Las órdenes IV

Las órdenes IV
La orden de los Formadores surgió como respuesta a una carencia detectada mucho tiempo atrás. La creación de un organismo de estas características había sido una demanda realizada por equipos de dirección de todas las ideologías pero, tras multitud de intentos fallidos a la hora de atajar este problema de manera previa, su consolidación quedaba postergada durante las fases iniciales de su proceso de diseño y definición.
Tanto el eterno desacuerdo acerca de cómo afrontarlo este problema, como la incapacidad por parte de cada una de los afectados para alcanzar un acuerdo, sólo sirvió para que cada uno de los integrantes de La Orden terminase optando por acercamientos incompletos que solamente daban solución a la parte del problema que les afectaba de manera más inmediata. Esta lucha de poderes y egos, al igual que la incapacidad de llegar a acuerdos y compromisos que se hayan mantenido en el tiempo, ha sido la causa de que su asentamiento se haya postergando una y otra vez a lo largo de los distintos mandatos.

Ya con la primera encarnación de los Tecnócratas, se trató que estos asumieran la responsabilidad del diseño de una serie de protocolos para la “preparación de nuevos miembros de La Orden y la transmisión del conocimiento ya existente”. Pese a que tales protocolos llegaron a ser plasmados en el “Wasodu ilisdar do etnage” o “Manual de formación e iniciación al saber”, el escaso apoyo que recibieron por parte del resto de las órdenes para su desarrollo no atenuó las críticas o el desprecio con el que fueron recibidos.
Por otro lado, y al mismo tiempo que se redactaban estos protocolos, los pequeños pasos, decisiones provisionales que atacaban de manera incompleta a los problemas, y la manera en la que se quedaban enquistadas en el funcionamiento diario de los distintos cuerpos que las adoptaban, hacía cada vez más difícil la tarea de los Tecnócratas encargados de tratar de desenredar y ordenar aquella maraña de protocolos. Debido a la propia naturaleza de las solucionas individuales que se tomaban, y a la falta de una visión global, cada nueva decisión complejizaba cada vez más esta tarea, así como la de los distintos equipos que han compuesto el Yishin Amat y que trataron de enfrentarse a este problema posteriormente.

Este bagaje histórico que había arrastrado La Orden ya desde el mismo comienzo de la expansión de sus campos de estudio, al igual que lo vital de la necesidad subyacente que esto acarreaba, obligaba a cada intento de crear a este cuerpo a asumir una cantidad de información cada vez mayor, no sólo en cuanto a su misma extensión, sino también con respecto a cómo cada una de ellas profundizaba en sus respectivas áreas de conocimiento.
Algunos equipos de dirección trataron de usar como referencia a distintos organismos homólogos existentes en otras organizaciones, pero ninguno de ellos logró obtener resultados en sus intentonas. Tras el establecimiento como los Pensadores como una de las órdenes mayores se trató también de que estos asumieran parte de estas funciones pero, al igual que en las anteriores ocasiones, y dada la misma naturaleza confrontacional de este grupo, esta solución tampoco llegó a cuajar.

Tras esta legado de fracasos, la aparición de alguien capaz de aprovechar la oportunidad de unificar criterios y convertir a este amasijo de particularidades en una entidad coherente y autónoma se hizo esperar hasta apenas dos siglos.
Su primera encarnación formal se encuentra datada en el año 453 durante el mandato de la Omniarca Yelena Tecduseva (Kásengan, Saliria 339, 464), aunque aquella versión primigenia del cuerpo de los Formadores distaba mucho de el organismo que es a día de hoy. Siguiendo con los patrones del pasado, el propósito inicial de aquel organismo muy estrechamente ligado a los Tecnócratas, carecía de la libertad de acción, la repercusión y el alcance del que goza en la actualidad. Si bien la aspiración de sus componentes iniciales era el de convertirse en un cuerpo horizontal que abarcase todo el espectro formativo de La Orden, este es un nivel de madurez en su implantación no llegó a ser presenciado por ninguno de ellos.
Su alcance inicial se limitó de manera exclusiva a la evolución del “Wasodu ilisdar do etnage”, adaptándolo a los nuevos tiempos y la realidad contemporánea de La Orden. Una vez finalizado el diseño de esta versión remozada de los distintos patrones comunes planteados por los Tecnócratas, así como el establecimiento de un marco coherente y homogéneo sobre el que formar a los iniciados, y ante la ausencia de nuevas tareas para él, aquel nuevo organismo desapareció. No se disolvió oficialmente, pero sus funciones y componentes fueron absorbidos nuevamente por los Tecnócratas donde se diseminaron entre los distintos cuerpos funcionariales.

Pero su desaparición no se prolongó durante demasiado tiempo. Con la llegada al mando de los Tecnócratas de la que terminó siendo su la llegada de su tercera Oxiarca, la menetiana Ambara Sieln (Sunrath, Menetia 451, 523), en un arriesgado movimiento por su parte, pugnó por el resurgimiento de este cuerpo. Este giro inesperado tanto de cara a sus rivales políticos como a sus aliados, culminó pocos años después con uno de los hitos más importantes de La Orden en aquellos días, sentando con ello una de las bases de lo que, con el paso del tiempo, ha terminado por convertirse en los modernos Formadores.
Tras la tercera iteración del “Manual de formación e iniciación al saber”, no sólo se lograron ordenar y consolidar el marasmo de influencias sobre las que se sustentaba el traspaso del conocimiento, sino que también supuso una revolución a todos los niveles para aquella aún joven orden.
Formada en la Escuela de Sunrath, Sieln, una mujer pragmática y ambiciosa, fue capaz de ver el potencial sin explotar que se hallaba bajo su control. Tras un comienzo de su mandato sin grandes estridencias, en el que se dedicó a forjar alianzas dentro de La Orden a distintos niveles, una vez consolidadas estas no tardó en dar inicio a la que se convirtió en su gran aportación a los Formadores; la de ofrecer los servicios de sus subordinados más allá de los muros de Cahirn Ansay.
Si bien es cierto que La Orden ya tenía establecida para aquel entonces una sólida red de servicios que ofrecía a sus asociados, el del trasvase del conocimiento era considerado una apuesta muy arriesgada vistas las consecuencias de experiencias previas. Los cismas, la creación de organismos locales homólogos a partir de sus alumnos, y la pérdida del aporte económico que aquellos hechos habían supuesto, resultaron unos golpes muy duros no sólo para sus arcas, sino también para todo el conjunto de la organización en el pasado.

A diferencia del acercamiento que se había tomado durante las ocasiones anteriores, durante las fases iniciales de aquel proyecto el ofrecimiento de este servicio no se encontraba orientado hacia los estudiosos, sino que su público objetivo cambió de una manera drástica. En aquellas naciones en las que La Orden ya se encontraba implantada, y donde Cronistas, Archivistas y Preservadores tenían algunas de sus bibliotecas, los Formadores comenzaron a hacer acto de presencia al mismo tiempo que se presentaban ante las distintas cortes y las villas de la nobleza local. Los servicios que ofrecían, al mismo tiempo que resultaban interesantes para sus destinatarios, resultaban inocuas de cara al resto de la oferta de La Orden en aquellos lugares. Por otro lado, su presencia no fueron del agrado de los tutores locales que se habían ocupado de formar a las distintas generaciones de nobles y cortesanos dentro de las cortes hasta aquel momento. La campaña orquestada por Sieln fue muy agresiva, encaminándose no sólo hacia aquellos campos en los que La Orden era puntera, sino también en tratar de sacar a la luz las mismas carencias, incoherencias y sesgos de los estudiosos locales.
En pocos años, al mismo tiempo que se ganaban una mala reputación dentro de las comunidades científicas de Menetia, Rearem, Naltor y Nivar, las sedes que tenían establecidas en estas naciones comenzaron a verse sometidas a remodelaciones y expansiones. Ya viniesen estas obras financiadas y promovidas por la propia Orden o por parte de los gobiernos, nobles o casas comerciales de cada una de estas naciones, las actividades de los Formadores también comenzaron a impactar negativamente en el trabajo desarrollado por sus compañeros. El estatus de los nuevos alumnos requería de unas ubicaciones más adecuadas para ellos, y unas infraestructuras mejor situadas. Por más interesados que se encontrasen sus progenitores en los servicios de los Formadores, sus herederos, algunos de los cuales gobernarían aquellos territorios en el futuro, rara vez consentían acudir, y mucho menos habitar, en unas instalaciones cuyas comodidades no se adecuasen a su nivel de vida. Al mismo tiempo, las medidas de seguridad que se establecían en aquellos lugares se volvían cada vez más estrictas y complejas. Todo aquello conllevó que, durante el tiempo en el se realizaba la formación de los poderosos, no sólo el trabajo, sino también el mismo tránsito del resto de los miembros de La Orden que habitaban en aquellas sedes se veía tremendamente obstaculizado.
De manera paulatina, bibliotecas y embajadas dejaron de ser las sedes oficiales de La Orden, y se fueron transformando con el paso del tiempo en secciones de diverso tamaño e importancia dentro de sus universidades. Esta propuesta, que se encontró con la oposición inicial del Yishin Amat y el apoyo de los habitantes de las delegaciones, tras las manera en la que se fueron desarrollando estos acontecimientos, invirtieron completamente las tornas en aquella actitud hasta convertir al órgano rector en sus principales valedores.
La respuesta negativa y las críticas que llegaban desde sus sedes remotas eran acalladas por sonido de las monedas. Los ingresos que reportaron aquellos servicios a las arcas de la organización alzaron a los Formadores y su Oxiarca hasta el mismo consejo rector de La Orden. De cualquier manera, su lugar dentro de las órdenes mayores, obtenido en detrimento del la posición que ostentaba la orden de los Astrónomos, tampoco se prolongó durante mucho tiempo.

De manera independiente al apoyo proveniente desde el Yishin Amat, las divisiones internas tanto dentro del claustro de los Formadores, como las críticas hacia su visión mercantilista y clasista de la educación provenientes desde distintos sectores del seno de los Pensadores, fueron haciendo mella a lo largo de los siguientes mandatos. El hecho de que, tras varias décadas y de una manera no exenta de cierta ironía, la situación en varias de sus sedes remotas no tardase en revertirse cuando algunos sus antiguos alumnos llegaron al poder, significó el final de la segunda encarnación de los Formadores. De acuerdo a sus propias enseñanzas, el poder que significaba el conocimiento no debía estar sustentado, ni encontrarse radicado en un elemento externo. De manera paulatina, una porción significativa de sus viejos alumnos habían comprendido muy bien sus lecciones, optando por potenciar las infraestructuras locales en detrimento de una dependencia exclusiva de Cahirn Ansay. Aquel fue el golpe que puso el punto final a la primera gran época de esplendor real de los Formadores.

