellos que han tratado de reescribir la historia para acceder al poder o para tratar de mantenerlo. Pero, por más que estos individuos hayan tratado de desvirtuar la obra de esta organización ante los ojos de sus pueblos, rara vez han sido los más efectivos en este campo.
Porque, por otro lado, también se han dado casos en los que individuos de estos mismos perfiles han tratado de utilizar a la “Memoria del mundo” para sus propósitos. Quienes han ofrecido a sus escribas ofertas difíciles de rechazar y han logrado que alguno de estos moldee la historia escrita de acuerdo a sus necesidades.

Los volúmenes que se agolpan en sus estanterías están repletos de correcciones y acotaciones. De versiones diferentes de un mismo hecho, de narraciones desestimado total o parcialmente incluso en el caso de aquellos momentos en los que ya existía la organización. La tradición dictamina que ninguno de los textos que han documentado debe ser destruido, de cada uno de ellos, incluso de los erróneos, se pueden extraer lecciones que ayuden a evitar los errores del pasado, pero esto no ha impedido que esta tradición no siempre se respete de manera firme y pulcra.

Esta organización ha cumplido un gran número de papeles contrapuestos a lo largo de su trayectoria. A lo largo de esta han actuado tanto agentes como libres como formando parte integrante del estado. Han sido legisladores y proscritos, héroes y villanos, relevantes e intrascendentes. Ha sido abrazada y repudiada por los instrumentos del poder, ha sido una fuerza mayor y un elemento de disidencia. Un referente de objetividad y un estamento vilipendiado. Una contradicción en estado puro en aquellos momentos en los que algunos de esos aspectos antagónicos han llegado a coincidir en el tiempo. Su información ha sido utilizada como arma arrojadiza entre quienes aspiraban al poder y, al mismo tiempo, el simple hecho de que se encontrase documentada en sus libros ha hecho que fuese considerada como poco fiable.

A partir de las recomendaciones de sus integrantes o en respuesta hacia ellas se han creado, modificado o eliminado las leyes que controlaban el acceso hasta las entradas interiores y portuarias de la ciudad. Se ha limitado o vetado el paso de quienes provienen del mar o del resto de las naciones costeras de la isla. Se ha ha fomentado la interacción con alguno de los distintos pueblos que habitan en el interior por encima de cualquier otra relación institucional.

El impacto de esta disparidad de criterios en su relación con los distintos pueblo que habitan la isla y sus dirigentes ha sido indudable. La comprensión del lugar del que provienen todos ellos no está ligada a lo que son hoy, sino también a quienes fueron sus primeros integrantes. Sus estructuras sociales han cambiado mucho a lo largo del tiempo y la culpa de todo mal ha acostumbrado a ser achacada a sus orígenes continentales, pero el estatus del que gozan quienes hoy ostentan el poder hace mucho que quedó separado de ese origen. Todos ellos tienen cadáveres en sus armarios que no desean que sean descubiertos o recordados. Espectros que les acechan desde las páginas custodiadas por el Prósoc Logestas.

No sólo el estatus y la vida social de los dirigentes de Anuar se ha visto afectado por esta información, sino que su influencia se extiende mucho más allá de sus fronteras o de la de los pueblos costeros. Los derechos que cada uno de estos pueblos reclama sobre los territorios que ocupa es una cuestión que sale a la luz de forma recurrente, una serie de reclamaciones que, en momentos del pasado, ha hecho que se desarrollase una xenofobia explotada por sus líderes. Un espíritu de recriminación que siempre permanece en estado latente entre cada una de estas disputas y cuya documentación ha sido usada como un arma de doble filo.

Por más que estas luchas acostumbran a tener preponderancia entre los pueblos considerados como civilizados, el contacto entre los distintos pueblos del interior tampoco ha estado libre de afrentas. Ante los ojos de la historia, quienes hoy habitan la isla son nativos de ella, pero esta es una percepción que no siempre ha sido compartida. Los pueblos costeros que existían en el momento de la invasión que tuvo lugar hace más de un milenio quedaron extintos o totalmente integrados tras la reconquista, y quienes viven en el interior rara vez muestran interés por esos territorios, pero la recuperación de ciertos fragmentos de aquel pasado previo acostumbra a ser recibido con suspicacia. A pesar de que se ha producido una hogenización de las etnias que pueblan las grandes ciudades, aquel pasado lejano y casi mítico ha sido usado por ciertos líderes para reclamar la potestad sobre esos territorios. Acciones llevadas a cabo quienes afirman ser los “descendientes de los pobladores originales de la isla” pero que no tienen tanto que ver con un espíritu reivindicativo como con las ambiciones expansionistas.

No sólo los gobiernos con los que se relaciona esta organización se han llegado a enfrentar a ellos, sino que quienes han acostumbran a mostrar una papel más activo en estas luchas son los dirigentes de la Iglesia Redmiana. La beligerancia entre las jerarquías de los diferentes cismas de este credo y el Prósoc Logestas es casi tan vieja como el germen de ambas organizaciones. Si bien es cierto que en Anuar el claro ganador de esta pugna han sido los historiadores, no es menos cierto que no son pocos los segmentos de su sociedad se encuentran fuertemente implicadas con las altas instancias clericales.
A pesar de que la presencia de esta iglesia no se encuentra muy imbricada dentro de la estructura de poder de Anuar, sus diferentes cismas siempre han pujado por ofrecen más que mero cobijo espiritual a las clases bajas de la ciudad. Una parte de ellos sí que cuentan con el apoyo de quienes aspiran a acceder hasta el poder; los oligracas que controlan las grandes casas comerciales que dominan su puerto.

La memoria de la isla ha resultado ser una gran amenaza para estas organizaciones en diversas ocasiones. Los derechos de explotación que ostentan estos grupos de individuos no siempre han sido obtenidos a través de medios lícitos y, pese a no formar parte de forma explícita del gobierno de la nación, tienen una poderosa influencia en varios de sus distritos.

La relación entre esta organización y los pueblos del interior de la isla tampoco ha sido algo homogéneo a lo largo del tiempo. El hecho de que recolecten sus historias y, hasta cierto punto, respeten sus tradiciones, no ha logrado evitar que sus medios y sus objetivos se hayan visto cuestionados.

A pesar de que gozar de una relación sólida con una gran parte de estos pueblos, la manera en la que ha evolucionado esta con cada uno de ellos ha cambiado mucho dependiendo de un gran número de factores. Su respeto por las particularidades de cada pueblo ha hecho que tanto el Prósoc Logestas como, por añadidura, Anuar, dispongan de sedes más allá sus territorios costeros. Gracias a ello esta ciudad no sólo se ha convertido en la más multicultural de las naciones de Thurgold, sino también en la más extensa.
Aun así, el hecho de que no todos sus territorios se encuentren ubicados dentro de una frontera uniforme también ha demostrado ser un arma de doble filo. Aquellos que viven extramuros han sido utilizados como moneda de cambio en más de una ocasión, y la narración de sus fatídicos y sangrientos destinos también ocupan un lugar dentro de los anales que pueblan las estanterías de sus bibliotecas.

Estos emplazamientos alejados de la seguridad de la costa no se encuentran situados únicamente en los territorios habitados del interior de la isla, sino que también disponen de campamentos estables en aquellos lugares en los que antaño hubo o se sospecha que existieron ciudades. Ruinas y vestigios de civilización separados en ocasiones del resto por territorios controlados por los pueblos que no han aceptado firmar tratados de alianza o amistad con ellos, o cuya posesión se encuentran en disputa con otras naciones.

Ha sido a través de estos estudios que, de la misma manera en la que muchos de los habitantes de Thurgold han tratado de desligar sus caminos del de sus ancestros menetianos o naltorianos, algunos de ellos han querido establecer vínculos artificiales con culturas que desaparecieron milenios antes de su llegada.