A partir de aquel momento, su labor volvió a encontrarse sumida en un mar de indefinición. El conformismo y la falta de ambición de sus sucesivos líderes condenaron a los Formadores la intrascendencia y a un letargo que se prolongó durante décadas. Mientras todo esto tenía lugar, las continuas luchas de poder dentro de La Orden fueron arrebatándole poco a poco parte de los avances obtenidos hasta el momento. Por otro lado, en su mismo interior también se estaba desarrollando un conflicto, aunque este era de índole ideológica. La pugna entre sus ramas teóricas y pragmáticas terminaban desembocando en un inmobilismo muy dañino para ambas. Las escasas decisiones de calado que se tomaban no sobrevivían a los equipos que las habían aprobado, y cada nuevo paso atrás sólo servía para que su presencia dentro del resto de cuerpos de La Orden se desvaneciese un poco más.
Durante casi un siglo, salvando contadas excepciones, se limitaron a continuar con una versión muy simplificada de la labor desarrollada durante su época de esplendor. Ante lo escaso del trabajo proveniente desde el exterior, sus tareas se centraron en la instrucción de los iniciados, formando y orientando a los iniciados más indecisos en las distintas materias que componían el currículo de La Orden, y tratando de perfeccionar los procesos detallados en el “Wasodu ilisdar do etnage”.
La enseñanza de aquellas materias más complejas de asimilar dentro de las órdenes más técnicas volvió a recaer en los cuerpos docentes de las mismas, pero estas se negaron a incorporar las metodologías diseñadas por los lo formadores al considerarlas poco adecuadas para temas tan alejados de su enfoque generalista. Esta deriva y fragmentación de los modelos educativos terminó desembocando en una merma considerable tanto en sus ingresos como en su reputación, lo que desembocó en un nuevo abandono del Yishin Amat, en esta ocasión a favor de los Lingüístas.
La confianza en su gestión del traspaso del conocimiento fue decayendo de tal manera que su misma labor con los iniciados se volvió meramente opcional. Todo aquel aspirante a formar parte de La Orden tenía la posibilidad de comenzar su aprendizaje sin ningún tutor, tratar de entrar en alguna de las limitadas listas disponibles en cada una de las órdenes, o seguir el camino marcado por los Formadores.

La segunda gran refundación de los Formadores no llegó de manera directa de la mano de ninguno de sus rectores, sino que esta se comenzó a formar a partir de las premisas e ideas de dos Pensadoras. Una de ellas, la filósofa saliria Ilya Rishdaseva (Amlash, Saliria -671, -553), quien formó parte de los equipos de gobierno tanto de Mavra Daniseva como de Elís Namayeva, planteó en ya en su tiempo la necesidad de desvincular la educación del poder adquisitivo o la clase social, pero no de la ética o la ideología. Risdasheva reconocía que los dos primeros objetivos eran complejos de lograr, pero que tratar de negar los otros dos era una flagrante muestra de ignorancia acerca de la misma naturaleza del ser humano. De la misma manera, afirmaba que el hecho de que no hay acción tenía una serie de connotaciones ideológicas. Quizás no todas ellas se mostraban de manera explícita, pero tratar de enmascararlo bajo otra forma sólo significaba tratar de ocultar una obviedad a simple vista.
De acuerdo a sus palabras, “La ideología y la ética personal o la falta de ella impregnan toda acción del individuo. Pretender ignorar este hecho resulta una acción tan vacua como tratar de negar la naturaleza única de cada persona”. Los tres requerimientos de Rishdaseva, algo que ella misma reconocía como una quimera prácticamente imposible de alcanzar, debían ser utilizados como una herramienta y una guía, no como un fin en sí mismos. AL mismo tiempo, y en un campo algo más alejado del de la mera formación, también afirmaba que la educación debía ser una responsabilidad del estado y sus valores, para tratar de perpetuar ambos, ayudar en la corrección de sus errores y adaptarlo a los cambios que sufra su entorno.

Recogiendo el testigo que Rishdaseva había cedido un milenio antes de su nacimiento, la también saliria Kseniya Alynieska (Musdova, Saliria 599. 673) abandonó la orden de los Pensadores para convertirse en rectora de los Formadores en el año 651. Bajo su tutela, y con el apoyo de la Omniarca Arién Daresti (Manrndayal, Cahirn Ansay 612, 681) y otros miembros del Yishin Amat, en el año 669 los Formadores volvieron a ocupar un lugar dentro de las grandes órdenes.
Sus intentos para llevar a la práctica aquellas ideas en su totalidad, al igual que también le sucedió a la misma Rishdaseva en su momento, se encontraron con una férrea oposición por parte de de diversos grupos de presión, tanto en el interior como en el exterior de La Orden.

Las propuestas impulsadas por ambas valedores de aquellas ideas y sus aliados que, no sólo implicaban una reforma drástica del reglamento interno, sino que también llevaban implícitas un aumento significativo en sus costes estructurales provocaron una división como pocas otras habían causado antes. Llevar a cabo aquellas propuestas y tratar de implementar sus máximas dentro de La Orden significaba mermar los presupuestos de todos los cuerpos que la componían y limitar algunas de sus funciones.
Aparte de las cuestiones meramente económicas, aquella redefinición de las funciones de la orden de los Formadores les hacía tener voz y voto no sólo en el Yishin Amat, sino también en áreas muy concretas del resto de sus organismos. Las críticas no se limitaban a poner en duda la validez de las ideas, sino que también llegaron a cuestionar la cordura de quienes las apoyaban. Mientras que unos les acusaba de ser unos idealistas inconscientes que no sólo querían cambiar a La Orden sino a toda la sociedad en su conjunto, otros les achacaban el tratar de alterar la misma razón de ser de la organización sometiéndola a una derivada ideológica que nada tenía que ver con los ideales bajo los que se fundó. Lo enfrentado de las posiciones de cada uno de los bandos llevó tanto al abandono de muchos de sus estudiosos como de sus patrocinadores.

Tras cerca de quince años de debates y propuestas eternamente matizadas, una versión mucho más limitada de la presentada en origen fue aprobada. Esta no tardó en hacerse sentir de una manera significativa en todos los niveles de la organización. Las noticias acerca de estos cambios no tardaron en propagarse de maneras dispares. Las interpretaciones erróneas de los mismos, los rumores y falacias interesadas que proclamaban que La Orden sufragaría los gastos de manutención y de todos sus iniciados atrajeron a toda clase de indeseables. La avalancha de solicitudes para entrar a formar parte de La Orden fueron abrumadoras.
La propagación de aquellas versiones tergiversadas de la realidad desencadenó durante los primeros años posteriores al establecimiento de aquella medida una oleada tras otras de solicitudes, peticiones de ingreso y críticas que nada tenían que ver con el objetivo o las condiciones de la misma. En su gran mayoría, tales acciones provenían de individuos que sólo aspiraban a aprovecharse de aquella hipotética medida y vivir a expensas de sus estudios.
Aquel escenario, el que había sido el punto de partida de la propuesta, y considerado por sus impulsores como ideal, había sido uno de los múltiples descartado por los distintos equipos de dirección que habían gobernado La Orden durante el proceso. Si una razón imperó sobre todas las demás a la hora de optar por su desestimación, fue precisamente la posibilidad de que se produjesen aquel tipo de actitudes. De cualquier manera, por más que se hubiese tenido en cuenta, tanto el orden de magnitud como el origen de la mayoría de aquellas solicitudes, los modelos que habían tratado de predecir aquellos hechos no fueron ni mucho menos certeros.
Allí donde se esperaba que esta clase de solicitudes proviniesen de gente de niveles adquisitivos bajos, la realidad no tardó en demostrarles lo equivocado de sus asunciones. Buscavidas, vástagos desheredados de familias pudientes e individuos procedentes de linajes venidos a menos, al igual que otro tipo de personas acostumbradas a un cierto nivel de vida que ya no se podían permitir no tardaron en llamar a sus puertas bajo la falsa pretensión de cultivar sus mentes.
Si se pudo sacar algo positivo de aquella situación, esto fue la realización de un completo estudio sociológico que realizaron los Pensadores a partir de la misma.
También sirvió para identificar los patrones comunes entre todos aquellos gobiernos y los grupos de presión que trataron de impedir la implantación de aquellas directrices. Dentro de La Orden el conocimiento siempre había sido considerado no sólo como un elemento imprescindible para el avance de la humanidad, sino también como una fuente de poder considerable. Aquellos hechos no hicieron sino confirmar aquellas máxima, al mismo tiempo que también fueron utilizados para detectar el conjunto de ideologías que, de manera adicional, consideraban el acceso al mismo por parte de gente de cualquier estrato social como una amenaza.

Al contrario de lo que indicaban los falsos rumores que se propagaron, el proceso de aprendizaje para entrar a formar parte de La Orden tenía un coste asociado. Sí que era cierto que el acceso inicial era libre para todo aquel que pretendía formar parte de la organización, pero su número de plazas era limitado. También lo era que estos individuos aceptados bajo aquel modelo no se veían obligados a pagar cuota alguna, pero aquellos beneficios iban acompañados de una serie de requerimientos de obligado cumplimiento.
Todo aquel que se acogía a aquellas medidas se comprometía a dedicar su vida al estudio. Quienes no alcanzaban los niveles de exigencia mínimos necesarios para entrar a ninguna de las diferentes órdenes, aceptaban el compromiso de ocupar otro tipo de posiciones que, no por ser más mundanas, se encontraban libres de exigencia. A estos últimos, La Orden se comprometía a darles alojamiento y manutención, pero el aporte económico para sus propios gastos era mínimo.
Si por cualquier motivo cualquiera de ellos optaba por abandonar La Orden, adquiría una deuda económica con ella equivalente a lo que habrían sido los gastos de formación y manutención durante el tiempo que habían permanecido en ella.

De manera independiente al modelo por el que optasen los nuevos aspirantes, los Formadores pasaron a convertirse en la orden frontal por la que pasaba cada futuro miembro. El resto de cuerpos podría mostrar preferencia por la captación de alguno de los recién llegados, y eran libres de tratar de atraerlos hacia sus filas, pero todos ellos debían adquirir en primera instancia una formación generalista que les permitiese tener un abanico de opciones lo más amplio posible a la hora de escoger una orden definitiva.
Este hecho, que era percibido por el resto de las órdenes como una merma en su autonomía y capacidad para nutrir sus filas no era tal. Al mismo tiempo que se redirigían las disputas internas del pasado por los iniciados más prometedores, pasando todas estas a estar enfocadas en los Formadores, aquellos eruditos no pertenecientes a La Orden, pero que ya poseían un bagaje significativo dentro de sus áreas de estudio no tenían que pasar este proceso, siempre que esta contratación entrase dentro del presupuesto asignado a cada uno de estos cuerpos.

Pese a que se intentó que estos modelos de admisión se propagasen a lo largo de todas sus sedes remotas, no fueron recibidos de la misma manera por la totalidad de las naciones que las alojaban. Si bien el gobierno de Goord fue el más vocal y tajante en su negativa, prohibiendo que aquellas prácticas se implantasen dentro de su territorio, otros mandatarios como la Danishef Istlana Dilanyeska (Pristlava, Saliria 621, 699), los miembros del Vim Ubar Menetiano, y diversas provincias Reani, si bien fueron más diplomáticos en su manera de plantear su disconformidad con la medida, también trataron de impedir que se aquellas prácticas se llevasen a cabo dentro de sus dominios.

Más allá de aquel modelo de reclutamiento, quienes no estaban dispuestos a aceptar aquellas condiciones, o se podían permitir el no acatarlas, seguían siendo bienvenidos a los salones y bibliotecas de La Orden al igual que antes bajo las mismas condiciones de antaño.

De cualquier manera, incluso dentro de Cahirn Ansay aquellas practicas tardaron en dar resultados significativos y no estaban libres de problemáticas de otro tipo. El hecho mismo de su existencia había supuesto una fuerte impacto en los ingresos de La Orden, tanto por el coste añadido de los propios Formadores como por las plazas ocupadas por gente que, no sólo no aportaba dinero a cambio de su formación, sino que debían estar sustentados por los recursos de La Orden. Ante aquella situación, las constantes peticiones de la Rectora para ampliar el presupuesto dedicado a aquellas tareas acostumbraban a ser denegadas sin apenas debate. La capacidad de La Orden para asumir la carga económica que implicaba aquella medida era limitada, y el cupo que se podía asumir con aquellas partidas presupuestarias quedaba copado poco después de la apertura de cada una de ellas. La búsqueda de mentes brillantes que la justificasen su existencia era un trabajo que requería no sólo de tiempo, sino también de una elevada cantidad de fortuna. Esta casuística se acentuaba aún más fuera de los grandes núcleos de población donde, pese a contar con una cierta autonomía económica, aquel tipo de actuaciones eran un lujo que no se podían permitir.

Al mismo tiempo, fuera ya de Cahirn Ansay, las intentonas que se realizaban en las sedes de La Orden ubicadas en casi todas las grandes naciones para crear centros de formación en las zonas rurales eran denegadas de manera sistemática por los gobiernos locales. Tan sólo Sipskriel en Harst y Riommar Hayatoshu tras su ascenso al poder en Saliria no sólo aceptaron, sino que también participaron en la financiación de diversos centros con unas características y fines similares. Pero aquellas ayudas no eran algo desinteresado, ya que a cambio de esta participación obtenían una gran capacidad decisoria en sus consejos.

El inicio de la andadura de esta tercera y definitiva encarnación de los Formadores, a pesar de las atribuciones que logró obtener, no fue sencillo. Su ascensión una vez más hasta ocupar un sillón dentro del Yishin Amat fue un proceso arduo y no exento de tropezones. Cada pequeña conquista venía acompañada de un compromiso por su parte, siendo siempre el terreno económico el que más afectado se veía. El regateo a este nivel les llevó a aceptar que los gastos de manutención de los nuevos iniciados saldrían de sus presupuestos, y que el resto de las órdenes, en primera instancia, sólo les harían una aportación proporcional a la cantidad de nuevos miembros que entrasen en sus filas mediante la formación libre.

Se volvió a vivir una nueva situación de crisis en su reputación cuando, tras la primeros años posteriores a la desaparición de sus dos grandes impulsoras, los apoyos con los que contaban dentro del órgano rector se fueron haciendo cada vez más tenues. Esto conllevó una pequeña restructuración dentro de su organigrama interno que llevó finalmente hasta si diseño actual.
Siendo como es una de los cuerpos más jóvenes de la organización, la orden de los Formadores ha sido una de las que más veces ha visto alteradas sus funciones, ha sido absorbida por otros cuerpos o entrado y salido del Yishin Amat.

No ha sido hasta la ya entrados en el siglo séptimo del calendario mecbarino que su posición como la orden mixta por antonomasia ha quedado consolidada, una situación esta última que ha representado un arma de doble filo para ellos para sus sucesivos líderes. El hecho de que una cantidad considerable de sus miembros se encuentre repartida de manera dispar dentro de cada uno de los organigramas del del resto de las órdenes, así como la cercanía que esto implica hacia las prioridades de las mismas, ha provocado en ocasiones que la que es considerada como su misión global se halla visto comprometida. De una manera similar, aquellos formadores que se encuentran destinados fuera de Cahirn Ansay, al igual que quienes nunca la han pisado, acostumbran a adaptar sus métodos de trabajo a los modelos y contextos culturales en los que se encuentran ubicados. Por más que desde la sede central se ha tratado de crear una metodología y temarios estandarizados, al igual que un marco de trabajo común, o de un base de conocimiento sólida en todas las áreas posibles, esto sólo ha logrado que quienes las siguen a rajatabla conviertan su labor en algo casi mecánico e inútil. Encontrar un punto de equilibrio entre las iniciativas personales, las necesidades de cada entorno y la manutención del estatus quo ha sido una de las grandes fuentes de debate internos que se han producido, no sólo dentro de los propios Formadores, sino también en el seno de los diversos concilios que han presidido el Yishin Amat. Tanto ha sido así que la posibilidades de que se cree un órgano superior que regule las actividades de los Formadores fuera de Cahirn Ansay, o la idea de que los Formadores desaparezcan por completo más allá de los muros de la capital se han planteado en multitud de ocasiones.

Por más que se ha tratado de establecer una uniformidad de criterios a la hora de cómo deberían actuar cada una de las universidades, esto ha sido algo imposible. La misma distancia a la que se encuentran de la sede central, al igual que la misma relación que esta tenga con los gobiernos de las naciones en las que se encuentran ubicadas cada una de ellas han sido dos de los motivos históricos que han influido sobremanera en esta situación.
Los problemas en las comunicaciones no se limitan de manera exclusiva a la separación física, sino que el contexto local de cada una de las sedes, más allá del escollo difícilmente que superable, también ha servido como catalizador para sacar a la luz otro tipo de discrepancias. Estas diferencias, pese a que casi siempre son achacadas a las culturas de cada zona, pueden venir debidas a una gran variedad de factores. Dentro de estos, en ocasiones han llegado a pesar más la ambición de la persona responsable de la gestión de esa embajada, discrepancias significativas con la deriva ideológica que pueda haber tenido La Orden en un momento dado o las convicciones personales que de quien se encuentra al mando, que a las presiones los líderes locales o las simples diferencias culturales existentes entre cada entorno.

Más allá de toda esta disparidad existente, que no ha hecho sino acentuarse a lo largo de los años, tras el establecimiento de esta última encarnación de los Formadores, ya desde los primeros momentos posteriores a su establecimiento se convirtió rápidamente en una de las órdenes cuyos servicios eran requeridos con mayor asiduidad.
Pese a lo tardío y complejo de su creación, y los problemas de orden interno o diplomáticos que la han acompañado, a día de hoy nadie duda de su necesidad, utilidad o relevancia.
De la misma manera, en todos aquellos lugares en los que ha sido implantada han tratado de crear cuerpos locales homólogos pero cuyas enseñanzas y ámbitos de actuación sean más acordes a los intereses de quien se encuentra en el poder. La rivalidad existente entre este tipo de organismos, al igual que la lucha por hacerse con una cuota mayor de estudiantes, rara vez ha entrado en conflicto con el respeto internacional que se han granjeado los Formadores. Tanto ha sido así que no pasó mucho tiempo antes de que se convirtiera en una de las órdenes más estimadas, tanto por la misma comunidad científica, como por todo tipo de entidades ajenas al mundo de la investigación.

De manera irónica, desde el mismo momento en el que las universidades de los Formadores volvieron a ocupar una posición troncal dentro de La Orden, y han servido para reforzar la imagen que se tiene de toda la organización en su conjunto fuera de los muros de Cahirn Ansay, esto no ha hecho sino acentuar la disconformidad e inquietud del resto de órdenes ante lo que perciben como una amenaza para su autonomía y libertad de cátedra.
Si bien los miembros de los Formadores han asumido de facto el control pleno del qué enseñan y cómo lo hacen, y la gestión de las universidades externas, todos sus planes de estudio tienen que pasar por la aprobación previa del cuerpo de rectores nombrado por el Yishin Amat. Pese a esto, cuanto más alejado de la sede central, o más pequeño es el centro de formación, su autonomía a este respecto se ve acrecentada.

En la actualidad existen dos grandes centro gestionados enteramente por los Formadores en Cahirn Ansay, cada uno de ellos con una orientación bien distinta.

Por un lado, de la misma manera que la formación que reciben los iniciados de manera previa a su elección de destino definitivo tiene lugar por completo en los bibliotecas y universidades pertenecientes a los Formadores situadas dentro de la propia Cahirn Ansay, cuando los reclutadores del resto de cuerpos logran captar a alguno de estos iniciados para sus filas, los niveles más avanzados de su formación pasan a realizarse de manera descentralizada en las distintas estancias pertenecientes a cada una de las órdenes. Pese a que estos últimos pasos de su educación lo hacen rodeados por los miembros veteranos de estas órdenes ubicados en Baen’Shull’Ilay, no por ello dejan de ser los Formadores quienes guían estos últimos pasos.
Este hecho no es del agrado de gran parte de los Oxiarcas quienes, independientemente de tener la capacidad de poder participar en la redacción de los temarios que afectan a sus áreas de estudio, consideran que han perdido una gran parte del control que poseían antaño sobre la formación de sus futuros miembros.
Este hecho no siempre fue así, ya que en inicio toda formación tenía lugar en en los centros pertenecientes a los Formadores, y el primer contacto con los temarios específicos fue considerado por el resto de los Oxiarcas como algo muy tardío.
El hecho de que los Formadores trabajen de manera muy cercana con los Pensadores tampoco ha sido nunca una noticia bien recibida por parte del resto de grupos. Desde ciertos sectores se llegó a acusar en su momento a Alynieska y Daresti, al igual que a la Mentat Alieshka Shiranova (Ishtalav, Saliria 608, 671) de nepotismo. Las quejas no se limitaron a ser simples intercambios verbales, sino que se llegaron a realizar denuncias oficiales, al igual que, tanto en aquellos momentos como con posterioridad, se han realizado múltiples intentos de impugnar aquellas normas internas achacándoles una nula validez legal.
Las presiones y las luchas por el poder en aquella primera instancia se prolongaron durante más de una década hasta que, finalmente, tras la consecución de algunas alteraciones sobre la norma general de cara al resto de las órdenes, se acordó una situación similar a la que existe en la actualidad.