Dentro de sus muchos campos, la suya hace ya mucho tiempo que dejó de ser una labor de mera documentación, sino que se han llegado a convertir en los jueces de la historia. Un organismo sometido a un gran número de investigaciones tanto por parte de sus propios miembros como por quienes en alguna ocasión han depositado en ellos su confianza.

- Los cultos de los pueblos nómadas

Más allá de las zonas costeras, en los territorios habitados por las culturas principalmente nómadas que pueblan el interior de la isla, la presencia de las iglesias de las ciudades estado es algo excepcional. La gran mayoría de todas ellas conservan las tradiciones de antaño. Costumbres, muchas de las cuales, no sólo nacieron antes de la llegada de los menetianos llegasen a la isla, sino que también llegan a anclar sus raíces en los tiempos previos a que Thurgold se separase del continente.
Estos son credos que, bajo nombres como el de Yyvylion, Nigoor, Nesenya o Yel no dejan de rendir culto al concepto de Ytahc, al suelo que pisan, la naturaleza que les provee del escaso alimento que les permite sobrevivir o al cambio que llega con cada nuevo día.
La manera en la que cada una de estas culturas ha bautizado, plasmado y rinde culto a su credo es distinta pero, a pesar de estas diferencias de forma, es raro que entre ellos no reconozcan en las entidades a las que rinden culto las demás a aquello a lo que ellos adoran.

El interior de Thurgold es una tierra hostil. Un páramo desértico, un erial donde apenas se puede hallar vida. Una serie de territorios que en su gran mayoría se encuentran deshabitados.

Un gran número de los pueblos que viven en estos territorios lo hacen recorriendo estos desiertos. Han aprendido a vivir en ellos, de sus ciclos y particularidades, de sus bondades y crueldad. La cultura de cada uno de estos pueblos ha evolucionado de acuerdo a los territorios que recorren y ha sido de acuerdo a estos que también ha evolucionado su manera de entender el mundo. Si bien es cierto que existe una gran diversidad de visiones a este respecto, no es menos cierto que casi todas ellas se encuentran construidas alrededor de una misma base; el cambio primario. El concepto que en el continente recibe el nombre de Ytahc, Arcthuran o Devas Knode en Thurgold recibe otros nombres, rasgos y atributos. Mientras que en las tradiciones animistas de algunos de estos pueblos se le han otorgado cualidades muy abstractas, en otras se lo presenta bajo aspectos antropocentristas.

Así pues, mientras los clanes que componen los pueblos Chanasayani, Eneleshi o Takuro es presentado como la personificación del desierto y los distintos elementos que lo componen, para otros como los Bochanyi, Devyeni o Thomsaru se encuentra dividido en un panteón de seres anteriores a la humanidad del que ellos descienden. Mientras para unos la vida es un regalo otorgado por estos conceptos a cambio de respetar el que es su hogar, para los otros es un derecho. Una herencia en ocasiones envenenada cuyo uso es juzgado con dureza por quienes les precedieron. Seres no completamente humanos o tangibles a los que no llegan a comprender. Entidades que vivieron en un mundo más más amable, en un lugar en el que la vida y la tierra eran menos áridas.

Cada pueblo ha asociadas a su percepción del cambio las características y cualidades de los territorios que recorren. Mientras que los pueblos teistas hablan de estos conceptos casi como si se tratase de sus iguales en lo referente a sus pulsiones y su modo de actuar, las tradiciones animistas ha sido adoptado visiones más mucho más abstractas. Miles de formas distintas pueden ser la personificación de cada uno de los aspectos del cambio. Mientras los primero atribuyen a la ira, la avaricia o el deseo el comportamiento del mundo natural, los segundos rara vez dotan de esta clase de rasgos a los conceptos a los que rinden culto. Mientras que unos reverencian y agasajan a sus deidades, los otros se limitan a mantener una actitud respetuosa para con las señales que creen percibir de ellos.

A pesar de que estos pueblos rara vez poseen organizaciones dedicadas a la obtención del conocimiento, los poseedores de este sí que tienen reservado un lugar preferente dentro de sus estructuras sociales. Ya se trata de personas que preserven y transmitan el conocimiento ancestral o que traten de encontrar nuevas respuestas a las preguntas de antaño, estos individuos resultan claves para la supervivencia de cada uno de estos pueblos. En ocasiones acostumbran a adoptar roles asociados tradicionalmente al mundo místico, papeles similares a aquellos ocupados por sacerdotes o chamanes. Portavoces del mundo que poseen un conocimiento superior al del resto de los integrantes de la unidad familiar, el clan, la tribu o el asentamiento acerca del funcionamiento de la realidad.

Este es un conocimiento que, en gran medida, se encuentra sumergido bajo grandes capas de formalismos y superstición. Un conocimiento que es transmitido de maestros a alumnos pero no deja de ser una forma muy básica de ciencia. Un saber que no ha permanecido estanco sino que se ha visto forzado a evolucionar con cada nuevo cambio de su entorno.

Estos sacerdotes y chamanes adoptan un gran número de títulos diferentes dentro de cada uno de los pueblos del interior. No suelen ser gentes atadas a las tradiciones, sino que son capaces de leer cómo va cambiando su hogar y adaptan las lecciones aprendidas a estos cambios. Si la tradición se vuelve ineficiente la descartan ya que, en caso contrario, existe una gran posibilidad de que ellos y los suyos no sobrevivan.
Ante ellos el mito y el conocimiento no son conceptos diferenciables, sino elementos que conviven sin crearles disonancia. El pragmatismo se encuentra por encima de la tradición, y no es raro que algunos de ellos se hayan formado en alguna de las ciudades estado. Una lección aprendida puede ser al mismo tiempo obra de una entidad caprichosa y la suma de un gran número de elementos aleatorios sin voluntad alguna. Aunque no es infrecuente la aparición de individuos que sólo llegan hasta estas posiciones para amasar poder, ante su mirada lo importante no acostumbra a ser el mantenimiento del estatus quo sino el ser capaces de identificar los sucesos significativos, adaptarse a ellos y ser capaces de sobrevivir.

- Los herederos del antiguo mundo

Pero no todas las creencias del interior están basadas sobre los mismos mitos. Por más que Ytahc y sus diferentes aspectos representen una gran parte del mosaico de creencias de los auto proclamados como “Auténticos nativos de Thurgold”, dentro de los territorios también se pueden encontrar conceptos ligados de manera exclusiva a algunos de sus contextos. Credos como aquellos que veneran a quienes habitaron ciertos lugares antes que ellos.

Algunos de los pueblos del interior afirman poseer raíces más antiguas que el resto, legados que se remontan a los tiempos no sólo anteriores a los del la llegada de los pueblos del continente, sino incluso previos al milenio negro. Afirmaciones casi siempre imprecisas pero no por ellos carentes de toda verdad.

Existen en el interior restos de ciudades que aún no han sido descubiertas por los pueblos de la costa o el continente. Ruinas apenas accesibles que contienen porciones de la historia cuyo descubrimiento podría suponer la respuesta a un gran número de respuestas, el inicio de una nueva era.

Son lugares por los que no sólo el tiempo apenas ha pasado, sino que también conservan una naturaleza axiomática que tampoco se ha visto alterada por gran parte de los cambios que ha padecido el mundo. Un gran número de sus máquinas ya no funcionan, pero aquellas que aún lo hacen han permitido a ciertos pueblos tener acceso a lugares que no sólo no parecen pertenecer a la isla, sino que en ocasiones también dan acceso a otros mundos. Ruinas que permiten llegar hasta territorios que nada tienen que ver con su hogar y que estos, no sin cierta razón, han confundido con el territorio mítico.

La recuperación de estos fragmentos del pasado ha sido confundida con el folclore y el misticismo de estas tribus, un pequeño goteo de información que se funde con la interpretación que han hecho estos pueblos de ella. Estos mitos hablan de viajes hasta lugares remotos, de nombres, fechas y lugares que no pertenecen ya a este mundo o esta realidad. Relatos que, por más imposibles de creer que puedan ser, no dejan de ser ciertos.

Si bien es cierto que estos teismos podrían ser confundidos con aquellos que rinden culto a los progenitores de la humanidad, esta sería una apreciación equivocada. Su nacimiento no se encuentra tan ligado al mito primigenio como a los restos hallados en las ruinas de las que fueron las grandes ciudades de Dammar y Annyosha. Ciudades surgidas en las naciones de Mibushe y Dabnare durante los días del Gran Imperio Ailanu.

Estas dos ciudades son los únicos asentamientos estables que pueden encontrarse en el interior de la isla. Lugares en los que se dan una serie de características únicas que han permitido que una agricultura sostenible para los pueblos que lo habitan y un hogar que les permite tener una existencia más sencilla que aquella que viven el resto de los pueblos del interior. Unas condiciones que han llevado a sus habitantes a concluir que los territorios en los que se construyeron fueron moldeados por seres superiores.

La primera de ellas, situada en el valle de Amalashu se encuentra habitada por el pueblo de los Onkeni. Tanto el lugar como sus gentes son una anomalía dentro del contexto de Thurgold. Pero esta no es una anomalía provocada por la axiomática, sino que sustenta sobre la preservación del legado de quienes les precedieron.
Al contrario de lo que sucede con la gran mayoría de las grandes tribus que recorren los territorios que los rodean, la suya es una cultura sedentaria.

El valle de Amalashu es un lugar fértil gracias a los sistemas de irrigación diseñados para aprovechar y maximizar las propiedades de aquellos territorios. Las canalizaciones subterráneas que se construyeron no necesitaban de complejos motores que impulsasen, son el resultado de la matemática y la física más elementales. Si bien es cierto que para terraformar aquel lugar se utilizaron herramientas que a día de hoy serían inviables, ninguna de ellas es necesaria para su mantenimiento.

De acuerdo a la mitología de los Onkeni, antaño toda la isla fue poseedora de los dones que hoy se encuentran a su disposición, pero la humanidad abandonó la senda marcada por los dioses y estos castigaron a los infractores con dureza. Sus deidades, aquellos a quienes bautizaron como los Miboru, dejaron este mundo dejaron este mundo hace milenios para construir un lugar mejor. Para edificar un jardín eterno que sólo puede ser alcanzado por sus devotos.

Pero la preservación de su regalo no es algo que lleven a cabo únicamente quienes creen en el mito. El mantener activas las infraestructuras que les legaron es uno de los puntos claves de todos los estamentos de su civilización. No es la fe la que repara diques, elimina las obstrucciones de las canalizaciones subterráneas o mantiene las compuertas que controlan sus flujos sino una versión muy personal de la ingeniería. La preservación de tiene mucho más que ver con garantizar su modo de vida que con agradar a quienes nunca han dado señales de vida.

Por más que sean las tribus más beligerantes las que ocupan una mayor parte de la extensión de la isla, o los pueblos de la costa quienes se encuentran más avanzados social o técnicamente, en el interior de Thurgold no prima únicamente la ley del más fuerte o el más sofisticado. En casos como en el de los Onkeni, la suma de las características específicas del que ha sido su hogar durante los últimos cinco siglos y su adaptación a él les ha llevado a convertirse en una fuerza a tener en consideración.

Porque, por más que sus mito afirmen que su legado se remonta hasta los días anteriores a la llegada de los menetianos, lo cierto es que antes de la llegada de sus ancestros hasta aquel valle el de los Onkeni sólo fue un pueblo nómada más.
Su cultura no es algo homogéneo sino que se debate entra quienes aceptan de forma acrítica el mito y su proclamado “destino manifiesto” y quienes tratan de mantener viva la auténtica historia de este pueblo. Una lucha soterrada dentro de la dualidad de ambos aspectos. Un bagaje que les ha llevado a desarrollar una particular percepción de sí mismos.

El suyo es un ecosistema cerrado tanto social como geográfica y ecológicamente, pero esto no ha evitado que establezcan relaciones con los pueblos del exterior. En sus territorios no sólo crecen plantas que no se pueden encontrar en otros lugares de Thurgold, sino que también cuenta con una fauna local única. La domesticación de los animales con los que conviven también ha condicionado su cultura y les ha llevado a desarrollar técnicas han integrado a estas en su gestión de los recursos de los que disponen. La suya es una cultura que se basa su fuerza en la comprensión de su entorno y en las maneras de utilizarlo a su favor.

Quizás no tengan a su alcance inmediato materiales con los que construir grandes edificaciones, pero sí que han desarrollado formas de agricultura y ganadería que no se pueden encontrar en ninguna otra parte del mundo, y han sabido utilizar los resultados de estas para obtener a cambio todo aquello de lo que carecen.
Dada la naturaleza de su hogar, históricamente no ha sido un pueblo que haya buscado expandir sus dominios. Su cultura es muy territorial y elitista lo que ha convertido al Valle en un lugar que no acostumbra a recibir de buen grado a los extranjeros. Tanto las lecciones aprendidas del pasado como la percibida fragilidad de su propio ecosistema les hacen ser recelosos a este respecto aunque, irónicamente, si sus ancestros no hubiesen abandonado sus territorios originales al ser atacados, jamás habrían llegado hasta un lugar en el que la vida les es más sencilla.

La que ha sido su gran baza a distintos niveles ha sido la domesticación de las dos grandes especies animales con las que comparten territorio. Criaturas autóctonas cuya posesión se ha convertido en una marca de estatus en el exterior no sólo del valle sino también más allá de las costas de la isla.

El suyo no sólo es un ecosistema que les ha permitido prosperar, sino que también les ha convertido en el punto de mira de otros pueblos. No sólo el valle de Amaleshu se ha convertido en su hogar, sino que lo que todo lo que se encuentra contenido y crece dentro de su interior también es lo que les ha convertido en un objetivo para las ambiciones de quienes están fuera. En una fuerza a batir, en una propiedad a expoliar. Las transacciones siempre tienen lugar fuera de sus fronteras, y el acceso de extranjeros hasta su interior se encuentran muy controladas. De la misma manera que les ha dotado de las herramienta necesarias para sobrevivir, también lo han moldeado para transformarlo en quien les defienda de todo lo relacionado con el exterior. En cierta medida no dejan de ser prisioneros en una jaula dorada. Ante los ojos de quienes creen en el mito, no son pocos los que consideran que este es un regalo envenenado de sus deidades.

De entre todas las especies autóctonas que han logrado domar, tanto los bochanyi como los thomsaru son la joya de su corona. Ambos son al mismo tiempo lo que han aprendido a temer quienes se han enfrentado a los Onkeni, como lo que ambicionan tanto ellos como el resto de pueblos que han entablado alguna vez relaciones con ellos. Son criaturas muy resistentes ideales para trabajar el campo, pero también unos transportes insuperables a la hora de cruzar los territorios que rodean al valle. Al mismo tiempo, son muy eficientes y capaces de mantener la calma en el fragor de un combate. Criaturas cuyo valor les ha hecho forman parte de las diferentes interpretaciones del mito.

Uno sólo de los bochanyi puede transportar con facilidad a más de una docena de personas sin necesidad de repostar durante días, mientras que los thomsaru, si bien no son más veloces que un caballo, sí que se encuentran mucho más adaptados a surcar el desierto.