Por otra parte, fruto de la iniciativa de la Rectora Olesyani Hri’Datsul (Salarvyanu, Rearem 655, 732) en el año 722 se estableció el Ryodum Shikar. En este “Centro de iniciación al saber” fue un nuevo proyecto para tratar de llevar a cabo la visión de Ilya Rishdaseva, siendo un emplazamiento en el que se aspira a proveer de una educación básica y abierta a todo el mundo, de manera independiente a su edad, clase social, sexo o etnia.
En sus escasas tres décadas de funcionamiento, el camino que ha recorrido ha sido uno salpicado con tantos aciertos como equivocaciones. Si bien su ubicación física se encuentra fuera de la ciudad de Cahirn Ansay, y goza de la libertad que le proporciona el escaso interés que suscita en la actualidad por parte de sus dirigentes, este organismo no se encuentra fuera del área de influencia de la sede central de La Orden ni de sus líderes.

El plan de estudios que se imparte en su interior, si bien no se diferencia en gran medida del definido por el alto claustro de los Formadores, no tiene como objetivo el captar a nuevos miembros para La Orden, sino que sólo aspira a despertar y alimentar la curiosidad por el saber en aquellos cuyo modo de vida apenas tiene contacto con el mismo. Por otro lado, al mismo tiempo que los gastos derivados de su manutención recae sobre los presupuestos generales de La Orden, la composición de su profesorado está poblada de manera exclusiva por voluntarios. El origen de estos voluntarios, ya provengan de alguno de los cuerpos de La Orden, de aquellos iniciados que aún no pertenecen a ninguno de ellos, o de estudiosos provenientes de otros ámbitos, carece de una regulación especialmente estricta. Esta voluntariedad, a su vez, lleva implícito el hecho de que ninguno de ellos percibe salario alguno por el tiempo que dedican a esta labor.

Sus puertas nunca cierran, y en su interior se imparten durante el día y la noche lecciones de todo tipo, desde aquellas destinadas a enseñar a leer y escribir, hasta nociones básicas de literatura, matemáticas, historia, filosofía o pensamiento crítico. Por más que, a priori, no se excluye ninguna de las materias que pueblan el currículo de La Orden, han sido muy raros los casos en los que alguno de sus alumnos ha llegado a perseverar lo suficiente como para subir a unos niveles culturales medios.

A pesar de la relativa juventud de esta iniciativa o la escasa atención que ha parecido suscitar en las altas instancias del poder tras su fundación, alrededor del Ryodum Shikar se ha creado todo un complejo ecosistema que ha hecho que tanto su repercusión como su misma naturaleza hayan trascendido en mucho a su función inicial.
A su alrededor ha ido creciendo una pequeña ciudad construida a partir de asentamientos de chabolas y tiendas que, junto a otras pequeñas edificaciones que rodean el edificio principal, han hecho extenderse y trascender el tipo de servicios que, dentro de sus limitaciones, se ofrecen de manera libre a quien los necesita.
Gracias a esto, en momentos puntuales de su historia, se han ido añadiendo a esta comunidad y los servicios que se encuentran a su disposición tanto médicos como artesanos que han tratado de mejorar las condiciones de vida de quienes se han trasladado hasta allí. Dentro de lo limitado y precario de las infraestructuras que se han construido, algunos de quienes se han erigido como líderes de estas comunidades han intentado dotar los más desfavorecidos de alojamiento, comida y protección, aunque el alcance de todos ellos está limitado por la cantidad de voluntarios, y no es el altruismo lo que ha guiado a todos los que han elegido a Ryodum Shikar como su lugar de residencia.

Porque, más allá de las buenas intenciones de una gran parte de sus habitantes, no todo lo que rodea a esta iniciativa es positivo. Al mismo tiempo que se ha ido produciendo esta explosión de altruismo, la carencia de unos equipos de seguridad organizados, así como la pasividad, y en ocasiones connivencia de los que patrullan los alrededores de Cahirn Ansay, ha servido como aliciente para el establecimiento de mafias de todo tipo. Estos grupos organizados se han nutrido tanto de los servicios gratuitos de los Formadores, como de los cuidados de los médicos locales.
Por más que se haya pretendido abolir las diferencias de clase entre los que habitan allí, esto no es del todo cierto. Sólo quienes pertenecen a La Orden cuentan con la protección de la guardia de la ciudad a lo largo de su tránsito desde los muros de la capital a través de ese cúmulo anárquico de sendas y callejuelas que desembocan en el centro de formación.
Con el paso del tiempo ciertas secciones del Ryodum Shikar se han vuelto zonas muy peligrosas. Un laberinto ideal para la desaparición de incautos. Este hecho, así como la desaparición de varios personajes relevantes, ha provocado que, en más de una ocasión, se hayan presentado propuestas para dar por finalizado este proyecto y purgar la zona. Ha sido también por ello que se ha desarrollado una serie de protocolos para todo aquella visita que se vaya a realizar a esos sectores problemáticos. Estos mismos protocolos también indican que el edificio principal debería encontrarse custodiado siempre que alguno de los miembros de La Orden se encuentre allí realizando labores oficiales, siendo “labores oficiales” un concepto cuya interpretación ha variado a lo largo de la existencia del lugar.

Dependiendo de las filias predominantes entre los componentes del Yishin Amat, las actuaciones oficiales han sido todas aquellas llevadas a cabo por miembros de La Orden, aquellas que se hayan avisado con antelación y de acuerdo a los protocolos, o sólo aquellas que promovidas por el consejo rector. Las clases impartidas por los voluntarios, dada su cantidad, la gran rotación de sus participantes o por lo impredecible de su periodicidad y horarios, rara vez han cumplido estos dos últimos criterios, o que los propios interesados se hayan preocupado por informarse de estos cambios, o de cumplimentar la documentación necesaria para llevarlos cabo.
Aún así, ya sea de manera o no consciente por su parte, o por parte de la misma Orden, existe también un protocolo no escrito que garantiza en gran medida la seguridad de estos formadores. Dado lo reducido de su número, es normal que los distintos turnos de las guarniciones que custodian las puertas de la ciudad, como los habitantes del Ryodum Shikar cuyos asentamientos se encuentran en la ruta hasta el edificio central los conozcan y se preocupen de que terminen su camino sin incidentes.

La cantidad de métodos enseñanza que se han probado en este lugar ha sido tan diversa como los educadores que los han llevado a cabo pero, pese a todos los esfuerzos realizados, es raro que aquellos aprendices y alumnos más prometedores lleguen a aprovecharlos para salir de las zonas más marginales.
Si bien se ha llegado a dar el caso de algunos de ellos que han aprendido lo suficiente como para llegar a convertirse en maestros y perpetuar la labor de que se desarrolla en el Centro, y algunos que han llegado a formar parte de La Orden, lo más habitual es que los asistentes no sean capaces de mantener la constancia necesaria para perseverar en el aprendizaje.
Al mismo tiempo, tampoco es extraño que aquellos que despuntan no tarden en ser atraídos, cuando no directamente extraviados, para que entren a formar parte de las filas de alguna de las mafias locales. La búsqueda de perfiles muy concretos por parte de los ojeadores de estos colectivos es frecuente, y no es extraño que algunos de ellos formen parte del propio alumnado. A aquellos que dan señales de progreso en materias como las matemáticas se les ofrece la posibilidad de convertirse en contables, ya sea para el grupo al que pertenece el reclutador, para alguno de sus asociados, o para terceros. Dependiendo en gran medida de la situación social o familiar, de la ética del afectado o de nivel de indefensión, a quienes se les hace uno u otro tipo de estos ofrecimientos, suelen recibir a cambio de sus servicios una parte de las ganancias provenientes del grupo, o se le fuerza a trabajar para ellos bajo coacción.
El tipo de negocios que se llevan a cabo dentro de este sub-mundo incluye desde el tráfico de todo tipo de sustancias hasta el mismo comercio con personas.

Por otro lado, aquellos que han aprendido a leer y escribir también suelen ser gente que logra escapar de allí al ser capaces de optar a trabajos vetados hasta entonces para ellos. Por desgracia y, de la misma manera que en los casos anteriormente mencionados, esto también los convierte en material interesante para las mafias.
En este tipo de casos, ya sea de manera voluntaria o forzosa, el rol que desempeñan es distinto. Por un lado, suelen ser enviados a prestar sus servicios como criados o tutores a familias bien posicionadas, ya sea para realizar pequeños hurtos o tareas de espionaje. Por otro lado y dado que la esclavitud está prohibida dentro del territorio de Cahirn Ansay, los traficantes de personas buscan a sus clientes entre aquellos que provienen de más allá de sus fronteras. Por lo general suelen ser vendidos directamente a comerciantes o nobles de otras zonas que realizan operaciones dentro de los territorios de La Orden ya que, los acuerdos establecidos con otras naciones no impiden la entrada de esclavos acompañantes provenientes del exterior.
En estas ocasiones suelen ser utilizados como traductores y apoyo durante sus quehaceres. Ante todo esto, y a pesar de las constantes denuncias de voluntarios y familiares, el Yishin Amat no ha llegado a realizar ninguna actuación punitiva exitosa.
Sí que se han llevado a cabo investigaciones e intentos de desmantelar estas organizaciones, pero lo intrincado de la relación de los cabecillas de las mismas con algunas familiar influyentes de Cahirn Ansay, cuando no directamente con ciertos altos cargos de la ciudad o de la misma Orden, siempre han condenado a estas intentonas al fracaso.
Por otro lado, a pesar de que no es complicado el descubrir la nacionalidad y las condiciones de estas personas, no resulta tan sencillo el demostrar que su venta se realizó dentro de Cahirn Ansay, en cuyo caso el contrato se consideraría inválido y el esclavo sería liberado y compensado por su antiguo señor.