La adquisición de cualquiera de estas dos criaturas es un objetivo ambicionado por todos los que saben de su existencia, y su precio sólo es asumible por muy pocos. Ambas criaturas han tratado de ser criados fuera del valle, pero los especímenes resultantes siempre han resultado inferiores a los nacidos en él, algo que sólo ha servido para afianzar su valor.

Más allá del territorio de lo comercial, la relación que han mantenido los Onkeni con el exterior ha sido con el Prósoc Logestas y distintas organizaciones científicas del continente; con quienes les han ayudado a comprender y conservar activos los mecanismos dejados por los habitantes originales de Dammar. Aun así, las suyas tampoco han sido relaciones sencillas. En los momentos en los que han sido gobernados por defensores a ultranza del mito, la “Memoria de la isla” no ha sido bien recibida en sus territorios.

Otro caso anómalo que podemos encontrar en la isla es el de los Matsokani, un pueblo que tendría más que ver con los “Señores de las alturas” de Trollellom que con el resto de los nativos de la isla.

Este pueblo habita los restos de la antigua ciudad de Annyhosa situada en lo alto de la ladera occidental de la columna de Yyvylion. Al igual que sucede con los Onkeni y su valle, los actuales habitantes de esta ciudad no son descendientes directos de quienes la poblaron antaño, pero esto no ha impedido que muchos de ellos se proclamen como sus sucesores directos y, a partir de esta mentira, creen un pasado mítico a su alrededor. Pero sus similitudes terminan ahí.

El modo de vida en los habitantes de Annyhosha difiere enormemente tanto del de los Onkeni, como del los de las ciudades estado o una gran parte de los pueblos del gran continente pese a ser sedentario como el de todos estos.

Su hogar carece de los recursos naturales de los primeros, o de las comunicaciones de los que disponen el resto, pero tiene a su disposición algo de lo que carecen todos estos; se encuentra ubicado en un punto axiomáticamente estable desde hace millones de años. Al contrario de lo que sucede con los restos tecnológicos que se conservan en otros lugares, las infraestructuras con las que conviven no sólo podrían llegar a funcionar, sino que algunas de ellas continúan activas desde hace milenios.

Aquellas máquinas que no requerían de factores externos, o que no se estropearon por el mal uso, la falta mantenimiento o el desgaste de sus componentes continúan cumpliendo las labores para las que fueron construidas. Algo que incluye a los elementos que comunicaban a la ciudad de Masitora, una de las colonias ubicadas en el planeta Hayashu.

Esta no es una comunicación que se encuentre establecida de forma permanente dadas las particularidades de ambas localizaciones, pero el contacto entre ambas localizaciones se produce de manera cíclica. A través de él, los Matsokani no sólo pueden acceder hasta otro mundo, sino también hasta una serie de recursos que no son accesibles desde ningún otro lugar de Daegon.
Ante sus ojos, Masitora y Hayashu son localizaciones que existen en el interior de la montaña. Lugares míticos que les permiten estar más cerca del hogar que habitaron sus ancestros y las deidades con las que estos convivieron. Hasta un lugar hoy muerto.

Existen infinidad de teorías, mitos y profecías alrededor de este enlace. Historias que hablan de expulsión y huida, de salvación y condena, pero también algunas que se acercan tímidamente hacia la realidad.
La ventana de oportunidad que se establece entre ambas localizaciones apenas supera una decena de días a lo largo del año, algo que no ha impedido que se intenten ambiciosas expediciones hasta “el interior de la montaña”, pero estas rara vez han logrado sobrevivir al tiempo de separación.

Pero estas no son las únicas infraestructuras que han logrado sobrevivir al paso del tiempo. Existen infinidad de canalizaciones bajo la montaña que se extienden a lo largo de gran parte de la isla. Túneles que hoy en su gran mayoría permanecen bloqueados o inundados. Los vehículos que surcaban estos conductos dejaron de funcionar tras el último gran cambio axiomático una vez que abandonaron los territorios estables de Annyhosha, pero algunos de ellos aún son transitables hasta estos puntos. La gran ciudad accesible desde del exterior se extiende bajo la montaña a lo largo de una extensión superior a la que es perceptible desde fuera. Los túneles y galerías se encuentran habitados y no necesitan del fuego para tener luz o calor. Las canalizaciones que se extienden desde lo alto de la montaña permiten que el agua acumulada en su cima llegue hasta todos estos lugares dotándoles de una habitabilidad superior a la de muchos lugares exteriores, y la temperatura es mucho menos extrema que aquella que se puede encontrar en el resto de la isla.

Dentro de la cultura de los Matsokani existe una relación directa entre el mito y la ciencia. Entre la necesidad de preservar su modo de vida y la aceptación de que no disponen de la capacidad para comprender cómo funciona el contexto en el que viven. Esta complicada dicotomía ha impactado fuertemente en su modelo de gobierno a lo largo del tiempo, llevando a sus líderes a tratar de justificar su posición de acuerdo a un gran número de criterios en ocasiones contrarios al de quienes les precedieron.

Existe también un conflicto entre el misticismo y la necesidad de fomentar el estudio científico que aún no ha logrado ser superada. Un enfrentamiento que ha servido para que una parte nada desdeñable del pueblo otorgue la misma validez a cualquiera de estos acercamientos, condicionando con ello su visión no sólo del pasado, sino también de su presente.

Los Matsokani han sido algo más permeables a la influencia del exterior que los Onkeni. El mito de los Lendar Agothu Ilén; “Los señores de cuanto mora en el interior” no es el único que se encuentra presente en su cultura, sino que también se pueden encontrar dentro de su sociedad restos de los credos animistas de sus días como nómadas o incluso de algunos de los cismas de la Iglesia Redmiana.

La suya es una sociedad muy abierta en este sentido, una que ha variado cubriendo un amplio espectro de cuando puede ser encontrado en la isla, ya sea para tratar de adaptar su historia a la visión de los distintos modelos de estado que han tenido, o para tratar de negar la validez de aquellos que han parecido fracasar.

Porque, por más que esta tendencia actual se haya prolongado durante mucho tiempo, su historia se encuentra poblada por momentos de rechazo y cambio para con cada una de estas tradiciones y lo han podido significar dentro de su entorno más directo.

Existe una lucha entre las facciones más tradicionalistas y quienes buscan aires de renovación. Entre quienes buscan la razón detrás del mito y quienes han construido sus parcelas de poder sobre su inefabilidad. Luchas que salen a la luz de forma abrupta principalmente en los momentos de mayor necesidad. La suya es una sociedad que se encuentra a la misma distancia de abandonar el mito de forma definitiva o de abrazarlo sin ambages.

Tanto los motivos para dar un paso en una dirección como para decantarse hacia la contraria no vienen motivados únicamente por discrepancias a la hora de decantarse hacia un modelo y otro, sino que su origen acostumbra a estar íntimamente ligado a la ambición, intereses personales o al simple afán revanchista de sus instigadores. Con el nivel de conocimiento actual no es posible el explicar todo aquello a lo que se encuentran expuestos, y la elección de un modelo de estado no cambiaría su situación, sólo se limitaría a darle una nueva capa de pintura.

Esta lucha tiene lugar a distintos niveles. Desde el fomento de la crispación social hasta la política, pasando por formas más sutiles. Se han llegado a sabotear partes de las infraestructuras para forzar el posicionamiento hacia cualquiera de estos dos frentes. Acciones que, en más de una ocasión, han terminado por ser irreversibles y han condicionado con ello alguno de los aspectos de su cultura.
Así pues, más allá de la pretensión de veracidad y objetividad que afirman poseer ambos bandos rara vez se ha mostrado como algo cierto. En sus bibliotecas se pueden encontrar cientos de textos glosando las teorías formadas alrededor de las particularidades de su hogar, pero ninguna de ellos contiene hechos demostrados de manera objetiva. Estas bibliotecas han sido visitadas por un gran número de estudiosos procedentes del exterior, pero todo aquel que ha sido capaz de encontrar afirmaciones a todas luces falsas o, cuando menos, de dudosa validez ha acostumbrado a ser ignorado sistemáticamente, cuando no acusado de algún tipo de conspiración.