Lo dispar de su actividad, al igual que las continuas disputas por mantener las parcelas de poder de las que disfrutan dentro de las distintas órdenes, han perseguido a los Formadores a lo largo de toda su existencia de esta última encarnación. Aún así, tanto dentro de Cahirn Ansay como en sus sedes remotas, de manera paulatina, han ido asumiendo nuevas funciones a la par que han logrado consilidar las que ya tenían, limpiando de esta manera la maltrecha imagen que dejaron algunos de sus antecesores.

Más allá de la capital, y de manera independiente a las directrices marcadas desde ella, los temarios impartidos en las universidades que se encuentran alejadas de este núcleo central son adaptadas a los contextos culturales de cada lugar en el que se encuentran ubicadas. Esta labor, realizada en gran medida de manera autónoma por parte de las rectores de las universidades, cuando no directamente por los profesores locales, ha sido la fuente de una gran cantidad de destituciones y sanciones en distintos niveles de la cadena de mando.

A lo largo de este último siglo, de la misma manera en la que ha ido incrementado y cimentando su reputación, también se han ido expandiendo sus funciones y el espectro que abarca su campo de acción. Allí donde sus primera iteraciones se limitaron a ser meras aglutinadoras del conocimiento del resto de organismos de La Orden, donde los formadores terminaron por convertirse en simples funcionarios anónimos sin capacidad real de opinar acerca del qué enseñaban o el cómo iban a desempeñar su función, han pasado a ocupar posiciones de poder y responsabilidad no sólo en el interior de la organización, sino también dentro de la toma de decisiones en diversas naciones.

Su presencia dentro de todas las órdenes no se limita a recopilar la información a ser transmitida, sino que también la cataloga de acuerdo a su fiabilidad, separando aquellos datos que componían el conocimiento preexistente en hechos demostrados, teorías y errores ya superados. Donde antaño carecían de voz o voto en la manera en la que se relacionaban con el resto de cuerpos, ahora forman una parte primordial e integral de los mismos. Al contrario que sucede con la implicación de los Pensadores y los Censores, quienes aportar las perspectivas morales y éticas desde la lejanía, la naturaleza transversal de los Formadores aporta una visión más global y contextualizadora sobre los nuevos descubrimientos.
Es quizás en esta cuestión concreta donde más chocan con sus compañeros. A pesar de la multitud de ocasiones en las que se han tratado de implementar, no se ha logrado dar como una serie de mecanismos capaces de evitar los sesgos, las incoherencias y contradicciones que se puedan dar entre los descubrimientos. Cuando se trata de áreas de estudio con componentes tocantes a distintas órdenes, no es extraño que se den respuestas contradictorias a diferentes aspectos parciales de las mismas preguntas. Este tipo de discrepancias no acostumbran a salir a la luz hasta que alguien externo a ambas trata de contrastar los datos con lo que, a partir de ese momento, todo lo construido sobre esas premisas pasa a ser puesto en duda. El surgimiento de profecías autocumplidas diseñadas para dar la apariencia de una solución o que esta satisfaga a otros intereses, al igual que la visión de túnel que acostumbran a tener los investigadores, ha llegado a desvirtuar, cuando no directamente destruir, algunos pilares considerados como básicos alrededor de los cuales se había continuado trabajando durante décadas, cuando no directamente siglos.

El desenmascaramiento de este tipo de errores es una competencia de cada una de las órdenes pero, con la introducción de los Formadores dentro de las mismas, han sido ellos en el momento de la elaboración de sus textos quienes, a lo largo de sus tareas de verificación de los resultados de estas investigaciones, han sacado a la luz una gran cantidad de ellos. De cualquier manera, este tipo de situaciones no siempre se han manejado de una manera ortodoxa. Cuando se han llevado a cabo estas actuaciones, la respuesta de las órdenes afectadas, incluso en aquellas ocasiones en las que quienes emitieron aquellos resultados murieron siglos atrás, rara vez ha sido de reconocimiento o aceptación. Por el contrario, en una gran cantidad de ellas, las acusaciones contra los investigadores en concreto, la cúpula de los Formadores en general, o los mismos dirigentes del Yishin Amat en su conjunto de tener una agenda oculta, ya sea contra los resultados de la materia estudiada, el investigador que la llevaba a cabo, su equipo, o el cuerpo al que pertenecen, ha acostumbrado a ser la primera respuesta.
La ausencia de unos mecanismos adecuados para determinar la veracidad de unos u otros argumentos, así como la complejidad e implicaciones de los mismos, ha terminado por llevar a más de uno de ellos a ser investigados judicialmente. Como resultado de esto, las investigaciones llevadas a cabo para solventar estas discrepancias han deparado sorpresas de todo tipo. Ni las sentencias, ni los criterios en los que se han basado estas acostumbran a ser uniformes.
Dependiendo de la materia tratada, no sólo se han producido protestas, ceses de altos cargos y abandonos de otros miembros de La Orden como consecuencia de estas investigaciones, sino que también se han llegado a producir desapariciones de alguno de los implicados. En alguna ocasión incluso los miembros de los Juristas designados para su dictamen se han inhibido de emitir una sentencia sobre las mismas. Si bien este tipos de casos tan extremos han sido raros, y los temas que trataban han alcanzado casi estatus de dogmas, esto no ha impedido de otros los hayan tratado de retomar con posterioridad, en ocasiones obteniendo un resultado distinto.

En aquellas ocasiones en los que los temas son menos delicados tampoco ha existido una metodología única para su sobre la que basar su investigación y solución. De cualquier manera, y al igual que ha sucedido con las anteriormente mencionadas, tanto las razones que han hecho salir a la luz estas desavenencias, como las sentencias que se han dictado tampoco han estado exentas de sorpresas e implicaciones inesperadas. El lado hacia el que se ha decantado cada una de ellas también ha sido igualmente dispar, siendo sólo en ocasiones favorable a las tesis de los Formadores.
En aquellos casos en los que se ha demostrado la equivocación de estos, ya sea por un error en sus razonamientos, por una duda razonable entre los argumentos de las distintas partes, por la demostración de la existencia real de una animadversión entre los afectados, o por la presencia de unos intereses de terceros, esto ha supuesto un varapalo significativo para la reputación de los formadores en su conjunto. Por esta razón este tipo de situaciones se llevan con menor asiduidad hasta el extremo de que tengan que ser dilucidados por los juristas y se trata de hacer lo posible por revolverlos de manera interna.
Esto último no es óbice para que, en los anales de los Formadores y otras órdenes, se conserven casos cuyo resultado no haya sido satisfactorio. Acumulándose en ellos, a la espera de encontrar un clima político más propicio para sacarlos de nuevo a la luz, se pueden encontrar una gran cantidad material capaz de poner al Yishin Amat en una posición muy delicada de ser filtrado al exterior.

Con todo esto, el lograr hacerse con el estatus de líder de los Formadores se ha convertido en una ambición tan ansiada como peliaguda. Por más que su misión “oficial”, aquella que se desarrolla más allá de estos ámbitos puramente académicos, consiste en instruir a los nuevos miembros de cada organismo en el que se encontraban englobados, al mismo tiempo, y como una herencia de su segunda encarnación que no han desatendido, también han pasado a convertirse en los tutores y guías de varias generaciones de gobernantes de diversas naciones con la que mantiene contacto La Orden.
Este incremento de su cuota de poder no ha pasado de manera inadvertida para quienes se encuentran sumidos en esa lucha por la influencia y los recursos, al igual que por aquellos que quieren consideran este aspecto de los Formadores como una amenaza a sus aspiraciones.
Si bien esta última facción es menor en cuanto a su número, la visibilidad de sus acciones se deja notar a todos los niveles. Al igual que en el resto de órdenes, dentro de los Formadores también se encuentran inconformistas que, a través de sus enseñanzas, lecciones y mensajes han logrado plantar la semilla de la que han surgido disidentes y revolucionarios.
Ante esta clase de hechos, la posición oficial de La Orden, por más que hayan colaborado de manera activa en más de una de ellas, siempre ha sido la de negar cualquier participación, relación o simpatía hacia las mismas.
Cuando así ha sido requerido desde el exterior, las investigaciones iniciadas para esclarecer estos asuntos siempre se realizan a dos niveles. En algunos casos concretos, cuando las altas instancias en su conjunto han sido las impulsoras de estas acciones, se han llegado a diseñar una serie de protocolos encargados de crear una mascarada de cara a los observadores. Una investigación falsa que, a la par que ha destruido todo documento que les pueda implicar, ha desviado sus miradas hacia un falso culpable previamente pactado.
Aún cuando no ha existido una participación activa del Yishin Amat la precaución también es extrema, y la transparencia en sus métodos y descubrimientos siempre es fingida. Mientras se realiza la búsqueda de los responsables reales, todo aquello que pueda indicar una negligencia notoria por su parte en la cadena de sucesos que ha provocado el suceso es minimizado.

De cualquier manera, estos mecanismos no son perfectos, y los observadores internacionales tampoco se limitan a esperar la llegada de la información que se les proporciona. No están allí únicamente para buscar la verdad, sino que también suelen tratar de hacerse con datos y herramientas con los que sus naciones puedan ejercer presión sobre La Orden.
A todos los efectos, el descubrimiento de una participación de la cúpula de La Orden, o los simples indicios de que esto haya podido ser así en cualquier acción que suponga un cambio en el estatus quo, significaría una ruptura de los acuerdos que posee a nivel internacional. Incluso en los casos en los que se ha demostrado que se cumplieron todos los acuerdos, esto no ha garantizado que la presión sobre ellos haya disminuido.
En aquellas ocasiones en las que se ha llegado a demostrar este tipo de relaciones, ya sea de manera directa, por inacción o negligencia, entre algún miembro del Yishin Amat y una actividad que contraviene a los acuerdos internacionales, la reacción desde Cahirn Ansay no se ha hecho esperar. Los protocolos de actuación internos que se han desarrollado para responder ante estos eventos son claros, fulminantes y tienen el único propósito de limitar el impacto a gran escala.
A través de ellos el Yishin Amat se ve forzado a buscar una víctima propiciatoria que sacrificar de entre sus filas. Dependiendo de la gravedad de la acusación, el cargo de la persona seleccionada puede varias desde el responsable directo de la persona que ha cometido la infracción hasta el líder del cuerpo al que pertenece. Si la persona señalada por las investigaciones externas es uno de los miembros del Yishin Amat, el riesgo que se asume con esta acusación es aún mayor.
En esta última situación en la que el chivo expiatorio tiene que ser uno de los miembros del consejo rector, se plantean dos actuaciones posibles que poco tienen que ver con la acusación en sí misma.
El protocolo oficial sólo se cumple de manera estricta en un único caso; si el Oxiarca ha actuado de manera autónoma y carece de información con la que pueda amenazar a sus compañeros o a la estabilidad de La Orden. Caso contrario, tras la expulsión deshonrosa realizada de manera pública, esta persona pasa a formar parte del Bryn Corgost; un organismo que no existe en los libros y cuya membersía garantiza una cómoda jubilación.
Al igual que sucede en toda gran organización, mantener en secreto la existencia de algo así es imposible por lo que, cada vez que se ha descubierto y hecho pública la existencia de las entidades que han precedido al Bryn Corgost, el escándalo no se ha hecho esperar. Para que La Orden recupera la confianza internacional tras cada una de estas ocasiones, ha sido requerida la renuncia del Omniarca a su puesto, la disolución de ese cuerpo y la imposición de una junta supervisora temporal gestionada por los gobiernos de las naciones aliadas.

Esto no ha evitado que, con el transcurrir del tiempo, las mismas dinámicas se hayan vuelto a instaurar de acuerdo a los intereses y ambiciones de los nuevos equipos de dirección. Por más que La Orden se escude en su neutralidad en los asuntos de política exterior a la hora de defender su autonomía, estas afirmaciones e intenciones rara vez se han mantenido intactas.
Tanto en el caso concreto de los Formadores como en el de los Pensadores, más de uno de sus Omniarcas han asumido y entendido sus respectivas ciencias como las únicas herramienta bélicas admisibles que se encuentran dentro de los campos de estudio de La Orden.

Desde el exterior, se ha acusado a los Formadores de ser la herramienta adoctrinadora de La Orden y, en momentos de tensiones políticas, se ha vigilado su labor en las sedes remotas con gran detenimiento. Si bien es cierto que tanto los Pensadores como ellos han sido de una manera más o menos directa o intencionada los iniciadores de diversos movimientos contraculturales, estos rara vez han venido impulsados por las altas instancias de la organización, quienes han optado de manera general por la utilización de otros medios más controlables para llevar a cabo su visión. De la misma manera, y dada la gran autonomía que granjea la distancia de la capital, sus acciones rara vez han contado con la participación o la aprobación de su mismo Rector.

En la actualidad este organismos, pese a carecer de un único área a la que dedicar la totalidad de sus esfuerzos, centra su atención de manera prioritaria en las que considera sus dos grandes misiones principales.
En su vertiente teórica, sus miembros son los encargados de estudiar, analizar y diseccionar las maneras en las que se puede y se debe transmitir el conocimiento. Esta facción trabaja de manera muy cercana junto a los Pensadores. No sólo se trabaja alrededor del diseño de los métodos más óptimos para realizar esta tarea de una manera aséptica, sino que también valoran las implicaciones morales de lo que se enseña, así como el mensaje global que se quiere transmitir a través de sus lecciones.

En su rama pragmática se encuentran el grueso de sus miembros. Tanto los educadores como quienes cumplen la labor de formarles y prepararles para ejercer esta tarea. Mientras que los primeros tienen un rol muy concreto, los segundos, pese a encontrarse en una zona intermedia entre ambas ramas, oficialmente pertenecen a esta última.

De la misma manera que sucede en el resto de órdenes, pese a que su labor sobre el papel está perfectamente acotada y delimitada, esto no logra evitar una cierta retroalimentación entre estos dos cuerpos. Así pues, la frontera que separa la labor de todas ellas no es algo estático, sino que se diluye y entremezcla desplazando los límites que delimitan esta frontera en ambos sentidos. Aunque jerárquicamente y sobre el papel, los teóricos gozan de una capacidad decisoria superior, sus decisiones no son acatadas de manera automática por los pragmáticos. Más allá de que dentro de su reglamento interno no exista ningún mecanismo oficial a través del que puedan modificar las normas dictadas por los teóricos, las maneras a través de las que pueden hacer presión los pragmáticos, desde la simple desobediencia, hasta la paralización total de su actividad, hacen que la voz de quienes se hayan en la capital sea escuchada con claridad.

Mientras que los primeros carecen del número de miembros necesarios para auditar cómo se llevan a cabo sus instrucciones en Cahirn Ansay, y mucho menos en las sedes remotas, y los segundos se aprovechan de esto como herramienta pare negociar, la libertad y autonomía de la que gozan estos es considerable. Si bien no existe un equilibrio formal en cuanto al poder de decisión de cada uno de ellos, sí que existe un acuerdo tácito de colaboración y comprensión mutua.
Para que funcione este acuerdo es imprescindible la confianza y la comunicación entre ambas ramas, y para que existe esta es necesaria una situación de igualdad forjada a partir de una conversación constante entre sus interlocutores. Los teóricos tienen el compromiso de estudiar toda propuesta de quienes se encuentran trabajando sobre el terreno, mientras que los segundos han aceptado el no llevar a cabo acciones que puedan llevar al descrédito de los teóricos.
Pese a este acuerdo, el equilibrio entre ambos cuerpos es complicado. Toda directriz puede ser sometida a una cantidad tan elevada de interpretaciones como educadores hay dentro de los Formadores. Aparte de esto, cuanto más remota es la sede, y más reducido es el grupo de educadores, más probabilidad existe de que se produzca un distanciamiento de la línea oficial. No sólo por la propia independencia de sus miembros, sino por el mismo retardo que implica en las comunicaciones.

Más allá de las marcadas diferencias existentes entre los dos grandes bloques de los Formadores, la situación no es más sencilla cuando se mira dentro de cada uno de ellos. De manera independiente a las luchas por el poder dentro de sus propias filas o en el gran esquema de La Orden, la disparidad de criterios a la hora de cómo acometer su misión es tan diversa como la que se puede encontrar dentro de los Pensadores.
Tanto en la rama teórica como en la pragmática, siempre ha estado muy marcada de una manera casi insalvable la línea divisoria que separa a quienes tienden hacia una visión mercantilista de su labor y los defensores de su vertiente mas humanista. Aquellos cuyo objetivo principal es el de aportar más dinero a las arcas de La Orden o las suyas propias, y quienes piden más dinero para poder hacer que el conocimiento llegue a ser algo comunal. Pese a existir acuerdos y compromisos entre ambas visiones, y un crisol casi infinito de ilimitado de matices y acercamientos intermedios, algunas de sus diferencias continúan siendo irreconciliables.

De existir una línea física que separase ambas posturas y acuerdos, esta sería la frontera de Cahrn Ansay. La lucha política que se celebra entre sus muros la convierte en un foco de atracción para todo aquel con aspiraciones de cualquier tipo, mientras que las sedes remotas acostumbran a ser el destino de los más voluntariosos. La única excepción a esta máxima serían la dirección de las universidades, cuyos puestos de mando suelen ser una recompensa a los servicios prestados o, dependiendo su ubicación, una manera de tener alejaros de la lucha política a los más ambiciosos.
Por otro lado, a pesar de los acuerdos tácitos, nunca ha faltado una notoria cantidad de voluntarios y formadores que desafían las directrices marcadas desde Cahirn Ansay dentro de la rama pragmática. Entre quienes eligen como destino alguna de las zonas menos favorecidas, no es extraño que se traten de llevar a cabo iniciativas similares a la del Ryodum Shikar. Si bien la existencia de estas traslaciones depende en gran medida de los gobiernos locales, cuando se carece de el apoyo institucional, este tipo de iniciativas han llegado a estar gestionadas por entero por las comunidades locales y aquellos Formadores que ofrecen sus servicios de manera voluntaria tras terminar con sus obligaciones diarias en las universidades. En este tipo de escenarios las condiciones en las que se trabaja no sólo pueden llegar a ser mínimas, sino que se han producido casos en los que estas han tenido que realizarse en la clandestinidad, en ocasiones tanto lejos de la mirada de los gobiernos como la de sus superiores jerárquicos en la universidad.

La diversidad de los emplazamientos en los que se llevan a cabo estas labores voluntarias dependen en gran medida de la situación económica global de la zona, y de los recursos de los habitantes de la misma a la que vayan destinados. De acuerdo a estos criterios, de la misma manera que se han llegado a rehabilitar edificios más allá de los límites de sus universidades para la creación de estas pequeñas escuelas, en otros lugares estas reuniones son emplazadas en graneros, cementerios, catacumbas o recintos dedicados a las artes escénicas en las épocas en las que no se está representando ninguna obra.
Más allá de la situación del territorio o la atención que susciten estas iniciativas en los gobiernos locales, su existencia y viabilidad también depende casi por completo de los intereses o la permisividad de la persona que se encuentre dirigiendo la sede en la que trabajan estos formadores.
El hecho de que en Cahirn Ansay exista un lugar como el Ryodum Shikar, no implica que exista una predisposición oficial para soportar iniciativas similares fuera de sus fronteras. Por más que los principios que defendía Ilya Rishdaseva cimentasen el renacimiento de los Formadores, esto no conlleva su necesaria aceptación por parte de todos sus miembros.
Con el paso del tiempo, y los problemas que han generado este tipo de actividades en otros lugares, si no existe una aceptación oficial por parte de los dirigentes locales, es raro que los rectores de las universidades permitan su establecimiento o que, caso de no estar en contra, reconozcan o defiendan oficialmente su existencia ante una demanda.

Este tipo de actividades rara vez favorecen el crecimiento político de los rectores sino que, muy al contrario, acostumbran a ser una fuente de incidentes desfavorables. Así pues, la ambición personal del gestor de la universidad es uno de los factores claves a la hora de determinar el estatus que tendrán estas iniciativas, los recursos de los que dispondrán, y la protección con la que podrán contar sus integrantes.
Más allá de el estatus oficial que puedan llegar a tener los proyectos de este estilo, si supervivencia depende enteramente del equilibro existente entre estos elementos. De la misma manera en la que se han dado casos en los que estas actividades, a pesar de ser llevadas de manera clandestina, han estado auspiciadas desde Cahirn Ansay para la consecución de orto tipo de fines, también se han dado casos en los que la situación a sido justamente la opuesta; iniciativas visibles, auspiciadas por las autoridades locales en conjunción con la rectoría de alguna de las universidades, cuya actividad ha sido boicoteada desde la sede central.
Factores como el espectro educativo que han abarcado, al igual que la ideología adoptada o los métodos usados para llevarlos a cabo han llegado a marcar su destino cuando se ha producido un cambio en cualquiera de los estamentos que se encuentran en el poder. Sus componentes han pasado de héroes a villanos y viceversa por las razones más variadas.
De manera independiente a la autonomía, visibilidad o clandestinidad de estas iniciativas, de existir un factor común entre todas ellas este ha sido siempre el de la implicación de sus componentes con su tarea. Esto no implica que no exista discusión entre quienes forman parte de ellas, sino que estas rara vez vienen motivadas por la ambición personal, sino por las distintas maneras que tiene cada uno de ellos de entender su tarea. De la misma manera, estos motivos, en ocasiones totalmente arbitrarios, también han sido los artífices de la caída de alguna de estas iniciativas.