Tanto en sus bibliotecas como en las del Prósoc Logestas también se almacenan los textos de aquellos entre sus estudiosos que han tratado de impulsar un acercamiento antropológico hacia su propia historia, pero estos conviven sin ningún criterio concreto junto a los más imaginativos. Allí conviven junto los sesudos estudios acerca de ellos mismos o de los pueblos con los que han tenido contacto y los que los señalan como un pequeño grupo de elegidos. Se codean en igualdad de condiciones textos contrastados con aquellos que no dejan de ser meras transcripciones de mito, leyendas y relatos interesados. Obras que, por mayor que pueda ser su valor cultural, sean un fiel reflejo de los intereses de quienes se encontraban en el poder en un momento dado, o plasmen los intereses de quienes aspiraban a él, no pueden ser considerados como representaciones fidedignas de lo que pretenden explicar.

A pesar de sus diferencias, tanto el pueblo de los Onkeni como el de los Matsokani han sido históricamente dos de los pueblos que han tenido un mayor enfrentamiento tanto con la Iglesia Redmiana como con los pueblos que comparten una visión más extendida del mundo.

Porque no sólo el mundo civilizado encuentra difícil de aquello que se escapa de su manera de entender la realidad. Los pueblos nómadas del interior, aquellos que se aglutinan bajo el nombre de los “Thurg”, tampoco han demostrado una especial afinidad para con quienes abandonaron su seno.
Dentro de sus distintos mitos se encuentran referenciados de una u otra manera estos dos pueblos pero, por norma general, su abandono de las antiguas costumbres los convirtieron en algo que ya no merece su respeco.

Por otro lado, los cismas de la Iglesia Redmiana que han logrado entrar dentro del contexto de los Matsukani son aquellos que cuentan con un seguimiento minoritario; aquellos que abogan por una visión más abierta de los diferentes teismos.

- El Korstand

La situación de Bélaster en el presente se encuentra en un territorio similar al de Annyhosha. En un lugar intermedio entre varios lugares. Entre la ciencia y el mito, entre la objetividad y lo subjetivo, entre la dictadura y una autoproclamada utopía racionalista.

Esta nación se encuentra gobernada por el Korstand; el Cabildo de Bélaster, quienes se autodenominan como “Arquitectos de la civilización del mañana” o lo ”Reyes filósofos”.

Tras este nombre se oculta una mutación de la escuela de pensamiento de Áldryar Nalot, el ideólogo de la Naltor moderna. Una ideología cercana al totalitarismo oculta bajo un gran número de capas de reflexiones superficiales acerca de la naturaleza de la humanidad y su papel sobre el mundo.

Al igual que sucede en Naltor, no se reconoce la superioridad intelectual de ningún concepto por encima del de la humanidad pero, de acuerdo a esta misma escuela de pensamiento, no todos los humanos nacen iguales. Sus integrantes han desarrollado una serie de mecanismos que han permitido que se perpetúe un sistema de castas construido alrededor de una pretendida objetividad a la hora de medir las capacidades intelectuales de sus súbditos.

El conocimiento tiene un peso preponderante dentro del Korstand, y su seno se encuentra dividido en un gran número de organismos dedicados al estudio de distintos campos, pero las bases sobre las que se ha construido distan mucho de ajustarse a los criterios que afirma defender. Su enfrentamiento con el Prósoc Logestas y, por añadidura, con Anuar ha sido una constante desde el momento en el que se fundó este organismo hace apenas cuatro décadas. Una lucha que, irónicamente tiene su origen en los textos que hallaron sus ideólogos dentro de las bibliotecas de los historiadores.

Al igual que sucede en Naltor, todo tipo de “misticismo” se encuentra prohibido desde entonces en Bélaster, ya provenga este del continente, la Iglesia Readmiana o de los pueblos del interior. Si bien es cierto que el comercio con cualquiera de estos grupos no está prohibido, sí que lo está la práctica de cualquiera de sus ritos dentro de los territorios gobernados por la ciudad o en aquellos aliados con ella.

La crítica hacia el Korstand y sus decisiones se encuentra permitidos, pero esto no deja de ser un espejismo. Un formalismo más dentro de sus dogmas cuya interpretación última queda determinada por quienes ostentan el poder. Pero, en contra de lo que afirman muchos de sus detractores, no fue su llegada la que trajo hasta la ciudad las figuras del autoritarismo y el clasismo, simplemente cambió los lugares hacia los que estas apuntaban. De la misma manera, no todo lo que llegó con su gobierno supuso un cambio a peor para sus súbditos.

Lo que subyace bajo el modo de vida que defienden es un ideal inalcanzable para la gran mayoría de quienes viven bajo su yugo, pero sus dictámenes no son una barrera insalvable para todo el mundo. La critica dentro del terreno del debate público no sólo está permitida, sino que se fomenta desde las instancias del poder, lo que no quiere decir que no pueda ser castigada. Toda crítica debe aportar una solución factible a aquel aspecto sobre el que se disiente pero, al mismo tiempo, dependiendo del aspecto tratado y la naturaleza de las críticas quien la elabora también se arriesga a ser encarcelado.
La determinación de qué mensaje entra dentro de cada una de estas categorías es labor exclusiva de los dirigentes del Korstand. No existe un escrito que dictamine qué es aceptado y qué es punible, sino que esto viene marcado únicamente por las simpatías de los dirigentes y la manera en la que negocian entre ellos hasta llegar a la decisión final. Este funcionamiento ha hecho que tanto críticas como las denuncias y las sentencias finales permanezcan postergadas hasta que sus líderes tengan tiempo para dilucidar acerca de ellas. A lo largo del tiempo dentro de su seno se ha jugueteado con la idea de la creación de un cuerpo de guardianes de la integridad ideológica, pero hasta el momento este camino ha logrado ser evitado por las discrepancias dentro del mismo Korstand.

Uno de los pilares del Korstand es el no olvidar las lecciones aprendidas de quienes les precedieron, pero su concepción de la historia es algo fluido. Se fomenta un respeto reverencial a un pasado que no fue el suyo, a unos pueblos que jamás conocieron, y se han dedicados una cantidad ingente de recursos para tratar de recuperar y mantener en un estado aceptable los edificios de los tiempos pasados. Esfuerzos en su mayor parte baldíos ya que el momento en el que estos fueron construidos las condiciones ambientales de aquellos territorios eran muy distintos.

De esta manera, por más tratamientos que se hayan tratado de dar a las ruinas que precedieron a Bélaster, y más resplandeciente y grandiosos que puedan ser los metales que forman parte de su estructura, estos no tardan en volver a unos estados similares de decrepitud al verse sometidos al viento y la arena con los que que hoy conviven.

De acuerdo a sus proclamaciones, el conocimiento objetivo guarda un papel muy importante dentro de la escala de prioridades del Korstand, pero la objetividad no deja de ser una palabra usada muy a la ligera por parte de sus dirigentes.
Si bien es cierto que los recursos que dedican a la investigación no son desdeñables, palidecen ante los esfuerzos que dedican para desacreditar a todo aquello que ponga en duda alguno de sus preceptos o amenace su hegemonía.