Más allá del conocimiento o aprobación de su existencia que exista por parte de los responsables de La Orden o las autoridades locales, la situación socio-política existente con las naciones vecinas, al igual que la ideología predominante en cada lugar y cada momento, también ha condicionado su supervivencia. La posibilidad de que estas iniciativas o las ideas que propugnan puedan expandirse hasta sus territorios no suelen ser bien recibidas.
Dependiendo de la distancia de la frontera en las que se encuentren las provincias en las que se realicen estas actividades, se han llegado a reforzar la seguridad en las mismas para evitar el paso de gente entre los distintos reinos. De la misma manera, aunque generalmente de manera no oficial, también se han realizado asaltos a estos lugares auspiciados por sus mandatarios.
Por más limitadas que puedan ser las relaciones de estos países con La Orden, la posibilidad de que estas se vean afectadas por la existencia de estas iniciativas o de las mismas universidades, ha provocado que, en más de una ocasión se disuelvan, o que la misma universidad se vea trasladada hasta alguna de las provincias del interior. De la misma manera, también se han realizado actos públicos de sanción contra formadores por sus acciones, entre las que se han incluido expulsiones de altos cargos, ante acusaciones de traspaso de sus fronteras o de llevar a cabo actividades ilegales en sus territorios. Siendo como son acciones meramente políticas, rara vez ha sido necesario que el acusador haya demostrado la culpabilidad de los acusados.

Una vez que este cuerpo comenzó a obtener una cierta estabilidad, y que sus resultados fueron constrastables, la evolución en las funciones de los Formadores a lo largo del tiempo no se han detenido nunca.
Por más reticencias, presiones e intentos por frenar su paso firme por parte del resto de las órdenes, su ubicación dentro de los engranajes troncales de la organización ha sido imparable. Al mismo tiempo, la centralización de las tareas que desempeñan sus componentes, más allá de los resultados obtenidos, han supuesto un ahorro significativo para los presupuestos de La Orden. El hecho de que sus integrantes abarquen de manera centralizada todo el espectro de materias de La Orden ha supuesto el desmantelamiento de los cuerpos que cumplían este tipo de funciones dentro de cada una de las órdenes. Aparte de esto, y de manera independiente a las materias de las que se trate, tanto el marco teórico que define el qué es y debe ser la educación, como los medios a utilizar para impartirla ha terminado por convertirse en la fuente de una gran cantidad de encontronazos con el resto de cuerpos. El enfoque teórico de esta tarea, al contrario de lo que sucedía cuando estas labores se encontraban encomendadas a grupos internos de cada una de ellas, adapta un enfoque muy flexible enormemente dependiente del contexto socio cultural de cada territorio en el que se vaya a impartir.
Mientras que con los iniciados de La Orden se adopta un enfoque mucho más estricto y uniforme de manera independiente del origen del candidato, en los territorios ajenos a la capital se trata de adaptar tanto las materias como las técnicas para impartirlas a la situación dentro de los territorios en los que se encuentra consolidado. Pese a que el grueso de quienes realizan las labores teóricas se encuentran en Cahirn Ansay, algunos de ellos también suelen encontrarse destinados en otras universidades. Su tarea en estos entornos con una clara predominancia de la rama pragmática, no se limita únicamente a asegurarse de que las directrices marcadas desde la capital se respeten, o al reporte de las irregularidades en su aplicación, sino que también abarca el estudio de las escuelas locales y la valoración de sus métodos de cara a una posible inclusión de los mismos dentro de los procesos de los Formadores.
Dentro de la dinámica de conflictos habitual con los Formadores estas no excluyen a las críticas procedentes desde sus propias filas. Estas desavenencias no sólo provienen de malentendidos, sino que su origen suele encontrarse en discrepancias de base. El hecho de que este enfrentamiento suela predominar entre las dos ramas de esta orden provocó que dentro de sus estatutos se incluyesen mecanismos para tratar de atajarlos. Anualmente tienen lugar diversas reuniones entre los vocales de ambos grupos para tratar de acercar posturas y corregir los errores y deficiencias que unos han detectado en los otros. Estas reuniones también suelen ser seguidas con detenimiento por el resto de órdenes ya que, de las decisiones que se tomen en ellas, pueden llegar a salir cambios que pueden llegar a afectarles.

La transversalidad de los Formadores ha sido otra de las causas de multitud de disputas con el resto de órdenes. La libertad de cátedra de la que disfrutan tras su refundación ha sido un tema ampliamente debatido dentro del Yishin Amat ante las demandas constantes del resto de Oxiarcas, y un privilegio que, si bien ha sido matizado y recortado en dos momentos puntuales, ha estado cerca de ser revocado en más de una ocasión por motivos puramente políticos.

La escala que han llegado a alcanzar los niveles de presión por parte del resto de cuerpos ha llevado que, a día de hoy, él único medio formal de interacción del que disponen el resto de las órdenes a la hora de tratar con ellos sea a través de los Formadores que se encuentran destinados en el interior de cada una de ellas. Incluso a este nivel, sus capacidad de acción y mediación también se encuentra muy limitada. Los Formadores con los que se tienen estas conversaciones tan sólo tienen potestad para hacer acopio de las peticiones que se les hacen, y aportarlas ante sus responsables directos.

A partir de estos documentos y de la información que recopilan acerca de los nuevos descubrimientos llevados a cabo en sus respectivos campo de estudio, correcciones sobre la documentación ya existente, o su valoración subjetiva acerca de las áreas cuya formalización se debería priorizar, se generan los informes remitidos hasta los teóricos para su valoración.
Con la suma de la información contenida en todos estos informes, es tarea del consejo rector de los Formadores dictaminar a cuáles se dedicarán los recursos de los que disponen. Tanto los recursos económicos como los de personal dedicados a la realización el análisis, interpretación y desglose de estos informes para la elaboración de los nuevos planes de estudios son insuficientes, y esta ha sido una reclamación histórica que ha sido remitida en contadas ocasiones al Yishin Amat.
Dada esta situación, tanto los Formadores que remiten esta información, como sus interlocutores de las órdenes, son consciente de que, en cualquiera de estos casos, ninguna de estas indicaciones garantiza que se vaya a producir ningún cambio en el currículo, lo único que se garantiza es una respuesta dentro de un plazo concreto.
Este protocolo no sólo causa la frustración de quienes tratan de interceder ante ellos, sino que también es una de las principales fuentes de críticas por parte de los miembros de los Formadores que trabajan de manera cercana a cada uno de estos cuerpos. Para tratar de evitar esta situación, se estableció un protocolo por el que estos puestos son rotatorios con la esperanza de evitar, no sólo un exceso de cercanía que pueda afectar a su imparcialidad y su capacidad como mediadores, sino también el disminuir la presión contra los teóricos que proviene desde el interior de su propia orden.

La solicitud que se suele recibir con mayor frecuencia por parte de casi todas las órdenes, siempre en lo referente a la preparación de quienes van a incorporarse a cada una de ellas, es la de el establecimiento de un mayor nivel de especialización. Se considera que la formación que se da a los iniciados es demasiado generalista, y que el retraso en su incorporación que implica el periodo de aprendizaje apenas aporta nada de utilidad para las labores que van a desempeñar allí.
Atendiendo a estas peticiones se han creado diversos proyectos destinados a tratar de cumplir los requerimientos que se les solicitan, pidiendo a cambio que sea alguno de los especialistas de cada orden quien se encargue de la formación. Ninguno de estos proyectos ha conseguido llegar a buen término, ya sea por la negativa de las órdenes a dedicar a alguien en exclusiva para esa labor, por la incapacidad o falta de experiencia de quienes han tratado de llevar a cabo la formación, o por la falta de comunicación a la hora de establecer un plan de estudios previo coherente con la materia que dará cada uno de los especialistas.

Esta desigualdad en los presupuestos viene dada por motivos puramente cuantitativos. El grueso de su presupuesto se encuentra dedicado en el primer grupo de trabajadores quienes, aparte de la recopilación de esta información, también son los responsables de llevar a cabo la formación de los nuevos miembros de La Orden en todas sus ramas.

Más allá de estas reclamaciones llevadas a cabo de manera exclusiva dentro de Cahirn Ansay, la crítica que reciben con mayor frecuencia sus miembros en el exterior están relacionadas con el acercamiento que tienen hacia la misma educación, o con algunas de las actividades extracurriculares que pueden llegar a llevan a cabo sus miembros. En lugares como Goord, actividades como puedan ser ciertos tipos de enseñanzas filosóficas, o la formación teológica que puedan diferir de la visión oficial siempre han generado una gran controversia. Si bien en años recientes las medidas del gobierno de la teología se han suavizado, limitándose a castigar con la deportación a quienes las incumplen, en el pasado los castigos fueron mucho más severos.
Ante la pasividad de Cahirn Ansay ante estas acciones, no ha sido raro escuchar acusaciones contra los dirigentes de los Formadores en particular, y la misma Orden en general, de colaboracionismo con la censura y traición a los mismos principios sobre los que se creó. Por más estricto que pueda ser el reglamento interno de La Orden, su interpretación y aplicación se hace más diversa y difusa cuanto más se aleja uno de la capital. Así pues, de la misma manera que sucede con las actividades voluntarias en otros lugares, tanto la aplicación de este reglamento en los casos más extremos, como el informe que se reporte hasta la capital detallando la situación, depende enormemente de los criterios del responsable de la universidad. Si bien en los casos que han terminado con la deportación de alguno de sus miembros el detalle del suceso desencadentnte de todo se ha podido suavizar, cuando las penas han sido más graves y ha existido el riesgo de un incidente internacional se tiene a ser menos laxo en su aplicación.