Tienen acuerdos de investigación firmados tanto con La Orden como con la universidad de Amlash, pero todo dato que son compartidos en cualquier dirección debe pasar una aprobación previa por parte de sus censores lo que complica enormemente cualquier intento de colaboración. La distancia es otro gran impedimento a la hora de la fructificación de estas relaciones, al igual que lo son el estricto control que se tiene sobre cada navío que atraca en sus puertos pero, a pesar de todo esto, se han logrado obtener resultados reseñables en aquellos campos en los que se está colaborando.

El objetivo último del Korstando es el de convertir a Bélaster y a sus habitantes en “el pueblo del futuro”. Un propósito a la vez tan ambiguo y tan ambicioso que la presión por alcanzarlo ha hecho que sus gobernantes hayan llegado a tomar decisiones muy arriesgadas orientadas hacia el largo plazo. Propuestas que han supuesto problemas y escasez para sus súbditos presentes y quizás futuros, y que sólo han servido para alimentar el apoyo de quienes desean el regreso del antiguo régimen.

Los impuestos derivados del comercio con el continente es su mayor fuente de ingresos, pero tanto las restricciones que han establecido para el atraque en él, como el hecho de que sus relaciones con los pueblos del interior se hayan deteriorado desde su llegada al poder han hecho que el flujo de los vienes con los que comerciar se hayan visto mermados.

Por el momento los integrantes del Korstand han logrado sobrevivir a una parte de los problemas que acarreaba Bélaster y que les auparon hasta el poder, pero la duda acerca de si serán capaces de sobrevivir a sus propios errores es una que sobrevuela sus cabezas de manera constante.

- El Rashen Agor

En un espectro teóricamente opuesto al del Korstand podríamos situar al Rashen Agor, la Federación comercial de las ciudades estado del este de Thurgold, pero esto no deja de ser otro más de los juegos de espejos que sustentan las diferencias entre estos equipos de gobierno.

Ubicadas en la costa nororiental de la columna de Yyvylion podemos encontrar un escenario similar a aquel que puebla occidente; una serie de antiguas colonias continentales emancipadas de sus vínculos con las naciones que las fundaron. Ciudades estado de distintos tamaños cuyo cuño mucho más reciente que el de aquellas que componen su sección occidental, pero igualmente sustentadas gracias al comercio. Asentamientos surgidos como consecuencia del descubrimiento de metales exóticos en la cordillera que atraviesa la isla y el intento de explotación de estos recursos de la isla por parte de los gobiernos y las casas comerciales de Asgurn y Muliria.

Estas colonias mineras, pobladas en sus orígenes principalmente por presidiarios y gente desesperada con poco o nada que perder, no tardaron en revelarse contra sus señores y establecer alianzas con sus rivales. Una alianza que se consolidó bajo la forma de esta alianza comercial.

El Rashen Agor nació bajo la promesa de ser algo nuevo. De no tener señor o referentes ideológicos heredados del continente, de no verse limitado por las convenciones morales o éticas de quienes les precedieron.
De acuerdo a su declaración fundacional, su propósito principal era el de lograr mantener la independencia de las colonias tanto de las naciones de las que se escindieron como de cualquier otra potencia. Un propósito para el que el dinero era el su máxima prioridad. El dinero con el que pagar a los soldados que les protegerían de sus antiguos señores y con el que poder permitirse el lujo de negociar con quienes ambicionaban los bienes que ellos atesoraban.

De esta manera, al igual que Anuar, Bélaster, Greyshard, Tarxis y Yarna deben su origen a colonias establecidas por Menetia y Naltor en su intento por llegar al otro extremo del Pramayán, por su parte, los primeros habitantes de las ciudades Dozo, Godosu Nayal, Betharan, Iwasanli y Nimala Sinratu procedían de aquellos territorios a los que estos trataron de llegar.

Su nacimiento se encuentra muy cercano en el tiempo, no llegando la más antigua de ellas al siglo de edad, pero esto no ha evitado que en su interior se hayan desarrollado una gran cantidad movimientos políticos y sociales. Así, por más que el periodo de tiempo transcurrido desde la llegada de las expediciones procedentes de estas naciones hasta las costas de Thurgold haya sido tan breve, hace ya mucho tiempo que ninguna de ellas controla el destino de sus antiguas colonias.

Si bien estas jóvenes naciones no han podido alcanzar unas dimensiones similares a las de las antiguas colonias occidentales, su ambición no es menor. El poder y la influencia que ha ido amasando el Rashen Agor le ha permitido tener acceso hasta una gran cantidad de recursos y mano de obra, algo que, durante las primeras décadas de su existencia revirtió también en las ciudades que se aliaron con él. Con el paso del tiempo esta situación cambió. La Federación comercial amasó la suficiente fortuna para dejar de depender de sus antiguos mecenas y convertirse en una potencia por méritos propios.

Desde aquel momento su manera de relacionarse con quienes pasaron a ser iguales, cuando no sus inferiores, sufrió un drástico giro hacia territorios menos idealistas.

Sin importar lo que proclamasen sus fundadores, en ella se han plasmado todos los vicios y defectos de las culturas de las que renegaban. Sus líderes se han convertido en una oligarquía que aspira a controlar el comercio de los minerales extraídos de La Columna con las naciones de oriente y occidente. Un monopolio que no guarda un trato preferente para las antiguas colonias. Los acuerdos que se firmaron en sus inicios les otorgaban de manera simbólica la explotación en exclusiva de gran parte de las minas durante un siglo, y este es un derecho que han ejercido de manera estricta y literal. Suya es la gestión de los beneficios que se obtienen de ellas al igual que suyo es el control de la mano de obra que las trabaja.

Pero esta explotación no es su única área de interés. Aún queda más de una década para que aquel acuerdo inicial tenga que renegociarse, y saben que la lucha en ese momento será dura y tendrán que renunciar a una gran parte de sus recursos. A pesar de que una parte de las cabezas de familia de los oligarcas no han mostrado preocupación por este hecho, los que han sido sus mandos intermedios sí que fueron demostrado una visión de futuro algo más realista.

El Rashen Agor comenzó a diversificar sus intereses hace más de medio siglo, invirtiendo diferentes campos de investigación relacionados con los minerales que vendía, y atrayendo hasta su seno a todas aquellas mentes brillantes interesadas en este campo. Se ha convertido en una bestia bicéfala que por un lado ha invertido en las infraestructuras de las ciudades y por otro se ha dedicado a explotar a una gran parte de sus ciudadanos en sus campamentos mineros.

No todas las ciudades estado de oriente se encuentran vinculadas con Federación y, de la misma manera, su control sobre los minerales de la isla no es absoluto. El tamaño y la influencia de esta ciudades no ha creado de la misma manera en la que lo han hecho los de las demás, pero sí que s cierto que las desigualdades en estas son menores. El crecimiento de las ciudades construidas alrededor del comercio de estos minerales ha sido exponencial, y eso ha tenido un impacto significativo en quienes las habitan, y ha causado que el de la urbanística sea otro de los campos cuyo estudio se haya vuelto crucial.

Porque el tamaño de las antiguas colonias es el menor de los problemas de sus habitantes, o al menos no lo es de una forma directa. La afluencia de gente que generaron las promesas de riqueza del Rashen Agor hicieron que su crecimiento fuese desmesurado. La fiebre del xalisch provocó un estallido en la inmigración, un flujo constante de gente que las infraestructuras de las colonias no estaban preparadas para asumir, y que lo limitado de los recursos naturales de la propia isla convirtió en una tragedia.

Ha pasado ya más de medio siglo de aquello y las colonias han crecido hasta convertirse en ciudades, pero aquellos hecho aún no se han olvidado. Entre los actuales habitantes de las ciudades todavía quedan alguno de quienes vivieron aquellos días de penurias y mantienen vivo el rencor contra quienes consideran sus causantes.

En cualquiera de estas ciudades la calidad de vida es muy dispar, pero no lo es más que en cualquier otra ciudad del mundo civilizado. Existe una clara separación entre las diferentes clases sociales, siendo la de los mineros la más perjudicada de todas ellas. La vida en estas ciudades es muy dura, pero tanto en sus barracones como en los campamentos adheridos a las zonas bajas esta es especialmente despiadada. Se han producido varios intentos de crear movimientos sindicales pero, a pesar de que hasta el momento estos no han logrado prosperar, el clima que se respira está lleno de tensión.

- El esquema de poder en Thurgold

A pesar de todo lo que diferencia a Thurgold del continente, las luchas por el poder y el control de sus recursos no son muy diferentes en su fondo de aquellas que se pueden encontrar más allá de sus costas.

El de Thurgold es un territorio que se encuentra en su mayor parte despoblado en gran medida como consecuencia de las condiciones geográficas y climatológicas que se dan en su interior. A pesar de la diversidad de los pueblos que habitan en él, estos se encuentran dispersos a lo largo de su superficie viéndose sus relaciones condicionadas por lo árido del territorio así como por lo extremo y lo hostil de sus temperaturas.

No existen se han construido vías terrestres que comuniquen a las ciudades de oriente con las de occidente, y los caminos que llevan hasta el interior sólo acostumbran a verse transitados por los pueblos nómadas en épocas muy concretas.

Al igual que sucede con el continente, se podría dividir esta isla en dos grandes bloques geográficos con escaso contacto; aquellos situados en ambos extremos de la gran cordillera. A su vez, dentro de estos dos grandes bloques territoriales, cada una de las ciudades ocupa en sí misma el papel de cualquiera de las grandes naciones transoceánicas. La de una serie de fuerza en pugna por su control de todo lo que las rodea. Pero la contienda que tiene lugar en cualquiera de los territorios de Thurgold no es convencional. Dentro de estas luchas que se perpetúan entre gobiernos, oligarcas, jefes tribales, casas comerciales e iglesias, cada una de ellas tiene lugar en distintos frentes. Históricamente, las suyas han sido unas contiendas en las que es difícil encontrar alguna que haya escalado lo suficiente como para hacer que intervenga un factor militar.

Mientras que la rivalidad entre las ciudades costeras tienen su foco en el territorio de lo económico y lo cultural, las que tienen lugar en el interior acostumbran a basarse en el control de los pequeños territorios en los que la vida es más sencilla. Luchas que acostumbran a verse justificadas sobre hipotéticas afrentas del pasado, destinos manifiestos, o la reclamación de la desesperación pura cuando se recrudecen las condiciones de sus respectivos hogares.

Mientras que en el primer caso el conflicto rara vez llega a extenderse hasta los territorios del interior, esto no sucede así a la inversa. Aun así, cuando los niveles de desesperación, urgencia y necesidad han alcanzado cotas especialmente extremas, estas reclamaciones se han llegado a hacer a un lado para formar alianzas hasta entonces contranatura. Alianzas que han servido para crear nuevos pueblos, para expulsar a terceros de sus hogares, o para hacer que quienes se encuentran protegidos tras las murallas de las grandes ciudades no se sientan seguros.

Cada uno de estos pueblos acostumbra a ser un elemento estanco tanto en lo cultural, siendo organizaciones no ligadas directamente al poder central como puedan ser la Iglesia Redmiana o el Rashen Agor algunos de los escasos estamentos cuyos agentes se encuentran presentes en más de uno de estos emplazamientos. Esto los convierte en jugadores que se mueven en un nivel distinto. Quizás su poder crudo no sea suficiente como para hacerse con el control de ninguno de los territorios, pero su capacidad de influencia a mayor escala les ha llegado a convertir en elementos clave para la llegada de nuevos contendientes en el tapiz de juego. Este ha sido un tipo de jugadas que, en no pocas ocasiones, se han terminado volviendo contra ellos a varios niveles costándoles parte de las parcelas de poder e influencia de la que ya se encontraban en su poder.

Cuando viajamos hasta el interior la división y el aislamiento entre los pueblos es aún mayor. Tanto es así que, en un gran número de ocasiones, ha sido dentro de las ciudades costeras en el único punto en el que han llegado a coincidir algunas de estas culturas.

En el tiempo transcurrido desde su separación del continente, Thurgold no ha sido el escenario de un conflicto se extendiese a lo largo de toda su geografía.
Desde distintas naciones del continente sí que se ha tratado de controlar alguno de sus territorios costeros, pero estos enfrentamientos rara vez se han propagado más allá de lugares puntuales. Hasta el descubrimiento de los yacimientos de minerales exóticos, su porción oriental apenas había sido explorada y, lo escaso de sus recursos, ni siquiera lo había logrado despertar intereses superiores a los de un mero lugar de paso.

Su redecubrimiento por parte de occidente fue un mero acto fortuito, un desvío imprescindible para sortear las anomalías que rodean al Estrecho de Panyal. Un desvío tan grande hacia un territorio tan poco atractivo que hizo que su recuperación fuese un esfuerzo a todas luces desproporcionado.

Desde aquel momento se convirtió en un punto intermedio entre oriente y occidente. Una serie de ubicaciones que se nutrían principalmente de tráfico de las mercancías que pasaban por sus ciudades portuarias. Así pues, y dentro del nivel global, ninguna nación ha mostrado un especial interés por hacerse con su control.

Los enfrentamientos que han tenido lugar en su interior han sido por obtener una posición ventajosa dentro de las rutas comerciales. Sus clases privilegiadas se han construido sobre la acumulación de los bienes que han circulado por sus puertos, pero sus niveles de opulencia se encuentran muy alejados de aquellos que se pueden encontrar en las naciones medias del continente. La buena gestión de algunos de sus gobiernos ha permitido que algunos de estos materiales no hayan sido acaparados de manera exclusiva por los poderosos para hacer sus vidas más cómodas, sino que a través de estas materias primas se ha logrado que sus ciudades creciesen de una manera pausada.

Lo que sí que ha sido históricamente una fuente de conflicto a distintas escalas ha sido la lucha de clases. En cualquiera de los dos extremos de La Columna, las condiciones en las que se ven obligados a vivir una gran parte de sus clases más bajas han sido el origen de un gran número de revueltas. Conflictos que han finalizado con conclusiones desiguales que no han contentado por completo a ninguna de las partes.

De acuerdo a la distancia en la que se encuentra cada barrio y distrito de la zona portuaria, estos se convierten en emplazamientos que están muy lejos de poder ser considerados ciudades. Si ignoramos las partes directamente ligadas con el comercio o el estudio, el resto de sus extensiones son poblados principalmente por pescadores, artesanos y milicias al servicio de distintos grupos. Una serie de estructuras sociales a la que se añadiría la de los mineros que habitan en su porción oriental. En la costa es muy raro encontrar grupos sociales dedicados a la agricultura o la ganadería, una serie de ocupaciones que sí que se dan en el interior.

Los recursos de los que disponen cualquiera de estos grupos para poder sobrevivir, tratar de crecer o convertir sus vidas en algo más llevadero provienen casi en exclusiva del continente. Bienes en su mayoría inalcanzables para las clases más bajas y que son capitalizados casi en exclusiva tanto por parte de los gobiernos oficiales como de las oligarquías comerciales para afianzar sus parcelas de poder.

Tanto las fuente del poder de cada uno de los contendientes en esta lucha como sus áreas de influencia son diversas. Así, mientras que la influencia del Korstand o Prósoc Logestas se encuentran confinados en gran medida dentro de sus respectivas ciudades, otros como los grandes consorcios comerciales, el Rashen Agor o la Iglesia Redmiana no se encuentran limitados de la misma manera.
Por otro lado, mientras que la preocupación de las ciudades occidentales rara vez proviene de más allá de aquellos territorios con los que colindan, aún existen hostilidades abiertas entre las orientales y las naciones de las que se desligaron.