No todas las recriminaciones que reciben los Formadores tienen una relación directa con la manera en la que se entienden y aplican el concepto de la educación dentro de sus filas, o acerca de cómo ha este ha ido evolucionando durante el tiempo en el que se han ocupado de su gestión. Una parte nada despreciable de las críticas que recibe su parte teórica trascienden a esta materia concreta, para entrar en el terreno de las acusaciones contra ellos ligadas a un abanico mucho más amplio temáticas. Estas abarcan desde la misma manera en la que ha ido evolucionando su acercamiento hacia la parte práctica de su tarea, hasta las distintas formas en la que han llegado interpretar esta labor y las pretensiones que han tenido de cara a cómo los demás deberían entenderla.
De manera independiente a la fuente de procedencia de estas críticas, ya haya sido desde dentro de los mismos Formadores, desde el resto de las órdenes, o desde más allá de Cahirn Ansay, al igual que sucede en el caso de los Pensadores, la manera en la que su labor se entrelaza con todos los estratos de la sociedad los ha convertido en uno de los blancos más visibles a la hora del establecimiento de algún ataque contra La Orden.

Por otro lado, su aspiración por alcanzar lo que han entendido en cada momento como la “visión ideal” de lo que debería ser la enseñanza también ha sido uno de los focos de las criticas. Mientras que, por un lado, sus sectores más pragmáticos han considerarla históricamente esta idea como algo inocente, utópico, excesivamente filosófico e irrealizable en el mundo real, al mismo tiempo, desde ciertos sectores de los Pensadores les han achacado el poseer una visión simplista y casi infantil. Mientras tanto, los distintos gobiernos que no han coincidido con estas visiones los han calificado de reaccionarios y peligrosos y, por último, otras la han considerado insuficiente.

A pesar de todo esto, de lo que no no existen dudas en la actualidad, independientemente de críticas, matizaciones y disparidad de opiniones a la hora de valorar el desempeño de su labor, es acerca de la necesidad de un organismo que goce de una cierta independencia a la hora de desempeñar estas funciones. Cada bloque interno y organismo externo tiene sus propias propuestas a este respecto, algunas totalmente rupturistas y otras más conservadoras, pero lo que a todas luces ya nadie pone en duda es acerca de la importancia de su misión y el impacto que pueden llegar a tener sus decisiones. Es por esto que el escrutinio al que se les somete desde todos los estamentos en los que se encuentra tan profundamente ligada es tal que cualquier error cometido por sus miembros se ve rápidamente magnificado de una manera acorde a los intereses de quien lo ha desvelado.
Cada paso que recorre su consejo rector en su camino hacia el diseñar y establecimiento de un método formativo homogéneo y optimo para la enseñanza de cualquier tipo de materia, independientemente de su complejidad o del estado de desarrollo en el que se encuentre su investigación, se encuentra fuertemente auditado y plagado de trabas a todos los niveles.
Otro de los grandes problemas con los que se encuentra este organismo es la dificultad para comprender, estar al día y adaptarse al ritmo que impone cada una de sus órdenes hermanas. Mientras que unas pueden tardar siglos en realizar avances significativos en sus respectivos campos, otras no sólo llevan a cabo nuevos descubrimientos con frecuencia sino que, en muchas ocasiones, invalidan completamente datos que se tomaban hasta entonces como hechos demostrados más allá de toda duda. Con la llegada de cada uno de estos nuevos descubrimientos o correcciones, estas órdenes esperan que estos sean incorporados de manera automática en el currículo de los Formadores, pero dada la complejidad de las tareas de documentación a este respecto, las aclaraciones que son solicitadas de cara a validar los nuevos datos por quienes se encuentran entre ellos, y el tiempo que requiere cada una de estas acciones en ser realizadas, en una cantidad significativa de ocasiones este proceso ni siquiera llega a iniciarse. Cada nuevo paso que se añade a la cadena de verificación suele ser interpretadas por los interesados como una pérdida de tiempo y una falta de respeto hacia su trabajo.

Si la relación entre los interlocutores y los investigadores es compleja, la que existe entre el consejo rector y el resto de los Oxiarcas tampoco es sencilla. Para el establecimiento de cualquier nuevo acuerdo, de manera previa a las reuniones entre los líderes de los distintos cuerpos, sus peticiones tienen que ser detalladas y presentadas con adelantado para un estudio previo, Pese a ir dirigidas de manera general hacia su homólogo en los Formadores, casi siempre son respondidas por sus cargos intermedios que se ocupa de ese campo concreto pidiendo información adicional.
Dadas las exigencias que siempre acompañan a la relación del Rector con otros Oxiarcas, estas rara vez suele producirse fuera de las reuniones del Yishin Amat, o en encuentros fortuitos de los pasillos de Cahirn Ansay. De la misma manera, sus subalternos han desarrollado una metodología similar a la hora de relacionarse de manera oficial con el resto de organismos, lo que sólo ha servido para crearles una reputación de excesivamente burocráticos y soberbios.
Esta burocratización en sus relaciones con el resto de organismos y el mundo científico en general, así como la incomodidad que genera en todos aquellos que tratan de sortearla, es a su vez otro de los causantes de una gran cantidad de críticas a nivel interno. Con el paso del tiempo, la incorporación de nuevas materias se ha convertido en un proceso cada vez más raro y complejo, lo que ha llevado a que esta deficiencia haya llegado a convertirse en una de las preocupaciones principales de diversos Rectores.

El fin para todos estos procesos es claro, y es uno que de manera paulatina se ha ido logrando. Más allá de la mera transmisión acrítica de datos, y de acuerdo a cómo han ido evolucionando las funciones de los Formadores a lo largo del tiempo, al contrario de la manera en la que se planteaba la educación antes de su fundación, la propagación del pensamiento crítico, la duda razonada y el método científico han logrado situarse como algunas de las piezas fundamentales sobre las que se ha establecido su labor.
De acuerdo a estos principios, las materias que se imparten deben estar basadas en datos objetivos y evitar la especulación, la superstición y el pensamiento mágico. De la misma manera que se espera del resto de órdenes, su hoja de ruta nunca debe limitarse a la preservación del conocimiento actual, sino a atravesar las barreras que lo limitan. De este modo, se aspira a que todo aquel dato cuya veracidad se encuentre bajo duda, sea transmitido como tal; como una teoría o una especulación a contrastar.
Antes de que cualquier nuevo campo de estudio sea admitido dentro de su currrículo, este debe cumplir una serie de requerimientos que, paradójicamente, toda materia cuyo estudia haya comenzado de manera reciente rara vez posee la madurez suficiente como para ser capaz de satisfacer.
Llegar hasta este nivel de madurez que exigen los requerimientos de los Formadores para la inclusión de cualquier tipo de conocimiento, no sólo es una cuestión de tiempo, esfuerzo y resultados, sino también de unas dotes de comunicación considerables. Concretarla de una manera que se adecue a los patrones que estos exigen también requiere de un conocimiento exhaustivo de sus protocolos internos.

Asimismo, el cumplimiento de los criterios, formalismos, condicionantes y exigencias que se imponen ellos mismos, resulta a su vez una barrera en ocasiones harto complicada de superar por parte de sus miembros ante la diversidad de los contextos sociales y culturales con las que se relacionan. Lugares con una fragmentación como la existente a todos los niveles en países como Rearem y sus provincias, con las limitaciones e imposiciones marcadas por el gobierno de Goord o que ya poseen organismos homólogos existentes cuyas competencias colisionan con las de los Formadores, con son los casos de Menetia o Salira, convierten a la misión de diseñar unos protocolos únicos para todos ellos, o el simple hecho de buscar un acercamiento, por más flexible que se pretenda que sea este, válido para todas ellas en una tarea casi imposible.

Para alcanzar sus aspiraciones, el actual Oxiarca, el baerni Denyaqu Vislag (Bayshin, Baern 710), no se centra en los aspectos teóricos o filosóficos de su cometido, sino que los movimientos que realiza tienen lugar principalmente en el mundo de la política exterior.
El perfil de Vislag es algo anómalo si se compara con quienes le han precedido. En un punto intermedio entre los dos grandes bloques de los Formadores, apenas participa en la toma de decisiones de las ramas teóricas o prácticas. Se ve a sí mismo como un gestor. Alguien cuya misión es la de conseguir recursos para que sus subalternos puedan desempeñar mejor su trabajo. Si bien esta actitud le ha granjeado críticas a nivel interno por lo que consideran que es una falta de implicación con la misión de la orden que comanda, los resultados que ha obtenido han servido para acallar muchas de esas voces.

Por otro lado, el curso de acción que tomó La Orden tras el ascenso de Tilsaya Misshin hasta el puesto de Omniarca no es de su agrado. Ya desde antes de producirse aquel evento, su percepción acerca de la labor de los futuristas era negativa, pero las decisiones de Tilsaya, y cómo han ido impactando en el resto de la organización sólo han servido para empeorarla.
Si bien es consciente de los descubrimientos de los Cronistas, y de los indicios de verosimilitud de ciertos acercamientos hacia los textos de los profetas, Vislag ve a los Futuristas como una secta compuesta por individuos obsesionada por algo tan incierto e imposible de predecir como es el fin de todo. De la misma manera, ante sus ojos su campo de estudio es una lacra que sólo sirve para convertir a gente antaño brillante en una masa fatalista carente de criterio o capacidad de análisis racional.
Ante lo que considera como una clara falta de innovación dentro de los campos de estudio que abarca La Orden, está tratando de llegar a acuerdos con los distintos estamentos científicos del resto de naciones que considera como “el mundo civilizado”. Si bien su interés principal se centra en fortalecer las relaciones con los organismos ubicados al este de las montañas Zorak, también está muy interesado en afianzar los lazos con Harst y su Chayashin Shatteru. Con estos movimientos trata de lograr que aquellas especialidades que aún no tienen cabida dentro de Cahirn Ansay, puedan ir incorporándose dentro de su currículo formativo. En particular, una de las materias que más atención requiere es la medicina. El enfoque resultante de la unión de Naturistas y Tecnólogos se le hace insuficiente, y una parte muy importante de su participación en las reuniones del Yishin Amat está dedicado a ejercer presión para que se le de entidad propia a este campo de estudio.

De sus esfuerzos han salido acuerdos mediante los cuales se han logrado establecer relaciones bilaterales y duraderas con el Gohai Kaeru de Dayashu, el Chernat Ianaster de Kylburn y el Horshutu de Shirune pero, debido al conflicto aún en ciernes en el oeste continental, aún no se ha logrado normalizar la relación con el Chayashin Shatteru.

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