A pesar de que las instituciones de cada una de estas ciudades se encuentran ya consolidadas, tanto la presencia del Rashen Agor como la llegada de misioneros pertenecientes a los diferentes cismas de la Iglesia Redmiana y ciertos agentes continentales ha hecho que sobre ellas sobrevuele de forma constante un aire de duda. Al mismo tiempo que desde los pueblos más asentados se critica su inmadurez, irónicamente, y dada su relativa juventud, sus estructuras sociales se han visto sometidas a muchos menos cambios que aquellas encontradas en la parte occidental de La Columna.

Todas las ciudades occidentales han pasado por un gran número de cambios a lo largo de su prolongada existencia. Evoluciones que les han hecho distanciarse no sólo de su herencia continental, sino también de lo que fueron unos pocos siglos atrás.
Los dirigentes de las ciudades occidentales han tratado de re-escribir su historia en un gran número de ocasiones para justificar sus posiciones de poder, al igual que también lo han hecho los mandatarios de los diferentes cismas de la Iglesia Redmiana.

Estamentos como el Korstand, cuya presencia en la isla apenas se remonta a hace medio siglo, no han cejado en su empeño por realizar una lectura de la historia de la isla totalmente irreal. De acuerdo a su propia cronología, no es que siempre se hayan encontrado en un estado latente dentro de las sociedades de Bélaster y Anuar sino que, de acuerdo a las interpretaciones más desquiciadas de sus textos e historia, el nacimiento de la la Naltor moderna habría surgido de sus ideólogos.

Si bien es cierto que en la costa oriental de la isla no se pueden encontrar iglesias o templos, sus habitantes no se encuentran libres de la superstición. Por más que las antiguas colonias de Muliria cortasen de forma abrupta su relación con la nación que les dio origen, no fueron capaces de hacer lo mismo con otros aspectos de su cultura.

Aunque esta sea leve, la influencia de la Iglesia de Vashirevna sobre ellos aún se encuentra presente en algunos de sus estratos sociales, una presencia que adopta muchas formas. En un periodo de tiempo tan breve no ha dado tiempo al surgimiento de nuevos mitos, pero esto no ha evitado que algunos de los integrantes de estas jóvenes culturas hayan tratado de dar forma a sus propias versiones de las teologías de las que bebieron sus antecesores. Interpretaciones que ligan a este culto a distintos aspecto de la Iglesia Redmiana, a las tradiciones animistas del interior, o que lo han desvinculado totalmente de su origen continental para convertirlo en algo totalmente distinto.

Casi todos los cismas surgidos a lo largo del tiempo de cualquiera de estos cultos no han logrado arraigar lo suficiente como para ganar una cuota de poder significativa, pero esto no ha impedido que en ciertos momentos las condiciones sociales les hayan permitido ampliar su cuota de adeptos.

Se pueden encontrar distintos aspectos de estos cismas presente en algunas de las ciudades estado de la isla, llegando a convivir varios de ellos en algunos de sus distritos o en sus zonas periféricas. Los nombres de las deidades y algunos de los detalles del mito pueden haber cambiado, pero el núcleo de su mensaje acostumbra a permanecer casi intacto ante los ojos de alguien versado en la teología clásica.

Si bien alguno de estos cismas cuentan con un número de feligreses suficiente como para haber edificado iglesias en las ciudades en las que se encuentran ubicados, su relación con los estamentos del poder ha oscilado enormemente a lo largo del tiempo. Algunos de ellos también se pueden encontrar en los territorios del interior bajo la forma de mitos hibridados con las tradiciones locales.
A su vez, la evolución de alguno de estos credos animistas también se encuentran presentes en las grandes urbes. La llegada de integrantes de los pueblos nómadas hasta ellas conllevó la creación de pequeños gettos en los que predominaban algunas de sus costumres que, con el paso del tiempo, fueron ganando en estructura y adaptándose a sus nuevos contextos.
Por más que estos credos heredados de los pueblos del interior tengan una mayor presencia en la sociedad anuari, su propagación no se detuvo en sus fronteras.

La visión sesgada que ofrecen cada uno de estos cultos del conjunto de pueblos de la isla no dejan de ser otra fuente de conflicto. Quizás los gettos sean algo del pasado y las diferencias étnica sean casi imperceptibles, pero ciertos aspectos de sus diferencias han terminado conformando otra clase de divisiones. Sus textos sagrados no dejan de ser obras metafóricas llenas de incoherencias y contradicciones, pero esto no ha evitado que existen miembros en los sectores más extremistas de sus acólitos que las interpreten de manera literal, o que predican acerca de las bondades de una pureza étnica que desapareció hace cientos de generaciones.

Pero, por encima de todos estos conflictos, tanto dentro de las ciudades estado occidentales como en las orientales, la problemática que se encuentra más presente en sus sociedades es la causada por la escasez. Una problemática que ha hecho que la lucha de clases sea algo presente en todas ellas y que se ha cristalizado en periódicos brotes de violencia interna. Brotes de los que siempre se han tratado de aprovecharse quien se encontraban en la posición de aspirante al poder.

Si bien es cierto que la economía de las naciones de Thurgold se basa en gran medida su posición como puertos francos para el comercio exterior, algunos de los bienes que se pueden encontrar en la isla también son de interés en el continente.
Más allá del reciente interés por los yacimientos encontrados en La Columna, tanto los resultados de la pesca de proximidad como algunas de las especias que se pueden encontrar en el interior, dado su exotismo, son muy apreciadas por la nobleza continental. Bienes que, por más que sean nativos de la isla, apenas son consumidos por sus habitantes. A pesar de que su alimentación se basa principalmente en lo que se puede extraer del mar, la gran mayoría de las embarcaciones pesqueras pertenecen a las casas comerciales, dejando apenas una pequeña flota de pequeñas para abastecer a los mercados locales o a las pequeñas islas de los alrededores.

Estas casas comerciales también disponen de embarcaciones de mediano tamaño dedicadas al transporte de mercancías. Navíos dedicados a la importación y exportación de aquellos bienes que no acostumbran a pasar por sus puertos en los viajes continentales.

La evolución de estas culturas se ha visto condicionada por todos estos factores y, de la misma manera en la que las naciones costeras se han enfrentado a un gran número de cambios a lo largo de su historia, los del interior aún conservan gran parte de las tradiciones de los días previos a la llegada de los menetianos.

La memoria de todos los acuerdos establecidos y rotos entre todos estos pueblos es una herramienta que han aprendiendo a utilizar en su favor todos los bandos. Un elemento de presión a la hora de negociar nuevos tratados o renovar los ya existentes. Ante los ojos de los habitantes de las grandes urbes los pobladores del interior acostumbran a ser como un cúmulo de salvajes. Como un medio a través de los que obtener recursos en el interior o una amenaza potencial, pero quienes negocian con ellos saben que esta visión no se ajusta para nada a la realidad. Quienes llegan hasta sus puertas con propuestas comerciales suele ser gente sabedora de a qué se enfrente. Individuos que, en ocasiones, han sido formados dentro de estas naciones o incluso en alguna de las del continente.

Saben de lo valiosas que son sus mercancías y que grupos sociales pueden mostrar un interés superior por ellas. A su vez, el desprecio o la incomprensión que sienten por los habitantes de la ciudad puede llegar a ser equiparable al que existe a la inversa. No son pocos de ellos quienes consideran a los habitantes de las grandes ciudades como estúpidos por vivir en condiciones precarias. Por no abandonar unos lugares que carecen de lo necesario para abastecer a unas poblaciones tan nutridas como las que componen estas urbes.

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